JORGE ZAVALETA ALEGRE
A Julio Andres Rojas. sociologo peruano, conocedor de la realidad de su pais, desde las guerrillas de los sesenta, la catedra universitaria, la administracion de la Municipalidad de Lima y militancia ejemplar en la Izquierda Unida, liderada por el alcalde metropolitano Alfonso Barrantes Lingan.
Los pueblos menos favorecidos, abandonados a su "propio destino", sufren de explotación y del despojo de sus riquezas naturales. Ningún poder mundial logra detener las guerras de exterminio. El capitalismo ingenuo se convirtió en imperialismo deshumanizante. El pensamiento es complejo y el conocimiento pareciera que esta al alcance de todos. Pero esa realidad es relativa y alejada de grandes comunidades que viven como en la edad de piedra, comparables a las peores dictaduras.
Lo “complejo” se reconoce como un concepto que se "resignificó" sustantivamente y con profundidad en el siglo XX. Su uso común lo relacionaba con lo complicado, lo enmarañado y lo difícil de entender. Ahora, es posible entenderlo desde una perspectiva para designar al ser humano, a la naturaleza, y a nuestras relaciones con ella.
Lo “complejo”, dice Edgar Morin, designa hoy una comprensión del mundo como entidad donde todo se encuentra entrelazado, como en un tejido compuesto de finos hilos. “El pensamiento complejo es ante todo un pensamiento que relaciona. Es el más cercano al término complexus (lo que está tejido en conjunto). Está contra el aislamiento de los objetos de conocimiento; reponiéndoles en su contexto.
El estudio de lo complejo, hoy en día, tambien ha impactado en el ámbito más directo de las interacciones de los seres humanos: la educación, la salud, la interpretación de la sociedad, la política, y la comprensión del momento actual que vive la humanidad.
El problema de la complejidad ha pasado a ser el problema de la vida y el vivir, el problema de la construcción del futuro y la búsqueda de soluciones a los problemas contemporáneos.
En esta ocasion, hemos tomado la polemica de dos profesionales de prestigio: Jose Luis Solana Ruiz, de la Universidad de Jaen de Espana, confronta opiniones con Carlos Reynoso, de la Universidad de Buenos Aires, quien lanzo en el 2006 y 2009 sus publicaciones un conjunto de críticas al paradigma de la complejidad de Edgar Morin.
Se centra solo en las que más directamente tienen que ver con dos núcleos fundamentales del pensamiento de Morin: su propuesta de un pensamiento complejo y su concepción sobre la complejidad.
Comenta que el premio Nobel Murray Gell-Mann otorga a la aleatoriedad, el desorden, el azar y los accidentes en sus teorizaciones sobre la complejidad y los sistemas adaptativos complejos. Pero, para ello, será necesario antes ofrecer una somera caracterización de esos sistemas. Finalmente, apunta algunas líneas de revisión y profundización de las propuestas de Morin, líneas que deben extenderse y continuar.
La crítica le parece una labor intelectual difícil y de gran calibre (constituye uno de los motores del conocimiento). "Los interesados en el pensamiento complejo de Morin deben estar obligados a conocer los cuestionamientos que se le plantean y a prestarles a éstos la debida atención, con el fin de reflexionarlos y extraer de ellos las consecuencias pertinentes. Para mantenerse fiel a sí mismo, el pensamiento complejo debe regenerase sin cesar".
A diferencia de la cibernética, la teoría de sistemas y la teoría de las catástrofes, que "contemplan la complejidad como característica emergente", los paradigmas más discursivos sobre la complejidad "toman la complejidad como un objeto de reflexión en sí mismo" (Reynoso 2006: 174).
Reynoso señala que Francia es el principal ámbito de producción de paradigmas discursivos de la complejidad y considera a Henri Atlan y a Edgar Morin como representantes señeros del modo discursivo de entender y enfrentar la complejidad.
Morin está en contra de los principios simplificadores nombrados y frente a ellos propugna los principios de complejidad. No se muestra, no cree en la certidumbre absoluta, pero eso no le impide para apostar por el desarrollo de un pensamiento "lo más racional posible" y por "respetar los requisitos para la investigación y la verificación propios del conocimiento científico" (Morin 1990: 140).
No abandona los criterios básicos de validez y justificación. Muy al contrario, los afirma. Y, por ello, no termina incurriendo en una forma débil de relativismo epistemológico, como Reynoso cree, con la que incurriría en el "todo vale".
