https://centrogabo.org/gabo/contemos-gabo/11-prologos-de-garcia-marquez-que-puedes-leer-en-el-archivo-del-centro-harry
https://es.wikipedia.org/wiki/Facultad_de_Arquitectura,_Urbanismo_y_Artes_(Universidad_Nacional_de_Ingenier%C3%ADa,_Per%C3%BA)
11 prólogos de García Márquez que puedes leer en el archivo del Centro Harry Ransom
Once prólogos del escritor colombiano que son de libre acceso en el archivo del Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas.
domingo, 12 de diciembre de 2010
Entrevista de Mario Vargas Llosa a García Márquez cuando aún eran amigos
http://elcomercio.pe/lima/683071/noticia-entrevista-que-le-hizo-mvll-garcia-marquez-cuando-aun-eran-amigos Alguna vez ambos premios Nobel de Literatura conversaron en Lima sobre el significado de ser escritor.
MVLL Y GGM, Setiembre 1967
Reproducimos este hermoso diálogo sucedido una mañana primaveral de 1967
Domingo 12 de diciembre de 2010
(Archivo de El Comercio)
Por Jorge Zavaleta Alegre*
“¿Para qué crees que sirves tú como escritor?”, preguntó Mario Vargas Llosa. “Tengo la impresión de que empecé a ser escritor cuando me di cuenta de que no servía para nada”, contestó Gabriel García Márquez. ”Ahora, no sé si desgraciada o afortunadamente, creo que es una función subversiva ¿verdad? en el sentido de que no conozco ninguna buena literatura que sirva para exaltar valores establecidos…”, agregó.
Así empezó el diálogo sobre “La novela en América Latina”, durante las mañanas primaverales del 5 y 7 de setiembre de 1967. Fue en la Facultad de Arquitectura de la UNI, principal centro científico y tecnológico del Perú, cuando ambos ya eran notables novelistas. Décadas después serían consagrados con el Premio Nobel de Literatura. Gabo en 1982 y Mario en el 2010.
RESORTES LITERARIOS
VLL. ¿Esa inconformidad que expande la literatura en el ámbito social puede ser prevista, calculada por el escritor cuando su libro llegue a sus lectores…?
GM. No. Creo que si eso es previsto, que si es deliberada la fuerza, la función deliberada del libro que se está escribiendo, desde ese momento ya el libro es malo. Pero antes quiero establecer esto: cuando aquí decimos escritor, cuando decimos literatura, nos estamos refiriendo a novelistas y a la novela, porque de otro modo podría prestarse a malas interpretaciones… Creo que el escritor siempre está en conflicto con la sociedad…
VLL.¿Qué otros factores serían los preponderantes, qué elementos determinarían la realidad de la obra literaria?
GM. A mí lo único que me interesa en el momento de escribir una historia es si la idea de esa historia pueda gustar al lector y que yo esté totalmente de acuerdo con esa historia… Precisamente estoy preparando la historia de un dictador imaginario que se supone es latinoamericano y tiene 182 años… Lo que quiero en este caso, es expresar que en la inmensa soledad del poder no hay arquetipo mejor que el del dictador latinoamericano que es el gran monstruo mitológico de nuestra historia.
LA SOLEDAD
VLL. Una pregunta más personal… porque al hablar de la soledad yo recordaba que es un tema constante en todos tus libros, inclusive el último se llama, precisamente, “Cien años de soledad”, y es curioso, porque tus libros siempre están muy poblados o son muy populosos…
GM. En realidad no conozco a nadie que en cierta medida no se sienta solo. Este es el significado de la soledad que a mí me interesa. Temo que esto sea metafísico y que sea reaccionario y que parezca todo lo contrario de lo que yo soy, de lo que yo quiero ser en realidad, pero creo que el hombre está completamente solo. Creo que es parte esencial de la naturaleza…
VLL...Quisiera que nos hablaras de este elemento que diríamos cultural, ¿qué lecturas influyeron mayormente en ti cuando escribiste tus libros?
GM. Yo conozco mucho a Vargas Llosa y sé dónde está tratando de llevarme. Quiere que le diga que todo esto viene de la novela de caballería. Y en cierto modo tiene razón. Uno de mis libros favoritos que sigo leyendo es el “Amadis de Gaula” y creo que es uno de los grandes libros que se han escrito en la historia de la humanidad, a pesar de que Mario Vargas Llosa cree que es el “Tirante el Blanco”… Toda esta libertad narrativa desapareció con la novela de caballería, en la que se encontraban cosas tan extraordinarias como la que encontramos ahora en América Latina todos los días. Las relaciones entre la realidad de América Latina y la novela de caballerías son tan grandes…
VLL…Tal vez podrías llegar a hablarnos del realismo en la literatura, cuáles son los límites del realismo y, ante un libro como el tuyo, donde ocurren cosas muy reales, muy verosímiles junto a cosas aparentemente irreales, como esa de la muchacha que sube al cielo en cuerpo y alma, o un hombre que promueve treinta y dos guerras, lo derrotan en todas y sale ileso de ellas… ¿Tú crees que eres un escritor realista, o un escritor fantástico o crees que no se puede hacer esta distinción?
