Jorge Zavaleta Alegre
Conocer la historia de
Grecia, Roma, la historia antigua es importante. Y mucho más la Nuestra.
Esta es la reflexión profunda que transmite Ruth Shady, la arqueóloga (Callao 1956), que
no se propone reconstruir la obra física de Caral, sino
promover la cultura de sus antecesores, de aquella civilización, la más
antigua de América, simultáneamente con Mesopotamia, Egipto, India y China. Shady
empezó su trabajo en Caral, en 1996 y los
primeros hallazgos pueden ser apreciados en La
Ciudad Sagrada, una de sus publicaciones más conocidas.
Su discurso convoca a la reflexión. “Los pueblos que no se
conocen han de darse prisa por conocerse. Los árboles se han de poner en fila,
para que no pase el gigante de las siete leguas. Es la hora del recuento, y de
la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las
raíces de los Andes”, escribió José Martí en Nuestra América, argumentando que el gobierno de un Estado no es más que el equilibrio de los elementos
naturales del país.
La esencia de este
pensamiento se aprecia en el Plan
Maestro de Supe y Barranca, al incluir el desarrollo integral de los pueblos
donde se encuentra la milenaria cultura reconocida por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. La Zona
Arqueológica Caral es concebida en un
símbolo cultural, cuyos pueblos deben
mejorar su autoestima, con mejores condiciones de vida para la región y el país.
El proyecto, que ella dirige,
con autonomía administrativa según la normativa del Estado Peruano, combina la investigación arqueológica, junto con la conservación y difusión de los valores de
los sitios monumentales. La revaloración de la cultura inmaterial. Recuperación
de conocimientos y tecnologías apropiadas. Preservación del ambiente y recursos
naturales. Agricultura ecológica. Productos artesanales con identidad cultural.
Servicios turísticos.
Ruth Shady mantiene
vivos los recuerdos de las lecciones de su infancia. Su padre, Gerardo Shady, agrónomo que nació en Praga y vino al Perú por
el problema de la guerra, la llevaba a pasear por los restos arqueológicos del
Perú, empezando por Cantamarca…, con la renuencia de su madre, peruana y
conservadora:
“Mi padre me tradujo el
libro de Ernst Wilhem Middendorf sobre Chavín de Huantar, compró la colección
de Garcilaso de la Vega, La Historia de América, varias colecciones. Nos
premiaba, con plata, a mí y mis primos que
contestaban sus preguntas. “Las
excursiones me permitieron preguntarme
sobre los contrastes entre la zona donde ella residía y los pobladores con
mucha a pobreza, vestida de harapos”
Apreció la cultura de cada lugar. Pero en los museos no entendía lo que ella
quería conocer. Fue miembro del club de museos de su colegio, donde solo tres eran los miembros. La historia
del interior del país acrecentó su encantamiento por su país.
Definida su vocación, en
la Universidad de San Marcos, donde
existe una Huaca, solía visitarla para aprender cómo se excavaba. Estudió antropología
y arqueología. Recuerda a profesores excelentes como Temple, Meyer, Mariátegui,
Arguedas, Kauffmann, Matos Mar. Este último, autor de El Desborde Popular,
mantenía viva la preocupación de que los alumnos conocieran el país.
Estudió inglés y pedagogía con el fin de
“producir conocimientos y cómo trasmitir”.
Trabajó en Chota,
Cajamarca, cuando entonces no había
carretera, se viajaba a caballo, se comunicaba por radio. Luego en Bagua,
próxima a la selva del Marañón, con las tensiones entre los nativos aguarunas y la población de otros destinos. “Cuando deseábamos trabajar en
los restos arqueológicos de Bagua y no se encontraba el Apu de la región, no lo
podíamos hacer. Teníamos que esperarlo para que él decidiera darnos el permiso”.
En la Cuenca del Titicaca y Puno recuerda la música, como necesidad integral de los pueblos.
En la Universidad de Harvard,
conoció a un equipo de investigadores.
Visitó museos de investigación de energía nuclear de Francia para la conservación
de bienes. En Niza apreció el intercambio
multidisciplinario de los invitados. Recorrió museos de Alemania, China, India, México y apreció el manifiesto
interés de la participación del Estado
en relación con la cultura.
