Papel de Arbol

jueves, 19 de abril de 2018

ADIOS A RAUL CASTRO, ADIOS, DIARIO16




Escribe Ricardo Angoso, Diario16.Madrid
Como estaba previsto, Raúl Castro abandonó oficialmente la más alta autoridad del país caribeño -Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros- y dejó a su vicepresidente Miguel Díaz-Canel el camino despejado para su sucesión. Fue elegido, claro está, como nuevo presidente, toda vez que no había otros candidatos alternativos y nadie iba a contrariar en el interior del monolítico y todopoderoso Partido Comunista Cubano (PCC) las decisiones de un Castro.

Por primera vez en los 59 años de revolución cubana un Castro no quedaba al frente del país, aunque son muchos los que sospechan que tras Díaz-Canel influirán mucho las opiniones, sugerencias y recomendaciones de Raúl, tal como ocurrió con él cuando Fidel Castro anunció su retirada. Díaz-Canel encarna la continuidad ideológica y política del modelo castrista.

En cualquier caso, sea cual sea la influencia que tenga a partir de ahora Raúl en el poder cubano, su salida de la primera escena política y mediática, sin estar expuesto a los flashes y a la presión de estar en la primera fila, es un hecho histórico en sí mismo. También lo es que el nuevo líder, Miguel Díaz-Canel, sea un político relativamente joven -60 años- y nacido ya durante la revolución cubana. Nunca ha conocido el capitalismo ni tuvo ningún contacto la Cuba precomunista, que se debatía entre la tiranía y la democracia pero que acabó presa de una revolución traicionada que degeneró en una dictadura.

El relevo es importante, obviamente, pero el contexto que enfrenta la isla es muy adverso, el futuro no se presenta nada fácil. Cuba se ha convertido en una economía en permanente recesión que no ha conseguido superar la desaparición de la Unión Soviética, en 1991, la crisis del bloque socialista y ahora la situación realmente desesperada por la que pasa la satrapía venezolana, su principal sustento en los últimos años a merced de los mas 100.000 barriles de petróleo diarios que Chávez y después Maduro prácticamente han regalado a los Castro durante años.

Además, con el precio del petróleo subiendo en los mercados internacionales no se augura nada bueno para la maltrecha economía de la isla, siempre con una acusada falta de divisas para importar productos básicos y combustible. Las instituciones financieras internacionales prevén para este año un crecimiento económico para Cuba del 1% y tan sólo se esperan algunas buenas noticias en el sector del turismo, que ya se acerca a los cinco millones de turistas, y en la exportación de tabacos y bebidas. El resto, por lo demás, sigue mostrando un curso más bien mediocre y el país sigue necesitado de productos y alimentos básicos para subsistir.

El problema radica en que los hermanos Castro nunca han querido efectuar reformas para enfrentar el caótico estado de un modelo económico absolutamente infuncional, nulo en lo productivo y carente de los estímulos necesarios para que lleguen las inversiones extranjeras y se genere el necesario emprendimiento por parte de los cubanos. Así las cosas, sin necesidad de ser un experto en el manejo económico, todo el mundo sabe que el camino más anhelado por la mayoría de los cubanos es largarse para siempre y no volver al paraíso socialista idealizado por los Castro.

En lo político, tampoco nada nuevo bajo el sol, más bien lo de siempre: las viejas consignas ya oxidadas de “¡Patria o muerte!” o “¡Hasta la victoria siempre!”. Pero poco más que reseñar. El PCC se resiste a renunciar a su hegemonía política, el multipartidismo está absolutamente descartado, la prensa libre es inexistente y cualquier forma de disidencia es reprimida brutalmente y sin contemplaciones. El discurso oficial imperante es claramente contrario a cualquier forma de expresión crítica, plural y que cuestione alguno de los principios de la revolución. “Dentro de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada”, ya había señalado hace años el mismo Fidel Castro para señalar los límites de la crítica ante los primeros conatos de disidencia interna en el barco revolucionario.

