Jorge Zavaleta Alegre
Los estudios que publican las instituciones de las Naciones Unidas, por ejemplo vía la Comisión Económica de América Latina-CEPAL, tienen valiosos contenidos, que los académicos podrían aprovechar para ilustrar a los profesores universitarios y/o políticos que tienen contacto con sectores populares.
Hay diversos políticos que toman estas fuentes como suyas y con simpleza, buscando vigencia con la simple reproducción de documentos que requieren precisiones o adecuación al público que se dirigen. Esta conducta, perjudica la seriedad de organizaciones bien intencionadas que abren sus espacios a los aventureros de la política.
Por ejemplo, Cepal acaba de publicar su informe del 2018 y resulta muy interesante que otorga a los derechos de la mujer en América Latina y el Caribe. Este es la dirección electrónica que está el contenido completo:
Este informe aborda sobre los nudos estructurales que limitan el pleno goce
de los derechos de las mujeres y el avance hacia la igualdad de género. El proceso
de globalización, los cambios en los patrones demográficos, el cambio climático,
las condiciones económicas y la desigualdad en el acceso y uso de las tecnologías
en y entre los países suponen retos adicionales.
Los cambios acelerados que se relacionan con las tecnologías
disponibles y emergentes irrumpen en varias dimensiones del desarrollo, generando
oportunidades y desafíos para las sociedades y las economías; en particular, plantean
nuevos escenarios para el mundo del trabajo.
El análisis del mundo del trabajo debe realizarse de forma integral, abarcando
tanto las dinámicas del trabajo para el mercado como las del trabajo no remunerado
que se realiza en los hogares para el beneficio de las sociedades y que sostiene el
funcionamiento de la economía.
Estos nuevos escenarios plantean la necesidad de analizar hasta qué punto los
cambios tecnológicos crearán nuevas oportunidades de mejorar los empleos o polarizarán
aún más el mundo del trabajo.
América Latina enfrentan el reto de aprovechar el
potencial transformador de la revolución tecnológica, anticipando los efectos que tendrá
en la productividad, el crecimiento, el desarrollo y la igualdad.
Esto implica adaptar las
tecnologías a las estructuras de cada país y sus necesidades de desarrollo, no solo
como una política productiva para mejorar la inserción de los países de América Latina
y el Caribe en la economía global, sino también como elemento que acelere el cierre
de brechas estructurales, en particular las de género en el mercado laboral.
Sin políticas públicas intersectoriales efectivas, orientadas a eliminar la división
sexual del trabajo, la segregación y discriminación de género en el mercado laboral,
las brechas de género en el uso de las tecnologías y la segregación educativa y en la
formación técnico-profesional, habrá un impacto diferenciado entre hombres y mujeres
en el acceso y la calidad del empleo que, lejos de eliminar las brechas, las profundizaría.
Cepal con este informe busca mostrar, mediante
información estadística, algunos nudos estructurales de la desigualdad de género en el
mundo del trabajo.
Hace referencia a la situación de las mujeres en
el mercado laboral y se alerta sobre los posibles efectos del cambio tecnológico en los
complejos procesos de creación y destrucción de empleos, y de transformación en su
naturaleza, que pueden tener importantes impactos en el trabajo de las mujeres.
También aborda los sesgos de género en los sistemas educativos y de formación
técnico-profesional y sus desafíos para atender la demanda de nuevas habilidades.
Se reconoce al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado como
fundamento social de la vida y su aporte a la economía de los países, a la vez que se
destaca que el cierre de brechas en el mercado laboral no solo redunda en mejores
oportunidades para las mujeres, sino también en el crecimiento de la economía.
Y la última sección se plantean políticas públicas intersectoriales necesarias
para abordar los nudos estructurales vigentes y las posibles amenazas futuras, y que
permitirían aprovechar las oportunidades abiertas en los nuevos escenarios para avanzar
en la promoción del trabajo decente para hombres y mujeres.
Al tratar los riesgos y desafíos para las mujeres
en el mercado laboral, las tendencias muestran que las mujeres, en comparación con los hombres, presentan
una menor tasa de participación en el empleo y una mayor concentración en sectores
vulnerables y de baja productividad.
La sobrecarga de trabajo no remunerado, la
segmentación horizontal y vertical del mercado laboral, y la segregación por género de
las ocupaciones operan como barreras para una inclusión plena en el mercado laboral
en condiciones de trabajo decente.
Ante las nuevas perspectivas de cambios en el
empleo y las ocupaciones, si no se implementan las políticas públicas adecuadas las
mujeres corren el riesgo de quedar excluidas de los beneficios de los empleos del futuro.
El mercado laboral juega un papel fundamental en la distribución del ingreso y en el
reconocimiento y ejercicio de derechos de hombres y mujeres (CEPAL, 2016a). Por
ello, es preocupante que en América Latina y el Caribe existan grandes brechas en
la participación de mujeres en ese mercado.
A la baja participación laboral se suma que muchas de las mujeres que se incorporan
al mercado laboral buscando empleo no logran acceder a él o se insertan en trabajos
de baja calidad.
En los últimos años, la mayor participación laboral de las mujeres, junto
con un menor ritmo en la creación de empleos, se ha traducido en un aumento del
desempleo femenino, que sigue siendo superior al de los hombres.
La capacidad de tener una vida larga y saludable, que se mide por la esperanza de vida al nacer, que está referida a la expectativa que se tiene sobre cuántos años vivirá el individuo en determinado país y se calcula con el promedio de edades de las personas fallecidas en un año.
La capacidad de adquirir conocimiento (educación), que se analiza por los años promedio de escolaridad y los años esperados de escolaridad.
La capacidad de lograr un nivel de vida digno, que se cuantifica por el Ingreso Nacional Bruto (INB) y el ingreso per cápita de la paridad del poder adquisitivo (PPA) en dólares internacionales.
En el informe del 2018 (estimaciones del 2017), los países estaban divididos en cuatro grupos. El primer grupo conformado por 59 países con un IDH muy alto, el segundo grupo conformado por 53 países con un IDH alto, luego el tercer grupo con 39 países con un IDH medio y finalmente los últimos 38 países con un IDH bajo.