En otro momento, en
EEUU, estuvo en los museos universitarios, federales, nacionales
de Washington, Pennsylvania, Los Ángeles, motivada por el Instituto Americano
de Arte-IAA, “el cual alienta una visión
continental desde la cultura local, a través del reconocimiento de sus mejores
representantes, y siguiendo la
tradición de instituciones
regionales como las del Cusco, Puno y Lima”, explica el investigador norteamericano Cacchione
Améndola, también fundador del Instituto
Bibliográfico del Perú.
Ruth Shady viene trabajando
sin cesar veinte años en una sociedad que se
desarrolló tres mil años a.C, en
un territorio cruzado por los andes y con diversidad de recursos: “Ahora no hay desarrollo armonioso. Hoy el
mundo aparentemente es pequeño para todos. En el pasado la conexión era transversal. Un coreano me comenta,
sorprendido, cómo su país siendo tan
pobre ha adelantado tanto, mientras nosotros seguimos siendo tan pobres….Hoy se
desconocen los valores, estamos a miles de años de distancia. Prima el individualismo…”
BELLOTAS DE ALGODON
Tareas para el futuro. La
directora del Proyecto Caral, considera que su labor es promover
la reflexión de lo bueno que se
hizo. Si antes brillamos, hagámoslo hoy.
Vamos a suscitar el conocimiento de la realidad y actuar con esta
perspectiva. Hemos tenido recursos como
el salitre, caucho, pesca, minería.
Podemos darle atención a las “Bellotas de Algodón” que tienen colores
naturales. En París persiste interés por
la producción y propagación de este
cultivo. El algodón original es antialérgico. Recuperemos el arte andino de Supe, promoviendo el
algodón.
Temas vinculantes: Plantea el retorno de los trenes, como los que
existen en Europa, porque hay pueblos que aún no pueden sacar sus cosechas por
falta de vías. No hay armonía entre lo urbano y lo rural. “Vivimos con mucho resentimiento, entre el que vive en el centro
poblado y migrante rural, que no encuentra satisfacción, la diversidad interna
es muy grande. Por eso aparece el asistencialismo”
CARAL Y LA INTEGRACION DEL PERU
Los pobladores actuales
participan en la valoración de Caral. “Nosotros
hemos trabajado de tal modo que ellos sientan que Caral es suyo”. El Perú
debe integrarse en torno a la idea de una civilización originaria, la que ahora
se descubre estaba a la altura de las civilizaciones más prestigiosas del
planeta.
Para Ruth Shady, la
única forma para sobrevivir en un territorio como este es con creatividad.
Caral es un punto de reflexión para los peruanos: “Lo que puedo decir es que en
Caral no hay indicios de violencia militar, aunque sí hubo violencia para aquel
que no cumplía con las normas de la sociedad. Fue la religión el instrumento de
control y coerción que la sociedad tuvo”.
El poder, o grupo
dirigente, actuaba sobre la base de sus
conocimientos en la reproducción de las condiciones materiales para la
supervivencia de la población. El poder se cimentó en el conocimiento y en el ser intermediarios con los dioses. Ellos
desarrollaron conocimientos de matemáticas, geometría, medicina, que quedaron
plasmados en las obras excavadas por los
arqueólogos.
Han sido descubiertos templos de 18 metros de altura, construidos
con piedras y barro, conformados por terrazas y plazas. Se conoce de los
tratamientos médico, por ejemplo, con
hojas de sauce, que ahora sabemos contienen ácido salicílico, principio activo
de la aspirina y se usa para aliviar el dolor. Sigue la lista de plantas cuyas evidencias están siendo recuperadas.
La Civilización Caral,
se debió a la compleja vigencia de los
sistemas sociales en varias regiones del
actual Perú, como los valles costeños de
los ríos Chancay y Santa, en el Callejón de Huaylas y en las vertientes orientales,
en las cuencas del Marañón y el Huallaga.
Alrededor de los 3000
años a.C., las sociedades costeñas del área norcentral lograron avances
significativos, estimuladas en parte por la riqueza de recursos de la región:
un mar rico en peces y moluscos y valles fértiles con ríos que acarreaban
nutrientes. Coadyuvó a ello la tradicional comunicación interregional entre los
pobladores del área.
