Papel de Arbol

jueves, 26 de marzo de 2015

Los aprendices conversan en la catedral de Los Andes



Escribe: Jorge Zavaleta Alegre | Sociedad - 25 mar 2015

“Todas las sangres, de José María Arguedas y Conversación en la Catedral, de Mario Vargas Llosa constituyen en última instancia y desde orillas opuestas, reflexionar sobre el Perú”, conclusión que comparten lectores y críticos literarios, como Carmen María Pinilla, socióloga de la PUCP y directora de la Colección José María Arguedas de la Biblioteca Central de dicha universidad. Ha editado, entre otras publicaciones, Arguedas en familia (1999), Arguedas en el valle del Mantaro (2004) y Apuntes inéditos. Celia y Alicia en la vida de José María Arguedas (2007) y Todas las sangres (2015).

Junto a esos dos intelectuales hay una larga lista de autores. Y muchos son los que aún no han leído a Arguedas y guardan devoción por su vida. Fue un Comunicador de Verdades. José María Arguedas (Andahuaylas, Perú, 18 de enero de 1911 – Lima, 28 de noviembre de 1969), es de los mejores escritores de América Latina que ha contribuido a la necesaria integración social como única posibilidad de ingresar a una civilización global y moderna.

Carlos Eduardo Zavaleta, quien publicó su novela Los aprendices (1974); en los mismos años del ´50 en que apareció Los Ingar, trataba de escribir una novela que, a la manera de Todas las sangres – publicada tiempo después (1964)–, pudiera dar una imagen integral de la sociedad peruana. Incluso quizá pensó en el título que debería llevar ("Historia de mi sangre" o algo así).

Los aprendices, cuando ya habían aparecido la obra citada de Arguedas y Conversación en la Catedral (1969), quienes perseguían, a todas luces, el mismo objetivo que Zavaleta, se había propuesto realizar en sus años juveniles. Los aprendices sería el punto de referencia obligado para explicar toda la novelística posterior, señalan investigadores como Antonio Cornejo Polar, cuyo Centro de Estudios Literarios, que lleva su nombre, es reconocido por el Ministerio de Cultura y por la Biblioteca Nacional del Perú como Biblioteca Especializada. Actualmente viene trabajando con la Colección del poeta Carlos Germán Belli.

Los aprendices como Una piel de serpiente (1964) de Luis Loayza, Los geniecillos dominicales (1965) de Julio Ramón Ribeyro, son novelas en las que figuran otros personajes que encarnan ideales y actitudes del momento.

El Libro reciente, incluye una carta inédita de JMA, sin fecha, dirigida a su amiga cusqueña Elsa Samanez Concha, en la que habla de un proyecto de novela que tratara de interpretar el Perú actual de algunas zonas de la sierra muy dinámicamente vinculadas a Lima. Podría ser Todas las sangres.

EL SUEÑO DEL PONGO
El Sueño del Pongo, en la narración de Arguedas, cuando fue difundido a fines de los sesenta y poco después, provocó la ira contra el régimen militar que había decidido hacer reforma agraria, proceso incomprendido inclusive por los más lucidos dirigentes de la Izquierda del Perú, cuando en efecto la RA buscaba que el país saliera de la “barbarie” a la “modernidad”. Martín Leinghard considera que la novela de Arguedas alude ciertamente a la efervescencia indígena o campesina que estaba en su auge. Ninguno de estos discursos, neutraliza o anula del todo a ningún otro.

El Sueño del Pongo, eliminado de los libros publicados por el Ministerio de Educación, es la historia de un campesino constantemente maltratado por el patrón de la hacienda: "Creo que eres perro,"ladra", "ponte en cuatro patas", "trota de costado como perro". El pongo hacía todo lo que le ordenaba y el patrón reía a mandíbula batiente.

Pero... una tarde, a la hora del Ave María, cuando el corredor estaba repleto de gente de la hacienda, el hombrecito le dijo a su patrón: "Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío. El pongo, tiene un sueño que se atreve a contárselo acerca de que en el cielo los papeles cambiarían. Dice que el ángel cubre al pongo con excremento humano que tenía en un tarro de gasolina, al mencionar “el tarro de gasolina” ya estaría señalando un proceso de modernización en la cultura andina.

El patrón le dice: "Habla... si puedes". Entonces el pongo empieza a contarle: "Oye patroncito, anoche soñé que los dos habíamos muerto y estábamos desnudos ante los ojos de nuestro gran padre San Francisco. Él nos examinó con sus ojos el corazón del tuyo y del mío y ordenó al Ángel mayor que te eche toda la miel que estaba en la copa de oro. La cosa es que el ángel, levantando la miel con sus manos enlució todo tu cuerpecito, desde la cabeza hasta las uñas de tus pies.

Bien, ahora me tocaba a mí, nuestro gran Padre le dijo a un ángel viejo: "Oye, viejo, embadurna el cuerpo de este hombrecito con el excremento que hay en esa lata que has traído: todo el cuerpo, de cualquier manera, cúbrelo como puedas, ¡Rápido!". Entonces, patroncito, el ángel viejo, sacando el excremento de la lata, me cubrió todo el cuerpo con esa porquería. Espérate, pues, patroncito, ahí no queda la cosa.
Nuestro gran Padre nos dijo a los dos: "Ahora, “lámanse el uno al otro; despacio, por mucho tiempo".