GM. No. No. Yo creo que particularmente en “Cien años de soledad”, soy un escritor realista, porque creo que en América Latina todo es posible, todo es real. Creo que tenemos que trabajar en la investigación del lenguaje y de formas técnicas del relato, a fin de que toda fantástica realidad latinoamericana forme parte de nuestros libros… Asumir nuestra realidad, que es una forma de realidad, puede dar algo nuevo a la literatura universal…
LA EXPLOTACIÓN COLONIAL
VLL. Hay un capítulo en donde yo creo que tú has descrito con gran maestría el problema de la explotación colonial de América Latina. A mí me gustaría que lo explicaras de alguna manera.
GM. La historia de Macondo y las bananeras es totalmente real. Lo que pasa es que hay un raro destino en la realidad latinoamericana, inclusive en casos como el de las bananeras que son dolorosos, tan duros, que tienden, de todas maneras, a convertirse en fantasmas. Con la compañía bananera empezó a llegar a ese pueblo gente de todo el mundo y era muy extraño porque en este pueblito de la costa atlántica de Colombia, hubo un momento en el que se hablaba todos los idiomas. La gente no se entendía entre sí; y había tal prosperidad, es decir, lo que entendían por prosperidad, que se quemaban billetes bailando la cumbia… Los trabajadores que reclamaron pagos en dinero y no en bonos y lo que pasó fue que el Ejército rodeó a los trabajadores en la estación y les dieron cinco minutos para retirarse. No se retiró nadie y los masacraron…
PERIODISMO Y LITERATURA
VLL. ¿Por qué no nos cuentas cómo conciliaste la actividad periodística con la actividad literaria, antes de escribir “Cien años de soledad”? ¿Crees que estas actividades paralelas dificultaban el ejercicio de tu vocación…?
GM. Mira, durante mucho tiempo creí que la ayudaban, pero en realidad todo dificulta al escritor, toda actividad secundaria. Yo no estoy de acuerdo con lo que se decía antes: que el escritor tenía que estar en la miseria para ser mejor escritor. Yo creo de veras que el escritor escribe mucho mejor si tiene sus problemas domésticos y económicos resueltos, y que mientras mejor salud tenga y mejor estén sus hijos y mejor esté su mujer, dentro de los niveles modestos en que nos podemos mover los escritores, siempre escribirán mejor. […]
Pero tú y Cortázar y Fuentes y Carpentier y otros, están demostrando, con veinte años de trabajo, de romperse el cuero, como se dice, que los lectores terminan respondiendo. Estamos tratando de demostrar que en la América Latina los escritores podemos vivir de los lectores, que es la única subvención que podemos aceptar.
Licenciado en Filosofía y Periodismo*
Tags : Premio Nobel de Literatura 2010, Premios Nobel, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez
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AMERICA por GARCIA MARQUEZ y VARGAS LLOSA
Jorge ZAVALETA ALEGRE¨
(*) Licenciado en Filosofía y Periodismo
Publicado en Cuadernos para el Diálogo del Grupo Cambio16 de Madrid y el Dominical de El Diario El Comercio de Lima.
http://elcomercio.pe/impresa/pdf/1292130000/ECGA121210z10/
http://elcomercio.pe/impresa/pdf/1292130000/ECGA121210z11/
http://elcomercio.pe/impresa/edicion/2010-12-12/ecpr121210z01
http://elcomercio.pe/impresa/notas/dos-vargas-llosa/20101212/682824
http://elcomercio.pe/impresa/notas/dos-premios-nobel-conversan/20101212/682827
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- “….¿Para qué crees que sirves tú como escritor?, preguntó Mario Vargas Llosa.
- “Tengo la impresión de que empecé a ser escritor cuando me di cuenta que no servía para nada… contestó Gabriel García Márquez.
”Ahora, no sé si desgraciada o afortunadamente, creo que es una función subversiva ¿verdad? en el sentido de que no conozco ninguna buena literatura que sirva para exaltar valores establecidos…”, agregó.
Así empezó el diálogo sobre “La Novela en América Latina”, durante las mañanas primaverales del 5 y 7 de setiembre de 1967. Fue en la Facultad de Arquitectura de la UNI, principal centro científico y tecnológico del Perú, cuando ambos ya eran notables novelistas, y años después serían consagrados con el Premio Nobel de Literatura 1982 y 2010.
La Academia Sueca ubicó al colombiano García Márquez en el contexto “de un continente cuya literatura ha conquistado una posición que es seguida con particular interés en la vida cultural de nuestro tiempo". Y al peruano Vargas Llosa “por su cartografía de estructuras de poder y sus mordaces imágenes de la resistencia individual, sublevación y derrota”.
VLL. ¿…Esa inconformidad que expande la literatura en el ámbito social puede ser prevista, calculada por el escritor cuando su libro llegue a sus lectores…?
