Papel de Arbol

domingo, 4 de septiembre de 2016

Chevron atenta contra la seguridad de América Latina por Jorge Zavaleta Alegre/Grupo El Mercurio



Chevron burla la voluntad del Ecuador




LA SIN RAZON SE IMPONE

Jorge Zavaleta Alegre.- Un viejo proverbio Etíope dice: “Cuando las telas de araña se juntan, ellas pueden amarrar a un león”

Tiempos modernos creo que fueron los de antaño. Hoy el mundo camina al revés y más rápido, si conocemos lo que está ocurriendo en el Ecuador, donde la vida de las poblaciones amazónicas no vale nada. El conflicto ecológico causado por la petrolera Chevron, permite conocer la dimensión del capital contra la razón y la ética.

"Amazonía sin mitos". Es una edición del BID, cuidada por Gabriel García Márquez en 1992, en la que señala un inventario de este infinito territorio: que la cerámica más antigua del hemisferio occidental se encontró cerca de Santarem, Brasil, en la cuenca amazónica.

En unas pocas hectáreas de ese vasto laboratorio del mundo hay más especies de árboles nativos que en toda América del Norte, y en una sola de ellas viven tantas especies de hormigas como todas las de Inglaterra. Su superficie, que ocupa solamente el siete por ciento de la Tierra, constituye más de la mitad del patrimonio biológico del mundo. Sus ríos tienen la quinta parte de toda el agua dulce del planeta, y el sistema hídrico del Amazonas es el tributario mayor de todos los océanos.

Más de 20 millones de personas viven en ese enclave de fascinación, poblado de mitos milenarios y simplificaciones fantásticas que han terminado por confundirse con la realidad. Es, en la imaginación del mundo, el último reducto del paraíso terrenal. Y sin embargo, es un paraíso en extinción, cuya agonía lenta y silenciosa es una amenaza dramática para la supervivencia de la humanidad.

Siempre se creyó que el mundo se acabaría con un cataclismo bíblico. Pero la realidad es más tremenda: el mundo empezó a acabarse hace mucho tiempo, por obra y desgracia de la degradación ambiental. Los datos son pavorosos.

Se estima que cada hora desaparecen seis especies por la destrucción masiva de bosques tropicales. En sus orígenes, muchas de las tribus que habitaban las selvas amazónicas, conscientes de sus propios estragos, mudaban de residencia cada cinco años para reducir al mínimo el desgaste de su medio ambiente. Sin embargo, esta sabiduría atávica se ha ido olvidando y extinguiendo, por la acción de predatoria de intereses extraños a la región, que, destruyen año con año cinco millones de hectáreas.

ECUADOR DEFENSOR AMBIENTAL

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, en una exposición en París a un grupo de intelectuales, señaló que la Chevron es acusada de destrucción medioambiental y de daños a la salud de miles de personas.



Este conflicto ecológico ha adquirido un carácter muy emblemático. Ecuador –primer país del mundo en reconocer, en su Constitución, los inalienables derechos de la naturaleza, convirtiendo a esta en sujeto de derecho–, se enfrenta a una multinacional petrolera, la Chevron Corporation, que es la segunda más importante de Estados Unidos y la sexta del mundo, denunciada por múltiples casos de contaminación medioambiental en diversos lugares del planeta, resume la revista Le Monde Diplomatique.

“Todo empezó en 1964 – explica Rafael Correa–, cuando la empresa estadounidense Texaco [adquirida en 2001 por Chevron] inició su explotación petrolera en una amplia zona de la Amazonia ecuatoriana….”


Esa actividad duró hasta 1992. Al año siguiente, 1993, las comunidades amazónicas de la provincia de Sucumbíos presentaron, en Estados Unidos, una demanda contra la petrolera Texaco por contaminación medioambiental y atentado a la salud de los habitantes. O sea, debe quedar claro que no es el Estado ecuatoriano quien lleva a los tribunales a Texaco-Chevron, sino un grupo de ciudadanos víctimas de un crimen medioambiental.

