Jorge Zavaleta Alegre
Oxfam International constata que la
riqueza acumulada de 62 personas es igual a la riqueza acumulada de la mitad de
la población mundial (3.7 mil millones de personas).
En los países del Sur, como Colombia,
Paraguay, Perú, y casi toda Centroamérica, el desempleo, sub-empleo y
sobre-calificación, supera la mitad de la población económicamente activa. Grandes
sectores de la población mantienen formas de hace miles de años, como si
fueran los albores de la Humanidad.
En el siglo XX emergieron nuevas formas de convivencia que
dieron nacimiento a grandes revoluciones, pero que no tuvieron el éxito deseado.
¿Por qué y cómo construir una
sociedad de igualdad de
oportunidades?, es el tema central del
libro del Dr. Hugo Salinas González, en el
cual plantea la “Teoría del Cambio. Otro mundo es posible”.
John Maynard Keynes, en 1936, precisó que “los dos vicios
horrendos del mundo económico en el que vivimos son: primero, el desempleo;
segundo, la arbitrariedad y ausencia de equidad en la repartición de la fortuna
y de las remuneraciones.”
A lo dicho por Keynes,
el autor de esta publicación remarca que además de las formas primitivas de trabajar aún vigentes en el siglo XXI, ahora
invaden otros efectos perversos como la
corrupción generalizada en América Latina. El caso de quien fue presidente del
Perú en los años 90, Alberto
Fujimori Fujimori, ciudadano nacido en
Japón, constituye un referente muy
grave y pernicioso para la vida
de un país, lo señalan los profesores
Tierry Baudassé y Adolfo Hinojoza Pérez.
Y no olvidar a la administración de Humala-Heredia, que supera cualquier dimensión de desgobierno y aprovechamiento del poder para utilizar inclusive a su padre Isaac Humala como un crítico a los movimientos de derechos humanos sobre el valor y el respeto de la naturaleza sexual, expuestas en un ejemplar foro del Centro Goethe, 2016, en el que participaron filósofos, historiadores, psicólogos economistas de reconocido prestigio latinoamericano y cientos de estudiantes y jóvenes.
Y no olvidar a la administración de Humala-Heredia, que supera cualquier dimensión de desgobierno y aprovechamiento del poder para utilizar inclusive a su padre Isaac Humala como un crítico a los movimientos de derechos humanos sobre el valor y el respeto de la naturaleza sexual, expuestas en un ejemplar foro del Centro Goethe, 2016, en el que participaron filósofos, historiadores, psicólogos economistas de reconocido prestigio latinoamericano y cientos de estudiantes y jóvenes.
En ese mismo año, Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam
International, afirmó: “Simplemente no podemos aceptar que la mitad más pobre
de la población mundial posea la misma riqueza que un puñado de personas ricas
que cabrían sin problemas en un autobús”.
Un sin número de referencias pueden explicar las funestas consecuencias del
latrocinio de los bienes públicos: Que
62 personas sean más ricas que la suma de riquezas de 3.6 mil millones de
personas, es más que escandaloso. Y que de esas 62 personas más ricas del
mundo, 59 sean hombres y sólo 3 sean mujeres, nos muestra juntas todas las
aberraciones de la “civilización occidental”.
Una civilización que bajo la bandera de la “preservación de
la democracia” continúa miles de años de
dominación, exterminio, rapiña, esclavitud, servilismo, gamonalismo, y
apropiación total de los bienes duramente producidos y construidos por los
pueblos del mundo.
Con el pretexto de “erradicar el terrorismo” o “impedir la
invasión de inmigrantes” se pretende ocultar las grandes desigualdades
socio-económicas generadas durante estos miles de años de oprobio y
humillación.
Sobre el particular, existe algo substancial a precisar de
inmediato. Una cosa son las desigualdades y otra, muy distinta, son las
diferencias.
Las diferencias entre personas, como entre los dedos de una misma
mano, son de orden físico, intelectual, e incluso psíquico. Las diferencias
tienen relación directa con las particularidades de cada ser humano. En cambio,
las desigualdades tienen una naturaleza muy distinta.
Que la mayoría de la población mundial nazca pobre y muera
extremadamente pobre, o que unas cuantas personas nazcan ricas y mueran
inmensamente ricas, no tiene ninguna relación con la naturaleza propia del ser
humano.
Este fenómeno obedece a una forma de organización socio-económica
impuesta a sangre y fuego. Además, este modus vivendi bien interiorizado en nuestro
comportamiento, es relativamente reciente en la Historia de la Humanidad.
Este es el tema central de este libro: mostrar la causa
fundamental de estas grandes desigualdades socio-económicas así como su
alternativa de solución, en la teoría y en la práctica. Otro mundo es posible.
Como dice Aníbal Quijano, “Ya no es suficiente resistir a la
globalización neoliberal. Las conquistas que nos han sido robadas en los
últimos 40 años no serán restauradas. Ahora es necesario, urgente en verdad,
pasar de la resistencia a la alternativa.”
¿Repartición o Distribución?
La noción de Repartición, tal como lo dicen los autores de este libro, responde a la
pregunta: ¿a quién pertenece la totalidad del resultado de la actividad
económica?. Es un concepto crucial en toda la exposición de este texto, y
difiere en su contenido de la noción de “distribución” que es utilizado por los
economistas clásicos, neoclásicos, e incluso Karl Marx.
Esta preocupación tiene diez mil años de antigüedad. Y
solamente en el siglo que ha transcurrido, millones de personas han entregado
sus vidas en aras de vivir en otra sociedad, en otra economía. Una tras otra,
las revoluciones han fracasado, comenzando por las dos más célebres de todas
ellas: la Revolución de Octubre de 1917 que construyó la Unión Soviética, y la
Revolución China de 1949 liderada por Mao Tse Tung.
En este siglo, más
temprano que tarde, se espera que la
tecnología de la
información, que va creando
nuevas alamedas de
discernimiento y acción, los Estados apuesten por la paz, abriendo oportunidades para el desarrollo
individual y colectivo de todos sin
excepción.
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