GM. No. Creo que si eso es previsto, que si es deliberada la fuerza, la función deliberada del libro que se está escribiendo, desde ese momento ya el libro es malo. Pero antes quiero establecer esto: cuando aquí decimos escritor, cuando decimos literatura, nos estamos refiriendo a novelistas y a la novela, porque de otro modo podría prestarse a malas interpretaciones…Creo que el escritor siempre está en conflicto con la sociedad…
VLL. ¿…Qué otros factores serían los preponderantes, que elementos determinarían la realidad de la obra literaria?
GM. A mí lo único que me interesa en el momento de escribir una historia es si la idea de esa historia pueda gustar al lector y que yo esté totalmente de acuerdo con esa historia… Precisamente estoy preparando la historia de un dictador imaginario que se supone es latinoamericano que tiene 182 años…Lo que quiero en este caso, es expresar que la inmensa soledad del poder no hay arquetipo mejor que el del dictador latinoamericano que es el gran monstruo mitológico de nuestra historia.
VLL. Una pregunta más personal…porque al hablar de la soledad yo recordaba que es un tema constante en todos tus libros, inclusive el último se llama, precisamente, Cien años de soledad, y es curioso, porque tus libros siempre están muy poblados o son muy populosos…?
GM. En realidad no conozco a nadie que en cierta medida no se sienta solo. Este es el significado de la soledad que a mí me interesa. Temo que esto sea metafísico y que sea reaccionario y que parezca todo lo contrario de lo que yo soy, de lo que yo quiero ser en realidad, pero creo que el hombre está completamente solo. Creo que es parte esencial de la naturaleza…
VLL...Quisiera que nos hablaras de este elemento que diríamos cultural, qué lecturas influyeron mayormente en ti cuando escribiste tus libros?
GM. Yo conozco mucho a Vargas Llosa y se dónde está tratando de llevarme. Quiere que le diga que todo esto viene de la novela de caballería. Y en cierto modo tiene razón. Uno de mis libros favoritos que sigo leyendo es el Amadis de Gaula y creo que es uno de los grandes libros que se han escrito en la historia de la humanidad, a pesar de que Mario Vargas Llosa cree que es el Tirante el Blanco… Toda esta libertad narrativa desapareció con la novela de caballería, en la que se encontraban cosas tan extraordinarias como la que encontramos ahora en América Latina todos los días. Las relaciones entre la realidad de América Latina y la novela de caballerías son tan grandes…
VLL…Tal vez podrías llegar a hablarnos del realismo en la literatura, cuáles son los límites del realismo y, ante un libro como el tuyo, donde ocurren cosas muy reales, muy verosímiles junto a cosas aparentemente irreales, como esa de la muchacha que sube al cielo en cuerpo y alma, o un hombre que promueve treinta y dos guerras, lo derrotan en todas y sale ileso de ellas…¿Tú crees que eres un escritor realista, o un escritor fantástico o crees que no se puede hacer esta distinción?
GM. No. No. Yo creo que particularmente en Cien años de soledad, soy un escritor realista, porque creo que en América Latina todo es posible, todo es real…Creo que tenemos que trabajar en la investigación del lenguaje y de formas técnicas del relato, a fin de que toda fantástica realidad latinoamericana forme parte de nuestros libros…Asumir nuestra realidad, que es una forma de realidad, puede dar algo nuevo a la literatura universal…
VLL. Hay un capítulo en donde yo creo que tú has descrito con gran maestría el problema de la explotación colonial de América Latina. A mí me gustaría que lo explicaras de alguna manera.
GM. La historia de Macondo y las bananeras es totalmente real. Lo que pasa es que hay un raro destino en la realidad latinoamericana, inclusive en casos como el de las bananeras que son dolorosos, tan duros, que tienden, de todas maneras, a convertirse en fantasmas. Con la compañía bananera empezó a llegar a ese pueblo gente de todo el mundo y era muy extraño porque en este pueblito de la costa atlántica de Colombia, hubo un momento en el que se hablaba todos los idiomas. La gente no se entendía entre sí; y había tal prosperidad, es decir, lo que entendían por prosperidad, que se quemaban billetes bailando la cumbia…Los trabajadores que reclamaron pagos en dinero y no en bonos y lo que pasó fue que el ejército rodeó a los trabajadores en la estación y les dieron cinco minutos para retirarse. No se retiró nadie y los masacraron…
VLL. Dicen que una vez el gobierno brasileño suprimió una epidemia con un decreto..
GM. Volvemos a lo mismo. Lo que pasa es que en América Latina, por decreto se olvida un acontecimiento como tres mil muertos. Empezamos a buscar ejemplos y encontramos miles.
VLL. O sea el episodio de la matanza de los obreros no es solo histórico, sino que…
GM. Mi novela da el número del decreto por el cual se autorizaba para matar a balazos a los trabajadores y da el nombre del general que lo ha firmado y el nombre de su secretario. Eso está en Archivos Nacionales y ahora lo ven en la novela y piensan que es una exageración…
VLL. ¿…Por qué no nos cuentas un poco como conciliaste la actividad periodística con la actividad literaria, antes de escribir Cien años de soledad. Crees que estas actividades paralelas dificultaban el ejercicio de tu vocación…?
