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Papel de Arbol
miércoles, 25 de julio de 2018
VALOR DE LA INFORMACION PUBLICA
LAS BIBLIOTECAS PUBLICAS DEBEN SER EL CORAZON DE UN GOBIERNO LOCAL
Jorge Zavaleta Alegre
El Perú asistirá el próximo domingo 7 de Octubre a las Elecciones Regionales y Municipales para decidir quiénes deben ser alcaldes y regidores municipales, gobernadores, vicegobernadores y consejeros regionales para los próximos cuatro años: 2019-2022.
Están habilitados para votar más de 23 millones de ciudadanos. Revisando los programas de gobierno muy pocos candidatos abordan la Educación como premisa fundamental y la Biblioteca Pública como motor de integración social y desarrollo local, como sostiene desde hace varias décadas la UNESCO.
Napoleón Becerra García, del Partido Humanista Peruano, quien postula a la alcaldía de Lurigancho, el distrito de mayor población de Lima. Y Manuel Velarde, actual alcalde de San Isidro, uno de los tres municipios con mayores ingresos del Perú, participa por la agrupación Siempre Unidos, ambos coinciden que el modelo gestión en el cual se involucre la educación y la participación ciudadana es el mayor acierto para el desarrollo local.
Ambos líderes, Becerra y Velarde, reconocen y remarcan la imperiosa necesidad de involucrar a la ciudadanía en el quehacer municipal. En este horizonte, la Biblioteca Pública, es un instrumento valioso para la integración del ciudadano a la vida de su ciudad.
La idea de la biblioteca pública no es nueva en la América Latina. Fue enunciada por Mariano Moreno y José de San Martín, al establecer las bibliotecas de Buenos Aires (1810) y de Lima (1820), nos recuerda la investigación de Luis F. Málaga, destacando estas instituciones públicas que son pioneras en la gran causa de la educación popular.
La Tabla de Notación Interna del Luis F. Málaga y la Tabla de Clasificación Perú de Ricardo Arbulu, son los aportes más importantes de la bibliotecología peruana al conocimiento universal, destacan los estudios de bibliotecología del presente siglo, incluyendo ahora las facilidades de la tecnología que nos ofrece esta nueva etapa del desarrollo contemporáneo.
Sigamos con la Historia de la Biblioteca, la cual fue puesta en práctica por Sarmiento en la República Argentina en 1870 y por Vasconcelos en México, en 1921.
Cabe destacar que mayor dimensión adquiere Sao Paulo (1935) y las bibliotecas Benjamín Franklin, de México, Artigas-Washington de Montevideo y Americana de Managua.
Sin embargo, el concepto de la biblioteca pública que se tiene en forma general está muy lejos aún de los ideales de Moreno y San Martín y la condición de los servicios de biblioteca pública entre nosotros es muy diferente de la que han alcanzado algunas de las bibliotecas públicas pioneras.
La censura del libro durante la época colonial, la restricción a la ilustración popular en la misma época y el complejo económico, político, social, religioso, psicológico y cultural del régimen colonial determinaron la virtual proscripción de la biblioteca como entidad de cultura democrática.
Por eso es por lo que San Martín, que representaba un movimiento de liberación, dio esencia y contenido a la biblioteca pública: libertad de lectura, democratización cultural y oportunidad de progreso educativo y social. Comprendió él, más que adivinó, el papel fundamental que la biblioteca pública debía desempeñar en el desarrollo económico y social de los nuevos países libres.
Las bibliotecas que fundaron Moreno y San Martín se transformaron luego en bibliotecas nacionales, a la manera de las grandes bibliotecas europeas. Sin pretender objetar la creación de nuestras primeras bibliotecas nacionales, creemos que el cambio efectuado en la naturaleza y nombre de las bibliotecas de Buenos Aires y Lima explica la supervivencia durante más de cien años de algunos conceptos heredados del régimen colonial y la influencia de una cultura exclusiva y pretendidamente erudita.
Como una tardía justificación de la idea original y por una necesidad latente e insatisfecha, dichas bibliotecas nacionales han tenido que reabrir parcialmente sus puertas al gran público.
