Jorge Zavaleta Alegre
Un Museo de Mineralogía y Paleontología que empezó a formarse en Lima con la fundación de la Escuela de Ingenieros en 1876, acaba de reabrir sus puertas por acción de la Universidad Nacional de Ingeniería.
El proyecto es una síntesis del esfuerzo de sus autoridades, estudiantes y graduados de las once facultades, en especial de ingeniería civil, geológica, minera, metalúrgica, civil, ciencias y arquitectura; del Patronato UNI y de la Fundación Museo Andrés del Castillo.
El museo, con sus seis mil muestras de minerales y un catálogo de fósiles (una ballena completa, el megaterio y un delfín, entre otras piezas), abre los ojos a cualquier visitante sobre la incalculable riqueza del Perú. Es un libro abierto que despierta el interés de los jóvenes en las ciencias de la tierra. Nos revela también que cada vez se encuentran más recursos, a tal punto que experimentados exploradores opinan que toda la base de los Andes tiene altos contenidos de minerales.
Según Explo 2011, el Perú cuenta con unos 21 millones de hectáreas denunciadas como petitorios mineros, casi el 17% del territorio nacional; y unas 150 empresas junior están operando en el país. El Ministerio de Energía y Minas calcula que las inversiones totales en minería en 2010 ascendieron a US$3.391 millones, de los cuales US$539 millones se dedicaron a la exploración de nuevas reservas.
La Society Economic Geologists informa que actualmente en el mundo no hay nuevos depósitos importantes de cobre y oro que puedan cubrir la demanda global en el futuro, por lo que es necesario impulsar las exploraciones, en especial, en los países mineros como el Perú.
Este Museo, que empezó a formarse hace 135 años, a través de muchas y costosas “excursiones científicas”, hoy está abierto al público y en manos de un personal especializado en la museografía contemporánea.
Es una respuesta a un viejo mensaje de la UNESCO de los años sesenta, que recomendaba a la comunidad internacional una vigorosa promoción de los museos como parte de la educación popular y de la difusión de la cultura, para fomentar la comprensión mutua de las naciones e instituir la mutua colaboración entre ellas.
En efecto, un “museo” ofrece la oportunidad de acceder un conjunto de elementos de valor artístico, histórico, científico y técnico, así como jardines botánicos y zoológicos, y acuarios que pueden ser de propiedad privada, pública o mixta. Además, los museos deben ser centros intelectuales y culturales de las localidades en que se hallen situados, empezando por los pequeños pueblos de cuyas entrañas brota una riqueza que muchas veces no es compartida con la esperada equidad. Museos accesibles a todos.