UN TRAUMA DE LA CIVILIZACIÓN
Jorge Zavaleta Alegre Periodista y licenciado en ciencias sociales
El nazismo fue la expresión más horrenda de racismo de la historia. En América hay diferentes versiones de esta lacra social. La mitología guaraní ratifica esta interpretación: durante el Yvy tenonde o primera tierra, los hombres y los dioses guaraníes convivían libremente y en abundancia. Hasta que Jeupié, al copular con su hermana de padre, fue castigado con un diluvio que destruyó aquella tierra primera y produjo la partida de los dioses hacia su morada celestial.
Ñamandú, dios principal de los guaraníes, decide crear entonces una segunda tierra, aunque imperfecta, donde los sobrevivientes del diluvio, existen soportando la enfermedad, los sufrimientos y la muerte. Desde entonces, los habitantes de la nueva tierra, Yvy Pyahu, están condenados a la eterna búsqueda de la tierra perdida, "Yvymara'e, tierra sin mal.
En el Perú, José María Arguedas, en su rica producción literaria, señala claramente que los primeros encomenderos lograron configurar la imagen de los gamonales como representantes de dios en la tierra y que la felicidad o desgracia de los comuneros dependía del respeto a esa autoridad divina.
La madre, dueña de la hacienda, era trasladada a la ciudad o a la alejada residencia rural, previa misa en su propia iglesia, como si fuera, en efecto, una virgen divina, en anda especial, de labrados eucaliptos, cargada con devoción por los campesinos de mayor talla, y seguida por un séquito de familiares en briosos corceles.
La obra poética, literaria y antropológica de Arguedas, junto con Vallejo, Ciro Alegría, Mariátegui, Mario Vargas Llosa, Manuel Scorza, Carlos Eduardo Zavaleta, Miguel Gutiérrez y otros han aportado mucho al conocimiento del Perú.
Toda esta riqueza documental es valiosa fuente para investigar el sentido de las expresiones populares, que en el siglo XXI revelan resultados imprevisibles de la capacidad transformadora de los hombres y mujeres del Ande, optimizada por la revolución tecnológica y especialmente del cine, que Jorge Zavaleta Balarezo rescata en su reciente libro sobre el cuarto cine y la violencia latinoamericana.
Rodrigo Montoya, en esta ocasión, revela algunos de los misterios de Arguedas. El primero, la belleza y la calidad literaria de su obra y el permanente contacto con el mundo de migrantes de Lima y provincias. Arguedas no era parecido a Manco Cápac, sino blanco de ojos casi azules, pero profundamente despreciado por ser serrano. Y por serrano, independientemente de la cara que tenía, por la manera como hablaba el castellano, del serranito recién bajado: "serrano, queso, vicuña, guanaco, olluco, calificativos con una fuerte agresión".
Lima, en carnavales de 2012, ya cuenta con un tercio de quechuahablantes. Para ellos, la marginación no es al empezar los estudios de primaria o universitaria. La marginación es permanente. Solo el dinero es la fuente de acceso a la ciudad y a sus instituciones sociales.
La política cultural del Estado pasa por una militancia contra la agresión, por la defensa de la diversidad de la cultura.
Abelardo Oquendo afirma que Arguedas fue un comunicador de verdades. Le interesaba más lo que había visto y lo que había vivido. La reciente Ley de Consulta Previa es una vía para decidir el destino de los recursos naturales, que son propiedad de todos.
Fecha:21/02/2012
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