Papel de Arbol

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Una mirada a los problemas de Salud, por Tania Marín Macías-BID

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Por Tania Marín Macías.
En América Latina la atención a la salud de los hombres, representa múltiples desafíos. Estilos de vida no saludables (tabaquismo, exceso del consumo de alcohol, sedentarismo), estereotipos de género rígidos, falta de información tanto de los usuarios como de los servicios de salud acerca de la salud del hombre, barreras culturales y económicas que se traducen en escaso uso de servicios de salud preventivos y curativos, escasez de programas con enfoque de género y la creciente prevalencia de enfermedades crónicas son algunos de los problemas que los sistemas de salud deben afrontar para atender las necesidades de salud de los hombres.
Factores y conductas de riesgo en los hombres
Frecuentemente, los hombres incorporan conductas de riesgo a su estilo de vida, lo cual tiene consecuencias en su salud e incluso aumenta el riesgo de mortalidad. Las normas y estereotipos de género en los que se basa la noción de masculinidad (por ejemplo: fuerza, independencia, autosuficiencia, poder, virilidad, entre otros), no sólo influyen en el perfil epidemiológico de los hombres, sino que también tienen repercusiones a nivel social.
Se estima que en América Latina y el Caribe, existen 32.1 millones de hombres fumadores y 15.7 millones de mujeres que fuman. El consumo de tabaco es uno de los principales factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de muerte en América Latina, con una mayor mortalidad para hombres que para mujeres.
En nuestra región los hombres tienen episodios semanales de consumo excesivo de alcohol en una proporción de 4 a 1 en comparación con las mujeres. Como resultado, las tasas de mortalidad y discapacidad asociadas al consumo de alcohol son mayores en los hombres, principalmente, entre los 15 y 49 años. A nivel social, esta problemática afecta directamente a la población económicamente activa, crea condiciones de dependencia en adultos jóvenes y aumenta la demanda sanitaria. Cabe resaltar que éstas muertes y lesiones son 100% prevenibles, evitando el consumo nocivo de alcohol. De igual forma, de acuerdo a un reporte de la Organización Panamericana de la Salud, el consumo de alcohol por parte de los hombres aumenta la posibilidad de que usen la violencia contra las mujeres.
Violencia
En América Latina existe un serio problema de violencia contra las mujeres, principalmente por parte de sus parejas. De acuerdo a la evidencia recabada por ONUMUJERES, las actitudes de género existentes en la región tienden a “justificar” socialmente el uso de la violencia física y sexual  contra las mujeres por parte de los hombres, además de que existen modelos rígidos que legitiman el uso de la violencia de pareja, como una forma de “disciplinar” a las mujeres.  Por lo anterior, es imprescindible  involucrar a los hombres en políticas y programas de prevención de violencia de género. Sin embargo, los hombres también son víctimas de la violencia interpersonal. En un estudio realizado por el BID, se encontró que los hombres jóvenes son las principales víctimas de homicidios en varios países de América Latina (48% tenía entre 15 y 29 años), y en seis de 17 países del estudio, más del 90% de las víctimas de homicidio eran hombres.
Los hombres hacen menor uso de los servicios de prevención y salud mental.
En Brasil, se ha detectado que los hombres hacen un menor uso de los servicios de salud, principalmente para acudir a servicios preventivos o en el primer nivel de atención; también se ha explorado la asociación entre la noción de masculinidad y el acto de buscar atención para la salud. Brasil cuenta con una Política Nacional de Salud del Hombre, en la que se reconoce que  los hombres son menos propensos al autocuidado y acuden a atención  médica en etapas más avanzadas de enfermedad, lo cual implica, por una parte consecuencias negativas en su estado de salud y por otra un aumento en los costos de salud, debido a que sus padecimientos requieren mayor tecnología y personal especializado para el tratamiento.
En lo que respecta a las enfermedades crónicas, el cáncer de próstata es el cáncer que más afecta a los hombres, representando el 13% del total de  muertes por esta enfermedad. La OMS espera que el número de casos se duplique para 2030. Debido a la falta de  detección oportuna (que tal vez se deba a la falta de uso de servicios preventivos), muchos casos sólo se  detectan en fases avanzadas.
En el caso de la depresión, las normas existentes de masculinidad  que exaltan el estoicismo, la autosuficiencia y la fortaleza, representan una barrera social para que los hombres acudan a los servicios de salud  mental, ya que la vulnerabilidad o debilidad son considerados  “inadecuados”. Esto inhibe la búsqueda de atención profesional, lo cual impide el acceso al tratamiento, afecta la calidad de vida de la persona y perpetua estereotipos.
Los hombres también deben ser incluidos en la agenda de salud sexual y reproductiva.
Existe una noción creciente de que los hombres deberían formar parte de la población objetivo dentro de los programas y estrategias de salud sexual y reproductiva, para aumentar su efectividad, dado  que actualmente, la agenda de salud global se enfoca principalmente en la fase reproductiva de las mujeres. Un estudio reciente de UNFPA revela cómo las normas de género ejercen presión sobre los adolescentes, promoviendo la adopción de versiones de masculinidad poco saludables, éste estudio detectó que en muchos países, la mayoría de los hombres adolescentes entre 15 y 19 años había tenido conductas sexuales de riesgo en el último año.
Adicionalmente, se han detectado brechas tanto de conocimiento como de políticas y estrategias de atención para algunas comunidades vulnerables y específicas como los hombres que tienen sexo con hombres, o las personas transgénero.
Ante este escenario, atender  los problemas de salud que más afectan a los hombres, entender el  papel que juegan los estereotipos de masculinidad en la adopción de las conductas de riesgo, y cómo éstos afectan a otros grupos sociales, son estrategias relevantes no sólo para disminuir la carga de enfermedad de los hombres, sino también como un mecanismo para cerrar las brechas en salud.
Tania Marín Macías es médica y tiene una maestría en Salud Internacional. Actualmente colabora como fellow en la División de Protección Social y Salud de BID.
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Jorge Zavaleta Alegrenoviembre 9, 2016
Felicitaciones por este nuevo y necesario periodismo científico. Tan inmensa es la desorientación que el periodismo provoca en los países de América Latina, que complota con la estabilidad emocional de la población en perjuicio del cuidado de la salud. Sin salud y educación no hay ni habrá desarrollo integral.