La ocasión perdida de los Castro en la época de Obama

Los dirigentes cubanos desaprovecharon el período Barack Obama en lo político y en lo económico para dar paso a algunas reformas políticas y económicas que pudieran paliar el descontento social por la situación económica y el anhelo de millones de cubanos por salir de la gran ergástula-prisión en la que se convirtió la isla de Cuba. Desaprovecharon que Obama abrió la mano, tendió puentes, visitó la isla, fomentó el diálogo y quería, por encima de todo, unas nuevas relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Aunque no pudo acabar con el bloqueo, que depende de su cancelación de una decisión legislativa -Obama estaba en minoría en las dos cámaras que componen el legislativo norteamericano-, el primer presidente norteamericano estaba dispuesto a ir hasta donde hubiera podido llegar por recomponer las relaciones entre los dos países. ¿Pero que fue lo que encontró Obama en la parte cubana? Nada, ni un gesto, ni siquiera una amnistía para los miles de presos políticos o una menor persecución de la disidencia política. Ni siquiera exigió unas elecciones libres, nada de eso, sino que el búnker cubano abriera un poco la mano, fuera más flexible y se mostrara en sus formas algo menos intolerante.

Ahora la situación es muy distinta. Y no cabe duda, visto el asunto en perspectiva, que los Castro perdieron ese gran momento histórico para haber abierto su país. En Estados Unidos ahora el inquilino de la Casa Blanca es Donald Trump y no van a haber más gestos ni señales de amistad, sino más bien lo contrario: el actual presidente norteamericano piensa endurecer sus relaciones con Cuba y suspender el acuerdo entre Obama y los Castro. Pese a todo, eso no cambia nada; Cuba no tenía ninguna intención de hacer reformas ni cambios políticos. Trump, en definitiva, tan sólo endurece una línea política que es la que sostienen los sectores más a la derecha del escenario político norteamericano que, paradójicamente, encontraron en los Castro a sus mejores aliados. Ya se sabe, los extremos siempre se tocan.

Luego, en lo que se refiere al contexto regional, también ha habido grandes cambios en estos últimos años, ya que el continente ha girado a la derecha y ya hay gobiernos de esta tendencia en Argentina, Brasil, Chile y Honduras, antaño aliados y amigos del eje auspiciado por Hugo Chávez y los Castro. Tampoco Colombia, Ecuador, Panamá y Perú se muestran por la labor de seguir con la política de paños calientes con respecto a Venezuela y Cuba, y apuestan ahora por una política de mayor dureza hacia estos regímenes autoritarios. Cuba está muy sola en la escena internacional.

El problema radica en que nadie se plantea un cambio en el interior del régimen y tampoco hay demasiadas esperanzas con respecto al nuevo presidente, toda vez que la sombra de Raúl Castro seguirá planeando sobre la vida política de la isla. Hace años que los cubanos abandonaron la idea de un cambio político en Cuba, o al menos una relativa apertura económica al estilo de la china o la vietnamita, sino que lo que domina la brújula política de La Habana es el continuismo, el dogmatismo ideológico, el partido único y las recetas fracasadas en lo económico del “socialismo” ahora llamado del siglo XXI. Por lo tanto, este adiós a Raúl Castro suena más bien a un hasta luego camarada, como en los tiempos de Fidel. Ni siquiera la brisa caribeña mueve las hojas de las palmeras que añoraba Celia Cruz.

En Texas, renace la memoria de los migrantes, según Tandil, Argentina




Jorge Zavaleta  Alegre

El lirismo sucio y la desesperanza se parecen a los ‘narcocorridos’.  En las ciudades de  Texas,  cercanas a México aparece  “una ofensiva musical con ritmo de ranchera y letras que recuerdan los peligros de cruzar ilegalmente la frontera”.

Los pobladores  de El  Paso  y Benito  Juárez comentan que esa música es  patrocinada  por la Patrulla Fronteriza de los EE UU, y con fondo de guitarras y acordeón, cantan los “peligros” de cruzar al otro lado: Para cruzar la frontera / Me puso en la caja de un trailer / Allí compartí mis penas / Con otros cuarenta inmigrantes / A mí nunca me dijeron / Que esto era un viaje al infierno.