LA UTOPIA ARCAICA
Para Vargas Llosa, el Perú es un país marcado por una brecha insalvable entre la sierra y la costa, entre la cultura andina y occidental que él equipara con la barbarie y la racionalidad, el primitivismo y la modernidad. Estos extremos son representados por el sargento Lituma y el hechicero Dionisio. El único camino (para lograr el desarrollo del país), sería incorporar el mundo andino a la cultura occidental y moderna, “lo cual supone despojarla de su espíritu nativo y abandonar el sentido gregario atávico, a fin de asumir la libertad plena de la sociedad actual”.

Todas las sangres de JMA, desde su publicación, hace 50 años, no ha dejado de suscitar pasiones encontradas. La reciente obra, auspiciada por el Ministerio de Cultura, trae el recuerdo de viejas debates como el de junio de 1965, cuando los científicos sociales locales y del exterior, con la presencia de Arguedas, concluyeron que la novela era limitada y llena de falacias con respecto al mundo andino y la sociedad peruana de entonces.

UNA OBRA TEATRAL y TOTAL
El actor Luis Peirano, califica el libro de JMA como una “novela polémica”, evocando el aspecto teatral del comienzo de Todas las sangres.

Ramón Mujica, director de la Biblioteca Nacional del Perú, reconoce que Todas las sangres es una novela de vanguardia y precursora de la “novela total”, con elementos sociales, políticos, religioso, una novela viva y vigente para el Perú de hoy.

Reúne textos de Martin Lienhard, Luis Nieto de Degregori, Alejandro Ortiz Rescanieri, Gonzalo
Portocarrero, Carla Sagástegui y Stefano Varese, Cecilia Rivera, Francisco Miro Quesada C. Aníbal Quijano, Mario Vargas Llosa y hermanos Cecilia, Carlos y Teresa Tovar Samanez.

EL COMUNIDAD DE VERDADES
Muchos son los que aún no han leído a Arguedas y guardan devoción por su vida. Fue un Comunicador de Verdades. El antropólogo ayacuchano Rodrigo Montoya, con motivo del centenario del nacimiento de JMA, recordó que JMA ha dejado una especie de precedente, de lo que más tarde podría suceder. “Falta esa biografía del país que no soportó, que aceptó y que vivió alegrías y grande dolores”, en palabras de Abelardo Oquendo.

En junio de 2011, en el Congreso Internacional “Arguedas: la dinámica de los encuentros culturales” en la PUCP, se presentaron más de 160 ponencias de estudiosos de todas partes del mundo, que abordaban la representativa y polifacética obra del autor desde variadas perspectivas académicas.

El escritor Luis Nieto, como director regional en Cusco, del Ministerio de Cultura, nos ofrece una visión global sobre Todas las sangres, que desde su aparición crea un nuevo imaginario sobre la nación peruana. Como expresión literaria llama la heterogeneidad estructural de la sociedad peruana, entendida como la “coexistencia de muchas formaciones sociales, muchos modos de existencia social, de tiempos y distancias diferentes, que se juntan en Perú y América Latina más que en otras partes del mundo”.

Hay que tener presente que estamos hablando de una empresa desmesurada y quijotesca: mostrar cómo en el Perú la servidumbre de los indios y la hacienda terrateniente conviven con la comunidad, el trabajo asalariado, el gran capital, la pequeña producción mercantil, etc.

Ese horizonte utópico, en palabras de Aníbal Quijano, consistiría en el inmenso movimiento de la población indigenizada mundial, es decir toda la que no es europea. Utopía que gana mayor sentido luego de las grandes tragedias históricas que sufrió la humanidad en el siglo XX al perseguir la utopía socialista.

Los cantos serían la única manifestación directa –“auténtica” de la población quechua enfocada por la novela.

Citando a Bajín sobre JMA, menciona que en la particularidad profunda con las novelas de Dostoievski, hay una multiplicidad de conciencias plenamente cualificadas, no es un mundo único.
Para Carla Sagástegui, el soporte estructural de la Novela y las características de muchos de los dioses de Huarochirí alimentarían los rasgos de los personajes de Arguedas.

Gonzalo Portocarrero, destaca la influencia de muchos intelectuales como Mariátegui. Aborda el tema del neo colonial que sigue aprisionado a la sociedad peruana y que la misión que se plantea Arguedas es deshacer este nudo colonial, generando entre los señores una política de reconocimiento a los logros indígenas. Apunta el proyecto arguediano a sacar de la penumbra la cultura andina, al lugar donde el mundo criollo la tenía relegada.

Luis Nieto, comparte con otros autores, que “son dos las novelas más importantes en lo que va de la segunda mitad del siglo XX y la década y media del XXI: Todas las sangres y Conversación en la catedral”. La relación entre Arguedas y Vargas Llosa siempre fue compleja y que por eso han enriquecido grandemente la cultura peruana:

Ambas se han convertido en expresión de dos proyectos nacionales en pugna: Ese que, desde la óptica que los sectores menos favorecidos propugna un Perú en el que puedan convivir en igualdad de condiciones grupos culturalmente diversos y ese otro identificado con los intereses de los sectores criollos que todavía hegemónicos, se irroga el derecho de orientar el rumbo de la sociedad peruana.


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