Taller Mestres Lima-Barceloma. Teresa Mestres, July Balarezo... |
Jorge Zavaleta Alegre
Nueve de la noche, y escuchó que la fiesta de Nicolás
todavía continuaba. Recuérdale cuáles son las normas. El mayoral, bajando de la yegua que
le confiaba el patrón, tocó la puerta y le recordó la regla impuesta por
el señor de la hacienda. Pero la fiesta continuó…A las 6 de la
mañana, la vivienda asignada a Nicolás y familia quedó
vacía. Todos los enseres habían sido trasladados a la carretera
Panamericana.
Con esa disciplina funcionaba Chiclín, una de las haciendas
más modernas del Norte del Perú en las
primeras décadas del Siglo XX, que había sido adquirida por los Larco Herrera, migrantes sicilianos de
los años veinte, para cultivar caña de
azúcar, producir licores y criar ganado
de lidia.
Esta fue una de las tantas historias que recordaba Juan Balarezo Soltero (Guadalupe 1909-Trujillo 1998),
responsable de la sección mecánica de
esa empresa, cuya principal
responsabilidad era el mantenimiento de los
tractores, la imprenta del diario La Nación y los equipos de Rancho Grande, la primera
radioemisora de Trujillo.
Don Juan fue apasionado de las corrida de toros y crianza de caballos de paso. Contrajo matrimonio, con
Eva Alayo, dama nacida en Tulpo, cerca
de Santiago de Chuco, la tierra
del poeta César Vallejo. Ese matrimonio, creó una familia ejemplar con Aida, Ricardo y Julia, que recibieron especial apoyo en
Educación. Sus tres hijos
estudiaron en las ramas de la pedagogía,
el derecho, la contabilidad, la historia
y cultura en general.
Chiclín fue una suerte
de modelo, porque junto a los excesos de rigidez y abuso en el
cumplimiento de las jornadas de
los trabajadores, se distinguió por
desarrollar el arte y la cultura, sobre la base de la arqueología, el
cinema y la visita de ballerinas y cantantes de ópera de la
Italia natal.
Los Larco fueron, en su época, el prototipo de empresario moderno, pero que no fueron secundados por ningún otro. Llegaron a
ejercer la cancillería del Perú, dirigir el diario La Crónica, promover la radiodifusión y construir un museo arqueológico.
Los que trabajaron o conocieron la
dinámica de Chiclín, siempre tuvieron argumentos para recordar la falta de
continuidad del modelo cooperativista de la
Reforma Agraria, proceso que se quedó
trunco, para desgracia del Perú
actual donde el reciclaje de la gran
propiedad de la tierra ha trasladado las utilidades a los exportadores y el retorno al salario
miserable para los labradores de
cañaverales, viñedos, espárragos, paltas, frutales...
El 29 de diciembre del
2017, falleció Ricardo Balarezo
Alayo, después de un quinquenio de lucha contra la muerte. El 2014, Aída el 2005 y July cuyos lienzos adornan las casas de sus familiares más queridos.
Corresponderá a los nietos de Juan y Eva,
mantener viva la memoria de sus padres y
abuelos, desde el lugar dónde se encuentren. Para Raquel Vásquez, viuda de Ricardo Balarezo Alayo, y los nietos Juan, Silvia, Cecilia, Julia y Jorge, mi solidaridad permanente, quienes, sin seguirán manteniendo el recuerdo del Abuelo, quien instaló la primera emisora del Perú que en productivo valle de Chicama y apreciaba el arte y el coraje de la fiesta brava y de los criadores y jinetes de los caballos de paso.