La siguiente crónica está dedicada a George Carlin, conocido como el humor más irreverente de Estados Unidos, quien iba a recibir el premio Mark Twain, el Oscar de la comedia.
Publicamos hoy gracias a los archivos de David Flores Vásquez.
David es músico y jurista, cuya pasión por su terruño, es lección de civismo y de amistad. La Lira Huaylina, fundada en la década del 40, sigue vigente como expresión de identidad, tan necesaria en tiempos de globalización. Nuestro homenaje a Luis Espinoza Alcedo, Rodomiro Flores, Edilberto Ardiles Espinoza, Luis Flores Vásquez, Miguel Flores Vásquez, Sergio Vergaray Ramos, Jorge Núñez del Prado Ismodes, Jorge Gómez Espinoza...según chiquianmarka.com/la-muacutesica-del-departamento-de-ancash.
BARBARA CELIS, El País
"No había nada que su cabeza no pudiera transformar en algo divertido". Con estas palabras recordaba el lunes 23 de junio el comediante y actor Seinfield a George Carlin, uno de los grandes maestros del stand up comedy (monologuistas) estadounidense, fallecido el domingo a los 71 años en Santa Mónica (California) de un paro cardiaco.
Carlin fue el hombre que le puso voz a la contracultura sobre los escenarios de los clubes de comedia en los años setenta, convirtiéndose en el gran héroe de la lucha contra la censura. Su barba y sus vaqueros rompieron con la imagen impoluta de la que él mismo había formado parte una década antes, cuando la comedia aún no tenía los tintes irreverentes que Carlin desarrolló tras la revolución del 68, donde él vio la entrada a una nueva era y, por tanto, a temas tabú como la religión o la guerra de Vietnam.
Pero, sobre todo, este cómico nacido en Nueva York obligó a Estados Unidos a reflexionar sobre la censura a través de un incidente cuyas consecuencias aún se viven a diario en los medios de comunicación de ese país. En 1972, Carlin, que ya se había construido amplia fama como comediante durante los años sesenta, grabó uno de sus shows en el disco Class Clown, que incluía el sketch Siete palabras sucias que no puedes decir en televisión. El montaje consistía en pronunciar siete palabras consideradas inmorales todas seguidas, a modo de provocación: "Mierda. Pis. Joder. Coño. Gilipollas. Hijo puta. Tetas".
Un año más tarde, la progresista Pacifica Radio emitió una versión de aquel programa titulada Palabras sucias, y un oyente presentó una demanda. El caso creció y llegó hasta el Tribunal Supremo, que, finalmente, en 1978, sentó, a través de la Comisión Federal de las Comunicaciones (FCC), las bases que aún hoy regulan el tipo de palabras que pueden pronunciarse en radios, televisiones e incluso imprimirse en periódicos. El tribunal sentenció que las palabras utilizadas por Carlin eran "indecentes" pero no "obscenas", y estableció que las "indecentes" sólo podrían utilizarse en horario nocturno, cuando los niños duermen. Sin embargo, no existe una lista concreta de palabras, por lo que a veces se deja en manos del contexto y sigue existiendo conflicto entre qué es indecente y qué es obsceno, algo nunca solucionado por el Tribunal Supremo. Y, pese a la supuesta libertad que existe en horarios nocturnos, los televidentes siguen oyendo un pitido sobre la palabra fuck (joder) en sus múltiples versiones.
La carrera de Carlin se prolongó a lo largo de medio siglo y, pese al paso del tiempo, seguía siendo uno de los cómicos más vanguardistas. Cuatro días antes de fallecer, el Kennedy Center for the Performing Arts anunciaba que Carlin recibiría este año el Premio Mark Twain de Humor Americano, uno de los más altos reconocimientos del pabellón de la comedia.
* Este artículo apareció en El País de Madrid, en la edición impresa del Sábado, 28 de junio de 2008.
La paradoja de nuestro tiempo es que tenemos edificios más altos y temperamentos más reducidos. Carreteras más anchas y puntos de vista más estrechos. Gastamos más, pero tenemos menos. Compramos más, pero disfrutamos menos.
Tenemos casas más grandes y familias más chicas. Mayores comodidades y menos tiempo.
Tenemos más grados académicos, pero menos sentido común. Mayor conocimiento, pero menos capacidad de juicio.
Más expertos, pero más problemas. Mejor medicina, pero menor bienestar.
Bebemos demasiado, fumamos demasiado, despilfarramos demasiado. Reimos muy poco, manejamos muy rápido, nos enojamos demasiado.
Nos desvelamos demasiado, amanecemos cansados, leemos muy poco. Vemos demasiado televisión y ORAMOS rara vez. Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores.
Hablamos demasiado, amamos demasiado poco y odiamos muy frecuentemente. Hemos aprendido a ganarnos la vida, pero no a vivir. Añadimos años a nuestras vidas, pero no calidad de vida a nuestros años. Hemos logrado ir y venir de la luna, pero se nos dificulta cruzar la calle para conocer a un nuevo vecino.
Conquistamos el espacio exterior, pero no el interior.
Hemos hecho grandes cosas, pero no por ello mejores. Hemos limpiado el aire, pero contaminamos nuestra alma.
Conquistamos el átomo, pero no nuestros prejuicios. Escribimos más, pero aprendemos menos.
Planeamos más, pero logramos menos. Hemos aprendido a apresurarnos, pero no a esperar.
Producimos computadoras que pueden procesar mayor información, pero nos comunicamos cada vez menos y menos.
Estos son tiempos de comidas rápidas y digestión lenta; de hombres de gran talla y cortedad de carácter. De enormes ganancias económicas y relaciones humanas superficiales.
Hoy en día hay dos ingresos, pero más divorcios. Casas más lujosas, pero más hogares rotos.
Son tiempos de viajes rápidos, pañales desechables, moral descartable, acostones de una noche, cuerpos obesos y píldoras que hacen de todo, desde alegrar y apaciguar, hasta matar.
Son tiempos en que hay mucho en el escaparate y muy poco en la bodega.
Tiempos en que la tecnología puede hacerte llegar esta carta y en que tú puedes elegir compartir estas reflexiones o simplemente borrarlas.
Acuérdate de pasar algún tiempo con tus seres queridos, porque ellos no estarán aquí siempre.
Acuérdate de ser amable con quien ahora te admira, porque esa personita crecerá muy pronto y se alejará de ti.
Acuérdate de abrazar a quien tienes cerca, porque ese es el único tesoro que puedes dar con el corazón, sin que te cueste ni un centavo.
Acuérdate de decir te amo a tu pareja y a tus seres queridos, pero sobre todo dilo sinceramente. Un beso y un abrazo pueden reparar una herida, cuando se dan con toda el alma.
Acuérdate de tomarte de la mano con tu ser querido y atesora ese momento, porque un día esa persona no estará contigo.
Date tiempo para amar y para conversar y comparte tus más preciadas ideas y siempre recuerda: La vida no se mide por el número de veces que tomamos aliento, sino por los extraordinarios momentos que nos lo quitan.
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https://www.youtube.com/watch?v=_iL1TBpWZ5s
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