GM. Mira, durante mucho tiempo creí que la ayudaban, pero en realidad todo dificulta al escritor, toda actividad secundaria…Yo no estoy de acuerdo con lo que se decía antes: que el escritor tenía que pasar trabajos y estar en la miseria para ser mejor escritor. Yo creo de veras que el escritor escribe mucho mejor si tiene sus problemas domésticos y económicos perfectamente resueltos, y que mientras mejor salud tenga y mejor estén sus hijos y mejor esté su mujer, dentro de los niveles modestos en que nos podemos mover los escritores siempre escribirán mejor. Ahora, también sucede una cosa: que yo podía haber resuelto mi situación de escritor, aceptando becas, subvenciones, en fin todas las formas que han inventado para ayudar al escritor…
VLL. ¿Subvenciones de qué tipo? Porque el hecho de que un escritor leído o auspiciado o alimentado por una sociedad, es también una forma de subvención indirecta…
GM. Pero tú y Cortázar y Fuentes y Carpentier y otros, están demostrando, con 20 años de trabajo, de romperse el cuero, como se dice, que los lectores terminan respondiendo. Estamos tratando de demostrar que en la América Latina los escritores podemos vivir de los lectores, que es la única subvención que podemos aceptar los escritores.
VLL. El público del autor latinoamericano ha crecido enormemente, hay una audiencia realmente asombrosa… ¿Qué piensas tú, en comparación al escritor de hace treinta años?
GM. Yo estoy muy asustado…Creo que hay un factor real. Los escritores de hace treinta años hacían otras cosas. En general escribían los domingos o cuando estaban desocupados. La literatura era su trabajo secundario. Escribían cansados, es decir después de haber trabajado en otra cosa, se ponían a escribir literatura y estaban cansados….Las mejores horas, horas más descansadas hay que dedicárselas a la literatura. Ahora, yo no sé si el fenómeno del “boom” es en realidad un “boom” de escritores o si es un “boom” de lectores ¿Verdad?
VLL. ¿Tú piensas que este movimiento de auge de la literatura latinoamericana se debe principalmente a que los escritores latinoamericanos contemporáneos son más rigurosos con su vocación, es decir se han entregado más?
GM. Creo que es por lo que decíamos antes. Que hemos decidido que lo más importante es seguir nuestra vocación de escritores y que los lectores se han dado cuenta de ello. En el momento en que los libros eran realmente buenos, aparecieron los lectores. Esto es formidable. Yo creo, por eso, que es un “boom” de lectores.
VLL. La mayor parte de los autores latinoamericanos “de moda” diríamos, viven fuera de sus países. Se preguntan si exilio voluntario de estos autores daña de alguna manera el testimonio que ofrecen de su propia realidad. ¿Qué piensas tú del problema?
GM. Tengo catorce años de haber salido de Colombia y sigo viviendo en Colombia, pues estoy perfectamente informado de todo lo que ocurre en el país, mantengo contacto por correspondencia, recortes de prensa y estoy siempre al día en relación con todo lo que sucede allí… En el exterior se goza de cierta impunidad. Yo en París he vendido botellas, en México he escrito guiones de televisión sin firma, es decir cosas que nunca hubiera querido hacer en Colombia…En cualquier parte del mundo donde esté, estoy escribiendo una novela colombiana, una novela latinoamericana.
VLL. A mi parece que la literatura de evasión es una literatura que escapa de una realidad concreta, de una realidad histórica, es menos significativa que busca su material en una realidad concreta.
GM. A mí personalmente esa literatura no me interesa. Pero esto me hace recordar algo que conversamos. Recuerdo que tú llegabas a la conclusión de que los novelistas somos los buitres que estamos alimentándonos de la carroña de una sociedad en descomposición y me parece que sería interesante que recordaras esto que me decías, no se sí lo recuerdas, pero conversamos en Caracas.
VLL. Bueno, pero como el interrogado eres tú…
GM. No. no… es que estoy totalmente de acuerdo con esta idea tuya, podría exponerla yo, pero me parece que eso es una tontería estando delante tú, para que la expongas. Yo soy totalmente solidario.
VLL… Yo creo que estas sociedades que se parecen un poco a los cadáveres son las que excitan más a los escritores, los proveen de temas fascinantes. ¿Tú crees que se puede señalar un denominador común entre todos estos escritores? ¿Cuáles serían las afinidades que hay entre ellos?
GM. Bueno, no sé si sea un poco sofista al decirte que creo que las afinidades de estos escritores están precisamente en sus diferencias. Víctor Hughes es un personaje de Carpentier en el Siglo de las Luces. El coronel Lorenzo Gavilán en La Muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes. Yo introduzco a un personaje que se fue a París y vivió en un hotel de la Rué Dauphine, en el mismo cuarto donde había de morir Rocamadur, que es un personaje de Cortázar…El punto donde quiero llegar es este: la facilidad con que a pesar de las diferencias que hay entre uno y otro, se puede hacer este juego, pasar los personajes de un lado a otro y que no queden falsos.
