Francisco
Carranza Romero
Voz
valiente de una mujer
Hay
libros que hablan como los seres humanos porque nos transmiten informaciones
que motivan la reflexión y despiertan los sentimientos (alegría, tristeza y enfado).
Es el caso del libro “Hilos de mi vida” de Hilaria Supa Huamán (2010, Ediciones
del Congreso del Perú). La autora narra su vida desde sus primeros años en su
pueblo natal (Huayllaccocha, entonces una hacienda en el distrito de
Huarocondo, provincia de Anta, departamento de Cuzco, Perú), de sus
experiencias como trabajadora doméstica desde antes de tener diez años, de su maternidad,
de sus esfuerzos para no seguir siendo iletrada, de soportar los insultos y
desprecios por ser diferente a las citadinas (indumentaria y hablar el quechua).
Desde
el inicio ella nos advierte: “Yo no cuento mi historia para que me digan: “Ay
pobrecita, todo lo que le ha pasado”, sino porque la historia de mi infancia y
juventud es la historia de muchas mujeres indígenas de mi tierra” p. 1. Y César
Zumaeta Flores, entonces presidente del Congreso de la República, presenta el
libro con palabras de quien conoce la realidad peruana: “Es testimonio vivo de
que somos un país de múltiples ensambles culturales, multilingüe, que se
construye y reconstruye cada día en el intercambio de nuestras diferencias”. Si
todos los congresistas conocieran y asumieran esta realidad tendríamos mejores
leyes.
Sin
embargo, la vida sufrida de Hilaria no es única porque hay muchas historias de
gente explotada y ultrajada. A pesar de todo, la superación de ella gracias a
su coraje y paciencia es de muy pocos; y también, como ella narra, tuvo la
suerte de encontrarse con gente buena que la ayudó, y hasta llegó a ser
congresista.
El
libro contiene valiosos datos y denuncias que merecen ser tomados en cuenta
para mejorar las condiciones de vida de los que más sufren. Por su relato
testimonial comprendemos los esfuerzos de los que tienen que enfrentarse a tantas
situaciones injustas:
1.
Nacer en el área rural y en familia de economía pobre.
La actividad agropecuaria no organizada ni asesorada da apenas la subsistencia,
ingreso económico no suficiente porque las mejores tierras, desde los tiempos
de la conquista, fueron repartidas y apropiadas. Y el despojo de las tierras aún
continúa con maniobras legales.
Las
áreas rurales carecen de muchos servicios como las vías de comunicación,
centros de salud y escuelas; por eso, sus pobladores tienen que marcharse del
pueblo natal para estudiar, ganar dinero, y curarse -cuando los curanderos ya
no pueden- hacia las ciudades a días u horas de distancia donde, a veces, ni
siquiera tienen familiares. Y los urbanos, creyéndose modernos y superiores por
gozar de estas ventajas, en vez de comprenderlos, los maltratan.
2.
Nacer en una comunidad indígena. Los indígenas
peruanos constituyen una minoría que, a pesar del menosprecio oficial, aún
mantienen su cultura: lengua, creencias, ritos, medicina tradicional,
agricultura natural, música, danzas, ritos, gastronomía, vestimenta, etc.
El
hablante de una lengua indígena, para realizarse como ciudadano útil y
respetado, tiene que cumplir, le guste o no, el largo y difícil proceso de la
educación escolarizada en castellano con profesores y compañeros que sólo hablan
castellano, con textos escolares en castellano, y los exámenes y entrevistas en
castellano. Y los programas de alfabetización, cuando hay, cumplen los
intereses políticos y religiosos. “Los alfabetizadores del Estado van
preparando a la gente para las siguientes elecciones, para que marquen el
partido del gobierno; y las sectas defendiendo su religión. Una vez más, somos
utilizados” p. 158. Qué bueno sería que los centros escolares de todos los
niveles formaran ciudadanos que conozcan la realidad nacional para sentir la
identidad cultural y asumir la historia con realismo y optimismo.
