Papel de Arbol

domingo, 24 de julio de 2016

LA NIÑEZ, LA SOCIEDAD, EL ESTADO.EL MILAGRO DE JUAN PABLO II



Image copyrightFOTO CEDIDA POR BILL Y JADWIGA SMITH
Image captionEl cardenal Wojtyla tuvo varias amigas, incluida Wanda Poltawska, una psiquiatra con la que también se escribió durante décadas

Jorge Zavaleta Alegre
Los niños primero  afirma con hechos la Asociación de Padres y Amigos de los Niños Excepcionales. En América Latina existe  una frondosa legislación, obras de arte de juristas, sobre la importancia de la  niñez en el desarrollo de un país. Pero esta  tradición legalista, no coincide con la realidad cotidiana. El abandono de la niñez persiste. En calles y plazas se encuentran madres indigentes con sus niños en los brazos, pidiendo limosna.

Por ejemplo, en el Perú,  muy cerca de su Biblioteca Nacional, en un puente que cruza la avenida Javier Prado, Estación la Cultura, una mujer, ocultando el rostro con una manta, amamanta a su criatura, en tanto espera,  con un sombrero en el piso,  algunas monedas. La indiferencia es absoluta. Solo caen algunos centavos de Sol. Esta madre, es natural de Amantaní, una pequeña isla del  Titicaca, donde la miseria ronda, duele.

Otra joven, desnuda, transita los alrededores de Palacio  de Pizarro. Pasan los meses, y la adolescente ya  está embarazada, camina acompañada de cuatro perros. Un espectáculo dramático  para los  turistas.

En el Ministerio de la Mujer y Poblaciones  Vulnerables, cada ministra de turno  suele afirmar que la indigencia así como los Niños Excepcionales son parte de decisión multisectorial. Y la  cuna infantil, que por Ley debe mantener, apenas tiene capacidad para treinta niños, y no se conoce esfuerzo alguno para insistir y superar la responsabilidad social del empresariado. Solo un puñado de empresas, incluyendo la  Universidad Católica, cumple con brindar ese servicio para las madres  que laboran en el claustro.

Caminando Juntos,  una revista de la Asociación de Padres y Amigos  de los Excepcionales-APAE,  en su edición por  el 40 aniversario (1976-216), remarca que el  Colegio Juan Pablo II, tiene como fin hacer que “la educación sea para preparar a los alumnos para la vida y la felicidad

Esta Asociación considera como  eje de acción un centro educativo en el distrito limeño de La Molina. Su misión es educar  a los niños   y jóvenes con  Síndrome de Down, Autismo, Parálisis cerebral, Retardo mental, Síndrome de Noona y Lowe.

Los educandos, son acompañados de manera constante, logrando  expresar  sus ideas, sentimientos, emociones y necesidades, en diversos lenguajes y manifestaciones artísticas y lúdicas, interactúan y se integran  positivamente con sus compañeros.

Dicho enfoque, en palabras de la presidenta de APAE, Maritza Hidalgo de Grillo, es altamente integrador, planteándose compartir  actividades y recursos con centros ordinarios, con programas de intervención en la comunidad…, asumiendo el valor de los Mapas de Progreso, las  Rutas del Aprendizaje y el Marco  Curricular, del  Sistema  Nacional de Desarrollo Curricular.

Los directivos de Apae, como indica el balance que suscribe la tesorera Nora Gladys Castillo Torres Vda. de Solís, cuenta con el respaldo de varias empresas privadas y públicas como Cofide, Siderperú, junto con las fundaciones  Pierre Lek de Francia, Margarite Marie de la Croix de Bélgica, Embajada de Canadá,  de  Alemania…

Dicha  Asociación también es perceptora de Donaciones por  resolución de Intendencia, por lo que  extiende el respectivo certificado.

Valga esta precisión, por cuanto otros patronatos que apoyan  universidades centenarias registran entre sus socios a  los doce apóstoles de la economía peruana. Pero estos invierten primero en costosos locales y recuperan la donación vía un socio de Capeco. La  Intendencia respectiva puede dar fé, según expresa un  diligente ex  Rector.

