David Flores Vásquez*
Mañana, 28 de julio, se celebrará en el Perú el 197° aniversario de su independencia. Seguramente será ocasión para recordar, una vez más, los diversos episodios que condujeron a nuestro país a una declaración formal de independencia. Esta por cierto no se condensa tan solo en una proclama ni se concreta por el solo anuncio. La independencia es todo un proceso que por eso, quizá, incluso aún no ha concluido. Obviamente que el Generalísimo don José de San Martín, en esa fecha se puso a la altura de las circunstancias y marcó un hito importantísimo en nuestra historia.
Lejos quedarán, sin duda, las cavilaciones de aquel jesuita arequipeño, Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, que anticipándose a su tiempo, tempranamente en su “Carta a los españoles americanos” supo diferenciar bien el ser peruano nacido en estas tierras y el ser extranjero dominador. Seguirán tras él quienes decidieron brindar su propia vida para que las de los demás, las nuestras, no siguieran esclavas de un país extranjero. Larga sería la lista empezando con José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru, y siguiendo con Zela, Pumacahua y otros. Me quedo, no obstante, con el soldado anónimo, el Desconocido, aquel cuyo nombre no aparece en la historia pero que fue el que puso el pecho a las armas extranjeras para lograr la ansiada libertad. Estos soldados anónimos, recorrieron el Perú a pie; durmieron a la intemperie; fueron en verdad otros tiempos, pero fueron también otros los sueños que todos debemos tratar de entender con la ventaja del tiempo transcurrido.
Se ha dicho, muchas veces, que San Martín vino a darnos la independencia, lo que no es verdad. El Perú se sentía y ya era independiente, pero hacía falta que en este suelo se decidiera la suerte de América por cuanto el poder real se había asentado acá desde hacía trescientos años y eso no podía borrarse fácilmente. Así lo entendieron los grandes líderes de entonces. Es por eso que San Martín y Bolívar, a su tiempo, confluyeron en este país para concretar en el campo de batalla la ansiada libertad. La independencia del Perú significaba la independencia de América. De lo contrario, la independencia de los países hermanos era precaria. Faltaba aún la gran batalla, la batalla final.
No puede olvidarse que Bolívar lideró en suelo peruano dos batallas decisivas en 1824: Junín y Ayacucho, es decir, después de más tres años de la proclamación de la independencia por don José de San Martín. Previamente tuvieron que independizarse Argentina y Chile, por el sur, y la entonces Gran Colombia en el norte. Bolivia esperó un poco más y bien puede decirse que fue el colofón de la gesta libertaria de Bolívar. En síntesis: Mientras el Perú no fuera independiente, América no podía serlo.
Emociona estar por eso en la Pampa de la Quinua, donde se libró la decisiva batalla de Ayacucho el 9 de diciembre, y contemplar el obelisco de 44 metros de altura que nos recuerdan los 44 años del proceso de nuestra independencia que se inicia en 1780 con Túpac Amaru en el Cusco. Emociona también leer las páginas de la historia cuando nos recuerdan los gestos de caballerosidad que antecedieron al lance bélico, en donde amigos o parientes, militantes en bandos contrarios, tuvieron un paréntesis para despedirse previamente antes de romperse los fuegos, entre ellos Ramón Castilla, nuestro futuro Gran Mariscal, y su hermano Leandro. Fue, en cierta forma, un lance caballeresco de tiempos idos. Ayacucho es, por eso, el epílogo de una etapa y también el comienzo de una vida nueva que, siempre lo he dicho, plasma muy bien su significado, al poner a unos de sus emblemáticos colegios el nombre de “Independencia Americana”.
He recorrido mi país con a mor y verdadero deleite y no existe lugar que no nos hable tiernamente al corazón cuando queremos tener una idea cabal de la Patria, pero sobre todo cuando queremos encontrarla, pues a la Patria hay que buscarla en cada lugar, hay que identificarla en cada pueblo, en cada persona. No bastan las palabras. Ya son sus fiestas, sus costumbres, sus paisajes, su gastronomía, pero sobre todo su gente. Ya es la selva ubérrima, ya son los glaciares eternos de nuestras cordilleras, sus ríos, ya las arenas ardientes de la costa. Todo eso es el Perú y allí estamos los peruanos. Tenemos en verdad un país maravilloso, siempre abierto al mundo entero.
Estamos atravesando en estas semanas una etapa dolorosa en nuestra historia con la puesta en evidencia de la existencia de malos peruanos que han encontrado en la corrupción su medio de vida. He visto por allí que algunos peruanos, algunos colegios, anuncian que no desfilarán en Fiestas Patrias por estos hechos que hieren nuestros sentimientos. Hasta cintas negras he visto.
Respetamos ese temperamento pero me alineo entre quienes, como Jorge Basadre, creen que el Perú es más grande que sus problemas. Por lo mismo, los malos, los corruptos, no detendrán la historia. Son solo nubarrones que nunca faltan en el cielo. Por el contrario, es el momento de reafirmar nuestra decisión de luchar contra la corrupción y tener la seguridad de que superaremos este difícil momento. Siempre hay un día de la Patria, amigos. A despecho de todo. A la noche sigue el día…….
Vale recordar que la Patria la integramos los buenos y los malos. La Patria es una y quienes no quieren celebrarla en su aniversario, podrán así manifestar su frustración, pero no estarán haciendo nada por ella. Es por eso que quizá, por el contrario, sea el momento de reforzar la esperanza. La ilusión. Seguir soñando. No lanzarnos en derrota. Que se denuncien los hechos ilícitos y que se castigue a los responsables. La Patria sigue adelante.
Lo importante es no quedarnos inmóviles. Algo tenemos que hacer porque la Patria se hace día a día. Hay maneras simples de tratar de cambiar el mundo y de “hacer Patria” diría yo. Lo que sigue no es creación mía. Aparece en el Boletín del Rotary Club “El Corregidor” del Distrito 4455 de R.I. y me permito copiarlo porque es una manera de seguir adelante, de caminar pues, como dijo Antonio Machado:
“Caminante, no hay camino,
son tus huellas nada más:
Caminante no hay camino,
se hace camino al andar”.
1.- Hagamos la fila. 2.- Lleguemos puntuales.
3.- Hagamos bien nuestro trabajo. 4.- No desperdiciemos agua.
5.- Digamos: “Por favor” y “Gracias”. 6.- No tiremos basura en La calle.
7.- Disfrutemos del deporte como es: Un juego.8.- Pongamos la direccional.
9.- Estacionemos en lugares permitidos. 10.- No descalifiquemos a la gente.
11.- Cedamos el paso. 12.- Practiquemos la tolerancia.
13.- Escuchemos. 14.- Seamos amables.
¡ F E L I C E S F I E S T A S P A T R I A S !
Lima, 27 de julio del 2018.
* David Flores Vásquez, jurista y músico, director de la Lira Huaylina, un grupo musical integrado por sus hermanos y amigos, es un promotor infinito de su tiera natal y el turismo nacional.
Cholita no te enamores, polca.