Papel de Arbol

martes, 18 de abril de 2017

LA LECCION MUSICAL DE TURQUIA


Jorge Zavaleta  Alegre /Nueva York.
La música turca es, al igual que la árabe y la persa, uno de los principales “dialectos” del lenguaje musical propio de los países musulmanes. Música popular como la de Zara Zamani Gelda o  de Mozart, con la Marcha Turca, expresan la inmensa riqueza musical de este país.

Cuando uno escucha a Zara Zamani Geldi, cantante y actriz turca,  quien  ganó la Mariposa de Oro por "Mejor Cantante de Música Popular Turca", cualquier latinoamericano debería sentir  cuan poco o nada realizan los países de esta parte del planeta para promover su  rica tradición musical, salvo Argentina, Cuba,  Colombia, Bolivia o Chile.

Zara  Geldi,  es considerada como una artista representativa de la música de su país. La música popular tradicional (Türk halk müziği), menospreciada e ignorada durante siglos, ha sido recuperada por musicólogos y folkloristas. Representa la esencia de tradición nacional, es de origen asiático y no conserva elementos de la antigua Grecia. En ella encontramos una parte profana, que aún hoy suele interpretarse al aire libre con instrumentos ruidosos, en unos casos el davul y en otros, la zurna, y otra religiosa.

Zara Geldi o Nese Yilmax, confiesa a los periodistas en un teatro de Nueva York, que  fue estudiante en el conservatorio estatal de la universidad técnica de Estambul. Fue en el departamento de la música vocal, cuando ganó un  concurso  nacional de la escuela secundaria de la música y de la danza popular como solista musical turco del folk del sexo femenino.

Ella nació  en Estambul, Turquía  y estuvo casada solo cinco años con el propietario de la compañía de grabación İskender Ulus. Su talento  se  pone en evidencia cuando interpreta  la música tradicional turca, la cual recibe constantemente numerosas influencias culturales,  que se superponen a las islámicas más ancestrales y a las propias de Anatolia, y entre ellas no faltan, por supuesto, las modernas aportaciones de la música Europea.

Albert Lázaro-Tinaut, explica que algunos juglares interpretan la música con instrumentos de cuerda pinzada. La mayor parte de estos instrumentos, como veremos más adelante, se usaba en el antiguo Imperio otomano.

La música profana encuentra su más alta expresión en las bodas, ceremonias que pueden llegar a durar hasta una semana. La música religiosa, en cambio, es más discreta y queda relegada, sobre todo, a algunas cofradías sufíes.

En las regiones de Esmirna, Aydin y en algunas zonas montañosas, es frecuente que estas danzas sean interpretadas por grupos folklóricos asociativos. Mustafa Kemal Atatürk planeó incluso establecer una danza nacional basada en el zeybek para la Turquía republicana, de la que es considerado fundador en 1923.

Las influencias de la música clásica otomana son muy diversas, al igual que las de la música popular: bizantina, turca, árabe, persa, armenia e incluso zíngara. Esta variedad de inspiraciones hizo que los otomanos fueran los primeros en utilizar una notación musical sistemática en el mundo musulmán.

Según musicólogos turcos, habría que buscar los orígenes de la música otomana en la época del Imperio selyúcida (entre los siglos XI y XIII), aunque su refinamiento tendría lugar más tarde en las grandes ciudades, sobre todo en Constantinopla, de donde le vendría esa condición elitista. Mientras tanto habría evolucionado de algún modo a través de la música popular anatolia relacionada con el ámbito religioso y militar (de ésta procedería la mehter takımı, la música marcial otomana).

 Albert Lázaro-Tinaut, en una profusa investigación  de la música, destaca el artículo de Mario Scolas “Les musiques en Turquie” (en Last night in Orient, 25 de diciembre de 2007) y  habla en plural  cuando se refiere a  las músicas turcas, porque  ratifica que hay diversos elementos que han ido surgiendo a lo largo de los siglos para configurar el conjunto de la cultura musical popular del Asia Menor.

