ESPECIAL PARA EL MERCURIO
Jorge Zavaleta Alegre -
Lima-La Paz-Madrid.-
El 17 de julio de 2015 es una fecha clave signada por la
integración regional. En la 48ª Cumbre Presidencial del Mercosur, en Brasilia,
fue incorporado Bolivia. Los cinco miembros del Mercosur firmaron el Protocolo
de Adhesión. Queda pendiente la ratificación parlamentaria de Paraguay, Bolivia
y Brasil como lo hicieron Argentina, Uruguay y Venezuela.
La integración tiene como eje central a las instituciones. El
Mercosur ampliado cobra una nueva dimensión con la presencia de Bolivia si
junto a la Argentina y Venezuela, más Uruguay y Paraguay buscan reflotar las
negociaciones bilaterales con la UE respecto al Tratado de Libre Comercio (TLC).
Si bien la presidenta
de Brasil ve con ojos favorables, vive una clara ruptura a un grueso sector. El
gobierno argentino cree que el ingreso
de Venezuela como el de Bolivia constituyen un paso agigantado hacia la
integración bajo la bandera de la unidad merco sureña.
Para los especialistas, el Mercosur es una unión aduanera
imperfecta dado que se han eliminado aranceles para comercializar entre las
partes y se propicia un arancel externo común (AEC) no llegándose aún a
consensuar para el 100% de las posiciones arancelarias.
Tabaré Vázquez desde Uruguay resaltó la clara ausencia de
libre circulación de bienes, servicios y factores productivos tal como lo
establece el Art. 1º del Tratado de Asunción. No se ha cumplido el acuerdo de la coordinación de
políticas macroeconómicas.
El gobierno boliviano espera ventajas comerciales
sustanciales para la oferta nacional en productos no tradicionales. Pese a
ello, la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB) puso reparos
en el ingreso indiscriminado de manufacturas, principalmente de Brasil y
Argentina.
Bolivia aspira
un régimen preferencial que permita a la manufactura boliviana ingresar a los
mercados de Brasil y Argentina en las mismas condiciones vigentes para el
Paraguay. Que se respete la doble pertenencia de Bolivia a la Comunidad Andina
(CAN) y al Mercosur. El levantamiento de las barreras paraarancelarias
aplicadas a la oferta de Bolivia en el bloque. Y generar condiciones en pos de
proteger a la industria nacional.
En términos económicos el mayor intercambio Bolivia –
Mercosur está dado por el gas, representa el 94% de las ventas. El restante 6%
está conformado por leche en polvo, bananas frescas, aceites crudos de petróleo
y sulfato de bario natural, entre otros.
El Ministério das Relações Exteriores Palacio Itamaraty
considera que uno de los mayores inconvenientes y a la vez desafíos para el
bloque es la ausencia de la dinámica comercial debido al fuerte proteccionismo
explicado en parte por las barreras paraarancelarias.
El comercio intra y extra-Mercosur marcan la debilidad de
este bloque. Urge una reorientación de
las iniciativas integracionistas regionales, para que las dimensiones jurídica
y comercial avancen en paralelo.
La meta es enfocarse en la complementariedad productiva entre
los países que integran el Mercosur para negociar con mayor eficacia frente a
otros bloques como puede ser la Unión Europea y la Alianza del Pacífico. Se
trata por tanto de un esquema de integración regional que hay que potenciar y mejorar.
ALIANZA DEL PACIFICO
¿Es una herramienta para competir con el proceso de
integración actual, donde el Mercosur y la Unasur marcan un contenido inédito
para la región?, se preguntan los interesados en un solo bloque latinoamericano
o por quienes cuestionan el MERCOSUR. Otra
interrogante es si AP representa un intento por abrir las economías
americanas a la potencialidad del sudeste asiático.
Alianza del Pacífico es una modificación de Aladi o solo es
un argumento para una articulación política. Fue constituida en el año 2011 por
Colombia, Perú, Chile y México, y su base conceptual está claramente referida
al libre comercio, en contraposición a las políticas del Mercosur que buscan en
la integración productiva y en el comercio intrarregional la base de la
constitución de un polo que es, ya hoy, la quinta economía del mundo.
