Papel de Arbol

sábado, 20 de octubre de 2018

EDUCACION PIERDE FONDOS PARA EDUCACION



Modesto Montoya, 
Profesor de la  Universidad Nacional  de Ingeniería del Perú

La llamada guerra comercial entre China y Estados Unidos debería llamarse guerra del conocimiento. 
Desde hace medio siglo China desarrolla una estrategia que la proyecta como la potencia científica y tecnológica del 2020. Estados Unidos y China viven una guerra con un desenlace que parece evidente. 
El error de Estados Unidos fue crear la ilusión de los MBAs que atrajeron a los talentos que debieron ir a los laboratorios de donde salen los inventos generadores de riqueza.

La guerra por el conocimiento no solo es entre China y Estados Unidos. 
Es todos contra todos. 
El objetivo es atraer a la mayor cantidad de talentos en ciencia y tecnología.

En ese contexto, el Perú es cada año más dependiente. El 2021 será tecnológica y comercialmente más dependiente que nunca.

Desde hace décadas venimos demandando una política para atraer talentos. Los gobiernos no comprenden su importancia. Al más talentoso investigador joven que venía del extranjero, una universidad estatal le podía ofrecer contratos 1200 soles al mes.

El 30 de noviembre del 2011, el diario “El Comercio” nos permitió advertir al gobierno de PPK que “El Perú está perdiendo la guerra de cerebros”.

El 29 de diciembre el gobierno peruano corrige la aberrante escala remunerativa de profesores contratados.

¿Y los nombrados?

En una guerra tenemos que poner los recursos necesarios para no perderla. Es imperdonable que las remuneraciones de los docentes universitarios nombrados estén cuasi congeladas por más diez años (recientemente se ha aumentado 300 soles).

El problema no es de los investigadores. Éstos se van al extranjero que los demanda. El problema es que el Perú es cada día más dependiente de lo que se invente afuera.

www.partidodelaciencia.com




ESPERO CURARME DE TI


Un lector de Papel de árbol - escritor y crítico de cine- nos envía el Poema “ESPERO CURARME DE TI”, que  es parte de la obra literaria del mexicano Jaime Sabines.

Con el agradecimiento al remitente, invitamos a la  lectura de la rica creación poética y algunos pasajes de su ejemplar trayectoria:

Espero curarme de ti en unos días. 
Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. 
Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. 
Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? 
No es mucho, ni es poco, es bastante. 
En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. 
Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. 
Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.
...
En el horizonte de la penúltima poesía mexicana, la figura de Jaime Sabines se levanta como un exponente de difícil clasificación. Alejado de las tendencias y los grupos intelectuales al uso, ajeno a cualquier capilla literaria, fue un creador solitario y desesperanzado cuyo camino se mantuvo al margen del que recorrían sus contemporáneos, según información de  La Enciclopedia Bibliográfica en Línea, el poeta mexicano Jaime Sabines (Tuxtla, 1926 - Ciudad de México, 1999), en su creación hay un poso de amargura, expresado en un lenguaje cotidiano, vulgar casi, marcado por la concepción trágica del amor y por las angustias de la soledad.

Su estilo, de una espontaneidad furiosa y gran brillantez, confiere a su poesía un poder de comunicación que se acerca, muchas veces, a lo conversacional, sin desdeñar el recurso a un humor directo y contundente.

En 1965, la compañía discográfica Voz Viva de México grabó un disco con algunos poemas de Sabines con la propia voz del autor. Sabines reforzó su figura de creador pesimista, su tristeza frente a la obsesiva presencia de la muerte; pero se advierte luego una suerte de reacción, aunque empapada en lúgubre filosofía, cuando canta al amor en Mal tiempo (1972), obra en la que esboza un "camino más activo y espléndido", fundamentado en el ejercicio de la pasividad; un camino que lo lleva a descubrir que "lo extraordinario, lo monstruosamente anormal es esta breve cosa que llamamos vida".

Pese a una cierta reacción que lo aleja un poco de su primer y profundo pesimismo, sus versos repletos de símbolos que se encadenan sin solución de continuidad están transidos de una dolorosa angustia, expresa en un lenguaje cotidiano, vulgar casi, marcado por la concepción trágica del amor y por las angustias de la soledad.