De la Biblioteca Psicoanálisis Estival*.
Dejar una biblioteca es doloroso, aún más si se trata de aquella que formamos en familia, a lo largo de décadas infinitas, afirmaba de manera premonitoria, Jorge Zavaleta Balarezo, en su investigación sobre el horizonte del cine latinoamericano desde las aulas de la Universidad de Pittsburg, PA.
Hoy, abril del 2020, el trámite de recepción por parte de la Biblioteca Nacional del Perú y la Municipalidad de San Borja, en Lima, también ha sido suspendido a consecuencia del corona – virus, cuyo simple nombre agrede aquella esperanza de los humanos, que el mundo cambiará si las pandemias puedan ser previstas.
El Apocalipsis siempre estuvo rondando al mundo. Hoy, aparentemente, con mayor furia, como siempre, contra los más débiles, los olvidados de toda la vida. Las evidencias están registradas en millones de millones de páginas, tan valiosas para la educación, pero dramáticamente escasas y de poco acceso a las poblaciones de menos ingresos. Se promueve más la pantalla multicolor con sus edulcorantes de alta toxicidad.
Los Nuestros, escribió Luis Harss (Chile 1936, criado en la Argentina y en los EU. Es el único libro de entrevistas, en colaboración con Bárbara Dohman:
“Me da miedo mirar atrás. Los nuestros es una reliquia (1966 y 1981). Hubo nueve tiradas, sin contar alguna edición pirata. Cuando el libro no se conseguía en librerías, la gente lo robaba de las bibliotecas. Se hablaba de una mafia de autores jóvenes. Era en realidad, una diáspora. Eran de todo el continente. Pienso con remordimiento en cuantos quedaron afuera por mi ignorancia o por prejuicios del momento…Pero los que están están. Sin duda son representativos…”
Aparte de la libertad interior con que manejaban las palabras, estos escritores salidos del ambiente de represión y censura, del éxito y la indiferencia, de las tiranías, destructoras de la cultura, y de la burocracia mental, representaban esa liberación interior, en sí, revolucionaria.
La década del sesenta fue muy bien un momento decisivo. Y es demasiado pronto para saber si las pocas figuras realmente notables que asoman en las penumbras son una casualidad o una promesa.
Harss emprendió un viaje por Francia, Italia, México y por todo el continente americano con el fin de trazar el retrato literario y psicológico de quienes consideraba los diez autores latinoamericanos más representativos del momento. “Creo es el canon y la carta de navegación de un fenómeno aún incipiente que más tarde se llamaría boom y que sigue alumbrando en el panorama incierto del XX y las primeras décadas del XXl”:
Los jóvenes Fuentes, García Márquez, Vargas Llosa y sus mayores Carpentier, Borges, Asturias, Guimaraes Rosa, Onetti, Cortázar, Rulfo.
Guimaraes fue el primero en ausentarse, repentinamente en 1967, a los 59 años. Nos había conmovido poco antes su recuentro fantasmal, “La Tercera orilla del rio”.
Vargas Llosa estuvo desde el primer momento. Ya conocíamos “La ciudad y los perros” y ”La Casa Verde”. En agosto de 1966 como miembro del Jurado del Premio Primera Plana, en ese encuentro fue donde se nombró el boom. Había sido marxista.
Julio Cortázar fue el primer entrevistado. ”En realidad Nosotros, es un libro que se debe al entusiasmo de él. Al entusiasmo que sentí por Rayuela, que sacudió la literatura, le trajo el idioma vivo de la calle, fue una liberación”, remarca el autor.
Miguel Ángel de Asturias, grandilocuente y cariñoso, estaba prohibido. Exiliado en Chile, la Argentina. Su obra maestra era “Hombre de maíz”, donde hablaba otro lenguaje: el del mito y sus ritmos y formas de ser y de decir. Pero el seguía la corte de los milagros de “El señor presidente”.
Jorge Luis Borges. Ya era el otro Borges. Fue citado en la Biblioteca de Babel, en la calle México. Se sentía su omnipresencia, nada irreal, El gran ciego que obsesionaba a otros autores. El Buenos Aires de su juventud era una ciudad remota. Un laberinto en medo del infinito de la pampa.