Chevron heredó esa demanda cuando compró y absorbió Texaco en 2001. Poco después, a petición de la propia empresa, el caso –que los tribunales de Estados Unidos se negaron a juzgar– fue trasladado a una corte de Ecuador.”

“Hay que añadir –precisa el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, presente también en esa reunión parisina junto al presidente Correa– que Texaco, antes de retirarse definitivamente de Ecuador en 1992, dijo haber ‘limpiado’ los dos millones de hectáreas de selva virgen en los que operó. Lo cual no solo es inverosímil sino falso. Porque todos esos terrenos, como cualquier testigo puede comprobar, se hallan totalmente degradados, con decenas de abominables vertederos de alquitrán que han contaminado ríos y acuíferos.

El agua, en toda esa región, es ahora no apta para el consumo. Y se ha multiplicado el número de cánceres entre la población. En toda esa selva, la excepcional biodiversidad ha sido sencillamente asesinada.”

“Y lo peor –añade Rafael Correa– es que el Gobierno ecuatoriano de la época le firmó a Texaco, en 1998, un ‘acto de finiquito’ en el que reconocía que la empresa estadounidense lo había dejado ‘todo limpio’, y la exoneraba de cualquier responsabilidad sobre consecuencias futuras de sus desmanes petroleros. Esto es muy importante.

Ese ‘acto de finiquito’ le da un argumento enorme a Texaco-Chevron. En caso de demanda contra ella, la empresa puede decir –¡y con todo cinismo, lo dice!–: ‘Yo lo entregué todo limpio. Así me lo reconoció oficialmente el Estado ecuatoriano. En consecuencia: cualquier condena contra mí debe ser asumida por el Estado de Ecuador porque él es responsable de lo que ocurrió en esos terrenos después de mi partida…’

Hay que saber –sigue exponiendo el presidente Correa– que la Corte Provincial de Sucumbíos, en enero de 2012, condenó a Chevron a pagar una indemnización de 9.500 millones de dólares por haber causado uno de los ‘mayores desastres medioambientales del mundo’ entre 1964 y 1990.

Una suma que se duplicaría –¡y alcanzaría los 19.000 millones de dólares!– en caso de que la empresa no presentase excusas a los damnificados en las semanas siguientes a la sentencia. Pero Chevron, para desprestigiar esa decisión judicial y evadir su responsabilidad, alegó que, en ese juicio, los abogados de los demandantes habían falsificado los datos y presionado a los peritos científicos para encontrar contaminación donde no la había. Y presentó un recurso de casación ante la Corte Nacional de Justicia.”

“Ante esa situación –prosigue ahora el canciller Ricardo Patiño– Chevron decidió ampararse en el Tratado de protección recíproca de inversiones firmado entre Ecuador y Estados Unidos, y que entró en vigor en 1997. Pero este tratado, en nuestra opinión, no concierne a este caso, pues la demanda de las comunidades indígenas contra Chevron es de 1992, y el tratado, establecido en fecha posterior, 1997, no contempla aplicación retroactiva.”

“Con ese argumento –nos explica el presidente Rafael Correa– Chevron acudió a la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, la cual nombró, como es habitual en estos casos, un Tribunal específico para este asunto. Este Tribunal está compuesto por tres jueces, designados (y pagados) por las partes en litigio; uno por la empresa, otro por el país y el tercero por estos dos jueces anteriores.



Aquí también el poder judicial ecuatoriano cometió un error, porque designó a uno de los jueces, con lo cual implícitamente dio la impresión de que Ecuador aceptaba ese Tribunal de arbitraje. Cuando, en realidad, nuestro Gobierno rechaza ese Tribunal, no lo considera competente.”