Al hablar de Asia Menor  encuentra elementos procedentes de otros pueblos del antiguo Imperio otomano, que van desde la música persa hasta influencias balcánicas, o que son herencia del aún más antiguo Imperio bizantino. En Turquía también son muchos los tipos de danza tradicional que se conservan.Resultado de imagen para constantinopla fotos


Estambul (las antiguas Bizancio y Constantinopla) puede considerarse, en cierto modo, la síntesis de esa diversidad. Puesto que el Imperio otomano se extendía por los territorios de treinta y cinco estados actuales, y que en Constantinopla, su capital, había gentes procedentes de todos ellos.  Estambul continúa siendo tan cosmopolita como antes, y quienes llegan a ella actualmente proceden de todos los rincones de Turquía, pero también de los Balcanes, el Cáucaso, el Asia central turcófona y el Próximo Oriente.

Aumentan los jóvenes sin estudios que ni tienen trabajo ni lo busca



CAMBIO FINANCIERO
POR JUAN E. BALLESTEROS
Cambio16, Madrid
12/4/2017 
El bajo nivel educativo es el principal obstáculo de los jóvenes para encontrar empleo, una circunstancia que se ha convertido en un fenómeno estructural y que se ha agudizado durante la crisis económica y que se agravará ante la perspectiva de un colectivo de desempleados que ni tiene trabajo ni lo busca, lo que puede conducir no solo a la exclusión laboral sino también social, según la principal conclusión del estudio ‘Paro juvenil y pobreza, ¿un problema estructural?’, realizado por el Observatorio Social de ”la Caixa” con el objetivo de analizar la incidencia de la recesión en el mercado laboral y las consecuencias que se derivan para los jóvenes menores de 30 años.

Este informe identifica los argumentos que esgrimen los jóvenes para no participar activamente en la búsqueda de un empleo. El primero de ellos es su propia condición de estudiantes, ocupación que les impide dedicarse a otra actividad, aunque también esgrimen razones que tienen que ver con la enfermedad o incapacidad propia y el cuidado de algún familiar.

Independientemente del ciclo económico, la tasa de empleo de las personas con estudios básicos no llega al 60% en los momentos centrales de sus vidas, mientras que la de aquellas que tienen estudios superiores alcanza el 90%.

Según Begoña Cueto, profesora de Economía Aplicada en la Universidad de Oviedo, y autora del trabajo ‘Bajo nivel educativo, baja participación laboral’, hacen falta políticas de empleo diferenciadas dirigidas especialmente a los jóvenes con bajo nivel educativo. El número de jóvenes que ni tiene trabajo ni lo busca para poder seguir estudiando se disparó del 36% en el año 2006, coincidiendo con el inicio de la crisis económica, al 51,8% en 2016. Esta causa la esgrimen fundamentalmente los jóvenes que cursan estudios secundario.

En cuanto a los que solo tienen formación primaria, las excusas para estar inactivo tienen que ver con la incapacidad y la enfermedad, argumento que utilizan el 28,5% de los hombres y el 17,2% de las mujeres. El cuidado de personas dependientes y las responsabilidades familiares o personales afectan al 35,8% de los que tienen un nivel de estudios más bajo.

Durante la recesión, la tasa de empleo de los menores de 30 años se ha reducido entre 25 y 30 puntos en la población que dispone de estudios primarios; 20 puntos entre los que tienen la ESO, y 10 puntos entre los que cuentan con estudios superiores.

Almudena Moreno, profesora de Sociología de la Universidad de Valladolid, es la autora del trabajo ‘El reto de la Garantía Juvenil’, en el que aborda la incidencia en el mercado laboral de este programa puesto en marcha por la Unión Europea y su escasa eficacia entre los jóvenes que no desarrollan ninguna actividad. Su idoneidad como instrumento para conseguir empleo es menor que en otros países de nuestro entorno, por lo que es aconsejable tomar medidas para hacerlo más efectivo, dotarlo de recursos y evaluar mejor los resultados.

Juan Emilio  Ballesteros:
El equipo directivo de la redacción de Cambio16 se completa con Juan Emilio Ballesteros, como jefe de Cierre y Publicaciones, función que se amplía  con la de secretario del Consejo Editor. Nacido en Sevilla en 1960, cursó la carrera de Periodismo en la Universidad de Navarra y la Complutense de Madrid. Ha trabajado para Radio Cadena Española, Diario Nueva Andalucía y Diario 16, donde llegó a ser redactor jefe. Se incorporó a Cambio 16 en 1998. Es autor del libro El Sindicato Clandestino de la Guardia Civil (Ediciones B, 1990).