Papel de Arbol

sábado, 17 de julio de 2010

¿Para qué tractores sin violines?

Jorge Zavaleta Alegre, Lima
Desde los más lejanos pueblos del Perú comienza a llegar a las grandes urbes la Chuscada o Huayno “chusco”, género musical representativo de la cultura andina, especialmente de la zona norte, interpretado con inconfundible peculiaridad mediante instrumentos autóctonos como el pincullo, la chisca, la quena, el rayan y caja. Los músicos conforman los equipos de Chirocos, Rayanes, Roncadoras o Tinticajas.


Otros intérpretes son las Bandas de Músicos que asimilan instrumentos de vientos y percusión y los Conjuntos Musicales, formados por guitarras, acordeón, arpa, violines, mandolinas, quenas, concertinas y saxofones, asimilados desde la conquista.
Estos músicos, que son la alegría de los pueblos en medio de la soledad y la tristeza, se ven forzados a abandonar el campo provocados por los apocalípticos pronósticos de los ecologistas. El cambio climático, que incide en la escasez de agua, lluvias torrenciales, destrucción de la biodiversidad y de la vida en general, acelera la economía política y cultural de la sociedad andina.
Publicaciones científicas comentan que los plazos de la desaparición de los nevados se van acortando, tragedia que acabará con la luminosidad natural del paisaje, pero que ya surgen propuestas comerciales para cubrir de blanco las rocas grises de las montañas con modernas y costosas pinturas.
En este siglo, las antiguas urbes serranas ya no conservan evocaciones con el sello del Viejo Mundo como el Zéjel, la Mazurka, la Jota, el Minuet, Vals, Pespié, la Gavota, la Polka, la Cuadrilla, la Contradanza, las Boleras, etc. Los citadinos de este siglo asumen la “Chuscada” o Huayno “chusco” – un equivalente del tondero a la marinera - que convive con el Vals norteño, el Vals andino, el Bolero cantinero, la Chicha, el Rock-folk, la Cumbia y otros géneros internacionales en boga.
El Canto del Cuculí Encendido, reciente antología del Huayno, del profesor, escritor y músico Efraín Rosales Alvarado, tiene el gran mérito de abordar los distintos matices de la música andina, dando énfasis al Huayno, género de origen preinca, enriquecido con la historia virreinal y republicana. Analiza diversas temáticas sociales desde los compadrazgos como puente del campesino con la ciudad, las levas militares hasta la resistencia juvenil a los desfiles “cívicos” y mas bien la preferencia por los pasacalles.
MELODIAS DEL SILENCIO