El día que encontremos ese nivel, escribiremos la novela latinoamericana verdadera, la que sea válida en cualquier país de América Latina a pesar de diferencias políticas, sociales, económicas, históricas…
VLL. Se piensa que el escritor tiene una responsabilidad ante su sociedad, que debe traducirse no solo en obras escritas, sino en actitudes de tipo político. A mí me gustaría que tú explicaras tu posición personal respecto a este problema.
GM. Bueno, antes que todo yo creo que el principal deber político de un escritor es escribir bien.
A mi parece que al escritor no hay que exigirle concretamente que sea un militante político en sus libros, como al zapatero no se le pide que sus zapatos tengan contenido político. Me doy cuenta que el ejemplo es poco superficial, pero no es correcto pedirle al escritor que convierta su literatura en un arma política, porque en realidad si el escritor tiene una formación ideológica y una posición política, como creo que yo la tengo, eso está implicado necesariamente en la obra.
VLL…Podría citarte un ejemplo, el de Borges, digamos. La mayor parte de su obra toca temas que anecdóticamente no podrían ser considerados temas argentinos...
GM. Creo que es una literatura de evasión. Con Borges a mi me sucede una cosa, Borges es uno de los autores que yo más leo y que más he leído y tal vez el que menos me gusta. A Borges lo leo por su extraordinaria capacidad de artificio verbal. Es un hombre que enseña a escribir, es decir que enseña a afinar el instrumento para decir las cosas. Desde ese punto de vista sí es una calificación. Yo creo que Borges trabaja sobre realidades mentales, es pura evasión.
VLL. ¿Qué cosa crees tú que ha quedado de toda esa literatura criollista?. Concretamente de esa generación Rómulo Gallegos, Jorge Icaza, Eustasio Rivera, Ciro Alegría, que en general se puede llamar costumbrista o nativista o criollista…
GM. Yo no quisiera ser injusto. Yo creo que esta generación removió muy bien la tierra para que los que vinieron después pudiéramos sembrar más fácilmente; yo no quiero ser injusto con los abuelos…Creo que la deuda mayor que tenemos los nuevos novelistas latinoamericanos es con Faulkner…Yo creo en la influencia de Rabelais, que no está en lo escrito sino la realidad latinoamericana es totalmente rabelesiana.
VLL. ¿Y cómo nació Macondo?
GM. Fue la vez que regresé con mi madre a Aracataca, el pueblito donde yo nací…No quiero decir que Aracataca es Macondo. Para mi Macondo es el pasado y bien como a ese pasado había que ponerle calles y casas, temperatura y gente, le puse la imagen de este pueblo caluroso, polvoriento, acabado, arruinado… un pueblo que se parece mucho a los pueblos del Sur de los Estados Unidos…Ahora el nombre del pueblo sale de una finca de bananos que estaba muy cerca y que se llama Macondo.
VLL. Ah, el nombre es real.
GM. Sí, pero no es un pueblo. Es una finca que se llama Macondo.
VLL. Ayer nos contastes que después de Cien años de Soledad piensas escribir El Otoño del Patriarca. ¿Podríamos hablarnos de ella?
GM. Soy un poco supersticioso en cuanto anticipar cosas sobre el libro que estoy escribiendo…Yo he seguido buscando el personaje para el cual todo es posible y me parece que fueron los grandes dictadores, pero esos dictadores primitivos llenos de superstición y de magia, de un inmenso poder. Por eso quiero que tenga ciento setenta o ciento ochenta años, no sé cuántos; que su plato favorito sean los ministros de Guerra, conspiradores asados y servidos con ensalada rusa. Entonces he resuelto que sea el gran monólogo, el larguísimo monólogo del dictador mientas está siendo juzgado por un tribunal popular.
Espero que resulte bien y nos veamos entre unos dos o tres años, hablando de El otoño del patriarca.
--
Punto final. Desde hace 43 años, ambos novelistas han seguido escribiendo y acumulando más lectores. Ese Diálogo fue promovido por el entonces Rector de la universidad anfitriona, Arq. Santiago Agurto Calvo y el Decano de la Facultad de Arquitectura Luis Miro Quesada Garland, publicado en discreto tiraje. La síntesis que damos a conocer hoy toma como fuente la 2da Edición, 1991, publicada cuando era Rector - después Ministro de Educación - Arq. Javier Sota Nadal “para que se multipliquen los beneficios de las palabras que intercambiaron en las hermosas mañanas de setiembre del 67”
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viernes, 10 de diciembre de 2010
Créditos:
Foto archivo Gabriel García Márquez, Harry Ransom Center
Redacción Centro Gabo
21 de Enero de 2019
Desde el 2014, en el archivo digital del Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas, es posible acceder a más de 27 mil documentos privados del escritor Gabriel García Márquez. En esos documentos se encuentran manuscritos, fotografías, cartas, borradores y apuntes a través de los cuales los internautas pueden conocer con mayor profundidad la vida y obra del autor colombiano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982.