EN ASIA, LA SAUNA ROMPE LOS TABÚES, por Francisco Carranza Romero


Francisco Carranza Romero*
(Escribo este artículo en Seúl gozando de la sauna).
Cuando un ignorante del mundo asiático piensa o se imagina sobre este vasto y superpoblado continente hay dos o, quizás, tres posibilidades generales:

1.      Gente de ojos rasgados, de pelo negro y lacio, y de piel amarillenta. Nos estamos refiriendo a los asiáticos del Extremo Oriente: chinos, japoneses, coreanos, taiwaneses… Lao Tse y Confucio son de esta área. Siberia blanca también es Asia.
2.      Gente de ojos grandes, de pelo negro ya lacio o rizado y de piel más oscura que blanca. Son los asiáticos de Medio Oriente y del área de India y de sus vecinos Paquistán, Nepal, Afganistán... Cito en orden cronológico a tres maestros de esta zona: Sidarta Gautama (el último Buda), Jesús y Mahoma.
3.      Gente de ojos rasgados o grandes, de pelo negro ya lacio o rizado, de piel oscura. Son los del sudeste asiático, continentales e insulares: los continentales vietnamitas, tailandeses, camboyanos… Los insulares filipinos, malayos e indonesios…

El continente de Asia, como se ve, es geográficamente tan grande como culturalmente tan heterogéneo.  

En la sauna todos se desnudan
Cuando un visitante americano (me refiero al continente) u europeo me pide información sobre la República de Corea, país que más conozco, hablo de la sauna, los saludos, los gestos y de otras particularidades gatronómicas.

Para que experimenten la realidad antropológica dentro de la sauna los acompaño preparándolos para la experiencia espectacular. En cualquier barrio coreano hay muchas saunas que funcionan las 24 horas. El precio de entrada oscila entre 6 y 8 dólares estadounidenses. Está al alcance de todos. Generalmente funcionan en los pisos bajos de los edificios por seguridad de las filtraciones de agua, vapor y calor. El acceso es común hasta la mesa de pago; luego, dos puertas hacia el interior separan a los clientes con los íconos de varón y mujer más las palabras en alfabeto coreano. Por los íconos no hay confusión. Yo no conozco sauna para ambos géneros.

Cuando los amigos no coreanos me han visitado, los he llevado a la sauna para que, fuera de bañarse conozcan la realidad desnuda de Corea. Los zapatos quedan en una caja numerada cuya llave se presenta al controlador interno quien da la llave de la cabina para guardar la ropa. Pasando una puerta de vidrio están las pozas de agua tibia, caliente y fría; habitaciones de vapor seco, húmedo y de rayos infrarrojos. Los fuertes chorros de agua que salen de la pared cuando se presiona un botón, es el masajeador hídrico. La gente desnuda totalmente goza de los espacios amplios. Allí los amigos se encuentran, los abuelos con los hijos y nietos conversan y se ayudan a quitarse la mugre de la piel con toallas ásperas.

El extranjero, naturalmente, primero es examinado de reojo; después, frontalmente. Luego, pasada la curiosidad, cada cual hace lo que debe hacer para bañarse mejor sin preocuparse del tiempo porque -si alguien quiere- hasta puede dormir en otros ambientes secos poniéndose ropas preparadas. Si tiene hambre puede pedir a los restaurantes que, prestos, llevan la comida. Hay también una sala de descanso con televisor.

Algunos amigos mexicanos han gozado de la sauna coreana y hasta han visto a los monjes budistas de cabezas rapadas y desnudos, sentados en flor de loto recibiendo chorros de agua fría. Entre los amigos peruanos, uno se sintió incómodo y sorprendido en los primeros momentos porque no se había imaginado que los coreanos (tan recatados hasta en el saludo, pues hacen venias a distancia como para no ser tocados), dentro de la sauna andan desnudos exhibiendo todo; y, de qué modo.

-Padre, usted, antes que sacerdote es un hombre -traté de calmarlo-. El cuerpo humano no es un tabú. Ver el desnudo y desnudarse en la sauna tampoco es pecado.

-Bueno, bueno. Debo tomar esta experiencia como una lección del viaje y de la vida.
El sacerdote, después de esta experiencia, afuera se rio con todas las ganas, como si se hubiera liberado de muchas ataduras: Los prejuicios son culturales. Fue su conclusión.


Loas asiáticos y americanos antes de la presencia cristiana eran muy amantes de los baños de sauna. Por eso representaron cuerpos humanos desnudos y actos sexuales en cerámicas (los mochicas en Perú), esculturas (Kamasutra en India) y pinturas (en China). Por suerte, los religiosos prejuiciosos no los vieron o no los dejaron ver; de lo contrario, los habrían destruido. 

El autor:

Francisco Carranza Romero*
Profesor de la Universidad  de Seúl.

LA JUSTICIA DIFAMADA, por Francisco Carranza Romero, Corea


Francisco Carranza Romero*

Hasta Celestina clamó justicia.
En la obra “La Celestina”, atribuida a Fernando Rojas, hay gritos escandalosos de la vieja avara y mentirosa Celestina. Son gritos que hasta ahora tiene ecos sonoros. Cuando ella se niega compartir el dinero recibido de Calisto, sus cómplices Sempronio, Pármeno y Elicia amenazan matarla. En ese instante la vieja grita con el fin de ser escuchada: ¡Justicia, justicia, señores vecinos! ¡Justicia, que me matan en mi casa estos rufianes!