El siglo XIX no vio ningún desarrollo bibliotecario en América Latina, exceptuando las experiencias limitadas de Argentina y Brasil. Esa época fue precisamente la que produjo el formidable movimiento de la biblioteca pública en Inglaterra, Estados Unidos de América, Suecia, Noruega y Dinamarca.
El siglo xx, con las consecuencias de un tremendo desarrollo industrial, tecnológico y económico en Europa y en los Estados Unidos de América, de dos grandes guerras mundiales y de un movimiento universal de justicia, despertó a las repúblicas latinoamericanas a una nueva realidad. Habían permanecido estacionarias nuestras fuerzas económicas y sociales y era necesario apresurar nuestro desarrollo para no atrasarnos en la evolución del mundo.
Entonces es cuando otra vez aparece pujante, pero contenida, la idea de la biblioteca pública. Son las últimas generaciones las que comprenden el mensaje de la educación como un poderoso resorte en el desenvolvimiento de la América Latina. Son también las fuerzas económicas incipientes las que al aparecer requieren adecuados instrumentos de trabajo y son las fuerzas sociales, largo tiempo adormecidas, las que se dan cuenta de que les faltan los elementos que articulen el desarrollo local.
El Estado, aparentemente, no tiene suficientes medios para atender los servicios públicos de una sociedad civilizada. Las fuentes de riqueza permanecen semi explotadas; las masas humanas se debaten en una situación de miseria e ignorancia; no se ha llegado a establecer un orden jurídico ni se ha estructurado una verdadera democracia.
La educación de las masas en nuestros países de escaso desarrollo económico y cultural es uno de los grandes propósitos de la literatura de las principales instituciones del mundo.
La biblioteca pública ya no será un depósito de libros ni un refugio de escritores desafortunados. Superando esa etapa de infantilismo, la biblioteca pública será una agencia de educación fundamental, que colabore en la ardua tarea de salvar para la cultura a los pueblos. Será también una agencia de educación complementaria de la escuela y de formación de la futura clientela de lectores.
Asimismo será una agencia social de servicio que preste información, consejo, recreación y guía al niño, al adolescente y al adulto, que escapan al radio de influencia de la educación formal, cualquiera que sea su condición social, nacionalidad, raza, credo, idioma o profesión.
Por último, las bibliotecas públicas de las ciudades más importantes del mundo son agencias de civismo, al servicio de los altos intereses colectivos y de los supremos ideales humanos, que inspire la conciencia social del individuo y del grupo, que contribuya a fomentar la actividad creadora del pueblo y que sepa encauzar las aspiraciones altruistas de los elementos más calificados de la sociedad.
La biblioteca pública, como la escuela, tiene que adaptarse en cada país a las condiciones peculiares del medio físico y social si se quiere que sea un organismo vivificante, sensible a los requerimientos del hombre e identificable con su destino. Sin duda este tema no se agota en una crónica…Nuestros municipios esperan mucho de sus futuras Bibliotecas Públicas, como centros cívicos de la ciudad que nos cobija.
*Jorge Zavaleta Alegre
Corresponsal en America Latina
El Mercurio de España
Diario16 de Madrid
Panoramica de Milán
Tandilnews Argentina
Editor de Papeldearbol
papeldearbol@gmail,com
Perú-EEUU-Emmitsburg
*Jorge Zavaleta Alegre
Corresponsal en America Latina
El Mercurio de España
Diario16 de Madrid
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Editor de Papeldearbol
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Perú-EEUU-Emmitsburg
EL SECRETO DE LAS CIFRAS
Jorge Zavaleta Alegre
En América Latina se revela el profundo secreto de las cifras. Sigue siendo un instrumento de poder económico, social, político, cultural para manipular a la sociedad.
La reciente publicación del BID, después de un largo trabajo que concluyó en un seminario en Costa Rica 2017, podemos apreciar que todos, sin excepción, con el uso de la tecnología, podemos ahora tener acceso a: Los datos abiertos en América Latina: ¿Qué son y para qué sirven?