Alejo Carpentier. Pensaba en arquetipos: el Dictador, el Soldado, el Revolucionario, el Indiano. Veía las guerras de la independencia como epopeyas clásicas. En Cuba, donde pareció por un momento histórico que podía centrarse una identidad americana, fue un entusiasta de la revolución y director de la Editorial Nacional.
Carlos Fuentes. Había nacido en Panamá. Casado con una estrella de cine. Se consideraba contemporáneo de escritores europeos y norteamericanos. “La muerte de Artemio Cruz”, “Cambio de piel”. Fue incluyendo en la órbita del boom a Roa Bastos, Puig, Cabrera Infante, Lezama Lima, José Donoso. “Inventar un lenguaje es decir todo lo que la historia ha callado”.
Gabriel García Márquez. Los cien años de soledad, fue un libro que se fue levitando. Tenía un aire bíblico. Tocaba el mito y el milagro. Reinventaba el mundo en el retrato de un pueblo perdido en el barrio original. Los Buendía eran el amanecer. Su genealogía era nuestra historia. El tono era una mezcla de crónica y cuento de familia. Un desconocido, eternas negociaciones con la agencia Carmen Balcells de Barcelona, falta de plata y la costumbre local de no pagar a los autores…Paco Porrúa,” el Minotauro” tendió muchos hilos garantizó la edición con su sueldo…
Juan Carlos Onetti. En este escritor Uruguayo, había un sacerdocio, una gran empresa de salvación, fuera de la suciedad del tiempo y la historia y las derrotas cotidianas en la imaginación de esos días “hechos a la medida de nuestro ser esencial”
Juan Rulfo. En Pedro Páramo, se describe el México con su historia de violencia y muerte, genera un hijo del vacío, como tantos. Después viajante de comercio, agente vagabundo de diversas oficinas de gobierno, en los confines del país. Se identificaba con su amigo peruano, José María Arguedas, otro desterrado de su comunidad, lo cuenta en su novela autobiográfica “Los ríos profundos”, que se buscaba en la soledad de su vida ambulante.
En suma, “Los nuestros” es una reliquia de época, venerable a pesar de lo que afirma el autor y de sus defectos, y exceptuando unos cortes y algunas correcciones de estilo ha dejado todo como estaba. Nuestros primeros hombres de letras practicaban el arte menos por necesidad vital que como un entretenimiento entre amigos, un ornamento del ocio.
Para terminar, no se podría dejar destacar, entre otros, la vigencia de Bolaño (1953- 2003) prolífico escritor y poeta chileno, y uno de los más influyentes de la lengua española, comparado con autores como Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Ganador de diversos premios, como el Premio Herralde (1998) y el Rómulo Gallegos (1999), 5 de sus obras han sido nombradas entre los 100 mejores 100 libros en lengua castellana de los últimos 25 años, listado elaborado por 81 escritores y críticos latinoamericanos. Entre sus obras más destacadas se encuentran: 2666 (2004). Los detectives salvajes (1998)
Mario Benedetti (1920 -2009)1 escritor, poeta y dramaturgo uruguayo, integrante de la Generación del 45, con más de 80 libros, algunos de ellos traducidos a más de 20 idiomas. Entre sus mejores obras encontramos: La Tregua (1960). Quién de nosotros (1953). Antología Poética (1984). El amor, las mujeres y la vida (1995).
Y Eduardo Galeano, con sus “Noches de Amor y de Guerra” y “Las venas abiertas de América Latina.
Iliass Ben Abdennour, desde Marruecos, considera que la nueva novela iberoamericana nació en la década de los 40, del siglo pasado, como reacción de un grupo de escritores frente a lo que consideraban el estancamiento de la narrativa en el continente y la prevalencia de unos esquemas formales de corte realista-naturalista y de una temática excesivamente localista. El “boom latinoamericano” no es un movimiento ni una escuela, es producto de la casualidad, una convergencia inesperada y sobre todo inusitada de jóvenes talentos que demostraron al mundo que América Latina era capaz de producir talento literario.
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*De la Biblioteca Psicoanálisis Estival de Jorge Zavaleta Balarezo. Escritor, crítico de cine y periodista peruano (Trujillo, 1968). Es doctor (Ph.D.) en literatura latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos). Además, tiene estudios de literatura, periodismo, cine, publicidad y análisis político en la Pontificia Universidad Católica de Lima (PUCP) y el Taller Robles Godoy.