Panamá el puente aún une los sueños de una América para todos.JZA
Informe dedicado al Arq. Rodó Tizanado, Paris, y a mis familiares en Lima, Trujillo y Maryland.
Jorge Zavaleta Alegre, desde Panamá
El Canal de Panamá, que hasta fines de la década de los sesenta, era propiedad de los Estados Unidos, al pasar a la administración nacional, creó la necesidad de construir una serie de vías transoceánicas. Y así surgió los Proyectos IIRSA,
Va la primera historia de este ambicioso proyecto de unión del Pacífico y Atlántico. Camino a Ayacucho, surcando los
Andes por la Vía de Los Libertadores, entablamos diálogo con un técnico solitario que dirigía en
la década de los ochenta el tendido de tubería para trasladar el gas de Echarate, en el Cusco
a Lima.El Canal de Panamá, que hasta fines de la década de los sesenta, era propiedad de los Estados Unidos, al pasar a la administración nacional, creó la necesidad de construir una serie de vías transoceánicas. Y así surgió los Proyectos IIRSA,
Para ello era necesaria la soldadura
de los tubos por los cuales discurriría el gas de
Camisea desde los subsuelos de la selva, a las orillas del caudaloso Urubamba. Los Machiguengas, una comunidad nativa, poco
o nada sabía de la
abundancia de gas en el subsuelo. No
obstante, la Shell se retiró después de dos años
de negociaciones, porque la
estrategia nativa era darle tiempo
al tiempo.
Mientras tanto, los
apus enviaron a sus
hijos a una centenaria universidad de Lima para que aprendiera algo de recursos del
subsuelo y ver
cómo se podría tomar
acuerdos con el gobierno nacional y la empresa extranjera que ganara
la licitación.
Mascarita, pseudónimo de un personaje de un novelista latino, es uno de los hijos que
estudió leyes, alertó a sus
padres sobre el
inmensurable valor del
gas como sustituto
del petróleo y las posibilidades de emprender grandes esfuerzos para que la madera y el gas
pudieran ser el sustento
de la estabilidad de su pueblo
y de los
vecinos.
Por cierto esta estrategia nativa ignoraban
por completo los empleados de la
Shell, pero al
darse cuenta de la sapiencia y la
presencia de la Iglesia Católica
y de otras vertientes del
evangelio, prefirieron retirarse,
con la presumida posición que Shell sería
llamada años más, años menos.
Llegó la década del setenta, y
Odebrecht, la brasileña, ya tenía
el inventario del
subsuelo sudamericano. Y apuntó por
el gas del Cusco.
Esta firma, con sus
directivos en la cárcel y
habiendo comprometido a centenas de políticos
de varios países sudamericanos, había
creada una oficina ad hoc en
Ginebra, junto a organismos como la FAO, para que asuman la función de incorporar en esta y otras
instancias del poder, a politiqueros involucrados en contratos
dolosos.
Mucha tinta ha corrido ya en torno a los sobrecostos de las
llamadas IIRSA, proyectos agrícolas, túneles y parece que pronto
la justicia internacional, con el
apoyo del poder político de los EEUU se podrán ver resultados.
En medio de esta maremágnum que
solivianta el asalto
de los recursos estratégicos, van apareciendo otros, cuyos detalles, provocan la ira y la necesidad
de emprender acciones jurídicas y
directas para resarcir
el daño causado a los
restos arqueológicos que han sido
violentados con la construcción
acelerada, sin la mayor protección de los bienes arqueológicos de la Ruta de Los Libertadores, por donde baja
el gas del Cusco, atravesando Ayacucho, Ica y que mediante un muelle en alta mar esos recursos son exportados a precio muy, pero
muy por debajo, a puertos de México y que al
ser mezclados en la bolsa mundial,
el gas de Echarate-Pisco, pierde
escandalosamente el precio, pero los
negociadores, en su momento, fueron saludados como artífices del milagro
del gas. Para paliar evidentes
reacciones, tendieron algunas
redes y favorecieron fábricas
de conocidos empresarios,
contratos que sacaron de la
inminente quiebra por el alto precio del
petróleo.
Ese nuevo capítulo del
latrocinio del gas, fue advertido
y descrito por un taciturno, silencioso,
parco, prudente, pero nada tonto. Era un húngaro, de unos 65 años, personaje que
mitigaba su rutina, su
tedio, bebiendo sorbos de wiski escoses. Las largas esperas lo llevaron a beber
cantidades que mitigaban su aburrimiento. Mientras los tractores y excavadoras trituraban las rocas de los cerros, abriendo
trocha para
la red de tubería, él auscultaba la riqueza histórica bajo el subsuelo.
En
la vía arrasada por los tractores
y la tubería se veían cientos, miles
de vestigios pre incas, incas, como vasijas y otros enseres domésticos que las orugas metálicas no dejaban rastro
alguno. Primero era el gas, luego los vestigios del pasado.
El entonces ministerio de Cultura
y entidades complementarias del Ministerio de Educación,
Instituto Geológico y centenas de estudiantes de rqueología,
nada pudieron hacer para detener la
destrucción. Solo el noruego de
esta historia, logró que un área pequeña muy
cerca de Ayacucho, el gasoducto sea
desviado unas cuantas de decenas del curso gasífero.
El desarrollo
de la minería, de las fuentes energéticas, explotación de nuestras
tierras no se debe medir necesariamente por
el monto las divisas que ingresan y que tampoco benefician a las mayorías. El cambio
climático, la desglaciación acelerada de los nevados, las enfermedades bronquiales, la ceguera, las depresiones y la
pobreza de los alimentos en terrenos contaminados, no forman parte de los códigos de la moral, solo quebrantan definitivamente el sueño de la tierra promisoria.
Sigamos desbrozando los pormenores de las vías de integración de América Latina, fortaleciendo el Canal de Panamá, así opinan técnicos alejados de negocios ilícitos y lo que buscan es la solidaridad mediante la geografía, mediante los viejas rutas del Mar. A los ejecutores de IIRSA, en un Estado moderno, sensible a las necesidades populares, solo les espera la cárcel.
Sigamos desbrozando los pormenores de las vías de integración de América Latina, fortaleciendo el Canal de Panamá, así opinan técnicos alejados de negocios ilícitos y lo que buscan es la solidaridad mediante la geografía, mediante los viejas rutas del Mar. A los ejecutores de IIRSA, en un Estado moderno, sensible a las necesidades populares, solo les espera la cárcel.