“El caso es que ese Tribunal –agrega el canciller Ricardo Patiño– concluyó, en 2012, que Ecuador ‘incumple leyes internacionales al no tratar de impedir’ la ejecución de un fallo contra Chevron que obliga a esta empresa a pagar miles de millones de dólares a varias comunidades indígenas por la contaminación de la Amazonia. El Tribunal insiste en que ambas partes –el Estado de Ecuador y Chevron– habían alcanzado previamente un acuerdo, mediante un ‘acto de finiquito’, que exoneraba a Texaco-Chevron de responsabilidades medioambientales futuras.

El Tribunal de arbitraje también alega que Ecuador ha violado el Tratado bilateral de inversiones entre Quito y Washington, según el cual Ecuador debe ‘tomar todas las medidas a su alcance para suspender o hacer que se suspenda la ejecución o el reconocimiento dentro o fuera de Ecuador de cualquier sentencia contra una firma estadounidense’.

En resoluciones anteriores, ese Tribunal ya había advertido, además, de que ‘cualquier pérdida surgida de la ejecución de la sentencia de la Corte de Sucumbíos sería una pérdida por la que el Estado ecuatoriano sería responsable ante Chevron, bajo el derecho internacional’.”

NO AL DESPOJO

El presidente Rafael Correa retoma entonces la palabra para explicar que “las decisiones del Tribunal de arbitraje de La Haya han sido rechazadas por nuestro Gobierno. Primero, porque Ecuador, como Estado, no está implicado, repito, en esta querella. Defendemos los derechos de las comunidades indígenas afectadas por la contaminación y víctimas de los desmanes de una multinacional petrolera. Pero no somos parte en el pleito. Y por respeto al principio democrático de la separación de poderes, no queremos inmiscuirnos en asuntos de la rama judicial.



Sin embargo, por otra parte, observamos que, en el marco actual del despojo de la soberanía de los Estados, los tribunales de arbitraje tienen cada día más poder. Cada vez más, los tribunales de arbitraje están fallando a favor de las corporaciones multinacionales. Y si no acatamos el fallo del Tribunal de arbitraje (que aún no es definitivo), Ecuador podría quedar aislado comercial y políticamente.



Todo esto es triplemente escandaloso, porque si la decisión del Tribunal de arbitraje se aplicase, Ecuador estaría violando su propia Constitución pues significaría que nuestro Gobierno estaría interfiriendo con el Poder Judicial. Chevron no solo quedaría exonerada de pagar por la limpieza de la selva y la reparación a las comunidades afectadas, sino que podría demandar pagos al pueblo ecuatoriano por el costo legal del litigio…

Nosotros consideramos que este caso no es jurídico, sino político: contra nuestro gobierno –concluye el presidente Rafael Correa–. Por eso apelamos a la solidaridad internacional. En todas partes se están constituyendo Comités de apoyo a nuestra Revolución Ciudadana. E invitamos a todos nuestros amigos y amigas, de Europa y del mundo, a expresar igualmente su rechazo a la prepotencia de aquellas empresas multinacionales que destrozan el medio ambiente y quieren luego lavarse las manos. La ‘mano sucia’ de Chevron no debe quedar impune.”

EL MERCURIO Y CAMBIO16

Energía 16, publicación que es parte de Cambio16 de Madrid informa recientemente que una corte federal de apelaciones falló que los demandantes ecuatorianos no podrán ejecutar en Estados Unidos la demanda por la que Chevron debería 9.000 millones de dólares en compensación por los daños medioambientales que tuvieron lugar en Ecuador entre 1964 y 1992.

Esta sentencia viene a ratificar la emitida en el marzo de 2014 por un juez neoyorquino, que decretó que la sentencia a favor del país que preside Evo Morales ha sido dictada de manera fraudulenta, ya que consideró probado que el abogado estadounidense que promovió la demanda, Steven Donziger, falseó informes medioambientales y sobornó al juez que emitió el fallo.