La primera civilización
del Perú y América se formó entre los 3000 y 2500 años a.C., sobre la base de un conjunto de comunidades que
construyeron la Huaca La Florida, Garagay en el Rímac, Cerro Sechín, Pampa de
Llamas-Moxeque en el valle de Casma.
El modelo se repitió en
el territorio andino: Chavín, Moche, Lima, Nasca, Tiahuanaco, Wari, Chincha,
Ichma, Chimú y finalmente la Inca, última civilización del Perú prehispánico,
4400 años después de Caral.
La literatura
especializada indica que hace 5 millones
de años que los seres humanos iniciaron el poblamiento del planeta, pero sólo 6
mil años atrás empezaron a construir centros urbanos y a integrar redes de
interacción a largas distancias. En el
Perú el proceso se dio en total aislamiento, pues Caral se adelantó en, por lo
menos, 1500 años a Mesoamérica, el otro foco civilizatorio del Nuevo
Continente.
El primero investigador
que llamó la atención sobre Caral fue el estadounidense Paul Kosok, quien
visitó el lugar junto con el arqueólogo estadounidense Richard Schaedel en
1949. En 1994 Ruth Shady recorrió nuevamente el valle de Supe e identificó 18
sitios con las mismas características arquitectónicas, entre los cuales se
encontraban Chupicigarro Grande, Chupicigarro Centro, Chupicigarro Oeste y
Chupicigarro. Chupicigarro es el nombre
español de un ave del lugar.
FLAUTAS
TRAVERSAS
La ciudad de Caral
ahora está en capacidad de demostrar que la música ha sido, desde los albores
de la civilización andina, parte fundamental del ceremonial y la religiosidad. Una
prueba es el hallazgo de 32 flautas
depositadas como ofrendas bajo el piso de la plaza circular en la Pirámide del
Anfiteatro.
Se les ha clasificado como
"flautas traversas".. Fueron elaboradas usando huesos de ala de
pelícano, decoradas con representaciones
de monos, aves, serpientes y figuras humanas. En otro sector de la misma
Pirámide del Anfiteatro fue hallado otro conjunto de 38 instrumentos de
vientos, posiblemente cornetas hechas con hueso de camélido o venado.
EL PRIMER QUIPU
El Quipu es un
mecanismo de ramales de cuerdas, con nudos y varios colores, con los que los
antiguos peruanos daban razón de las historias, noticias y de las cuentas. Es el
sistema de contabilidad de los antiguos habitantes peruanos y que forma parte
de la exposición "La civilización de Caral - Supe, 5000 años de identidad
cultural en Perú".
La Zona Arqueológica
Caral (ZAC) o Unidad Ejecutora N° 003 es una entidad pública creada por el
Decreto Supremo 003-2003- Ministerio de Educación del 14 de febrero de 2003,
refrendada por la Ley N° 28690 del 18 de marzo de 2006, que cuenta con plena
autonomía de gestión científica, administrativa y financiera. Este último
detalle no es tan cierto, por la escasez de financiamiento y el desmotivado
aparato público.
La Ciudad Sagrada de
Caral-Supe, es una zona nuclear de 626 hectáreas, y que coincide con el área
delimitada por la Resolución Directoral Nacional 645/INC del 27 de agosto de
2003. Más una zona de amortiguamiento de 14,620 hectáreas, definida como Área
de Protección Natural-Cultural.
En resumen. Cuando en
Egipto se construía la antigua pirámide de Sakara o, posteriormente, las
pirámides de Keops, Kefrén y Micerino, en el valle de Giza, o cuando se
ocupaban las ciudades sumerias de Mesopotamia o crecían los mercados en la
India, por esos tiempos, entre 3000 y 2500 a. C., ya se edificaban y
remodelaban los edificios piramidales de Caral, y en sus plazas se realizaban
periódicas congregaciones con fines económicos, sociales y religiosos.
A manera de
conclusión, Ruth Shady sostiene que cuando los filósofos presocráticos de Grecia discutían
sobre el origen de la vida hacia los 600 años antes de Cristo, en Caral, por lo
menos 2000 años antes, anónimos filósofos explicaban a su pueblo diversos
aspectos relacionados con la existencia de los hombres, los recursos naturales,
el origen de la vida y de las cosas.