Frente a este  clima de agresión,  los pobladores recuerdan  la  historia  de la pequeña ciudad  de Corpus Christi, fundada en 1839, que  ofrecía suministros a un ejército revolucionario mexicano acampado a 40 kilómetros al oeste.  Años después las tropas de Estados Unidos comandadas por el general Cachay Taylor se asentaron allí en preparación para la guerra contra México  y meses más tarde   ese   territorio fue incorporado a los EEUU. La batalla de Corpus Christi fue parte de la guerra civil estadounidense.

En la actualidad, los migrantes latinoamericanos  en los  Estados  Unidos, como defensa a la agresiva política  de los más  radicales conservadores,     reconstruyen  su  historia, recordando  a  sus artistas preferidos. Un referente es Selena  Quintanilla  (Lake Jacson Selena),  asesinada por dos balazos  en la espalda,  en el mejor momento   de su carrera musical.

Selena Quintanilla Pérez, Corpus Christi, Texas, 1995, nació el 16 de abril de 1971  en la localidad tejana en una familia de origen hispano establecida en la zona. No era más que una niña cuando su padre, que había sido músico, se dio cuenta de la gran voz que poseía. A partir de entonces centró todos sus esfuerzos en encaminar su vida hacia la música.

Selena entra en la adolescencia cantando con sus hermanos y en diversos shows hasta que su vida cambia en 1989, año ve la luz su primer trabajo profesional, Selena. A partir de este disco aparece cada año en el mercado un nuevo disco: Ven conmigo, Entre a mi mundo, Live... Es una mujer estadounidense y habla habitualmente en inglés, pero curiosamente canta en español, tal y como le enseñó su padre cuando era una cría.

Vestida con tops que recordaban el estilo atrevido de Madonna en aquella época y con canciones típicamente tejanas pero adaptadas al público de cada zona, el éxito de Selena creció sin parar.  Consiguió un Grammy al mejor álbum de música mexicano-americana por Live y al año siguiente publicó su disco Amor prohibido, donde se escuchaban canciones que se hicieron famosas al instante de aparecer: Bidi Bidi Bom Bom y No me queda más, entre otras.

El sueño de Selena se hace realidad: triunfa en el mundo típicamente machista de la canción tejana y consigue entrar en México como una verdadera cantante.  Poco después disfruta de su éxito al grabar Dreaming of you, un disco del que vende más de dos millones de copias, y protagoniza un multitudinario concierto en la ciudad de Houston. Son los últimos trabajos de una carrera donde se incluyen hits internacionales como I Could Fall in Love o el mismo Amor Prohibido, cuyo sencillo del mismo nombre llegó al número 1 de las listas.

El éxito de Selena se rompió el día 31 de marzo de 1995, cuando tenía tan sólo 23 años. La presidenta de su club de fans, Yolanda Saldívar, la asesinó por motivos económicos. Ambas vivían en Corpus Christi y se conocían desde hacía tiempo. Selena confió en ella para dirigir algunas de sus tiendas, pero su padre se dio cuenta de que la estafaba.

Después de una serie de problemas y desacuerdos, la cantante fue a visitarla ese día para hablar cara a cara y recibió un disparo por la espalda. El 3 de abril se celebraban unos multitudinarios funerales en su memoria que atrajeron a público de diversas ciudades. Había nacido un mito cuya vida fue llevada a la pantalla por la actriz Jennifer López.

Después de la muerte de Selena se publicaron diversas recopilaciones de sus trabajos que incluían temas en inglés (Siempre Selena y All my hits) y la venta de sus discos creció espectacularmente. Su repercusión fue tal que la revista People Texas le dedicó su portada una semana después de morir e incluso un número conmemorativo. Numerosas figuras musicales de carácter internacional, como por ejemplo Talía, Carlos  Vives y Gloria Estefan han participado en homenajes póstumos a su memoria.

En diferentes ciudades de  Texas, la  voz y ritmo de Selena vuelven a las calles para mitigar los efectos del muro que se levanta   a las orillas del Río Bravo.