La decisión del juez Lewis Kaplan no anuló la multa, pero sí que impidió que pudiera ser ejecutada en cualquier tribunal de Estados Unidos. Además, favorecía que no se pudiera llevar a efecto en los tribunales de Canadá, Brasil y Argentina, donde la petrolera tiene activos. Los defensores de la demanda ecuatoriana apelaron la sentencia, que ahora, dos años y medios después, ha sido ratificada por el tribunal de apelaciones.

"No existe una autoridad que sugiera que una de las partes, ignorante de las acciones fraudulentas de sus abogados, pueda implementar una sentencia obtenida de forma fraudulenta", argumentaron este lunes los jueces. "Ni siquiera los clientes inocentes pueden beneficiarse del fraude realiza por su abogado", continuaron.

El abogado de Donziger, Deepak Gupta, afirmó que el fallo judicial “no tiene precedentes” y advirtió del peligro que puede suponer en casos futuros contra grandes corporaciones. “La decisión pone en manos de corporaciones adineradas un patrón para eludir la responsabilidad legal en cualquier parte del mundo”, afirmó Gupta en un comunicado reproducido por la agencia Reuters. Además, advirtió, “tira por la ventana todo el marco de implementación internacional de sentencias”.

Por el contrario, el vicepresidente de Chevron, R. Hewitt Pate, celebró la sentencia como una prueba más, dijo, de que “el juicio ecuatoriano contra Chevron es ilegítimo y el producto inaplicable de una mala praxis”.

Pese a haber ganado esta batalla, la guerra judicial por este caso está lejos de terminar. Una portavoz de los demandantes, Karen Hinton, aseguró a medios estadounidenses que se seguirán “explorando todas las opciones para una futura apelación” de la sentencia.

“Por muy decepcionante que sea, este fallo no va a impedirle a los ecuatorianos, a sus abogados y a sus seguidores seguir buscando la justicia en Canadá y en otros países donde están en marcha juicios para decomisar activos de Chevron”, prometió Hinton, que calificó la decisión del tribunal de apelaciones como un “día triste para el sistema judicial estadounidense”.

El origen de la disputa legal se remonta a 1993, cuando Donziger interpuso una demanda ante los tribunales de Nueva York en nombre de 30.000 indígenas de Lago Agrio, en el noreste de Ecuador, exigiendo una reparación económica a Texaco por haber contaminado las aguas de la región con sus prácticas extractivas entre 1964 y 1992. Texaco consiguió que la demanda fuera admitida en Ecuador y, cuando Chevron adquirió la compañía en 2001, también heredó la contienda legal.

En 2011, el juez ecuatoriano Nicolás Zambrano resolvió en contra de la multinacional, condenándola a una indemnización de 19.000 millones de dólares, la más dura contra una petrolera por contaminación medioambiental, hasta la fecha. La pena fue rebajada posteriormente a la mitad, 9.500 millones, por la Corte Nacional de Justicia de Ecuador. Chevron se ha negado reiteradamente a pagar la multa.

LA JUSTICIA AMBIENTAL ES UNA QUIMERA

La justicia de EEUU le vuelve a dar la razón a Chevron sobre el caso de Ecuador. Energía 16/Cambio16

El pasado 12 de noviembre del 2015 esa Corte Nacional de Justicia de Ecuador emitió un fallo en el que confirmó la condena de la petrolera estadounidense Chevron a pagar 9.500 millones de dólares “por contaminación ambiental en la Amazonia ecuatoriana”.

La explotación desmesurada de recursos, el afán por el lucro desmedido y la ganancia, la falta de equidad, la contaminación del agua y del aire, la ceguera frente a los impactos de los fenómenos naturales y sociales (hambrunas, violencia, corrupción, etc.) son expresiones de una descomposición social que afecta la vida.

Tiempos modernos los de hoy, si uno recuerda, por ejemplo, al presidente Theodore Roosevelt, quien después de su expedición, en 1909, comparó Africa con “el Pleistoceno tardío”. Y muchos de esos países adquirieron popularidad para los safaris en los campos que alojaban manadas de elefantes y cebras, de jirafas, leones, hipopótamos, leopardos.

