Jorge Zavaleta Alegre.
Cambio16-Madrid.-
http://www.losandes.com.pe/Opinion/20130819/74068.html
http://www.elmercuriodigital.net/search/label/JORGE%20ZAVALETA
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Quién ha visto aquel
volcán,
todo cubierto de nieve;
Quien ha visto al fuego
helarse
y a la ceniza
escarcharse.
Yaraví, Trinidad
Pacheco Andía (1835-1915)
¿Cómo explicar que las culturas populares hayan estado
ausentes hasta hace pocos años en las investigaciones sobre la hegemonía y el Estado, el cambio social y el desarrollo?
Esta pregunta va encontrando numerosas respuestas. La
globalización económica motiva nuevas condiciones de producción del
conocimiento. Por primera vez, la cultura no es únicamente motivo de reflexión
especulativa en revistas especializadas, sino tema central de los debates internacionales,
que convocan a profesionales de diferentes vertientes que analizan la relación con el desarrollo y el
poder, según explican los promotores del Pensamiento Complejo transversal y multidisciplinario como E, Morin y L.P Sotolongo.
Precisamente, Arequipa, una de las ciudades más
representativas del sur del Perú, que mantiene estrechas relaciones con Bolivia, Chile y Norte de Argentina, al conmemorar el aniversario de su fundación
española, el 15 de agosto de 1540, muestra su rico patrimonio histórico, desde
encuentros de Tunas Universitarias de Hispanoamérica hasta bandas escolares, festivales de danzas, ferias
de artesanías, iglesias, conventos,
bibliotecas y sobre todo lo que va
quedando de su música popular
tradicional.
Este año, la antropóloga Marcela Cornejo Díaz, publica Música
popular tradicional del Valle del Chili, un
libro de más de 500 pp, dividido en
cuatro partes, dejando espacio libre para otros estudios históricos y etnográficos,
lingüísticos, filológicos y de musicología.
En su primera parte, se aprecia huellas de la memoria musical
republicana, los principales grupos populares, con énfasis en el yaraví de Mariano Melgar (melgarianos). Luego,
aborda la falta de registro de la cultura
popular y destaca el rescate de la obra
de Francisco Mostajo y de Beningo Ballón Farfán. Siguen, testimonios de un
grupo representativo de músicos que han perseverado en la memoria musical
local.
El último capítulo, plantea posibilidades de buscar y
desarrollar fortalezas de largo aliento “conjugando tradición y nuevos
paradigmas a través del arte, con miras a un regionalismo sureño…”
Entre los diversos e importantes hallazgos, Marcela Cornejo,
rescata los registros de J.M.Cuadros, sobre las características y aplicaciones medicinales de varias decenas de plantas, que enriquecen la poesía
y los cantos populares, temática que nos recuerda la prosa de otros escritores
como Eduardo Galeano, en Días y Noches de
Amor y de Guerra. La profusa bibliografía
y anexos convierten a la investigación, en fuente necesaria para conocer la música
popular tradicional de Arequipa y
ejemplo para otras regiones del país.
Además, presenta una tabla de grabaciones tempranas - con
letras e instrumentales como el charango - de yaraví, vals, triste, huaynos,
marineras, resbalosas, pampeña, fox, pasacalle, para el sello Víctor, en 1917, en la Ciudad del Misti y en otros estudios de Lima, Nueva York y Santiago de Chile.
El estudio destaca que el tiempo heroico en el Valle de Chili
ha tenido en contra la tendencia
hegemónica fraguada desde la capital
peruana y los factores internos de la idiosincrasia de su población, que no
pudo predecir ni se preparó para las
grandes transformaciones que implicó el desborde migratorio altoandino, la economía neoliberal globalizada
y el centralismo.
En la segunda mitad del Siglo XX hubo músicos talentosos
con dominio técnico e incluso formación académica, cuya labor
siendo meritoria, no ha tenido una
institucionalización sólida ni un impacto
mediático y popular que trascienda la aldea. Con excepción del grupo de los
Dávalos, que se trasladó a Lima, los
músicos no se profesionalizaron en el sentido estricto de la palabra.
“La música fue siempre un medio de expresión por amor al
arte, siguiendo con ello la tradición señorial y romántica del tiempo heroico,
ajena al desarrollo de una conciencia
histórico para las artes populares. Con el correr del tiempo, numerosas canciones
han quedado incluso olvidadas por falta de práctica”.
A pesar de la crisis y
limitaciones de las últimas décadas, existe
una búsqueda más constante de nuevos lenguajes y derroteros en los campos de la
literatura, el teatro, la pintura, el cine, que han sido incorporados en los nuevos aportes de la población
migrante.
Siguiendo a Gayatri Spivak, la académica arequipeña, afirma que sin considerar como una pérdida
sino como una forma de mejorar nuestra
capacidad de escuchar y promover respuestas
creativas en el otro, la
perspectiva se convierte en oportunidades
de explorar nuevas nociones de la realidad, más desafiantes y enriquecedoras a
la vez.
Los artistas nostálgicos avizoran el valor de la
interculturalidad, a contracorriente de
la predisposición tradicional de la
sociedad arequipeña de fijar clases sociales (y en ello el factor racial) de
manera estamental. En Lima, la música chicha, la cumbia andina, sigue
fermentando, experimenta una constante
búsqueda de cómo adecuarse a uno u otro género internacional, sin conseguir aún
una sólida identidad e
institucionalización en la sociedad
nacional.
A manera de colofón, Marcela Cornejo, remarca que continúa la
ausencia de la institucionalización para
el estudio y desarrollo de la cultura local, sobre todo popular en todo el
Perú. El aluvión migratorio hacia las principales ciudades de la costa y las
secuelas de las crisis, aún no ha madurado una visión política del horizonte
multicultural del país. Un atisbo de
este rumbo es la declaratoria de Arequipa en el 2000, como Patrimonio Cultural
de la Humanidad que ha despertado algún interés por parte de la UNESCO, en algunos
planes de desarrollo que priorizan lo urbanístico y monumental.
En el plano de la música, nos llevan a seguir de cerca las políticas
culturales de Cuba, México, Venezuela, Chile, Argentina, Brasil y Bolivia, respecto a la educación musical, que
trasciende lo local y lo regional. La
música popular tradicional constituye el
mejor tesoro cultural para la integración social y cultural de América Latina.