Hilaria
Supa no se queda en la crítica, también emite su propuesta que, ojalá, llegue a
las autoridades del Ministerio de Educación y del Congreso: “… que se enseñe a
los niños en su lengua materna, y que, poco a poco, aprendan el castellano como
segunda lengua, como una lengua que necesitan para defenderse en la vida” p.
155. En Perú, la lengua y cultura de los que iniciaron la conquista y el
colonialismo en 1532 tiene mayor prestigio y difusión nacional e internacional.
Los doscientos años de la independencia no muestran los cambios a favor de los
indígenas peruanos, descendientes de los americanos milenarios.
3.
Nacer mujer. Su voz es de una mujer que ha
sufrido tantas vejaciones en su familia, comunidad, lugares de trabajo e
instituciones. Ella conoce, desde su niñez, las desventajas de la mujer porque en
la sociedad el varón es quien tiene voz y mando. “¿Por qué hay tantos varones
que abusan de las mujeres y después niegan, abandonan o maltratan a sus hijos?
¿Acaso los varones nacen machistas? ¿Son malos por ser varones?” p. 15.
Ella
misma da la respuesta: “Los varones no nacen machistas, el ambiente los vuelve
de esa manera, así como el ejemplo que dan los padres y la sociedad” p. 153. “La
religión de los invasores habla de un dios varón, todopoderoso, que está en el
cielo. Para nosotros los dioses son varones y mujeres que están en la tierra,
en el agua, en los cerros y también en el cielo. Para nosotros las diosas no
son vírgenes sufridas y sumisas, son madres, son fértiles” p. 90. El dios
celestial y lejano parece inalcanzable para los seres humanos comunes; por eso,
existen los supuestos intermediarios.
Promover
la educación para cambiar esta realidad.
En
el libro hay propuestas y respuestas directas e indirectas.
Asumir
la indigenidad. “Debemos capacitarnos y
concientizarnos hasta llegar a un nivel donde no sintamos vergüenza de nuestro
origen” p. 55. “Los indígenas debemos hablar por nosotros mismos, no debemos
esperar que otra persona hable por nosotros ni mucho menos debemos hablar lo
que ellos nos enseñan sin haber pensado antes” p. 68. Con el uso del pronombre
personal “nosotros”, ella asume con sinceridad su origen o raíz.
Por
sus participaciones en los eventos internacionales ella ha tenido contacto con
profesionales e indígenas extranjeros, así sabe que los indígenas peruanos no
son los únicos casos de la injusticia. “Las naciones indígenas de todo el
continente de América tenemos culturas parecidas y problemas parecidos de
marginación y desaparición” p. 97.
Supa
critica a los grupos religiosos fanáticos: “Todos piensan que poseen la verdad.
Prohíben que bailemos nuestras danzas, que toquemos y cantemos nuestras
músicas. Prohíben que seamos nosotros mismos” p. 95. Estas prohibiciones afectan
la celebración de las fiestas y ritos según el calendario solar (solsticios de
verano e invierno) y según el calendario lunar (fases y el plenilunio más
grande del año: hatun pampa killa) que son importantes en la
agricultura, ganadería, pesca y tratamientos terapéuticos.
Debemos
cuidar la salud humana y de la tierra.
Es la visión andina de que el ser humano es parte de la naturaleza. Tomando en
cuenta sus testimonios y denuncias pedimos a los egresados de los centros
superiores que visiten las áreas rurales para ampliar sus conocimientos.