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RÍOS CONTAMINADOS POR GENTES CONTAMINADAS por Francisco Carrenza Romero


Francisco Carranza Romero*
En Medio Oriente está el Mar Muerto, muy conocido desde la antigüedad. La leyenda dice que allí moraron pueblos corruptos que fueron destruidos por el castigo divino (Génesis cap. 20). En el siglo XXI muchos ríos que pasan por las ciudades también se están muriendo, no por la salinidad ni por estar debajo del nivel del mar ni por el castigo divino, sino porque la gente sin conciencia ecológica arroja sus inmundicias a sus aguas.

En el interior de esta gente “civilizada” (Civitas: ciudad. Civis: ciudadano) también corren ríos contaminados de muchos prejuicios. He tenido que recurrir a voces latinas civitas, civis para relacionarlas con las hispanas “civilización, civilizado” de las que abusan los pajarracos citadinos.
Volviendo al río, hay muchos envenenados y casi muertos. Y el Santa es uno de ellos.

Río Santa y mi experiencia infantil
Mi comunidad materna de Quitaracsa, por donde corre el río cristalino del mismo nombre y es afluente del Santa, tenía entonces una escuelita sólo hasta el Segundo Año de Primaria. Para continuar los estudios mis padres me enviaron a Caraz, (capital de la provincia de Huaylas, departamento de Áncash, Perú). Ellos querían que yo estudiara más para ser alguien y no un simple campesino perseguido por pensar y decir: La tierra es de quien la trabaja.

Después de un año de castellanización forzada y sin planificación en la Escuela Primaria 339 -ahora no existe-, ya comprendía y usaba esta segunda lengua en la que escribo este texto. En una clase de Lenguaje el profesor explicaba sobre la concordancia obligatoria del género del adjetivo con el sustantivo. Yo, muy intrigado, asimilaba la regla del castellano haciendo comparación con mi lengua materna quechua que no tiene marcas distintivas de género para el nombre ni para el adjetivo. Entonces, en un arranque de valentía y de extrema inquietud, recordando las letras del huayno que estaba de moda: “Rio Santa, Río Santa caudaloso”, me atreví a formular la siguiente pregunta:

 -Señor, ¿por qué Río Santa y no Río Santo?
 Me refería al río que recorre el valle del Callejón de Huaylas de sur a norte que, rompiendo la Cordillera Negra, se dirige al oeste hasta llegar al Océano Pacífico. Así veía en el Mapa del Departamento de Áncash colgado en la pared del aula. El profesor, sorprendido, se dirigió a mi carpeta. Me miró con ojos centelleantes y apuntándome con el índice rígido me contestó.