La "economía de los datos" se está convirtiendo en el nuevo oro negro del crecimiento económico. Hoy en día, la producción de datos masivos y abiertos es clave para mejorar la toma de decisiones de los gobiernos y facilitar la participación ciudadana en los asuntos públicos.
Pero, ¿hasta qué punto están los gobiernos de América Latina comprometidos con la agenda de datos abiertos?
El libro que hoy se puede acceder a través de redes de internet descubre cómo se ha desarrollado la apertura de datos públicos en América Latina, y los desafíos políticos, legales y técnicos a los que se están enfrentando los 21 países.
Existe poca evidencia sistematizada y robusta sobre el valor del uso de los datos abiertos. El GovLab de la Universidad de Nueva York ha sistematizado experiencias que dan cuenta del impacto de los datos incorporados.
Sus editores recomiendan la existencia de un libre acceso a los datos gubernamentales que no deben atentar contra el derecho a la privada ni existir barreras burocráticas y/o administrativas para acceder a los datos.
Los datos abiertos permiten identificar desafíos sociales y económicos, además de monitorear metas de desarrollo.
La Carta Internacional de Datos Abiertos los define como aquellos datos digitales que son puestos a disposición con las características técnicas y jurídicas necesarias para que puedan ser usados, reutilizados y redistribuidos libremente por cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar.
Los datos abiertos también tienen el potencial de mejorar la eficiencia de los gobiernos de la región, facilitando el diseño, monitoreo y evaluación de políticas públicas.
El BID, a través de la División de ICS, ha diseñado su estrategia “Datos +” para convertirse en un socio del ecosistema de datos y apoyar a los gobiernos de la región en el diseño e implementación de estrategias de apertura de datos y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
En este contexto, los gobiernos deben asegurar la confiabilidad de los datos y propiciar espacios de colaboración donde se habilite la generación de valor público, garantizando la confidencialidad de datos personales.
Sin embargo, la apertura de datos gubernamentales se enfrenta a múltiples desafíos políticos, legales, y técnicos como la confiabilidad de los datos publicados, la protección de la privacidad de los individuos.
A pesar de estos retos, América Latina y el Caribe es una región comprometida con la agenda de datos abiertos. Con este documento, desde el Banco Interamericano de Desarrollo se alienta una agenda de datos abiertos que apoya la transparencia, la mejora de servicios públicos, y agilice la innovación y el emprendimiento.
Este trabajo es para la construcción de un ecosistema digital que fomente la innovación pública y es parte de la agenda de conocimiento e investigación de la División de Innovación para Servir al Ciudadano sobre las oportunidades y los retos de la transformación digital del Estado y el fortalecimiento de la transparencia e integridad públicas, explica Carlos Santiso, del BID.
Los datos, masivos y abiertos, son esenciales para mejorar la confianza de los ciudadanos en sus estados y hacerles partícipes de la acción pública, facilitando el acceso a la información y mejorando la calidad de los servicios públicos.
Sin embargo, la apertura de datos gubernamentales se enfrenta a múltiples desafíos políticos, legales, y técnicos entre los que se encuentran cuestiones tales como la confiabilidad de los datos publicados, la protección de la privacidad de los individuos, la falta de vínculo entre oferta y demanda de datos, y la insuficiente medición del impacto de las iniciativas de datos abiertos.
La preparación de esta nota técnica ha sido posible gracias al financiamiento del Fondo de Transparencia del BID, que se beneficia de las contribuciones de los gobiernos de Canadá, Italia, Noruega, y Suecia, así como de MasterCard.
Una buena práctica es contar con portales de datos a nivel central y con un diseño enfocado en el usuario que permita acceder fácilmente y contribuir a su uso, calidad y comparabilidad.
La región cuenta con más de 200 portales de datos abiertos; sin embargo, sólo 13 países cuentan con portales centrales 15 y muchos de los datasets publicados no cuentan con datos puramente abiertos.
En conclusión, los datos abiertos brindan una oportunidad para impulsar el crecimiento económico y la eficacia de los servicios públicos en la región, además de traer aparejados los beneficios ya conocidos de transparencia y rendición de cuentas.
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