La Alianza del Pacífico no constituye una única herramienta
en la geopolítica del Departamento de Estado sino que se vertebra con otras
iniciativas que desde antes de la década del ’90 se vienen adoptando para
consolidar el modelo neoliberal: la absorción de Canadá al modelo productivo
estadounidense y luego el Nafta, donde se incorporó a México en ese esquema.
Desde el año 2002 en adelante involucraron a gran parte de
las naciones de América Central, Chile, Perú y Colombia, entre otras. Perú,
Chile y México mantienen relaciones o forman parte del Acuerdo Estratégico
Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), constituido en el año 2006, que
nuclea entre otras naciones a Japón, Nueva Zelanda, Malasia y Singapur, y que
no incorpora a China en dicha estructura.
La geopolítica del gobierno estadounidense y de la derecha
norteamericana está desplegada en el escenario internacional. Desde esta óptica
los gobiernos populares se fueron fortaleciendo en la región y el Mercosur
comenzó a plantearse, no ya como un acuerdo aduanero y comercial sino en su
matriz política, social y cultural. Esta acción
hasta el día de hoy continúa, más allá de las lógicas diferencias y
asimetrías que existen en su seno.
Se conformó la Unasur y luego la Celac, que terminaron por
generar una nueva institucionalidad pensada en la perspectiva de la generación
de empleo, de la inclusión social, de la distribución de la riqueza, de la
integración productiva, de la potenciación del mercado regional, de la
complementariedad entre pueblos y gobiernos.
OBJETIVOS OPUESTOS
Estudios de escuelas
de economía de prestigiosas universidades de la Región
y de los EEUU afirman que el
Mercosur y la Alianza del Pacífico representan dos procesos de génesis
diferentes, con objetivos muy distintos y que implican modelos de sociedad en
beneficio de sectores sociales disímiles.
Aquellos que quieren ser “observadores” en la Alianza del
Pacífico son absolutamente funcionales a la política neoliberal que los Estados
Unidos impulsan. No parece ser éste el tiempo de las ambigüedades, o de querer
quedar bien con todos, precisa el Centro de Estudios del Sur y diversos expertos consultados.
En resumen el Mercosur atraviesa por dificultades, a las que no son ajenas otros procesos de integración de América Latina. En los últimos años se han suscitado cambios en las estrategias de inserción de los países de la región, los que muestran algunas diferencias en cómo relacionarse con las economías desarrolladas como Estados Unidos y la Unión Europea y más recientemente con Asia Pacífico, explica por ejemplo Ignacio Bartesaghi desde la Universidad Católica del Uruguay. Entre Mercosur y la Alianza del Pacífico y Mercosur hay más diferencias que coincidencias.
El Mercosur y la Alianza del Pacífico representan los dos
modelos de inserción internacional de la región, lo que lleva a preguntarnos si
realmente se está frente a dos procesos con características tan distintas.
El Mercosur ha demostrado muchas dificultades para dar
cumplimiento a sus objetivos originarios, lo que ha generado un profundo debate
sobre su viabilidad, si bien debe reconocerse que dicho debate no tiene la
misma intensidad en todos los miembros.
Por otra parte, en América Latina se han suscitado cambios
muy profundos en las estrategias de inserción desplegadas por los distintos
países de la región, evidenciándose diferencias profundas en este aspecto,
hecho que se ve potenciado en una región en donde aún se disputan los
liderazgos, especialmente entre Brasil y México.
Incluso, se dieron
quiebres en algunos de los procesos de integración de referencia, como lo fue
el caso de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) a partir del alejamiento de
Venezuela. Es precisamente a partir de la Declaración de Mar del Plata del año
2005, que los países de América Latina mostraron sus diferente intereses en
cuanto a la estrategia de inserción más conveniente para sus Planes de Desarrollo.
