Papel de Arbol

jueves, 12 de enero de 2017

UN MENSAJE A GOBERNADORES Y ALCALDES




Reflexiones del economista  peruano Marco  Castillo Torres, especialista  en  descentralización  con desarrollo integral. El cuestiona, con un lenguaje directo  y sencillo una realidad que los politicos  de antaño utilizaron sofismas para ocultar la verdad. Antonio Raimondi, el sabio italiano que vivió casi toda su vida en el Callejón de  Huaylas, nunca jamás le puso el nombre de Suiza Peruana a la cadena de montañas  de los andes peruanos, ni  tampoco que el Perú es un mendigo sentado en unbanco de oro.

Leamos a Marco Castillo:

La película “Lo que el viento se llevó”, corresponde a un clásico del siglo pasado. Fue estrenada en diciembre de 1939 en Atlanta (USA). En 1989 recibió el premio a la mejor película de todos los tiempos. Antes de concluir la primera parte hay un diálogo entre el padre Gerald O’Hara y su hija Scarlet mientras contemplaban el horizonte de la propiedad familiar.  “La tierra es la única cosa que perdura. Si naciste en esta tierra es como si fuera tu madre” aseveraba el padre enfáticamente.  La gran mayoría de nosotros concuerda con tal afirmación ¿verdad?


Nuestra tierra ha sido azotada por desastres naturales de dolorosa recordación. Lamentablemente, pues lo tenemos muy presente, también ha sido afectada por la más descarada corrupción, pues de otra manera uno no se explica cómo habiendo contado con enormes recursos provenientes del canon minero, persiste una enorme disrelación entre recursos utilizados y cambio en las condiciones de vida de la población.  Por ello es que nuestros pueblos y ciudades subsisten en condiciones caóticas y poco saludables. Se mantienen las enormes brechas en infraestructura educativa, de salud, saneamiento, irrigaciones, vías de comunicación y aeropuertos, sólo por citar algunos ejemplos.

A poco menos de dos años para que nuestras autoridades concluyan con su mandato, es imprescindible que realicen un quiebre en la forma como vienen gobernando, pues de otra manera condenarán a nuestra Región a seguir postergada a pesar del enorme potencial que posee.

¿Seríamuy iluso pensar que los ancashinos, bajo el liderazgo de nuestras autoridades, pudiéramos delinear durante estos próximos 24 meses un plan de trabajo que posibilite que al año 2030 nuestra Región pudiera dar un salto cualitativo de desarrollo?  ¿Sin niños desnutridos o con anemia?  o jóvenes sin secundaria completa? ¿o ciudades lastimosamente gerenciadas por autoridades poco competentes o con otros intereses?

No debemos esperar que las soluciones lleguen sólo desde el Gobierno Central.  Siempre se ha gobernado con una visión limeñísima de país. Al parecer el nuevo gobierno, por lo menos a nivel declarativo, señala que dará prioridad a las necesidades de los otros 23 departamentos. Ya veremos si eso ocurre.

Debemos estar preparados para exigir con planes serios los recursos para atender nuestras necesidades de desarrollo. No deseamos recursos a cuenta gotas, pues ya sabemos cuáles serían los resultados. Para lograr aquello, nuestra capacidad negociadora debe estar basada en una sólida credibilidad.

En algunas escuelas de negocios con fuerte contenido ético, se reitera de manera insistente, que la credibilidad es el activo más valioso que abre todas las puertas a personas e instituciones. Pero no cae del cielo. Se va forjando a través del tiempo de manera sostenida.

Las personas e instituciones que la poseen mantienen una línea de conducta que las diferencia de las demás. Su virtud y valor más notable se basa en la integridad, que les permite actuar con honestidad y transparencia diciendo siempre la verdad.

“La tierra es la única cosa que perdura. Si naciste en esta tierra es como si fuera tu madre” Si aceptamos que tal afirmación es valedera, entonces deberíamos darle lo mejor de nosotros mismos, especialmente cuando se tiene el rol de autoridad.

Ancash clama por autoridades comprometidas con cambiar la historia!! ¡Solo se necesita voluntad, coraje, integridad y transparencia!


¡Feliz 2017

-Marco Castillo, economista, ex  gerente  general  del  banco de desarrollo COFIDE, consultor internacional, actualmente vive en  Alemania.

Oxfam, otro mundo es posible




Jorge Zavaleta Alegre                                

Oxfam International constata que la riqueza acumulada de 62 personas es igual a la riqueza acumulada de la mitad de la población mundial (3.7 mil millones de personas).
En los países del Sur, como Colombia, Paraguay, Perú, y casi toda Centroamérica, el desempleo, sub-empleo y sobre-calificación, supera la mitad de la población económicamente activa. Grandes sectores de la población mantienen formas de hace  miles de años, como  si  fueran los albores de la Humanidad.

En el siglo XX  emergieron nuevas formas de convivencia que dieron nacimiento a grandes revoluciones,  pero que no tuvieron el éxito deseado.