FUENTES:

Ignacio Ramonet. Le Monde Diplomatique

Le Monde  Diplomatique
Jorge Zavaleta, El Mercurio
Argenpress

0 elmercuriodigital.es :

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LA SIN RAZON SE IMPONE. Chevron burla la voluntad del pueblo amazónico del Ecuador


Por Jorge Zavaleta Alegre,  Quito/Washington
Un viejo proverbio Etíope dice: “Cuando las telas de araña se juntan, ellas pueden amarrar a un león”

Tiempos  modernos creo  que fueron los de antaño. Hoy el mundo camina al revés y más rápido, si  conocemos lo que está ocurriendo en el  Ecuador, donde la vida de las poblaciones  amazónicas no  vale nada. El  conflicto ecológico   causado por la petrolera  Chevron,  permite conocer la dimensión del capital contra la razón y la ética.


"Amazonía sin mitos". Es una edición del BID, cuidada por Gabriel García Márquez en 1992, en la que señala un inventario de este infinito territorio: que la cerámica más antigua del hemisferio occidental se encontró cerca de Santarem, Brasil, en la cuenca amazónica.

En unas pocas hectáreas de ese vasto laboratorio del mundo hay más especies de árboles nativos que en toda América del Norte, y en una sola de ellas viven tantas especies de hormigas como todas las de Inglaterra. Su superficie, que ocupa solamente el siete por ciento de la Tierra, constituye más de la mitad del patrimonio biológico del mundo. Sus ríos tienen la quinta parte de toda el agua dulce del planeta, y el sistema hídrico del Amazonas es el tributario mayor de todos los océanos.

Más de 20 millones de personas viven en ese enclave de fascinación, poblado de mitos milenarios y simplificaciones fantásticas que han terminado por confundirse con la realidad. Es, en la imaginación del mundo, el último reducto del paraíso terrenal. Y sin embargo, es un paraíso en extinción, cuya agonía lenta y silenciosa es una amenaza dramática para la supervivencia de la humanidad.

Siempre se creyó que el mundo se acabaría con un cataclismo bíblico. Pero la realidad es más tremenda: el mundo empezó a acabarse hace mucho tiempo, por obra y desgracia de la degradación ambiental. Los datos son pavorosos.

Se estima que cada hora desaparecen seis especies por la destrucción masiva de bosques tropicales. En sus orígenes, muchas de las tribus que habitaban las selvas amazónicas, conscientes de sus propios estragos, mudaban de residencia cada cinco años para reducir al mínimo el desgaste de su medio ambiente. Sin embargo, esta sabiduría atávica se ha ido olvidando y extinguiendo, por la acción de predatoria de intereses extraños a la región, que, destruyen año con año cinco millones de hectáreas.

ECUADOR DEFENSOR  AMBIENTAL 
El presidente de Ecuador, Rafael Correa,  en una exposición en  París a un  grupo de  intelectuales,  señaló que la Chevron  es  acusada de destrucción medioambiental y de daños a la salud de miles de personas.  

Este conflicto ecológico ha adquirido un carácter muy emblemático. Ecuador –primer país del mundo en reconocer, en su Constitución, los inalienables derechos de la naturaleza, convirtiendo a esta en sujeto de derecho–, se enfrenta a una multinacional petrolera, la Chevron Corporation, que es la segunda más importante de Estados Unidos y la sexta del mundo, denunciada por múltiples casos de contaminación medioambiental en diversos lugares del planeta, resume  la revista Le Monde Diplomatique.

“Todo empezó en 1964 – explica Rafael Correa–, cuando la empresa estadounidense Texaco [adquirida en 2001 por Chevron] inició su explotación petrolera en una amplia zona de la Amazonia ecuatoriana….”