La investigación de Rosales Alvarado, complementada con sus Melodías desde el Silencio, y los trabajos de Carlos Vinatea, Blas Torres y Delia Figueroa, sobre historia y poesía de Carhuaz, nos acercan a la Región Ancash y a otras regiones, especialmente del sur andino, que cuentan con más investigaciones de Música y su correlato con otros aspectos de la Historia.
Los estudios sobre la música abren compuestas para conocer las conductas provocadas por el fraccionamiento de los pueblos en función del sello de origen, ya sea por Real Cédula o el sistema de Reducciones, la incidencia del latifundio y el gamonalismo, la explotación de las minas y el trabajo en los socavones, las dictaduras militares y fenómenos naturales como los dantescos terremotos de Huaraz en 1970, Cusco en 1950 y Huancavelica – Pisco en el 2007.
Más cerca de la memoria colectiva de los ancashinos también está la lucha de las comunidades organizadas de Rupash y Ecash que en los años setenta, reclamaban sus propiedades, ignorando incluso los límites citadinos de Carhuaz. Este acontecimiento, entre otros, produjo el miedo y la destrucción del “abolengo” o vida sosegada y tradicional de las minorías andinas, frente a campesinos vigilantes de las autoridades moralmente deslucidas y corruptas.
La Antología del Huayno que comentamos no es solo una rigurosa lista de cantantes, conjuntos, compositores, retazos y fragmentos musicales populares. Plantea interrogantes para indagar más en torno a los efectos de la subversión y el terrorismo de Sendero, el Emerretismo, la represión militar y la creciente corrupción. En diversos huaynos está el alma de sus habitantes con acento poético discursivo, aceptando, no siempre con ponderación, la melancolía y la angustia, sin abandonar el mensaje recreativo e irónico.
En el Huayno, en los intérpretes de la Chuscada, está el mensaje de transformación de las instituciones y programas de enseñanza musical de acuerdo a las necesidades del desarrollo musical, sin olvidar la música del siglo pasado y la que está fermentando.
El Huayno, como se sabe trascendió los Andes cuando se sumó al repertorio de los grupos como Inti Illimani, Quilapayun, Illapu, de Chile. En Perú, Alturas, Vientos Del Pueblo, Tiempos Nuevos, Illarec Chaska, Puka Soncco, Los Uros Del Titicaca, Los Incas, Yahuarina. En Bolivia, Kjarkas, Savia Andina, Payas, Zulma Yugar, Rumi Llacta, Bolivia Manta. En Ecuador, Ñanda Mañachi, Altiplano, Los Cuatro Del Altiplano, Imbayacuna. En Argentina, Los Calchakis, Laikas.
El periodo de los golpes militares en Chile, Argentina y Perú, aceleró la evolución de la música andina, así como la migración sudamericana hacia Europa y EEUU. La ritmos andinos ya son interpretados con instrumentos modernos y tradicionales: Charango, Quena, Sikus, Bombo o Wankara, Chakchas, Mandolina, Violines, Guitarra acústica, etc.
El resultado final de esta promoción musical fue revelar al mundo una maravillosa tradición y la aparición de algunos indicios sociales y políticos para enrumbar la nacionalidad multicultural, buscando puntos de coincidencia hacia la unidad emocional, dentro de un universo polarizado.
La música andina redime la esencia serrana, y aporta elementos para la construcción de una comunidad regional, pero también ha creado una confusión entre las clases medias que no comprenden los cambios de la globalización, más aún con la creciente oferta universitaria que deja a la “espontaneidad” el fenómeno cultural en marcha.
Hace unos veinte años que gobiernos democráticos como el de Bolivia y Méjico junto con la Orquesta Sinfónica de Londres unieron esfuerzos para promover lo mejor de la música del Altiplano y del resto de América Latina. La respuesta de Europa fue positiva, porque también cumplieron el rol promotor de los miles de jóvenes en el exilio que encontraron en la música de los andes los soportes emocionales para sus quebrantadas raíces telúricas.
Con esa y muchas otras iniciativas, en lo que va del siglo, el Carnaval de Oruro, festividad mágico religiosa de la vida y la muerte en el socavón, sale de su ámbito nacional, para seguir la experiencia de las Escuelas de Zamba del Brasil y el gran Carnaval de Río de Janeiro.
En el Perú, con más de 40 familias etnolingüísticas, es obvio que se registran diversas manifestaciones musicales. Ayacucho lidera actualmente una movimiento musical renovado. Después de la barbarie senderista, en ese rincón de muertos, su juventud expresa vigorosas propuestas musicales y artísticas.
LAS CHUSCADAS
Los huaynos, que en Ancash son conocidos como “chuscadas” - entre otras regiones de Puno, Cusco, Apurímac, Huancayo, Cerro de Pasco, Cajamarca, La Libertad, Cajabamba, Huánuco y en ciudades de la costa, criollos - se distinguen diversas manifestaciones musicales con mayor peso rural, con mayor riqueza afectiva, coreográfica y cultural. Claro que los promotores de las industrias culturales, desde el discurso de funcionarios gubernamentales y empresarios rentistas, poco visionarios, todavía ven de soslayo el emergente valor musical de los andes.