Los
del área de salud, con una actitud de apertura y humildad pueden descubrir los
males como el susto, chucaque, mal del ojo, mal aire, etc. que tienen sus
etiologías y curaciones propias. En Perú, muchos pueblos vivieron y viven
gracias a los curanderos que conocen las virtudes curativas de los productos de
plantas, animales, sales, arcillas que hay en su contorno. Con estos materiales
preparan remedios y se curan. Y, cuando ya es imposible curar, ayudan a
preparar al paciente para que muera con dignidad; y también preparan a la
comunidad, para que haga una buena despedida al miembro que se va. La reciprocidad
(rantin en quechua I, ayni en quechua II) ayuda a vivir y a
aceptar la muerte como un proceso natural.
Sobre
las diferencias de atención a los enfermos, comenta dos casos: En la fractura
ósea los curanderos usan emplastos de hojas, raíces y grasas de ciertos
animales para fortalecer el hueso en vez del frío y duro yeso que ponen en los
hospitales. En el parto, la parturienta es colocada de rodillas y tratada con
emplastos calientes y brebajes también calientes; en los hospitales tratan a
base inyección y pastilla. Y reconoce la apertura mental del médico Jorge
Valdivia y de la enfermera Libia Pinares, quienes conocen y respetan la medicina
tradicional. Con profesionales como los mencionados se puede capacitar a los
curanderos y aprender también de ellos el uso de las medicinas tradicionales;
así habrá mejor servicio en los poblados. Y mejor, si el diálogo es en la
lengua de los indígenas. “Tal vez, partiendo de mi propia situación, inválida
por la artritis, siento muy fuerte el valor de un cuerpo sano y la salud
íntegra del cuerpo, la mente y el espíritu, sin golpes, gritos ni maltratos” p.
120. “En las prácticas aprendemos a preparar diferentes jarabes, tinturas y
cremas con insumos que están a nuestro alcance” p. 137.
Promover
la agricultura ecológica que protege la tierra y la planta, aunque el producto
no es grande como desean en la ciudad. Los agroquímicos (fertilizantes y
plaguicidas) empobrecen la tierra e intoxican al medio ambiente y al consumidor.
La concientización y capacitación desde la escuela debe ser labor de los
especialistas en plantas, animales y alimentos.
En
las universidades de Corea del Sur, me consta, hay dos escuelas de medicina que
se colaboran tratando de atender lo mejor posible al paciente: Facultad de
Medicina Occidental y Facultad de Medicina Asiática. Ambas escuelas utilizan los
nuevos avances de la tecnología y los ponen al servicio de la salud.
Superar
el alcoholismo. El método más efectivo para dominar a
otro es darle droga en vez del salario justo, comida, educación y mejores
oportunidades de vida. Los fanáticos y ambiciosos conquistadores del Perú usaron
el alcohol para dominar y explotar a los indígenas; los ingleses, en otros
lugares, recurrieron exterminarlos o les dieron el opio para hundirlos en el
vicio.
Otro
motivo del consumo del alcohol es la celebración de las fiestas religiosas. Cada
pueblo, por más pequeño que sea, tiene su santo patrón o santa patrona a quien se
le alegra con fiesta costosa que termina en borrachera. El apóstol Santiago (llamado
Santiago Matamoros en España; Santiago Mataindios en América) recibe muchas
fiestas en el mes de julio. Los quechuas lo llaman Shanti Illapa
(Santiago Trueno). El nombre de este patrón genocida es también topónimo de
muchos pueblos.
Y,
¡qué coincidencia!, el hacendado y el amo de la casa donde hay personal de
servicio son llamados también patrón o patrona. Los evangelizadores, salvo
honradas excepciones, fueron cómplices de la dominación de los pueblos.
La
conducta de los padres borrachos, malgastadores y violentos, desgraciadamente,
es imitada por los hijos. Los indígenas borrachos son los que traicionan a sus
hermanos cuando se alzan pidiendo mejores condiciones de vida.
Las
religiones que predican el no consumo del alcohol hacen cambiar la mala
costumbre de tomar alcohol hasta la borrachera; pero, después aprovechan para
convertirlos en fanáticos creyentes hasta hacerlos despreciar su propia cultura.
Así la religión no libera, porque de una droga se pasa a otra droga.