Esa actividad duró hasta 1992. Al año siguiente, 1993, las comunidades amazónicas de la provincia de Sucumbíos presentaron, en Estados Unidos, una demanda contra la petrolera Texaco por contaminación medioambiental y atentado a la salud de los habitantes. O sea, debe quedar claro que no es el Estado ecuatoriano quien lleva a los tribunales a Texaco-Chevron, sino un grupo de ciudadanos víctimas de un crimen medioambiental.

Chevron heredó esa demanda cuando compró y absorbió Texaco en 2001. Poco después, a petición de la propia empresa, el caso –que los tribunales de Estados Unidos se negaron a juzgar– fue trasladado a una corte de Ecuador.”

“Hay que añadir –precisa el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, presente también en esa reunión parisina junto al presidente Correa– que Texaco, antes de retirarse definitivamente de Ecuador en 1992, dijo haber ‘limpiado’ los dos millones de hectáreas de selva virgen en los que operó. Lo cual no solo es inverosímil sino falso. 

Porque todos esos terrenos, como cualquier testigo puede comprobar, se hallan totalmente degradados, con decenas de abominables vertederos de alquitrán que han contaminado ríos y acuíferos.

El agua, en toda esa región, es ahora no apta para el consumo. Y se ha multiplicado el número de cánceres entre la población. En toda esa selva, la excepcional biodiversidad ha sido sencillamente asesinada.”

“Y lo peor –añade Rafael Correa– es que el Gobierno ecuatoriano de la época le firmó a Texaco, en 1998, un ‘acto de finiquito’ en el que reconocía que la empresa estadounidense lo había dejado ‘todo limpio’, y la exoneraba de cualquier responsabilidad sobre consecuencias futuras de sus desmanes petroleros. Esto es muy importante.

Ese ‘acto de finiquito’ le da un argumento enorme a Texaco-Chevron. En caso de demanda contra ella, la empresa puede decir –¡y con todo cinismo, lo dice!–: ‘Yo lo entregué todo limpio. Así me lo reconoció oficialmente el Estado ecuatoriano. En consecuencia: cualquier condena contra mí debe ser asumida por el Estado de Ecuador porque él es responsable de lo que ocurrió en esos terrenos después de mi partida…’

Hay que saber –sigue exponiendo el presidente Correa– que la Corte Provincial de Sucumbíos, en enero de 2012, condenó a Chevron a pagar una indemnización de 9.500 millones de dólares por haber causado uno de los ‘mayores desastres medioambientales del mundo’ entre 1964 y 1990.

Una suma que se duplicaría –¡y alcanzaría los 19.000 millones de dólares!– en caso de que la empresa no presentase excusas a los damnificados en las semanas siguientes a la sentencia. Pero Chevron, para desprestigiar esa decisión judicial y evadir su responsabilidad, alegó que, en ese juicio, los abogados de los demandantes habían falsificado los datos y presionado a los peritos científicos para encontrar contaminación donde no la había. Y presentó un recurso de casación ante la Corte Nacional de Justicia.”

“Ante esa situación –prosigue ahora el canciller Ricardo Patiño– Chevron decidió ampararse en el Tratado de protección recíproca de inversiones firmado entre Ecuador y Estados Unidos, y que entró en vigor en 1997. Pero este tratado, en nuestra opinión, no concierne a este caso, pues la demanda de las comunidades indígenas contra Chevron es de 1992, y el tratado, establecido en fecha posterior, 1997, no contempla aplicación retroactiva.”

“Con ese argumento –nos explica el presidente Rafael Correa– Chevron acudió a la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, la cual nombró, como es habitual en estos casos, un Tribunal específico para este asunto. Este Tribunal está compuesto por tres jueces, designados (y pagados) por las partes en litigio; uno por la empresa, otro por el país y el tercero por estos dos jueces anteriores.