El fenómeno migratorio ha invertido la composición poblacional rural a urbana de los años 30, con predominio del español como lengua de intercambio. El Canto Rural del Perú no solo magnifica el paisaje andino si no que aprovecha ese peso telúrico para presentar el drama de un Perú fraccionado, sin mayor futuro para las mayorías.
Para conocer mejor Ancash, su música es un elemento clave. En el Huayno está la perennidad de las hazañas épicas de aquellos obreros que construyeron la central Hidroeléctrica del Cañón del Pato, en los años 50. Releyendo el drama Collacocha, de Swayne, es una ironía que aún existan pueblos cercanos al caudaloso Santa, que aún siguen sin energía eléctrica. Con ese mismo sello hay otros hechos épicos como la vida y obra de Luis Pardo, de Atusparia, y otros que faltan develarlos a las generaciones venideras, remarca Efraín Rosales y explica que el fervor por la música serrana y andina, especialmente en los años 50, dio lugar a la aparición de recopiladores de cantos, que en algunos casos se apropiaron de la creación intelectual, con aval de registradores del poder local.
La Chuscada, una variante del huayno regional ancashino, necesita ser estudiada con más ahínco y vitalidad. En las zonas rurales de Ancash, la Chuscada es la manifestación típica por excelencia de todos los géneros que se expresan, confrontando denominaciones despectivas de los que viven en las ciudades. Como indios,”tunacos”, o “chacrakuna”. Pese a ello en las urbes serranas, la alegría y el jolgorio de esta chuscada invade irreverentemente a la par que otros géneros. Su denominación viene del adjetivo “chusco”, que equivale a designar algo rústico, anormal y hasta grosero.
Las fiestas constituyen el marco real para animar el fervor popular. Como el huayno, la chuscada, la cashua, el chimaychi, la danza, la marinera, el triste, el canto religioso, pasacalle, vals, pasodoble y otros géneros tropicales ya están en las urbes de mayor concentración.
En el Cusco y Puno, las zampoñas ofrecen sonidos esenciales y distintos para la música clásica europea, espectáculos que deleitan al turista extranjero y también nacional. Queda muy claro que el sur andino ha experimentado un notable cambio en su mirada y conservación de sus valores autóctonos. No sucede tanto en el norte. Por ello, constituye un acontecimiento cultural que la Asociación de Escritores y Poetas de Ancash, que ahora cumple treinta años, con renovados esfuerzos de integración.
Para José María Arguedas (1938) el huayno indígena es “épico y sencillo y cantado en quechua, mientras que el huayno mestizo melancólico y suave, es generalmente vertido en castellano. Los poemas cuya composición albergan versos en quechua denotan humor, sátira y picardía amatoria, propias del idioma en el cual no existen términos lapidarios como en el español. Alberto Flores Galindo gravitó sobre el tema andino de una manera como ningún otro historiador peruano lo ha hecho.
Es hora de repensar la organización de nuestras instituciones y transformar los programas de enseñanza musical de acuerdo a las necesidades del desarrollo musical, sostiene Armando Sánchez Málaga, desde Centro de Estudios e Investigaciones de la Música Latinoamericana.
El profesor de aula debería convertirse en el primer educador musical. La profesora peruana - huaylina, Angela Torres de Fernández Dávila, con su metodología de la educación y el canto, ha obtenido resultados notables. Igualmente, en la “Lira Huaylina”, grupo de los Hermanos Flores Vásquez, está el mensaje de la unidad de las Cordilleras Blanca y Negra.
LA EDUCACION MUSICAL EN AMERICA
Fuera del Perú hay experiencias educativas en el campo musical que deben tomarse en cuenta. Centros especializados el Instituto Interamericano de Educación Musical (INTEM) en Chile, el Foro Latinoamericano de Educación (FLADEM) con filiales en la Argentina y otros países.
En Brasil existe una larga tradición en el campo de la educación musical escolar. Chile fue pionero gracias a la labor de personalidades como Cora Bindhof, Elisa Gayán y Brunilda Cartes.
Sería ideal aspirar que en el siglo XXI todos los jóvenes canten y toquen por lo menos un instrumento. América Latina logró transformaciones importantes en las últimas décadas modernizando sus conservatorios y escuelas de música, abriendo nuevos espacios en las universidades y buscando respuestas originales como la del Instituto Di Tela de Buenos Aires que en la década del 60 formó a las figuras más importantes del siglo XX.
El Movimiento de Orquestas Juveniles de Venezuela creado por el maestro José Antonio Abreu ha revolucionado la vida musical venezolana. El 'Plan Batuta' que se extiende por todo Colombia y uno similar recientemente creado en México.
En el campo de la ejecución instrumental es un modelo de desarrollo musical el Programa Juvenil de la Orquesta Sinfónica de Costa Rica, creado en 1972 bajo el lema '¿Para qué tractores sin violines?' .

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