Hilaria
Supa clama: “El Estado debe prohibir la venta del alcohol industrial (alcohol
metílico de 96°). Así como se prohíbe la droga se debe prohibir la venta sin
control del alcohol que también es droga” p. 147. Y el alcohol es tan popular
que hasta tiene muchos nombres: ron, cañazo, chacta, llonque, huacshu, huascu.
Y es común huasquarse por cualquier motivo. Tanto en el área rural como en la
ciudad, no hay fiesta sin el consumo de alcohol; no hay reunión familiar y
amical sin la música ruidosa. ¿Para alegrase se necesita tomar alcohol?
Los
movimientos políticos, hablando de la igualdad y justicia, practican la
discriminación y el acaparamiento del poder. Cuántas veces los astutos
políticos, para lograr firmas de apoyo y votos, van a las comunidades con
regalitos, alcohol y promesas, se disfrazan, danzan graciosamente y balbucean
algunas palabras en la lengua indígena. Así se aprovechan de los ingenuos. A
esta farsa teatral, Supa critica: “En la ciudad, mayormente, acostumbran llamar
disfraz a nuestra vestimenta; dialecto a nuestro idioma; a nuestro arte lo
llaman artesanía; a nuestra música, folklore; y a nuestras ceremonias,
brujería” p. 69.
Extinción
del indígena, triunfo de la civilización.
En la década 90, los funcionarios del gobierno planearon bajar la pobreza
reduciendo la población indígena. Con engaños y regalos muchas mujeres pobres
del campo fueron esterilizadas para no tener que criar más hijos. Hilaria
denuncia: “Es increíble, pero cierto que el gobierno de Alberto Fujimori había
planificado, desde sus oficinas, cuántas mujeres en cada provincia tenían que
usar algún método de planificación familiar; … cuántas tenían que usar T de
cobre y cuántas debían hacerse la ligadura de trompas” p. 125. “En vez de crear
un sistema más justo, con espacio para todos, era más fácil… reducir la
población indígena. Los científicos llaman a esto genocidio, otros lo llaman
violación de los derechos humanos” p. 126. Las consecuencias de las esterilizaciones son
físicas y sicológicas. Los que investigan y denuncian estos hechos son
amenazados y criticados ferozmente. El juicio por las
esterilizaciones forzadas ya lleva 20 años sin ninguna sentencia.
Los que nos identificamos indígenas (perunígenas, amerígenas y terrígenas) consideramos que la educación es el mejor camino de superación de los pueblos. El proteccionismo y el asistencialismo crean la dependencia y matan la creatividad y la autovaloración.
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Francisco Javier Carranza Romero.1946, Áncash, Peru,
El 4 de marzo de 1978 contrajo matrimonio con la surcoreana Hyesun Ko (compañera de clase en ICC).
Doctor en Filología Hispana (Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid)
Magister en Lingüística Hispana (Instituto Caro y Cuervo, Bogotá)
Licenciado en Castellano y Literatura (Universidad Nacional de Trujillo, Perú)
Experiencia docente: Cátedras de Español, Latín, Quechua, Lingüística (Perú, Corea, EEUU, México)
Labor actual: Investigador del Instituto de Estudios de Asia y América de la Univ. Dankook, Corea del Sur.
Algunos libros publicados: Diccionarios del quechua ancashino-castellano, castellano-quechua ancashino; Vigencia del quechua; Estudios sobre J.M. Arguedas y Mario Vargas Llosa; Madre Tierra, Padre Sol; El mundo da vueltas; Culturas comparadas de Perú y Corea.
Traducciones con Hyesun Ko del coreano al castellano y viceversa. Más de 20 obras del coreano al castellano (publicados en España, México, Argentina, Perú, Corea).
Del castellano al coreano: Popol Vuh, Antología de César Vallejo, Antología de Pablo Neruda, Visión de los vencidos (Miguel León P).