Papel de Arbol

viernes, 30 de mayo de 2014

La izquierda peruana en el siglo XXI

Jorge Zavaleta Alegre (Desde Lima, Perú. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)

Ricardo Letts Colmenares en 1969, cuando era dirigente de la organización estudiantil de la Universidad Nacional de La Molina, visitó Estados Unidos, invitado por el Departamento de Estado.



En ese entonces tuvo ocasión de realizar algunas tareas en una granja de ganadería lechera en Nueva York, y en las universidades de Cornell, Dartmouth y Massachusetts Institute of Technology se encontró con compañeros de promoción de su colegio limeño, que estudiaban allí.

Al regresar al Perú, Letts debía presentar sus conclusiones del viaje en el Instituto Peruano Norteamericano. Había conversado, previamente con los directivos, algunos puntos sobre la Independencia de Puerto Rico. En su exposición debía contar la verdad, como la segregación contra los negros y la ausencia de un movimiento estudiantil que cuestionara problemas de esta índole. Por cierto, la movilización juvenil surgió después en rechazo a la guerra norteamericana contra Vietnam.

La exposición en el ICPNA fue suspendida, actitud que provocó el justificado descontento de sus amigos y militantes. Tal anécdota, cincuenta años después, revela un cambio en las relaciones y procesos migratorios, convirtiéndose los Estados Unidos en uno de los países que alberga a más de doce millones de inmigrantes, muchos de ellos informales, que pagan impuestos, trabajan con bajos salarios para beneficio de ciudadano norteamericano con servicios y productos a menor precio. Las remesas del exterior al Perú superaban antes de la reciente crisis global más de tres mil millones anuales.

La historia confirma que la consolidación del Estado Federal fue y es fruto de los pioneros europeos y los esclavos de África que aportan sus mejores valores, incluyendo muchas voces en el idioma inglés.

La cuasi extinción de su población nativa y el constante enfrentamiento con las demandas del Sur del Río Bravo, dio lugar a que en los años sesenta, la llamada Alianza para el Progreso, no fuera aceptada como una cooperación del Cuerpo de Paz sino una injerencia en los asuntos internos de la Región.

En el siglo XXI el clima no es el mismo. En América Latina no existen dictaduras militares. Hay gobiernos de centro, mejor motivados en impulsar planes y políticas sociales, que aminoran el uso la fuerza y alientan el diálogo, aunque en varios casos es muy embrionaria.

El reciente homenaje a Ricardo Letts del 09-05-14, en Lima, constituye un referente para la reflexión de su vida política, que puede ser parecida o semejante a otros militantes, que con matices, inducen y aportan un nuevo dinamismo a la política en Uruguay, Argentina, Chile, Brasil, Venezuela, Nicaragua, Cuba, Perú y Colombia.

Los ciudadanos de izquierda, sobre todo de los 60’s que asistieron al auditorio Cory Wasi, en Miraflores, revelaron la función que les corresponde asumir como militantes de una noble causa para contrarrestar el dinamismo, la vehemencia y la ceguera de los neoliberales, cuyos líderes transitan cada día por las instancias judiciales evadiendo culpabilidad en delitos corrupción, lavado de dinero, narcotráfico, abusos de autoridad y violaciones de los Derechos Humanos, entre otros.



Después de la caída del Muro de Berlín, las iniciativas desde la izquierda, aunque dispersas y discrepantes entre sus gestores, son las que los gobiernos ponen en tímida para aplacar crisis mayores.

La ruptura

En la década del sesenta Letts, escribió en su libro La Ruptura, pp. 302: “Qué lejos estoy de ser realmente revolucionario correcto. Qué lejos de tomar la línea correcta. Que ilusión tonta pensar en pajaritos preñados, en soluciones burocráticas, en reformas agrarias hechas desde el gobierno tradicional. Vamos a la Sierra, vamos al campo, vamos con el campesino, luchemos con él. ¡Maldita sea!, que fácil es claudicar sin darse cuenta. ¡Qué fácil es engañarse y engañar…!

Ricardo Letts, ha logrado ganarse el cariño y respeto de la gente que en realidad quiere un cambio para Perú, como lo expresa el vídeo resumen presentado en su homenaje. La palabra y las imágenes revelan que, gracias a las iniciativas e ideas que discurren, anuncian que el gran cambio, la revolución social, aún no se ha perdido y que —tal vez pronto— llegarán a Perú.

El economista holandés Jan Lust, autor de La lucha revolucionaria en Perú, 1958 – 1967, tras 9 años de investigación, propone un camino para la izquierda peruana e invita al debate urgente.

Cambio16 de Madrid, Argenpress y El Mercurio, entre otras publicaciones de prestigio, coinciden que después de medio siglo, América Latina vive nuevas situaciones que enriquecen la memoria de sus ciudadanos, respecto a la necesidad de promover cambios integrales de los Estados democráticos para evitar que el olvido y la indiferencia sigan dominando la vida futura.

A lo largo de once largos capítulos, este Lust - joven de Holanda, uno de los países con mayor equidad, junto con Noruega y Finlandia, profesor en centros académicos de Perú y México - destaca la presencia de presidentes en Uruguay y Brasil, José Mujica y Dilma Rousseff, militantes en los movimientos guerrilleros Tupamaros y Vanguardia Revolucionaria Palmares, respectivamente.