Fenómenos fundamentales del universo y de nuestro planeta (la evolución del clima, las reacciones químicas prebióticas que condujeron al surgimiento de la vida, la evolución de la propia vida) han sido resultado de "la acumulación de accidentes congelados que se han convertido en regularidades dentro de regiones limitadas del espacio y el tiempo" (Gell-Mann 1994..
Esa congelación en función de reglas supone un incremento del número de regularidades existentes y, por tanto, un aumento de la complejidad efectiva. La acumulación de accidentes congelados en el transcurso del tiempo da lugar a una tendencia hacia un progresivo incremento de la complejidad y hacia la emergencia de formas más complejas (Gell-Mann 1994).
Para el pensamiento complejo, el análisis, la distinción, la abstracción, la cuantificación, la especialización y la precisión, la lógica clásica, la metodología, los algoritmos y los modelos (operaciones de conocimiento cuya potencia y capacidad de rendimiento nunca deberían olvidarse ni infravalorarse), resultan, deben ser, tan necesarios como la síntesis, la relación, la concretización, la cualificación, la interdisciplinariedad y las miradas a la totalidad, la dialógica, el método, las metáforas y los discursos. En caso contrario, las operaciones intelectivas complejizadoras se absolutizan y tornan simplificadoras.
Las propuestas epistemológicas de Morin, su paradigma de la complejidad, su teoría de la organización y muchos de sus análisis más relevantes sobre distintos temas (la naturaleza, la vida, la humanidad, el conocimiento, las ideas...) están basados fundamentalmente en las lecturas y la recopilación de materiales que realizó durante los últimos años de la década de los sesenta del siglo veinte y toda la década siguiente, la de los setenta (véase Solana 2001: 123-156 y Solana 2005).
No obstante, en el Centre Edgar Morin (París, EHESS/CNRS) se han dado ya pasos hacia ese necesario encuentro entre el pensamiento complejo y las ciencias de la complejidad basadas en los sistemas adaptativos complejos. A mediados de junio de 2009, dicho centro, en colaboración con varios investigadores de la University College de Londres que trabajan en modelización de Complex Adaptive Systems, organizó un Symposium sur la modélisation de systèmes complexes et la pensée complexe, con la finalidad de establecer un espacio de diálogo y comunicación entre el pensamiento complejo y la modelización de sistemas adaptativos complejos que favorezca intercambios y síntesis entre ambas líneas de investigación.
El trabajo intelectual crítico tiene un valor indiscutible. Entraña no pocas dificultades y resulta imprescindible para el avance del saber. La crítica, en especial la constructiva, es una tarea intelectual más provechosa que la glosa.
Hasta ahora, la obra de Morin había sido objeto, sobre todo y salvo algunas excepciones, de paráfrasis y valoraciones positivas (algunas de las cuales, por desgracia, han incurrido en glorificaciones infundadas y en mistificaciones). Se merecía ya una revisión crítica. Por todo ello, hay que alabar el trabajo de Reynoso. Quienes hemos realizado estudios sobre la obra de Morin, fundamentalmente de carácter expositivo (de interpretación, síntesis y explicación de sus ideas), sin que ello implicase una asunción plena y acrítica de sus planteamientos, debemos celebrar que nuestras exégesis se complementen con revisiones críticas.
Es importante que quienes se adscriben al pensamiento complejo sepan mantenerlo vivo, evitando así su anquilosamiento. Morin (1981) nos ha ilustrado sobre cómo un mismo sistema de ideas puede constituirse en teoría o en doctrina. Como teoría, se mantiene como un sistema abierto: tiene conciencia de su incompletud, se muestra atento a nuevos datos, dialoga con otras teorías e integra ideas de ellas, admite refutaciones, se corrige, evoluciona y se regenera.
La ciencia y la producción de saber científico están cambiando y esto muestra que la crisis de identidad de la ciencia contemporánea es una crisis de crecimiento de la que está surgiendo un modo nuevo de producción de conocimiento y tecnología. El nuevo saber es una tendencia hacia la superación de las barreras disciplinarias y el establecimiento de un cuadro del mundo nuevo, que reconozca su diversidad y complejidad intrínsecas. El pensamiento de la complejidad no niega el desarrollo alcanzado por el pensamiento simplificador prevalente en las ciencias.
La humanidad se enfrenta actualmente a las consecuencias del daño a la naturaleza ocasionado por el hombre y el consecuente emerger y reemerger de problemas que afectan al mundo entero, como resultado de movimientos caóticos donde coexisten a la vez el orden/desorden, lo normal/lo patológico, endemia/pandemia/epidemia; emergen nuevas especies de patógenos bacterianos y virales como consecuencia de cambios ecológicos del medio ambiente, se incrementa la inestabilidad, la pobreza, el agotamiento de recursos naturales y el temor a desaparecer como especie y como planeta.
