Jorge Zavaleta Alegre
El próximo siete de octubre, el Jurado Nacional de Elecciones
del Perú-JNE, institución que atraviesa hoy por una profunda crisis de liderazgo, no
garantiza que la renovación de los gobiernos regionales, provinciales y
locales, sean ocupados por quienes buscan consolidar la democracia en formación.
Una autoridad local no trabaja para poner en ridículo a la
ciudadanía. Trabaja para informar a la comunidad, a fin de recibir su apoyo en el control, la vigilancia de los diferentes proyectos. Por eso se necesita la confianza en
sus autoridades.
Hay partidos ligados a la corrupción que están trabajando, por ejemplo, para que los jóvenes venezolanos voten por sus candidatos, ofreciéndoles un poco
de pan y dulces a quienes vienen huyendo
de una crisis en su país tan profunda y heredada
de los años 80 y 90, donde el populismo e irresponsable libre mercado de Acción Democrática, terminó con el asalto de
su petróleo, riqueza la más grandes del mundo. El
expresidente peruano PPK, destituido del poder, fue el puente de la política de
esa derecha más radical de los EEUU, y hoy vemos los resultados de esa invasión
masiva de Venezuela, que hoy sufre el Perú.
En este contexto, el Periodismo Económico se convierte en una
gran necesidad para dar claridad a los esfuerzos contra la enraizada corrupción
en Perú, país que hoy encabeza las encuestas sobre la mayor inestabilidad
emocional, donde lidera una economía
informal por encima del 70 por ciento y
una conducta social alejada de la supervisión
de las autoridades.
Por ejemplo Lurigancho, el distrito limeño con más de 1
millón 200 mil habitantes, carece de un hospital moderno. Cuenta con pocas postas
médicas insuficientes donde la concepción de la salud preventiva, es decir la salud
mental, es tabú. Lurigancho, un distrito con tanto potencial humano es
identificado como sede del penal más grande de reclusos, escuela del delito y
no de la reeducación.
Con esta reflexión,
vale tomar en cuenta a los candidatos que tienen conocimientos en la
administración municipal, en la salud, en la educación, sin descuidar la
inversión en otros servicios como la integración física con los distritos
vecinos.
En la gama de
postulantes, se percibe la positiva alianza y notable ventaja de la candidatura
del distrito de San Isidro, cuyo alcalde
busca la reelección, con la del
candidato de Lurigancho en manos de
Napoleón Becerra, con su lema Siempre Unidos, quien fundamenta su postulación destacando sus tres décadas
de experiencia administrativa en la municipalidad de Lima, entre otros
elementos.
El manejo de la información económica, su visión de la salud
preventiva y la educación para el desarrollo integral, con una postulación franciscana,
sustentada en la tecnología que ofrecen hoy las telecomunicaciones:
Mensajes muy bien diseñados por Youtube, Facebook, Twiter…blogs, y reuniones
de trabajo en diferentes espacios para compartir soluciones a los problemas de
demarcación territorial que dan lugar a
delitos y tráfico de tierras contra la unidad necesaria de las comunidades.
La salud preventiva no se podrá mejorar si no se incide en la
Salud Mental, como superar la inestabilidad emocional, la depresión y frustraciones de sus
habitantes. Funcionarios del Banco
Mundial, empezando por su
secretario general han visitado Lima, e informado que son
creadores de la atención de la salud mental. Ese enunciado es una frase, ningún gobierno se ha preocupado de continuar esa iniciativa.
¿Qué es la Salud Mental?. Actualmente la Organización Mundial
de la Salud define la salud mental como: “Un estado de bienestar en el cual el
individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las
tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera
y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
¿Y, cómo se llega a ese estado de bienestar? Pues, sigue siendo
absolutamente vigente la célebre definición de Sigmund Freud de la salud mental
como la capacidad de amar, de trabajar y de jugar.
La capacidad de amar se refiere a la posibilidad de poder establecer relaciones auténticas e íntimas con otras personas donde se puede dar y recibir afecto sin excesivo miedo. La capacidad de trabajar se refiere a la posibilidad de sentirse generativo, de sentir que lo que uno hace tiene sentido, de tener un cierto orgullo en las tareas que uno desempeña. La capacidad de jugar se refiere a la posibilidad de disfrutar de la actividad simbólica, al nivel que sea, y de poder disfrutar con otros en ese tipo de actividades.