En Argentina, nos habla de una vertiente del peronismo, con los esposos Kirchner, y Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa, en la conducción de Venezuela, Bolivia y Ecuador, que intentan modelos de renovación del Estado tradicional.

Vive aún en el recuerdo popular el asesinato del Che, del poeta Javier Heraud, militante del Ejército de Liberación Nacional; de Luis de la Puente Uceda, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria – MIR, entre otras expresiones en la historia del Perú.

También advierte que en cincuenta años, son escasos los cambios en el Perú, de manera estructural, a favor de los explotados y oprimidos. El gobierno de Velasco, solo fue capaz de suspender por siete años, los pasos del neoliberalismo, y a las izquierdas les faltó análisis y proyección para entender que el proceso militar del 68 necesitaba un respaldo orgánico para afianzar las propuestas populares que el gobierno militar asumió y neutralizó el ideario de las guerrillas y subversivos de entonces.

Del gobierno de Ollanta Humala se analiza la expectativa que despertó su programa inicial, y que al ganar las elecciones, en lo económico ha seguido la orientación de sus predecesores, rescatando, el énfasis de la gestión en los programas sociales para aliviar la pobreza.

De los diversos testimonios de las guerrillas peruanas, Lust, enfatiza el rol del MIR, movimiento que surge como respuesta a la conciliadora alianza del APRA fundada por Haya de la Torre, en México de 1917.

El MIR y el vaso de leche

El MIR, desde la emblemática piurana de Catacaos mantuvo la lucha por sus tierras, pero que sus líderes tenían poca experiencia política. La gente que apoyó el MIR fueron los amigos y familiares de los guerrilleros. Al estallar el movimiento guerrillero, la represión fue intensa en Piura y se extendió a varias regiones del país…, recuerda Julio Andrés Rojas Julca, secretario general del MIR, aliado al desarrollo del Vaso de Leche que el Alcalde de Lima, Alfonso Barrantes promovió y que con los años se ha impuesto en varios países de América Latina.

La acción guerrillera fue simiente para la izquierda democrática, que en 1985, alcanzó una candidatura presidencial, la de Alfonso Barrantes, pero que no ha logrado aún un proyecto de unidad, en tanto las fuerzas del mercado consolidan el país mono exportador de materias primas y un ejército de consumidores con bajos salarios.

El balance político de los años sesenta, facilita la comprensión de los problemas y las condiciones económicas, sociales y políticas que llevaron a la insurgencia de los movimientos guerrilleros peruanos, y “descubre las causas de la derrota”.

En el marco de la hegemonía política, económica y social de la burguesía peruana, además integrada con la clase dominante internacional, Lust propone: Debate y trabajo en torno al desarrollo de la vanguardia para la lucha por la transformación social.

Estudios actuales sobre la realidad peruana no existen. La historia de la izquierda, en general, es escrita por la derecha y por los “caviares” enclaustradas en ONG. El periodo 1980-2000 demanda un análisis basado en las lecciones de lucha y construir, sobre las derrotas políticas, un proyecto de largo aliente hacia la liberación social.

La izquierda debería ponerse a trabajar en ganar la confianza de los pueblos peruanos para construir un proyecto en el cual los pueblos determinen su propio destino. La unidad de la izquierda debe ser la consecuencia de una confluencia programática.

¿Cuál es la forma de lucha, la táctica, la estrategia y la forma de organización, más apropiada para alcanzar en el Perú el poder revolucionario democrático y popular?:

Algunas exposiciones como las de Jan Lust, Raúl Wiener Fresco, Edmundo Murrugarra, Delfina Paredes Aparicio, Ricardo Noriega Salaverry, Guillermo Bermejo, Luis Arana Seguín, Milciades Ruiz, Enrique Ghersi Silva, Nelson Manrique, Héctor Béjar, Genaro Ledesma. Más la participación artística de Delfina Paredes, Margot Palomino y Jaime Guadalupe, constituye una acertada convocatoria, un punto de partida, un contrapeso a la acción intensa de la derecha local que pretende presentar un gran progreso económico, en términos de inversiones de trasnacionales, pero con una irregular distribución de los ganancias en perjuicio de los trabajadores que han perdido su pequeña parcela hipotecada o perdida finalmente.

Para los sectores populares los hospitales son puertas colindantes a los cementerios. La educación un pingüe negocio particular. Las políticas sociales, cuestionadas por prensa cuasi monopólica que distorsiona la inversión social como un gasto que pervierte a los pobres.

75 años

Ricardo Letts Colmenares (*Lima, 9 de agosto de 1937 - ) ingeniero agrónomo, político y periodista. Dirigente de la izquierda desde 1960. Uno de los fundadores de Vanguardia Revolucionaria (VR), Partido Unificado Mariateguista (PUM). Asesor en los movimientos campesinos para la Reforma Agraria en la década de 1960 y de 1970. Diputado en el Congreso de la República de 1990 a 1992, representando a la alianza de partidos izquierdistas Izquierda Unida. Fundó el Comité Malpica (CM) en 1998, con Raúl Wiener, Delfina Paredes y otros, organización en memoria de Carlos Malpica Silva Santisteban, destacado intelectual de izquierda. Con el CM participó en la Marcha de los Cuatro Suyos y en la Rebelión Popular del Pueblo de Lima del 28 de julio del año 2000. Fue director de las revistas Marka y Zurda y director del Diario de Marka (1983-1984.)

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