Papel de Arbol

viernes, 28 de febrero de 2014

El Quijote y la educación intercultural: Cambio16 - Madrid






                                                                         


































































DESASTRES LAMENTABLES, LECCIONES PARA APRENDER, SUCEDIO EN COREA



Francisco Carranza Romero
Dr. en Literatura,  profesor en la Universidad de Corea
El 17 de febrero de 2014, aproximadamente unos 560 jóvenes recién ingresados a los departamentos de lenguas asiáticas de la Universidad de Lenguas Extranjeras de Busan, Corea del Sur, viajaron a Gyongju para participar en la ceremonia de bienvenida. Todo era un ambiente de alegría por conocerse entre los nuevos ingresantes y por conocer a algunos mayores dirigentes que organizaban la ceremonia. Este evento de bienvenida es un rito donde los recién ingresados son informados, orientados e incluidos en la historia de la universidad y, desde entonces, se identificarán con la institución.

Gyongju, una ciudad cercana a Busan, y a 370 kilómetros al sureste de Seúl, es un lugar turístico por sus restos arqueológicos e históricos. Buena oportunidad para conocer grutas, templos budistas, museos, palacios y tumbas reales.
 
El invierno de este año se ha caracterizado por muchas y densas nevadas. El espesor de la nevada acumulada ha llegado a 40 centímetros en la semana del 17 de febrero.

Esa noche del 17 de febrero los cachimbos, tal como llamamos en Perú a los nuevos ingresantes, se reunieron en Mauna Ocean Resort para celebrar el inicio de la etapa de la vida estudiantil universitaria. Los aparatos electrónicos de estridentes sonidos estremecían el local, y las fuertes y parpadeantes luces convocaban a los jóvenes al gimnasio convertido en auditorio. En ese ambiente de alegre celebración, algunos escucharon ¡crac!, ¡crac! en el techo y en las paredes. Unos ruidos como la ruptura y el desgajamiento de un cuerpo pesado y sólido. 

Los que estaban cerca de la puerta se retiraron del lugar. Y segundos después cayó el techo que soportaba la masa de nieve acumulada por días continuas de nevada, las paredes se inclinaron derrumbándose hacia el centro, espacio grande del gimnasio. En ese breve tiempo hubo gritos de dolor y de desesperación. Y, como ahora vivimos con celulares en la mano, los testigos ilesos inmediatamente llamaron a los cuerpos de rescate. Pronto llegaron 1450 bomberos, policías y soldados dispuestos a auxiliar. El frío invernal enfrió más al pueblo coreano. 

En esa misma triste noche los rescatistas pudieron salvar a los atrapados y a más de 100 heridos; pero también hallaron diez cuerpos sin vida. Ante la triste noticia difundida por los medios de comunicación los desesperados familiares acudieron de donde sea, unos para llorar la muerte del ser querido, otros para quejarse por la inseguridad del local que había pasado la inspección de seguridad anual durante 6 años, y cuando la obra fue finalizada.

Lee Wongyeol, presidente de Grupo Kolon, empresa constructora y dueña de hoteles y centros de recreación, llegó al lugar para pedir perdón y asumir todos los gastos. Un hombre que siente el dolor de los demás antes que un empresario que muchas veces es sólo un insensible homo economicus.

Ya pasaron muchos días desde ese accidente, ahora hay datos que no culpan sólo a la fuerte nevada sino a la baja calidad del material usado en la construcción. Los criterios arquitectónicos no son para dudar. La construcción de la obra estaba presupuestada en 400 millones de wones (374, 000 dólares estadounidenses) pero la inversión real habría sido sólo de 150 millones de  wones.

Las autoridades políticas de la provincia tienen mucho que explicar porque ellas aprobaron el proyecto, dieron el visto bueno a la construcción, avalaron la obra como bien terminada y sometieron a la obra a inspecciones anuales de seguridad.   

Dos padres de familia que perdieron a sus hijos, agradecidos por la ayuda generosa del pueblo coreano, han donado el dinero recaudado para la creación de becas para los estudiantes necesitados.

TAMBIÉN PUEDE PASAR EN PERÚ
Lo bueno o malo que pasa en otro país  puede pasar también en América Latina o en Perú. Nihil humanum a me alienum est (Nada de lo humano me es ajeno. Nada de lo que pasa a otro ser humano me debe ser ajena) decían los latinos con humildad y solidaridad humana. Con este criterio conviene que las compañías constructoras de edificios de viviendas multifamiliares en Perú proyecten y construyan casas con criterios de brindar la seguridad a los que  van a habitar. 

No nos olvidemos que Perú es un país dentro del cinturón de fuego del Pacífico que ocasiona la actividad sísmica y volcánica, por eso se deben tomar más medidas de seguridad antes de dar las licencias de construcciones altas en cualquier lugar. Un ejemplo de Lima: En la frontera de los distritos Santiago de Surco y La Molina se observan dos criterios diferentes: En Surco hay licencia para levantar edificios de más de 6 pisos. En la Molina no está permitido más de 3 pisos. Una avenida de 30 metros de ancho (Javier Prado Este, cuadra 50) separa a esos dos distritos. ¿Hay estudios geológicos serios para que en Surco se construyan edificios altos? Las autoridades municipales y del Ministerio de Construcción deben cuidar la vida humana antes de pensar sólo en los ingresos prediales.

Y, cuando haya un desastre por errores humanos, como el incendio en la discoteca Utopía,  los responsables inmediatos y mediatos deben asumir la responsabilidad y no ocultarse usando de escudos a los serviciales abogados que aparecen al instante. El empresario coreano del Grupo Kolon es un buen ejemplo porque tuvo la valentía y la actitud honesta de acudir en el lugar del desastre.