Las clases dominantes están logrando generar con la propagación del coronavirus un escenario de pánico entre la población que no hace otra cosa que favorecer sus intereses de sometimiento al pueblo. Como ya ocurrió con la Gripe A en el año 2009, que también surgió en China, casualmente cuando el país asiático se estaba convirtiendo en una de las grandes económicas y que acaparaba las deslocalizaciones de las principales multinacionales de los sectores más simbólicos de Estados Unidos, se está dando la imagen de que el coronavirus es una nueva plaga de peste negra del tipo de la que devastó Europa en la Edad Media. En realidad, el coronavirus es menos agresivo y está provocando, proporcionalmente, muchas menos muertes de las que se producen en el mundo a causa de enfermedades comunes para las que hay cura y tratamiento como, por ejemplo, la gripe.
Entonces, si los expertos afirman que no hay que generar el pánico actual, ¿por qué se está propagando ese miedo? ¿A quién le interesa que el pánico se haya apoderado de la población mundial?
En primer lugar, es significativo que los países más afectados sean China, Italia, Irán y Corea del Sur. Cada cual tiene su modo de ser un peligro para Estados Unidos y sus élites.
China
El gigante asiático es actualmente el principal competidor económico de Estados Unidos y, en muchos aspectos, ya ha superado a los norteamericanos. De ahí el interés de Donald Trump en ahogar a la economía china con la guerra comercial iniciada en 2019. El American First del actual inquilino de la Casa Blanca parte, principalmente, del intento de sometimiento a China, sobre todo porque la tecnología de los asiáticos está muy por encima de la del resto del mundo. Con la guerra arancelaria no se podía limitar el crecimiento y la I+D+I china. Por esta razón, en medio de la pugna por el control del 5G y por la superación de las empresas chinas de telefonía como Huawei o Xiaomi a las americanas en volumen de ventas a un precio más competitivo y con mejores prestaciones, era necesario atacar a China desde otro flanco.
El coronavirus ha provocado el ahogamiento del consumo interno en fechas que son clave para la economía china, como el Año Nuevo, o la eliminación de eventos, como el Mobile World Congress, que son el mejor escaparate para el gigante asiático para mostrar sus enormes avances tecnológicos.
Corea del Sur
Mientras que los coreanos fueron partícipes de la cancelación del Mobile con la salida de marcas emblemáticas como LG y que tanto afectó a las empresas chinas, ahora son los que están sufriendo el pánico del coronavirus. Corea del Sur se ha convertido en las últimas décadas en otro de los máximos competidores empresariales de los Estados Unidos, no sólo en la competencia tecnológica con multinacionales que son referentes en la telefonía como Samsung (el mayor vendedor de terminales a nivel mundial) o LG, sino que en el sector de la automoción, gigantes como Hyundai están haciéndose con un nicho de mercado que afecta directamente a las grandes corporaciones norteamericanas y europeas, sobre todo en lo referido a la transición hacia automóviles híbridos o eléctricos. El pánico por el coronavirus ya ha provocado la paralización de varias fábricas.
Irán
El país persa tiene un enfoque más geopolítico que económico. El conflicto abierto entre Estados Unidos e Irán o la ruptura de los acuerdos nucleares por parte de Trump, además de la ejecución del general Soleimani y de la respuesta iraní contra una base militar que, según Trump, no tuvo consecuencias físicas para los soldados cuando, en realidad, sufrieron lesiones cerebrales.
En este aspecto, que Irán sea uno de los países con más incidencia supone un intento de favorecer a los aliados de Estados Unidos en la zona: Israel y Arabia Saudí.
Italia
El caso de Italia tampoco es casual, sobre todo porque el brote se produjo en la zona más industrializada del país transalpino, en las regiones de Lombardía, Veneto y Piamonte. La capital de ésta, Turín, es, quizá, la zona más importante del sector de la automoción de occidente, puesto que ahí se encuentra FCA (Fiat) que hace años se hizo con el control de marcas emblemáticas para los Estados Unidos como Chrysler, Jeep o Dodge. Modelos emblemáticos como el Voyager o el Grand Voyager ahora llevan en el morro del coche el símbolo de Lancia, lo que supone para muchos estadounidenses un ultraje a su historia y legado. Además, esa zona norte de Italia supone uno de los puntos clave para la economía de la Unión Europea, todo ello en el momento en que Trump está enfrentado a Europa por asuntos como, por ejemplo, la Tasa Google. El viejo continente es muy viejo y, casualmente, el coronavirus se ha empezado a propagar por el norte italiano.
Los mercados financieros y las élites
El pánico del coronavirus está afectando a todos los mercados financieros con caídas que no se conocían desde la crisis económica de 2008, una crisis provocada por las élites tras dejar caer a Lehman Brothers y que ha tenido como consecuencia el incremento de la desigualdad: los ricos son más ricos y los pobres más pobres. Además, se ha producido una acumulación de riqueza desconocida desde II Guerra Mundial.
Los grandes fondos de inversión y los bancos custodios donde se almacenan de forma anónima las riquezas de los poderosos, tanto legales como ilegales, se encuentran principalmente en Estados Unidos, a la sombra del edificio New York Stock Exchange. Es muy probable que las posiciones bajistas estén ganando mucho dinero con la caída de los parqués, porque siempre lo hacen, y, casualmente, esos bajistas están controlados por esos grandes fondos y esos bancos custodios.
Por tanto, el coronavirus es, en realidad, una herramienta que están utilizando las élites y los poderosos para generar mucho pánico entre los pueblos. Luego aparecerán como los salvadores porque las farmacéuticas han logrado desarrollar en tiempo récord una nueva vacuna pero, el miedo ya está ahí y es un modo de someter un poco más a las ciudadanías libres del mundo.