Desde el Centro Gabo hemos buscado para ti once prólogos de García Márquez que puedes hallar en aquel vasto océano de información, muchos de ellos corregidos con el puño y letra del novelista. Leerlos es una oportunidad para abordar una faceta poco investigada de Gabo y cuya composición narrativa goza del mismo espíritu imaginativo de su literatura y su periodismo.
Compartimos contigo estos once prólogos del escritor colombiano:
1. El paraíso de Abel
Este es un prólogo que García Márquez escribió para el libro Abel Quezada: el cazador de musas publicado en 1989 por la Editorial Joaquín Mortiz. Como un homenaje al caricaturista y pintor nacido en Monterrey, Gabo relata la historia fantástica de un cuadro que le regaló Quezada donde una mujer está bebiendo una copa de vino criollo de una botella a medio vaciar. En las mañanas, la botella del cuadro permanece intacta, pero en las noches el vino desaparece como si la mujer pintada se lo hubiese bebido. Al día siguiente, la botella vuelve a estar a medio vaciar.
Tengo un cuadro de Abel Quezada en el comedor de mi casa. Es el retrato de una mujer de unos cuarenta años sentada junto a una columna roja, solitaria y triste, con una garrafa de vino rosado ya casi vacía y una copa a medio consumir. Lleva una túnica blanca con flores de abril, y un peinado de Mona Maris, y no es posible saber si la luz de sus ojos es por el verde de mar en reposo o por el fulgor de sus lágrimas. Pues tanto su semblante como la soledad de su vino delatan una vieja congoja. De noche, cuando se apagan las luces del comedor, la garrafa está vacía y sólo queda el último sorbo en el fondo de la copa. Pero a la mañana siguiente está otra vez llena hasta la mitad y la copa a medio consumir.
2. El vicio insaciable y corruptor de Ulises
Un prólogo de Gabo escrito en 1998 para la novela Cuatro años a bordo de mí mismo de Eduardo Zalamea quien, en 1947, impulsó la vocación literaria de García Márquez desde la página cultural de El Espectador donde era director. Zalamea tenía una columna diaria titulada “La ciudad y el mundo” que firmaba con el seudónimo de “Ulises”.
En el Centro Harry Ransom el manuscrito del prólogo aparece incompleto, pero es posible leerlo completo en el archivo digital del periódico El Tiempo.
Es difícil concebir un hombre con tantas ideas propias sobre el oficio de escribir, ni más claridad y poder para contagiarlas. Ese modo de ser, más que una pasión, fue en él un vicio insaciable y corruptor que lo atormentó sin pausa ni reposo hasta su muerte inadmisible a los cincuenta y seis años. Los más afortunados fuimos lo que compartíamos con él la tertulia del periódico a las cinco de la tarde, que es una instancia desaparecida en el periodismo de hoy. Tenía un olfato casi sobrenatural para desentrañar las vocaciones ocultas y sustentar las definidas, pero sin un ápice de complacencia. Era el lector más lúcido de manuscritos crudos, y por lo mismo el más temible. Sin términos medios, pues lo mejor de su corazón fue la voluntad radical con que nos convencía de romper los borradores que no le parecían dignos de publicarse. Lo que se opone a lo bueno -solía citar- no es lo malo sino lo mediocre. O de otro modo: un escritor es más valiente por lo que se atreve a romper que por lo que se atreve a publicar.
3. Fidel Castro: el oficio de la palabra hablada
Escrito en 1988 para libro-reportaje del periodista italiano Gianni Mina, Habla Fidel, este prólogo ahonda en la figura del dirigente cubano Fidel Castro y su habilidad para construir y pronunciar discursos. Un retrato íntimo narrado por el escritor colombiano.
Dos cosas llamaron la atención de quienes oíamos a Fidel Castro por primera vez. Una era su terrible poder de seducción. La otra era la fragilidad de su voz. Una voz afónica que a veces parecía sin aliento. Un médico que lo escuchaba hizo una disertación tremendista sobre la naturaleza de esos quebrantos, y concluyó que aun sin discursos amazónicos como el de aquel día, Fidel Castro estaba condenado a quedarse sin voz antes de cinco años. Poco después, en agosto de 1962, el pronóstico pareció dar su primera señal de alarma, cuando se quedó mudo después de anunciar en un discurso la nacionalización de las empresas norteamericanas. Pero fue un percance transitorio que no se repitió. Han transcurrido 26 años desde entonces, Fidel Castro acaba de cumplir sesenta y uno, y su voz parece todavía tan incierta como siempre, pero continúa siendo su instrumento más útil e irresistible para el muy delicado oficio de la palabra hablada.
4. Gorgoni, el espía bueno
Prólogo al fotógrafo italiano Gianfranco Gorgoni en su libro Cubano 100%. Data de 1997. Allí Gabo hace una breve reseña de la historia de los grandes fotógrafos del siglo XX para después centrarse en el trabajo de Gorgoni sobre la vida cotidiana en Cuba.