En efecto, mientras Chile, Colombia, Perú y México, tienen
acuerdos de libre comercio o de asociación con Estados Unidos, la Unión Europea
(UE) y con otros países de Asia Pacífico (región a la que en los últimos años han
definido como estratégica), los países del Mercosur priorizaron la integración
más en una Clave política que económica (Unión de Naciones Suramericanas) y
hasta la fecha no han cerrado acuerdos comerciales de impacto económico y
comercial con Estados Unidos, Europa o Asia Pacífico.
Existe pues una contraposición entre dos modelos de
inserción, que enfrentó al menos en
algunos discursos, a los países del ALBA + Mercosur frente a los de la Alianza
del Pacífico. La UNASUR sería el ámbito donde los países de los dos modelos se
encuentran, si bien la importancia que los distintos Estados le adjudican. Dicho
proceso difiere sustancialmente, especialmente desde el momento en que México
no lo integra.
Las diferencias entre los modelos de la AP y el Mercosur no
son tan profundas, siendo más claras entre el primer bloque y el Alianza
Bolivariana para los Pueblos de América.
Las primeras diferencias entre los modelos de inserción
seguidos por los Estados de AL comenzaron a evidenciarse con el fracaso del
ALCA, lo que es natural si se tiene en cuenta que se pretendía negociar un
acuerdo entre todos los países de América, es decir que se debían marcar
posiciones comunes con Estados Unidos.
El éxito de dicho acuerdo habría permitido, quizás, replicar
el mismo modelo con Europa, región con la que también se negoció separadamente años
después.
Más allá de lo que puede definirse como el detonador de las
complicaciones en la CAN, especialmente
por el acercamiento de Perú y Colombia con Estados Unidos, las dificultades que
presenta el mencionado proceso de integración tienen que ver con el
incumplimiento de sus objetivos originarios y con una progresiva politización
del proceso de integración, fenómeno también característico de otros acuerdos
de integración de América Latina como el Mercosur.
La creación del ALBA en 2004, impulsada por Venezuela es un ejemplo de lo acontecido. Este
acuerdo, conformado por Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Dominica,
San Vicente y las Granadinas y Antigua Barbuda, es presentado como una
alternativa al fallido ALCA. No obstante, este acuerdo está subyacente debido a
los TLC firmados por Estados Unidos con varios países de la región, concluye un estudio de la Universidad de Chile.
Es un hecho que los socios de la AP muestran políticas
comunes, especialmente las de corte neoliberal en el manejo de su política
exterior pero algunas contrarias sustancialmente con Estados Unidos debido a la
retórica de Venezuela con dicho país y en menor medida por la posición de
Bolivia y Ecuador con la principal potencia.
Respecto a la Unión Europea, la situación es bien distinta,
tanto que Ecuador como Bolivia, este último con menos énfasis, siguen
negociando con la contraparte europea. El Arco del Pacífico, un antecedente
directo de la AP, fue una iniciativa impulsada por Colombia y Perú entre los
años 2006 y 2007 luego del alejamiento de Venezuela de la CAN y del G3. Una de
las características del Arco del Pacífico, que aglutina a países tanto de la AP
como del ALBA y la UNASUR.
La AP nace de una iniciativa del ex presidente peruano Alan García Pérez que propuso conformar un área de integración profunda entre Chile, Colombia, Perú, México, Ecuador y Panamá. El término integración profunda fue definido como la libre circulación de bienes, servicios, personas y capitales, que supone la implementación de un mercado común.
Otro de los objetivos centrales es que el bloque apuesta a
convertirse en una plataforma de proyección política y comercial con miras al
mundo, dando especial importancia a la región Asia Pacífico.
Mientras que la AP no se consolide y comience a dar
cumplimiento a sus objetivos, a partir
de las características de sus miembros en clave de sus políticas económicas comerciales
es de especial importancia, pues actualmente es en definitiva de lo que se
debate.
