Jorge Zavaleta Alegre
Los recursos naturales
son para todos. Cuando el 6 de agosto del 2004, el presidente de la república
abrió la válvula de salida del gas de Camisea que ya llega a Lima, no
significó un acontecimiento de raigambre popular hasta que hoy se pone en
marcha un proyecto concreto que llega a
las economías de menores ingresos.
La construcción de zanjas en una ciudad que nunca había planeado
canales de distribución para este recurso, inclusive en la reconstrucción de
Ica, provocó hasta descontento, salvo
las primeras empresas de la avenida Argentina, rumbo al Callao, como una
fábrica de fina cristalería, que tras
150 años de experiencia, debía apagar sus hornos por el alto costo de la energía,
dejando en la calle a un centenar de diestros trabajadores, cuyo sindicato
había tenido, incluso, el admirable aval
de uno de los hijos de la familia propietaria.
Camisea tiene pues una
historia hasta turbulenta de veinte largos años. Es la inversión de mayor trascendencia en la historia del
Perú, cuyo aporte al Producto Bruto Interno superaría el 8%, incluyendo enormes
beneficios sociales.
Los peruanos recordamos con desencanto las primeras negociaciones con empresas extranjeras, algunas de las
cuales se negaron a dialogar con las comunidades nativas ni con la mediación de
Iglesia. Después vinieron subastas con evidente propósito de desactivar las
empresas públicas, incluyendo remate de grifos y refinerías.
El 9 de diciembre del 2000 hay un viraje. El Estado peruano
suscribe la buena pro con el consorcio Pluspetrol de Argentina, Hunt Oil de
EEUU y SK de Korea, que ofertaron una tasa
de regalías de 37, 24%. La concesión del transporte y distribución del gas
natural y los condensados fueron ganadas por la argentina Tecgas, la argelina
Sonatracch, y la peruana Graña y Montero con una oferta de 1449 millones de
dólares como costo total del servicio, según una cuidadosa investigación del
Instituto Riva – Agüero.
Cuando el gas llega a
Lima - después de surcar los andes desde la cuenca del Ucayali y rastreando
antiguas civilizaciones que para el observador casual eran simples construcciones
o una duna en el desierto – la población
comienza poco a poco a percibir las
ventajas del proyecto. La comercialización
del balón de gas GLP en 16 distritos de Lima, con el rótulo de
Petroperú, constituye un simbólico paso en beneficio de las amas de casa. Las estaciones participantes
han sido calificadas por el Osinerg. La proyección es masificar el GNV y hacer
respetar el contrato del Lote 88, que estableció la prioridad del mercado
interno frente a la exportación.
La reactivación de Petroperú, es un referente para entender la
función de una empresa pública en áreas estratégicas, en alianza con la moderna
empres privada, respetuosa de los acuerdos y de las exigencias de los
consumidores. El Gasoducto Andino es el nuevo proyecto más importante. La CAF anuncia que en cuatro meses estaría finalizado el estudio
integral con el que se definirá la modalidad de participación de Petroperú. Es
más los 25 gobiernos regionales y la municipalidad de Lima han adelantado su
respaldo y deseo de participar en el financiamiento.
La reactivación de petróleos del Perú, incluyendo la
refinería de Talara y la implementación de un gasoducto virtual, tendrá que
estar articulada al desarrollo agropecuario, reducción de la pobreza rural, conservación de los recursos naturales y la
diversión de fuentes energéticas, que son los
más importantes desafíos que enfrenta la Región y el país.
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