Aquel Primero de Mayo de su primera visita, Cuba empezaba ya a superar la mala época en que las muchachas se pintaban una raya en las pantorrillas, para que pareciera la costura de unas medias que no tenían, había que hacer cola hasta para conseguir un sitio en las colas, y no era extraño encontrar por la calle un automóvil sin puertas cuto conductor iba sentado en una silla de comedor. Los cubanos habían aprendido a sobrevivir al bloqueo impuesto por los Estados Unidos doce años antes, y la Cuba nueva empezaba a mostrar una cara distinta. Pero el pudor continuaba. Es muy difícil fotografiar a Cuba, porque los orgullosos cubanos son muy reticentes a mostrar las carencias que tantos años de bloqueo les han causado. Gorgoni, sin embargo, tomó su primera foto desde que llegó al aeropuerto, y diez años después había tomado más de 12000. Una selección drástica de ellas, son las 200 de este libro. Pocos extranjeros han tenido ocasión de ver tan de cerca estos años de consolidación.
5. Historia secreta de un gran cuadro
En este prólogo escrito en 1991 para el libro Alejandro Obregón, García Márquez cuenta las diferentes aventuras que vivió junto al pintor colombo-español, destacando la historia de un autorretrato de Obregón que el artista terminó a tiros y que luego regaló a Gabo. Es un prólogo perfecto para conocer la personalidad de Obregón y sus particulares métodos de trabajo.
Sucedió la noche de Año Nuevo de 1979, en Cartagena de Indias, cuando dos mujeres muy cercanas a Obregón, en medio de la fiesta familiar, se pasaron de tono en una disputa sobre cuál de las dos era la dueña del autorretrato todavía olorosa a trementina. «Sentí que el cuadro se estaba volviendo más importante que yo», me dijo Obregón. «De modo que resolví matarlo». Sacó un revólver Smith & Wesson, negro, 38 largo, cañón largo, con cachas de madera, y disparó contra el lienzo la carga completa de balas blindadas. El primer tiro dio en el centro del ojo único. El segundo y el tercero, disparados con el pulso firme y una puntería escalofriante de cazador maestro, entraron por el mismo agujero. La fiesta familiar del Año Nuevo se acabó, por supuesto, pero la disputa se acabó también para siempre. Nadie se atrevió a hablar más del cuadro delante de Obregón, aunque de ningún otro se habló tanto a sus espaldas.
6. La función comienza cuando se llega al cuento
“La función comienza cuando se llega al cuento” es una reflexión de Gabo sobre el exilio de los latinoamericanos escrita en 1977 para abrir la publicación ¡Exilio!, de los escritores Lizandro Chávez Alfaro, Poli Délano, Miguel Donoso Pareja, José Luis González, Pedro Orgambide y Dimas Lidio Pitty. Un prólogo sobre el viaje, la distancia y la nostalgia.
Para muchos latinoamericanos tal vez el exilio ya sea la patria. Sobrevivientes del genocidio, la tortura o la cárcel, vagabundos en París o en Nueva York, peones golondrinas, militantes políticos, becarios conspiradores, compañeros efímeros que uno encuentra en Suecia o en México; obreros, escritores, estudiantes, forman –formamos– una legión errante que se identifica por ciertos rostros de desdicha o de furia fecunda, y a veces también por la risa de los viejos chistes repetidos hasta el cansancio, y viajes y migraciones voluntarias o impuestas por la patria ajena y ancha del mundo.
Todos se conocen. Todos se preguntan por un trabajo, por una visa, por un lugar donde vivir, por los amigos invisibles que ya no viajan porque ya no podrían viajar sino en los sueños de los que sobreviven. Ese es el exilio. Y también los encuentros fugaces, la calle de una ciudad que se parece tanto a la de uno, pero que no lo es, aunque todas sean la misma esquina del mundo…
7. Memoria de Antonio en su mecedora de navegar
Escrito en 1993 para el libro En canoa del Amazonas al Caribe, este prólogo relata los pormenores fantásticos que antecedieron al científico cubano Antonio Núñez Jiménez en su expedición de tres mil cuatrocientas ochenta y cinco leguas náuticas en canoa desde el Amazonas a Cuba, a través de veinte países. Un texto sobre el poder de la imaginación y la aventura que recuerda, en algunos apartes, los viajes de Melquíades y las expediciones de José Arcadio Buendía.
Antonio llegaba siempre cargado de cosas que parecían recatadas de los naufragios que iba a padecer: un banderín de señales, una camiseta con el escudo de su heráldica personal, botas a prueba de serpientes, artes de pescar fabricadas con hilos y huesos primarios para engañar a los peces de la Edad de Piedra con que pensaban sobrevivir. Apartaba los platos, los cubiertos, la canasta del pan que ya estaban puestos para empezar a cenar, y extendía en la mesa un mapa dibujado en sus delirios equinocciales por los cartógrafos de Orellana, o de Magallanes, o tal vez de don Enrique el Navegante, de quién sabe quién, y el comedor de se llenaba de rugidos de fieras mitológicas, de canciones de caníbales heridos de amor, de blasfemias de misioneros desmoralizados por no encontrar a Dios en los infiernos de la Amazonia.
