Jorge Zavaleta Alegre. Cambio16, Madrid
Pese a la crisis profunda que agobia a España y Europa, la
Cataluña del siglo XXI participa en un movimiento optimista que lidera la
investigación científica y biomédica, asociadas al turismo con su tradicional
solidaridad. En América Latina, donde se
conoce muy poco de esta experiencia catalana, persiste el centralismo y la falta de tecnificación del Estado, razones suficientes
para asegurar un futuro.
Gabriel García Márquez, comenantando sus Cien años de Soledad, acuñó un refrán que sintetiza la psicología de
los pueblos y que es aplicable en
diferentes latitudes. Podría decirse ahora que mientras Madrid, danza, se mantiene en el pasado monárquico; Barcelona avanza en su capacidad competitiva
de exportaciones y eleva su voz propia al mundo, sin interferencias y
coacciones.
Con juego limpio, con valores.
La vitalidad del catalán se vuelve
a suplir las carencias oficiales con una serie de publicaciones,
canciones, películas, teatro, recitales de poesía. En suma un mundo soñado y
casi ignorado de comarcas andinas como Ayacucho y Puno, cuyo volcán cultural
llega a capitales como la vieja Lima, con ese ímpetu de Barcelona para
Europa.
Este juicio de valor, se aplica exactamente en países como el Perú y
Colombia, si nos referimos el conservadurismo de Jauja, una de las primeras capitales del virreinato y la vecina región de Huancayo, que con su emprendimiento en algún momento recibía el
mayor porcentaje de remesas del exterior al país, de sus hijos migrantes. La misma connotación
cabe con la señorial Cartagena de Indias y Bogotá o Medellín.
“El compromiso de los catalanes con la construcción de Europa
es total. Está dispuesta a ceder cuanta
soberanía sea necesaria para construir una Europa mejor”, señala un hermoso
volumen como parte de la campaña Catalonía Calling, alentada por la
revista Sápiens, en cuyas 150 pp, afirma que Cataluña se halla “en la encrucijada más decisiva de
su historia”, cuyo objetivo es llegar a los principales líderes del mundo.
Los catalanes no quieren poner en marcha un nuevo Estado con los vicios del Estatalismo mal entendido de los siglos XIX y XX, ni reeditar un estado nación decimonónico.
El Informe Brocat 2011
precisa el liderazgo de Cataluña en la
biología y medicina. La Comunidad Autónoma creó en el 2010 mayor número de
nuevas empresas biomédicas y biotecnológicas que representa el 30% de la
facturación total de las empresas de
este ámbito que cuenta el Estado. Una visita al Parque Científico y Tecnológico
del Alba, confirma que es uno de los laboratorios más potentes del planeta para
la investigación especializada.
El ranking de concesión de fondos europeos por habitantes
sitúa a Cataluña como el segundo país de la UE en excelencia
científica después de Holanda. Las universidades catalanas realizan el 60% de
la investigación del Estado español.
La Llamada de los catalanes, destaca que ellos llevan doce
generaciones intentando buscar, lealmente, su “encaje dentro del Estado
español, un encaje que les permita mantener su propia identidad y desplegar
todas sus potencialidades.
Y como respuesta se han encontrado con intentos sistemáticos,
a veces sutiles, a veces desacomplejados, de acabar de una vez por todas a aquella nación que en 1714 fue vencida, pero no aniquilada,
justo cuando en el momento que se estaba formando los estados-nación modernos.
Los jóvenes catalanes que visitan Sudamérica vienen con proyectos
empresariales y con ideas diferentes a los monarquistas o al neo franquismo. Son innovadores, despiertos al
diálogo. Están convencidos que ellos no
serán libres sino lo es el país al que
pertenecen, filosofía que coinciden con muchos jóvenes estudiantes y migrantes andinos que han dejado sus
zonas rurales, huyendo de sus hogares porque no soportan vivir con el olvido y que el
crecimiento económico sea concentre cada
día más en unos pocos, sin dejar alternativas y caminos posibles para un desarrollo duradero y en relativa paz para la humanidad.
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