Comentarios  sobre esta problemática  estructural le  escuche a Ernesto Carmona Ulloa años atrás  en Foros de la Unión  Europea, en Rio de Janeiro y Santiago, para motivar la Primera  Cumbre Iberoamericana. Desde entonces seguí sus pasos y mantuvimos   amistad, incluyendo a Ernesto Salazar, peruano. Sus  esfuerzos  se han multiplicado y ahora  toda su producción al alcance de todos, superando las  trabas  e intereses evasivos de editoriales privadas.
El título Los Dueños e Chile corresponde al libro que en el 2002,  anunció Ernesto  Carmona Ulloa, chileno  de nacimiento y ciudadano interesado por  los  problemas  de  su  Región y del mundo. Nos  ofrece ahora un intenso  trabajo, por cierto valioso,  interesante, que revela su  pasión por un país más equitativo, libre, con derecho  a  vivir, hoy a la comunidad internacional.
En  realidad no solo  es una mención de  los  ricos  de su país  sino del  planeta, con información que  convierte en obra  de  consulta  para  conocer en persona a  quienes dominan las  organizaciones políticas, la  distribución del  dinero y algunas  estrategias y anécdotas  de familias  que conservan el poder  y sus consecuencias  que  hay podemos ver, sentir, gracias al  sider-espacio,   aunque también comienza a ser repartido  entre Estado y transnacionales.
El libro aborda la acumulación económica infinita, dividiendo en países, regiones y el mundo.  La lista no es muy larga, consigna un Índice de Tablas de acumulación. Tabla 1 / Las 25 personas más ricas del mundo / Ranking Forbes 2002.  Tabla 3 / Los 25 multimillonarios de América Latina. Tabla 6/ Sigue Latinomérica que incluye a Dionisio Romero, dueño del Banco de Crédito del Perú, conocido financista de múltiples candidatos presidenciales. Tabla 8/ Chilenos entre “La gente más rica del mundo”. Tabla 13 / Principales proyectos mineros en Chile, 1999…
Carmona Ulloa se pregunta: ¿Para qué sirve un libro sobre los “dueños” de un país? ¿Acaso es un delito ser demasiado rico?
Y responde que Chile recorre un sendero de concentración de su riqueza en unas pocas familias. Muy pocos habitantes del país controlan casi todo el Producto Interno Bruto (PIB). Y el tema de este libro es ¿quiénes son esas personas? ¿Cómo acumularon tanta riqueza? ¿Cuál es el origen de sus fortunas? ¿Cuándo comenzaron realmente a “gobernar” a la nación?
Se trata de humanos de carne y hueso, en su mayoría, profundamente creyentes. Poquísimos pertenecen a familias enraizadas en la historia política y económica del país. Algunos nacieron con fortunas que supieron incrementar; la mayoría corresponde a “nuevos ricos” surgidos a fines del siglo 20. Prácticamente ninguno inserta su cotidiana generación de riqueza en lo que hoy llaman “construir un proyecto país”.
Sus capitales se expanden, se bifurcan, se entrecruzan, se transnacional izan y se multiplican… para su propia alegría, de sus pares y de la globalización -viejo discurso vestido con nuevas palabras. Grande es la complacencia de los administradores del Estado y grande también la generosidad de la clase política de diferente signo partidario, en una era en que domina “la adoración del becerro de oro” por defunción de “las otras ideologías”. O sea, viviríamos el pretendido “fin de la historia”.
También son triunfadores en la política. Siempre obtienen las leyes que desean, tal como ellos las conciben, aunque no siempre ganen elecciones. La más mínima desviación gubernamental resulta implacablemente cuestionada, perseguida, zaherida y, sobre todo, tergiversada hasta su completa reforma o abandono, merced a la fuerza de su poderoso aparataje de medios de comunicación, por lo demás el único existente.
La sagrada libertad de prensa significa una sola visión del mundo y un discurso uniforme en los medios de comunicación. Existe una visión totalitaria del mundo, de la economía y de la política en diarios, revistas, radios y televisoras, entregados todos a un servicio distinto al de la verdad. La aparición de un nuevo diario es resistido por sus futuros pares porque modificará el reparto del gasto publicitario, aunque esté inscrito en la misma ideología o simplemente no tenga contenido. La guerrilla de los dueños de la prensa contra El Metropolitano y el diario sueco PubliMetro demostró que la libre competencia es un mito. Como el negocio es bueno, ahora hay imitadores tras el avisaje para periódicos vacuos. Quienes deciden cómo se reparten esos US$ 600 millones tienen simbiosis con los dueños de los medios. Se necesitan los unos a los otros. Los disidentes no tienen expresión.
Si se trata de una publicación para levantar una candidatura presidencial, no hay mucho problema porque se sabe de antemano que morirá aunque el candidato resulte elegido, pero tampoco tendrá publicidad distinta a la que provean sus apoyos empresariales o el propio aspirante.
La población presencia estos procesos a veces con admiración; otras, con rabia. Algunos sienten indiferencia o simplemente ignoran, no entienden, ni les interesa lo que pasa. Los sindicatos no tienen voz ni fuerza después de transitar décadas en la dirección opuesta, padeciendo su propia jibarización, en un proceso inverso al de la concentración de riqueza que todavía no concluye. Sin embargo, en esa madeja radica el poder verdadero, absolutamente huérfano de valores éticos.

Los ricos no son iguales

Lo que ocurre en Chile no es exclusividad nacional. También se da en el resto del mundo. El panorama sucinto de la concentración de la riqueza en América Latina exhibe dos perfiles de hombres ricos, dos modelos de enriquecimiento: el de quienes optaron por la industria y el de los que tomaron el rumbo del comercio y los servicios. Se ve poca industria. Predominan quienes apostaron al sistema financiero, las telecomunicaciones, el comercio. Sólo los ricos de Brasil y México muestran afecto por la industria y son los únicos que sustentan algo de “proyecto país”, una filosofía que podría leerse “me enriquezco creando industrias pero hago mi dinero aumentando el empleo para que haya más gente que me compre en el mercado interno y así exporto con valor agregado”. Pero Brasil, México y Chile tienen la más desigual distribución del ingreso de todo el planeta.
Están en extinción los industriales con “filosofía Henry Ford”: “pago salarios que permitan comprar mis automóviles”. (Entre 1913 y 1927 produjo 15 millones de “folleques” a 360 dólares cada uno). Invariablemente hubo intervención del Estado en el enriquecimiento personal en Chile y en el resto de América Latina, sin perjuicio de que en todas partes sea perpetuamente desacreditado para otros efectos, salud, educación, vivienda. Su mano fue más generosa bajo las dictaduras militares, en particular en el alumbramiento de “los nuevos ricos”, sin que jamás haya dejado de lado a las viejas oligarquías industriales, comerciales, financieras. En todo el continente, el Estado privatiza barato y los privados venden más caro a los consumidores cada vez más  empobrecido.
Carmona Ulloa es también autor de: Chile desclasificado. Chile: la otra cara del negocio de la fruta. ¿A quién interesan los temporeros?. Concentración del mercado editorial en América Latina: el caso chileno y otras reflexiones. Crónicas desde chile: el precio del petróleo, otro enigma, y la privatización del puerto de Valparaíso. El doble estándar en el tlc con chile y en el Alca EE.UU. quiere un Alca a su medida. Los dueños de Venezuela. Morir es la noticia. ¿Qué es el opus dei? Copyright © 2019 Logos Groupwebmaster@logoslibrary.eu.