¿Por qué y cómo construir una sociedad  de igualdad de oportunidades?,  es el tema central del libro del Dr. Hugo Salinas González, en el  cual plantea la “Teoría del Cambio. Otro mundo  es posible”.
John Maynard Keynes, en 1936, precisó que “los dos vicios horrendos del mundo económico en el que vivimos son: primero, el desempleo; segundo, la arbitrariedad y ausencia de equidad en la repartición de la fortuna y de las remuneraciones.”

A lo dicho por Keynes, el autor de esta publicación remarca que además de las formas primitivas de  trabajar aún vigentes en el siglo XXI, ahora invaden otros efectos perversos  como la corrupción generalizada en América Latina. El caso de quien fue presidente del Perú  en los años 90, Alberto Fujimori  Fujimori, ciudadano nacido en Japón, constituye un referente muy  grave  y pernicioso para la vida de un  país, lo señalan los profesores Tierry Baudassé y Adolfo Hinojoza Pérez. 

Y no olvidar a la administración de Humala-Heredia, que supera cualquier dimensión de desgobierno  y aprovechamiento del poder para utilizar inclusive a su padre Isaac Humala  como un crítico a los movimientos de derechos  humanos sobre el valor y el respeto de la naturaleza sexual, expuestas en un ejemplar foro del Centro Goethe, 2016, en el que participaron  filósofos, historiadores, psicólogos  economistas de reconocido prestigio latinoamericano y cientos de estudiantes y jóvenes. 

En ese mismo año, Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam International, afirmó: “Simplemente no podemos aceptar que la mitad más pobre de la población mundial posea la misma riqueza que un puñado de personas ricas que cabrían sin problemas en un autobús”.

Un sin número de referencias pueden  explicar las funestas consecuencias del latrocinio  de los bienes públicos: Que 62 personas sean más ricas que la suma de riquezas de 3.6 mil millones de personas, es más que escandaloso. Y que de esas 62 personas más ricas del mundo, 59 sean hombres y sólo 3 sean mujeres, nos muestra juntas todas las aberraciones de la “civilización occidental”.

Una civilización que bajo la bandera de la “preservación de la democracia” continúa miles de  años de dominación, exterminio, rapiña, esclavitud, servilismo, gamonalismo, y apropiación total de los bienes duramente producidos y construidos por los pueblos del mundo.

Con el pretexto de “erradicar el terrorismo” o “impedir la invasión de inmigrantes” se pretende ocultar las grandes desigualdades socio-económicas generadas durante estos miles de años de oprobio y humillación.

Sobre el particular, existe algo substancial a precisar de inmediato. Una cosa son las desigualdades y otra, muy distinta, son las diferencias.
Las diferencias entre personas, como entre los dedos de una misma mano, son de orden físico, intelectual, e incluso psíquico. Las diferencias tienen relación directa con las particularidades de cada ser humano. En cambio, las desigualdades tienen una naturaleza muy distinta.

Que la mayoría de la población mundial nazca pobre y muera extremadamente pobre, o que unas cuantas personas nazcan ricas y mueran inmensamente ricas, no tiene ninguna relación con la naturaleza propia del ser humano.

Este fenómeno obedece a una forma de organización socio-económica impuesta a sangre y fuego. Además, este modus vivendi bien interiorizado en nuestro comportamiento, es relativamente reciente en la Historia de la Humanidad.
Este es el tema central de este libro: mostrar la causa fundamental de estas grandes desigualdades socio-económicas así como su alternativa de solución, en la teoría y en la práctica. Otro mundo es posible.

Como dice Aníbal Quijano, “Ya no es suficiente resistir a la globalización neoliberal. Las conquistas que nos han sido robadas en los últimos 40 años no serán restauradas. Ahora es necesario, urgente en verdad, pasar de la resistencia a la alternativa.”

¿Repartición o Distribución?
La noción de Repartición, tal como lo dicen  los autores de este libro, responde a la pregunta: ¿a quién pertenece la totalidad del resultado de la actividad económica?. Es un concepto crucial en toda la exposición de este texto, y difiere en su contenido de la noción de “distribución” que es utilizado por los economistas clásicos, neoclásicos, e incluso Karl Marx.

Esta preocupación tiene diez mil años de antigüedad. Y solamente en el siglo que ha transcurrido, millones de personas han entregado sus vidas en aras de vivir en otra sociedad, en otra economía. Una tras otra, las revoluciones han fracasado, comenzando por las dos más célebres de todas ellas: la Revolución de Octubre de 1917 que construyó la Unión Soviética, y la Revolución China de 1949 liderada por Mao Tse Tung.

En este  siglo, más temprano que  tarde, se espera que la tecnología  de  la  información, que va creando  nuevas alamedas  de discernimiento  y acción, los  Estados  apuesten por la paz, abriendo  oportunidades para el desarrollo individual  y colectivo de todos sin excepción.