Aquí también el poder judicial ecuatoriano cometió un error, porque designó a uno de los jueces, con lo cual implícitamente dio la impresión de que Ecuador aceptaba ese Tribunal de arbitraje. Cuando, en realidad, nuestro Gobierno rechaza ese Tribunal, no lo considera competente.”

“El caso es que ese Tribunal –agrega el canciller Ricardo Patiño– concluyó, en 2012, que Ecuador ‘incumple leyes internacionales al no tratar de impedir’ la ejecución de un fallo contra Chevron que obliga a esta empresa a pagar miles de millones de dólares a varias comunidades indígenas por la contaminación de la Amazonia. El Tribunal insiste en que ambas partes –el Estado de Ecuador y Chevron– habían alcanzado previamente un acuerdo, mediante un ‘acto de finiquito’, que exoneraba a Texaco-Chevron de responsabilidades medioambientales futuras.

El Tribunal de arbitraje también alega que Ecuador ha violado el Tratado bilateral de inversiones entre Quito y Washington, según el cual Ecuador debe ‘tomar todas las medidas a su alcance para suspender o hacer que se suspenda la ejecución o el reconocimiento dentro o fuera de Ecuador de cualquier sentencia contra una firma estadounidense’.
En resoluciones anteriores, ese Tribunal ya había advertido, además, de que ‘cualquier pérdida surgida de la ejecución de la sentencia de la Corte de Sucumbíos sería una pérdida por la que el Estado ecuatoriano sería responsable ante Chevron, bajo el derecho internacional’.”

NO AL DESPOJO
El presidente Rafael Correa retoma entonces la palabra para explicar que “las decisiones del Tribunal de arbitraje de La Haya han sido rechazadas por nuestro Gobierno. Primero, porque Ecuador, como Estado, no está implicado, repito, en esta querella. Defendemos los derechos de las comunidades indígenas afectadas por la contaminación y víctimas de los desmanes de una multinacional petrolera. Pero no somos parte en el pleito. Y por respeto al principio democrático de la separación de poderes, no queremos inmiscuirnos en asuntos de la rama judicial.

Sin embargo, por otra parte, observamos que, en el marco actual del despojo de la soberanía de los Estados, los tribunales de arbitraje tienen cada día más poder. Cada vez más, los tribunales de arbitraje están fallando a favor de las corporaciones multinacionales. Y si no acatamos el fallo del Tribunal de arbitraje (que aún no es definitivo), Ecuador podría quedar aislado comercial y políticamente.

Todo esto es triplemente escandaloso, porque si la decisión del Tribunal de arbitraje se aplicase, Ecuador estaría violando su propia Constitución pues significaría que nuestro Gobierno estaría interfiriendo con el Poder Judicial. Chevron no solo quedaría exonerada de pagar por la limpieza de la selva y la reparación a las comunidades afectadas, sino que podría demandar pagos al pueblo ecuatoriano por el costo legal del litigio…

Nosotros consideramos que este caso no es jurídico, sino político: contra nuestro gobierno –concluye el presidente Rafael Correa–. Por eso apelamos a la solidaridad internacional. En todas partes se están constituyendo Comités de apoyo a nuestra Revolución Ciudadana. E invitamos a todos nuestros amigos y amigas, de Europa y del mundo, a expresar igualmente su rechazo a la prepotencia de aquellas empresas multinacionales que destrozan el medio ambiente y quieren luego lavarse las manos. La ‘mano sucia’ de Chevron no debe quedar impune.”

EL MERCURIO Y CAMBIO  16
Energía 16, publicación que es parte de Cambio16 de Madrid informa recientemente que una corte federal de apelaciones falló  que los demandantes ecuatorianos no podrán ejecutar en Estados Unidos la demanda por la que Chevron debería 9.000 millones de dólares en compensación por los daños medioambientales que tuvieron lugar en Ecuador entre 1964 y 1992.

Esta sentencia viene a ratificar la emitida en el marzo de 2014 por un juez neoyorquino, que decretó que la sentencia a favor del país que preside Evo Morales ha sido dictada de manera fraudulenta, ya que consideró probado que el abogado estadounidense que promovió la demanda, Steven Donziger, falseó informes medioambientales y sobornó al juez que emitió el fallo.

La decisión del juez Lewis Kaplan no anuló la multa, pero sí que impidió que pudiera ser ejecutada en cualquier tribunal de Estados Unidos. Además, favorecía que no se pudiera llevar a efecto en los tribunales de Canadá, Brasil y Argentina, donde la petrolera tiene activos. Los defensores de la demanda ecuatoriana apelaron la sentencia, que ahora, dos años y medios después, ha sido ratificada por el tribunal de apelaciones.

"No existe una autoridad que sugiera que una de las partes, ignorante de las acciones fraudulentas de sus abogados, pueda implementar una sentencia obtenida de forma fraudulenta", argumentaron este lunes los jueces. "Ni siquiera los clientes inocentes pueden beneficiarse del fraude realiza por su abogado", continuaron.

El abogado de Donziger, Deepak Gupta, afirmó que el fallo judicial “no tiene precedentes” y advirtió del peligro que puede suponer en casos futuros contra grandes corporaciones. “La decisión pone en manos de corporaciones adineradas un patrón para eludir la responsabilidad legal en cualquier parte del mundo”, afirmó Gupta en un comunicado reproducido por la agencia Reuters. Además, advirtió, “tira por la ventana todo el marco de implementación internacional de sentencias”.

Por el contrario, el vicepresidente de Chevron, R. Hewitt Pate, celebró la sentencia como una prueba más, dijo, de que “el juicio ecuatoriano contra Chevron es ilegítimo y el producto inaplicable de una mala praxis”.

Pese a haber ganado esta batalla, la guerra judicial por este caso está lejos de terminar. Una portavoz de los demandantes, Karen Hinton, aseguró a medios estadounidenses que se seguirán “explorando todas las opciones para una futura apelación” de la sentencia.

“Por muy decepcionante que sea, este fallo no va a impedirle a los ecuatorianos, a sus abogados y a sus seguidores seguir buscando la justicia en Canadá y en otros países donde están en marcha juicios para decomisar activos de Chevron”, prometió Hinton, que calificó la decisión del tribunal de apelaciones como un “día triste para el sistema judicial estadounidense”.
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El origen de la disputa legal se remonta a 1993, cuando Donziger interpuso una demanda ante los tribunales de Nueva York en nombre de 30.000 indígenas de Lago Agrio, en el noreste de Ecuador, exigiendo una reparación económica a Texaco por haber contaminado las aguas de la región con sus prácticas extractivas entre 1964 y 1992. Texaco consiguió que la demanda fuera admitida en Ecuador y, cuando Chevron adquirió la compañía en 2001, también heredó la contienda legal.

En 2011, el juez ecuatoriano Nicolás Zambrano resolvió en contra de la multinacional, condenándola a una indemnización de 19.000 millones de dólares, la más dura contra una petrolera por contaminación medioambiental, hasta la fecha. La pena fue rebajada posteriormente a la mitad, 9.500 millones, por la Corte Nacional de Justicia de Ecuador. Chevron se ha negado reiteradamente a pagar la multa.

Notas consultadas:

LA JUSTICIA  AMBIENTAL ES UNA QUIMERA
La justicia de EEUU le vuelve a dar la razón a Chevron sobre el caso de Ecuador. Energía 16/Cambio16

El pasado 12 de noviembre del  2015 esa Corte Nacional de Justicia de Ecuador emitió un fallo en el que confirmó la condena de la petrolera estadounidense Chevron a pagar 9.500 millones de dólares “por contaminación ambiental en la Amazonia ecuatoriana”.

Ignacio Ramonet
Le Monde Diplomatique

Jorge Zavaleta, El Mercurio

Argenpress