-Oye, primero atiende bien la clase para dar un buen examen. ¡Ahora deja de preguntar!
Lo dijo con voz autoritaria y sorna que toda la clase me clavó la mirada y, al oír la risa del señor, estalló en sonora risa. Mis compañeros me miraban mientras se carcajeaban contorsionándose. Yo también me contagié del ambiente que terminé riéndome. Pero, quizás, me habría reído de la salida precipitada del señor.

Terminada la clase, ya fuera de la escuela, el compañero Epicho Flores Oro, de más de 18 años, de padres campesinos como yo, me dijo palmeándome el hombro: Oye, fregaste al señor. Él no ha podido contestar.

Años después, por mi propia investigación supe otros nombres del río: Hatun Mayu (Río Grande), Río Huaylas y Río Santa (Santa es el nombre del pueblo donde desemboca). Inicialmente habría sido Río del Santa; pero, con el paso del tiempo, desapareció la contracción “del” en medio de la frase. A este fenómeno los lingüistas lo llaman elisión.

Aunque pasaron muchas décadas, esa escena parece siempre reciente. Es que los ríos subconscientes de muchos peruanos no se descontaminan con la escuela ni con la religión

Río Santa en el Siglo XXI
En mi niñez Río Santa, aunque turbio, aún estaba vivo y sano, allí pescábamos truchas y pejerreyes; allí nos bañábamos y veíamos patos silvestres. Sin embargo, en los inicios del siglo XXI, en vez de mostrar más vida, languidece. Y, así moribundo, este río generoso riega más sementeras, y quita la sed de más pueblos de Áncash y de La Libertad.

Aunque no soy especialista en Hidrología ni en el tratamiento de agua contaminada, me preocupo porque veo que el río se está muriendo. Es que, desde niño vi y oí el trato respetuoso y afectivo de mis mayores hacia el agua: Yaku Mama (Madre Agua), Qucha Mama (Madre Fuente o Madre Lago). Por este amor al líquido vital ahora me atrevo a hacer las siguientes sugerencias a las autoridades, instituciones y ciudadanos que aman a la naturaleza:

Promoción de la cultura ecológica de la población. Esta educación ecológica debe impartirse usando todos los medios de comunicación en el hogar, en las escuelas, en los centros de trabajo, en los templos; es decir, en todo lugar, porque la vida de la naturaleza es responsabilidad de todos.
Educar a los ciudadanos para que cuiden sus ríos. Sancionar a los que conectan las tuberías de desagües al río y le arrojan sus basuras.

Cuando estemos educados en el amor a la naturaleza podremos oír el canto, el llanto, la risa o el relato de los ríos.

Participación de las universidades de Áncash y La Libertad. Los docentes y estudiantes deben analizar el agua del río en diferentes lugares de su curso. Según el grado de contaminación, elaborar proyectos de búsqueda de soluciones sustentables.

Construcción de plantas de tratamiento de agua contaminada. Estos centros deben estar en áreas más pobladas como Huaraz, Carhuaz, Yungay y Caraz. Sólo el agua purificada debe llegar al Río Santa.

Fiscalización de las empresas mineras. Las minas de la Cordillera Blanca y Cordillera Negra deben responsabilizarse del tratamiento del agua que usan para no envenenar el Santa y sus afluentes con sustancias tóxicas.

Instalación de tubería gruesa en la ribera del Santa. Esta tubería recibirá las aguas servidas y llevará hacia las plantas de tratamiento.

Responsabilidad de las autoridades. Los alcaldes del Callejón de Huaylas, Chimbote, Virú y Trujillo deben tomar con seriedad el problema de la contaminación del Santa que da vida a los campos y pueblos de sus jurisdicciones. Con estudios y proyectos iniciar las obras de purificación del río. Si el problema es bien planteado no faltarán instituciones nacionales y extranjeras para ayudar a solucionar.

Muchos ríos que cruzan las ciudades populosas del mundo como Támesis (Londres), Sena (París), Han (Seúl) también fueron víctimas de la contaminación por la urbanización y el desarrollo industrial. Pero, después del estudio, tratamiento y purificación, ahora son ríos de aguas limpias que alegran y refrescan con nuevas vidas: peces, algas, aves y verde vegetación en sus orillas.
Con estas experiencias se debe iniciar el trabajo de curar el Río Santa que, aún enfermo, ofrece sus aguas a los pobladores, animales y plantas. Cuando el río recobre su pureza volverá la vida a sus aguas. Las truchas, pejerreyes y patos nos agradecerán y alegrarán. Entonces sí, el Cañón del Pato tendrá patos. Entonces nos sentiremos parte de la naturaleza, y no la miraremos como enemiga o una fiera por dominarla.
* Profesor de la Universidad de Corea del Sur