Los familiares de los delincuentes también claman justicia
Como aquella Celestina los familiares de los delincuentes detenidos in fraganti y con las manos en la masa salen a la calle para marchar y gritar: ¡Justicia, justicia! Claman justicia sin pedir siquiera perdón a las víctimas del robo y asesinato.

Primero, deben responder a estas dos preguntas ¿Amonestaron y castigaron a sus vástagos cuando éstos les mostraron los primeros trofeos de sus robos? ¿Castigaron a sus vástagos ante las primeras muestras de violencia contra la vida humana? Por el alto porcentaje de robos y asesinatos -algunas veces los dos delitos al mismo tiempo, parece que los padres reclamantes de la justicia sólo engendraron hijos, pero no los criaron con los valores positivos de la vida. Cuando esos hijos llegaron a la edad escolar, los enviaron a las escuelas porque la escolarización es obligatoria; pero no siguieron el proceso de la educación de sus hijos por estar “muy ocupados” o porque “confiaron en las escuelas”.

Después de formar con falsos valores en el hogar salen a la calle a pedir justicia. Y, desgraciadamente, reciben el apoyo de alguna institución que no considera las maldades cometidas.
¿Los familiares de las víctimas reciben el mismo apoyo? Los defensores de los derechos humanos, primero, deben distinguir bien entre los victimarios y víctimas. Defender sólo a los delincuentes es fomentar más delincuencia.

El delincuente de cualquier color de piel y nacionalidad, de cualquier estrato social, debe pagar su delito porque ha causado dolor y sufrimiento a sus víctimas y familiares.

¿Perdón sin arrepentimiento?
Los que capturan, torturan y matan a los opositores no merecen el indulto. Los que desaparecen los cuerpos victimados para no dejar huellas no merecen el indulto. Los que esterilizan a los pobres para bajar el porcentaje de pobreza no merecen el indulto. Los que justifican las violaciones de los derechos humanos no merecen el indulto.
El perdón es para los arrepentidos y no para los autojustificadores. Los arrepentidos son los que asumen la culpa y muestran el cambio mental que conduce al cambio de conducta.
Por esta realidad nuestra sociedad queda dividida entre victimarios y víctimas.

Justicia, palabra sin sentido
¡Ay justicia!, palabra que, por ser tan usada, está perdiendo su verdadero significado que se refiere al valor humano. Justicia, palabra que se va quedando vacía de contenido.

El asesino se justifica en voz baja o en voz alta y desafiante:  Yo sólo hice justicia. Yo capturé, torturé y desaparecí gente en nombre de la justicia. Actué en nombre de la justicia. Yo hice cumplir la ley. Yo sólo cumplí las órdenes de mis superiores. Y los superiores evaden su responsabilidad diciendo que, aunque hubieran dado órdenes, no las ejecutaron. Y algunas veces, niegan haber dado tales órdenes.

Los civiles y uniformados usan la violencia contra otros en nombre de la justicia, en nombre de la patria y en nombre de la ley.

Si el asesino es religioso, porque también se mata en nombre de la divinidad, dice: Yo serví a mi religión. Yo cumplí la santa voluntad de dios -y cuando escribe el sustantivo referente a la divinidad lo hace con la letra mayúscula, posiblemente para mayor gloria de Dios-.

El ladrón también se justifica: “Yo robé por necesidad” (hambre, medicina urgente). Podría ser comprensible una vez. Pero hay quienes siguen robando y repitiendo la misma justificación. “Yo robé porque otros también roban” (se refiere a las malas autoridades políticas y militares, a los empresarios, a los comerciantes quienes, aunque robaron, no están en la cárcel).

La víctima pide justicia porque la justicia no se aplica a su favor. Y, como nadie cumple la justicia, quiere hacerse la justicia por sus propias manos. Así el círculo se cierra.

¿Quién debe impartir la justicia?
Las instituciones que deben velar y aplicar la justicia están muy difamadas porque muchas sentencias dependen de la contratación de abogados expertos y de buenas relaciones en todos los niveles. El que puede pagar más tiene el mejor equipo de defensa, y es declarado inocente aunque, sea culpable realmente. Todo depende del poderoso don dinero. Da la apariencia de que la “interpretación” de la ley es arbitraria y no según la semántica de la lengua; según el cliente que llega al juzgado.


Son los profesionales de Leyes los que más hablan de “interpretación auténtica”, “interpretación doctrinal” aunque no hayan estudiado Hermenéutica ni Traductología.

*Francisco Carranza  Romero, Profesor de la  Universidad de  Corea del Sur
Carta al Editor: