Por Sinesio López Jiménez*
Los actores claves de la posible
vacancia de PPK son el keikismo en el Congreso y los movimientos de protesta en
la calle.
22 Feb 2018.-
Los actores claves de la posible
vacancia de PPK son el keikismo en el Congreso y los movimientos de protesta en
la calle. Cuando uno se aquieta, el otro entra en acción. Ahora vivimos un
momento de suspenso porque los movimientos sociales están haciendo la siesta y
el keikismo está trabado por el temor a una diáspora de sus congresistas si FP
insiste en la vacancia de PPK.
Si Barata dice la verdad a fines
de este mes sobre todos los políticos corruptos, es posible que se activen los
dos actores, sobre todo el movimiento de la calle. En este caso las demandas
callejeras (reforzadas con exigencias sociales) irán probablemente más allá de
la vacancia de PPK para abarcar a todos los políticos corruptos. La crisis será
no sólo del gobierno sino también del régimen político y del Estado en su
relación con la economía y la sociedad.
Mientras tanto estamos viendo una
enorme confusión política y conceptual. Algunos políticos y comentaristas creen
que la vacancia (o la renuncia) se justifica porque más de la mitad del país la
apoya, porque la desaprobación de PPK ha bajado mucho (19% que es más que 7% de
Toledo o de García en el primer gobierno), porque la economía está trabada y la
gobernabilidad está en cuestión. Todos estos factores tienen que ver con la
legitimidad por desempeño (gobernar bien o mal) que es diferente a la
legitimidad de origen.
La legitimidad de origen nace de
la voluntad de los titulares del poder que son los que autorizan el ejercicio
legítimo del gobierno. En el mundo moderno, el titular del poder no es Dios (como en el medioevo), ni el
monarca (en el absolutismo), ni la tradición dinástica (que defiende Burke)
sino el ciudadano que “tiene derecho a elegir sus propias autoridades” (Price).
La revolución de Cromwell (1648) y la francesa (1789) fueron revoluciones
políticas que querían la libertad individual y la participación política de los
ciudadanos y no la igualdad económica, salvo los cavadores en el caso inglés y
los jacobinos en el caso francés que querían ambas cosas.
La legitimidad por desempeño no
puede poner en cuestión la legitimidad de origen. Si la pusiera en cuestión, no
habría autoridad ni gobierno, sino caos y anarquía. Sin embargo, la legitimidad
de origen puede ser cuestionada por factores que afecten la titularidad del
poder o la voluntad de los titulares del poder. De eso trata precisamente la
vacancia. ¿Cuáles son esos factores? No son aquellos que provienen del ejercicio
legítimo sino del ejercicio ilegítimo (contra la ley) del gobierno. Según Burke
esos factores en 1688 eran “una multitud de actos abiertamente ilegales, de
subvertir la iglesia protestante y el Estado, y sus derechos y libertades
fundamentales e indiscutibles; quebrantar el contrato original entre rey y
pueblo. Esto era más importante que conducirse mal”.
En el mundo moderno, son las
constituciones las que señalan los factores por los cuales los gobiernos
pierden la legitimidad de origen y pueden ser vacados. En nuestro país, la
figura de la vacancia aparece por primera vez en la constitución de 1834 y los
factores que la generan han ido cambiando a lo largo de nuestra historia
constitucional.
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A propósito de la posible
vacancia de PPK me permito recordar uno de los más célebres y primeros debates,
sino el primero, sobre la vacancia de los gobernantes entre uno de los más
destacados representantes del pensamiento conservador, Edmund Burke, y un destacado
representante del pensamiento moderno, el doctor Price, teólogo protestante. A
diferencia de Price, Burke niega que se pueda vacar a un gobernante por su
desempeño, pero sostiene que la vacancia es posible si se basa en causas
profundas que afectan la legitimidad de origen.
En sus Reflexiones sobre la Revolución
Francesa de 1789, hechas en el mismo momento que se producía, Edmund Burke
reseña ese debate discutiendo sobre la Revolución Sensata inglesa de 1688.
Burke discute la tesis de Price según la cual “por los principios de 1688 el
pueblo de Inglaterra ha adquirido tres derechos fundamentales, todos los cuales
forman para él un sistema y figuran en una breve frase, a saber, la de que
hemos adquirido derecho: 1.“A escoger nuestros propios gobernantes”, 2.“A
deponerlos caso de conducirse mal”, 3. “A constituir nuestro propio gobierno”.
Los wigs y los tories
destituyeron en 1688 al rey católico Jacobo II, sucesor de Carlos II, por
restituir el catolicismo como religión de Inglaterra en reemplazo del
protestantismo y llamaron a Guillermo de Orange, yerno de Jacobo II, para que
ocupara el trono. Burke argumenta que “todas las circunstancias demuestran que
la aceptación del rey Guillermo no fue en realidad una elección; sino que para
todos los que no deseaban volver a traer al rey Jacobo, ni hacer sufrir a su
país un diluvio de sangre, poniendo de
nuevo a la religión, leyes y libertades en el peligro al que acaban de
escapar, fue un acto de necesidad en el sentido moral más estricto”.
Burke dice “que un título sucesorio dudoso se
parecería demasiado a una elección”… pero… “la nueva dinastía derivaba del
mismo origen. Seguía siendo una dinastía hereditaria…”. En otras palabras, Burke sostiene, a mi
juicio en forma forzada, que la legitimidad de origen sigue siendo la tradición
dinástica. Burke discute también el “derecho a deponer a los gobernantes que se
conducen mal”. Sostiene que “ningún gobierno podría sostenerse un momento en
caso de poder ser eliminado por una cosa tan oscura e indefinida como es la
creencia en que “se conduce mal” y que el rey Jacobo fue destituido por “una
multitud de actos abiertamente ilegales, de subvertir la iglesia protestante y
el Estado, y sus derechos y libertades fundamentales e indiscutibles; le
acusaron de haber quebrantado el contrato original entre rey y pueblo. Esto era
más que conducirse mal”.
Burke niega que el de Guillermo
de Orange era un nuevo gobierno: “En la época de la Revolución (de 1688), como
en la actual, lo que deseábamos era derivar todo lo que poseemos de la herencia
de nuestros antepasados. El espíritu de
innovación es generalmente resultado de un temperamento egoísta y de miras
limitadas. Quienes no miren hacia sus antepasados no mirarán su posteridad”.
Vuelvo sobre la validez actual del pensamiento moderno de Price sobre la
vacancia con algunas precisiones.
Sinesio López,, Colegio Seminario de Piura,Foto cortesía de su compañero Julio Rojas J. |
Sinesio López
Es doctor en Sociología por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) de Lima, Perú. Hizo estudios de doctorado en la Ecole Pratique des Hautes Etudes de la Universidad de París bajo la dirección de Alan Touraine. En la actualidad es profesor principal de la Facultad de Ciencias Sociales de la PUCP y de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM. Fue coordinador de la maestría en Sociología de la PUCP, coordinador de la maestría en Ciencia Política de la PUCP, Director de la Biblioteca Nacional del Perú (2001-2005), Director de El Diario de Marka (1982-1984) y columnista político del mismo. Los campos de interés académico son la Teoría Política, la Política Comparada, el Estado, la Democracia y la Ciudadanía. Ha sido profesor visitante de FLACSO, Quito, Ecuador y del CAEM. Es autor de los libros El Dios Mortal, Ciudadanos Reales e Imaginarios, Los tiempos de la política, coautor de varios libros de sociología y política y ha escrito muchos artículos y ensayos de su especialidad publicados en el Perú y en el extranjero. Actualmente es columnista del diario La República.