8. Mi amigo Mutis
Originalmente se trató de un discurso de García Márquez pronunciado el 25 de agosto de 1993 en la Casa de Nariño durante la celebración del cumpleaños número setenta del poeta Álvaro Mutis. Cuatro años después, el discurso sería usado como prólogo para el libro La mansión de Araucaíma y otros relatos, publicado en 1997. En “Mi amigo Mutis”, Gabo narra su relación con el poeta colombiano, la amistad que los une y el valor de su obra, tanto en el ámbito de poesía como en el de la narrativa.
Nadie puede imaginarse cuál es el altísimo precio que paga Álvaro Mutis por la desgracia de ser tan simpático. Lo he visto tendido en un sofá, en la penumbra de su estudio, con un guayabo de conciencia que no le envidiaría ninguno de sus felices auditores de la noche anterior. Por fortuna, esa soledad incurable es la otra madre a la que debe su inmensa sabiduría, su descomunal capacidad de lectura, su curiosidad infinita, y la hermosura quimérica y la desolación interminable de su poesía.
Lo he visto escondido del mundo en las sinfonías paquidérmicas de Bruckner como si fueran divertimentos de Scarlatti. Lo he visto en un rincón apartado de un jardín de Cuernavaca, durante unas largas vacaciones, fugitivo de la realidad por el bosque encantado de las obras completas de Balzac. Cada cierto tiempo, como quien va a ver una película de vaqueros, relee de una tirada En busca del tiempo perdido. Pues una buena condición para que lea un libro es que no tenga menos de 1.200 páginas. En la cárcel de México, donde estuvo por un delito del que disfrutamos muchos escritores y artistas, y que sólo él pagó, permaneció los dieciséis meses que él considera los más felices de su vida.
[…] Basta leer una sola página de cualquiera de ellos para entenderlo todo: la obra completa de Álvaro Mutis, su vida misma, son las de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido. Es decir: Maqroll no es sólo él, como con tanta facilidad se dice. Maqroll somos todos.
9. Prefacio para un nuevo milenio
Otro discurso transmutado en prólogo. Gabo lo escribió en 1990 para inaugurar la exposición de arte titulada “Figuración y fabulación: 75 años de pintura en América Latina, 1914-1989”, a cargo de Milagros Maldonado. Allí el escritor colombiano resalta el poder transformador de la imaginación en América Latina de cara al siglo XXI.
Entramos, pues, en la era de la América Latina, primer productor mundial de imaginación creadora, la materia básica más rica y necesaria del mundo nuevo, y del cual estos cien cuadros de cien pintores visionarios pueden ser mucho más que una muestra: la gran premonición de un continente todavía sin descubrir, en el cual la muerte ha de ser derrotada por la felicidad, y habrá más paz para siempre, más tiempo y mejor salud, más comida caliente, más rumbas sabrosas, más de todo lo bueno para todos. En dos palabras: más amor.
10. The alchemist in his lair
Un prólogo de García Márquez que el Centro Harry Ransom conserva en inglés. Fue escrito en 1980 para la inauguración de una exposición de arte del pintor colombiano Darío Morales. Cuenta el crecimiento de Morales como artista, sus viajes fuera del país (especialmente Francia) y sus mujeres de óleo.
Somebody tried to convince Darío Morales that it was useless to suffer such hardships and counseled to return home to Cartagena de Indias, the noisy Caribbean city of his birth, where it would be easier to him to make ends meet. Darío Morales turned down the advice with a cryptic argument: “Wherever I go, I will always be the same”. In Paris he could, at least, feed upon languid writers called spiritual nourishment: he had the opportunity to see with his owns eyes, whenever he desired, the finest paintings in the world. What’s more, at the time he’d just read an evening paper that the Laint Quarter alone harbored eleven thousand anonymous painters from all corners of the globe who lived under the same conditions as he, and not one of them, as far as any statistician could remember, had ever died of hunger. This news made him feel less alone, which is extremely cheering when you’re young and in Paris with nothing to eat.
11. Tomás Sánchez
Este texto de García Márquez escrito en el 2002 prologó un catálogo de pinturas del artista Cubano Tomás Sánchez, a quien Gabo considera un autor de paisajes proféticos.
Creo que el destino de Tomás Sánchez es crear con su obra el modelo del mundo que debemos construir de la nada después del Juicio Final. La idea se le ocurrió a un viejo crítico que se había propuesto explorar trazo por trazo los paisajes milimétricos de Tomás Sánchez para descubrir los secretos de su arte, y todavía no ha vuelto a casa. Empezó por extraviarse en el ámbito de las hojas más cercanas, copió sus nervaduras geométricas, sus estomas sedientos, creyendo divagar por un bosque fácil cuyo mérito se fundaba en la repetición, y terminó por descubrir lo contrario: no había dos hojas idénticas.
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