Respecto a la
institucionalidad pretendida, por el contrario, otros autores consideran que el
mencionado punto es una debilidad, en el entendido que para enfrentar una
instancia de integración tan profunda como un mercado común, es condición
necesaria la creación de órganos supranacionales, los que al menos hasta el
momento no han sido diseñados por la AP.
En los dos casos hay dos potencias que marcan la diferencia
en cuanto al peso económico y comercial. En efecto, Brasil explica el 71% del PIB
del Mercosur y México el 58% de la AP. Cabe resaltar que el Mercosur supera a
la AP en términos de PIB, representando el 56% del total de AL, frente al 35%
de la Alianza.
BRASIL Y MÉXICO
Brasil explica que es necesario tener en cuenta que México
integra la ALADI y fue socio originario de la ALALC. La política exterior de
México fue cuestionada por otros países de la región durante las negociaciones
para conformar el ALCA, acuerdo que si bien fue impulsado por Estados Unidos,
fue defendido por las autoridades y negociadores mexicanos. Dicho modelo fue
descartado en 2005 con la Declaración de Mar del Plata, que enfrentó las
posiciones del Mercosur más Venezuela, con las de México y algunos países
andinos como Colombia y Perú.
El escenario pos ALCA llevó a un quiebre de la política
exterior de los países de la región, gestándose como resultado un nuevo
entablado de países más afines a la apertura comercial con los países
desarrollados, siendo los que en definitiva integran la AP o están en proceso
de hacerlo.
Por tanto, más allá de que los objetivos pretendidos por la
Alianza coinciden con la política económica mexicana impulsada desde la década
del noventa en adelante, sí es razonable pensar que dicho país tiene interés en
acercarse a AL a través de Chile, Colombia y Perú.
No hay que olvidar que la creación de la UNASUR como
plataforma política de Brasil en América del Sur, que excluye a México, es una
clara señal de la vigencia de este análisis y del papel que tanto para México
como para Brasil presenta la AP.
En lo que refiere a la importancia que para México tiene la Alianza, desde el
propio país se plantean algunas dudas, sustentando las mismas en la falta de
liderazgo de México en los orígenes de la AP, pero también en sus antecedentes más
directos como el Arco del Pacífico, hoy
riesgosamente concentrados en Estados Unidos.
Por su parte, la misma Secretaría de Economía de México, en
el 2012, entiende que “la participación
de México en la Alianza del Pacífico forma parte de la estrategia de
negociaciones comerciales internacionales que esta Administración ha venido
implementando para fortalecer la integración con América Latina”.
Más allá del debate sobre la posición de México en el acuerdo
o sobre la importancia otorgada al proceso en su política exterior, debe
reconocerse que el impacto del proceso de integración, en especial en términos
de su contraposición con el Mercosur y el ALBA, no hubiera sido el mismo si
México no formara parte de la Alianza.
Todos los procesos de AL prácticamente sin excepción, han
dejado por el camino el cumplimiento de gran parte de sus objetivos
originarios. Es el siglo de las definiciones que apunten a resolver el drama
social que viven los pueblos en
una economía neoliberal que va dejando países paralizados sin oferta
para sus productos agrícolas
y mineros sin transformación. Y sin posibilidades de modernización tecnológica
por la mínima inversión en educación, salud y universidades de
escasa capacidad para enfrentar
la revolución científica que lidera
el Norte desarrollado.
Fuentes consultadas:
Montevideo, Uruguay:
CEFIR.
Bartesaghi, I (2013). Mercosur ¿hacia un foro político?
Boletín Mercosur ABC Integración Productiva.
Bernal - Meza, R. (2013). Modelos o esquemas de
integración UNASUR, Alianza del Pacífico, ALBA, CELAC. Ibero-Amerikanisches
Institut.
López Sinesio, Director de la
Escuela de Ciencias Políticas de
la Universidad Católica del Perú, asesor
del movimiento Ciudadanos por el cambio, que alienta una
candidatura femenina con vocación y formación a la presidencia del Perú junto con los más
destacados movimientos y líderes Regionales
que hoy gozan de amplia simpatía popular.