La revolución científico - técnica, que se inició a finales del siglo XIX y alcanzó en el siglo XX su máximo esplendor, se extendió a todas las ramas del saber humano, lo que favoreció que la medicina se nutriera de importantes progresos tecnológicos que permitieron un salto cuanti-cualitativo en la capacidad de diagnóstico y tratamiento de las enfermedades.
Existe, además, tal velocidad en el cambio de tecnologías, que los usuarios no lo pueden asimilar, especialmente el mundo no desarrollado, con la consecuente dificultad de adquirir sólo partes o su totalidad y por tanto, se pone en peligro la disponibilidad de tecnologías de última generación.
El escenario internacional, donde estos progresos tecnológicos y científicos se están produciendo no deja de ser fluctuante y sombrío. El mundo después de la posguerra quedó fraccionado, bipolar. Al derrumbarse el campo socialista, emerge como poder hegemónico, unipolar, el imperialismo en fase decadente. Las Naciones Unidas no existen y sólo son la utopía de un sueño no alcanzado.
Las desigualdades e iniquidades sociales generan formas de vida desigual e iniquitativas. Las guerras, la incontrolada explotación de los recursos naturales, la experimentación con armas químicas, biológicas y nucleares; la desertificación, los cambios climatológicos y de la biosfera, los terremotos, tsunamis, aludes, huracanes de gran poder, propician la aparición de nuevos virus y bacterias resistentes al control y a tratamientos convencionales. Se dispersan nuevas y terribles enfermedades: la miseria, el hambre y la destrucción, se extienden amenazadoras, por todo el planeta.
En este contexto, el saber que proporcionan las llamadas “teorías de la complejidad” puede arrojar alguna luz sobre la comprensión y análisis de estos problemas. Desde este punto de vista, estas nuevas teorías podrían cambiar profundamente la visión de las ciencias y finalmente la visión actual del universo.
El pensamiento de la complejidad no niega el desarrollo alcanzado por el pensamiento simplificador prevalente en las ciencias. Sólo que la humanidad, se enfrenta actualmente a las consecuencias del daño a la naturaleza ocasionado por el Hombre al utilizar incontroladamente el acervo científico de la humanidad y el consecuente emerger y reemerger de problemas que no sólo tributan a una parte de la humanidad.
Estas transformaciones, no pueden ser explicadas ni resueltas científicamente, de forma holística, si prevalece el pensamiento dividido, fraccionado, entre los componentes científicos, políticos, económicos, culturales, religiosos y sociales en general. Tampoco pueden ser resueltos complejos problemas científicos, teóricos y prácticos del mundo de hoy sin la participación de las disciplinas científicas. La integración del arte, la cultura, la política, las ciencias, lo tradicional, religioso y popular debe dejar de ser una utopía y convertirse en una realidad cotidiana.
En el terreno de la salud, la teoría de la complejidad ha sido útil para investigar el pronóstico de algunas epidemias, utilizando además de los métodos de cálculos convencionales, el concepto de “espectro de potencia”, lográndose identificar atractores extraños en la epidemia.
La ciencia no lineal está teniendo cada día un mayor impacto en las ciencias biomédicas. De tal modo que su influencia comienza a ser notable en una nueva visión de los seres vivos, así como de la enfermedad.
En Cuba, el pensamiento de la complejidad, se ha dado a conocer desde la cátedra de la Complejidad del Instituto de Filosofía a través de cursos, talleres nacionales, simposios internacionales y diplomados.
Este conocimiento se ha ido enriqueciendo con la participación de numerosos sectores de diversas ramas del arte, la cultura, las ciencias naturales y sociales de la población cubana, en todo el país, con la participación personal de importantes figuras de la cultura y de ciencia internacional como son Isabel Stengers, Edgar Morin, Fritjof Capra, Frederic Munné, Richard Levins, entre muchos.
Reflexionar en la nueva forma de pensar que brinda el pensamiento complejo para el estudio de los problemas de salud en el mundo de hoy, es una necesidad y un desafío.
Científicos e intelectuales en todo el mundo buscan incansablemente las rutas que permitan apropiarse de esas realidades desconocidas. De otras, ni siquiera se ha llegado a percibir su existencia. Siempre se obtendrán resultados a tantos esfuerzos mancomunados, por lo que pensar en la complejidad y la forma de aprehenderla desde cada ciencia particular y transdisciplinar, es un reto al cual no se debe renunciar.