Papel de Arbol

martes, 13 de julio de 2021

CHILE, 4 DECADAS DESPUES. Jorge Zavaleta Alegre.TIME:

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"Después de cuatro décadas, se abre las grandes alamedas"

Jorge Zavaleta Alegre.

Latinoamérica, en el último medio siglo ha transitado por una economía  libre o libérrima, y ahora  pasa por un conflicto entre los grupos económico tradicionales  y las emergentes fuerzas populares, cuyos ingresos  no transitan por la banca ni los sistemas de tributación. Esta crisis se complica  por   las pandemias y la vigencia de una informalidad  ampliada y delictiva de la droga amazónica, concentrada en el sur oriente peruan Bolivia y Paraguay.

Chile (al igual que Perú, Venezuela y Ecuador) ha decidido tener  una nueva Constitución Nacional que reemplace aquella que dejó la dictadura de Pinochet.

Para los latinoamericanos de pensamiento conservador, el presidente Allende  fue un orgullo porque su antepasado conquistador había recibido un título de nobleza por la cantidad de indígenas que había eliminado.

Pero  ese pensamiento cambió tres años más tarde, cuando el presidente Allende era derrocado en un violento golpe de Estado, comandado por Pinochet y respaldado por el gobierno de los Estados Unidos, que puso fin al gobierno de la Unidad Popular y a su propia vida.

Era el 11 de septiembre de 1973. Poco antes de morir, en su discurso postrero, Allende dijo: “Mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.

Durante la era del dictador Pinochet se habían hecho reformas para implantar una economía de libre mercado. El país puso en manos de inversionistas privados las empresas estatales existentes al mismo tiempo que los servicios de salud, la seguridad social, la educación, la vivienda y las telecomunicaciones. Se prohibieron las acciones reinvindicativas de los sindicatos y gremios.

Después de la vuelta a la democracia, en 1990, varios gobiernos de la llamada Concertación se sucedieron entre ese año y 2010. Las políticas neoliberales se profundizaron aún más. Se impulsó el consumo y el crédito. El país crecía económicamente e ingresaba a organismos de países desarrollados.

El otro lado de la medalla era que Chile seguía estando dentro de las naciones más desiguales del mundo. Balances de la primera década del siglo, revelan que las cuatro familias más ricas en Chile poseían una riqueza equivalente al 20 por ciento de lo que producía el país al año (PIB).

La protesta que siempre ha sido parte del escenario chileno se desató con una fuerza inusitada hace diez años. El movimiento por volver a hacer pública la educación se constituyó en uno de los más fuertes desde el retorno a la democracia.  Los esfuerzos del pueblo chileno obtuvieron como resultado de las protestas el llamar a una nueva Constituyente para abolir la Constitución de Pinochet. Las marchas  feministas es un elemento muy valioso que ayudó y ayuda al cambio.

El ciclo de sufrimiento al que el pueblo chileno ha sido sometido en los últimos cincuenta años con desaparecidos, exilio, represión y presos políticos parece haberse cumplido.

Las palabras proféticas de Salvador Allende acaban de hacerse realidad. Las pasadas elecciones en el país austral para elegir representantes a la Convención Constitucional, alcaldes y gobernadores han tenido resultados contundentes.  

El resultado de la votación: “La suma de los independientes con las dos grandes listas de la oposición al gobierno de Piñera supera los dos tercios de los 155 escaños de la Convención, que contará con 17 cupos reservados para los pueblos indígenas y tendrá paridad entre hombres y mujeres, algo inédito en el mundo”, enfatiza la prensa de Santiago, la capital nacional.

El  pueblo chileno ha  retomado la vocación de participación sencilla y en humildad.  Elisa Loncón, una lingüista chilena, que creció en una choza tradicional de madera y paja donde viven los indígenas mapuche en áreas rurales del centro-sur de Chile, ha  obtenido el liderazgo en esta nueva etapa.

Ella fue a la más cercana, donde era la única niña indígena en su clase.  Pero renunciar a la oportunidad de la educación no era una opción.  Ya su madre abandonó la escuela en tercer grado, cansada de caminar largas horas descalza para llegar a su salón de clases, mientras que su padre no aprendió a leer hasta los 17 años.

Elisa Loncón, hoy con 58 años, tiene una maestría y dos doctorados. Es una de los 155 miembros de la nueva asamblea constituyente encargados de redactar la nueva carta magna del país.

En octubre  pasado, más del 78% de los votantes chilenos aprobaron el cambio constitucional, y el junio volvieron a votar para elegir a los miembros de una asamblea constituyente. La asamblea ya tuvo su primera sesión oficial, de un proceso que debe durar hasta un año y producir un texto que será ratificado a través de un nuevo plebiscito.

Esto acontecimiento no solo  pone fin al legado del régimen autoritario de Chile. Es una oportunidad única para que cualquier país establezca nuevas pautas para el siglo XXI.

Se espera que la asamblea constitucional de Chile trate de limitar los privilegios de una élite con un control dominante en el poder político, que todavía actúa como una oligarquía. En el centro del debate constitucional estará si eliminar o no una sección existente que regula el poder del Estado para desarrollar actividades empresariales, lo que la mayoría de los chilenos cree que conduciría a nuevas políticas de bienestar social.

 La asamblea con 155 miembros que en conjunto reflejan el fuerte rechazo de los chilenos a la clase política establecida. Las coaliciones de centro izquierda y derecha que han compartido el poder desde el retorno a la democracia en 1990 sufrieron un duro golpe, obteniendo sólo el 16% y el 24% de los escaños, respectivamente.

En contraste, candidatos independientes y recién llegados de partidos políticos de izquierda y movimientos sociales han tenido su momento de gloria, reuniendo el 60% de los votos.

La asamblea chilena es la primera en el mundo en tener paridad de género (77 miembros son mujeres) y la primera en la historia del país en incluir asientos designados (17) para representantes indígenas. También incluye ambientalistas, feministas, miembros de la comunidad  y chilenos de todo el espectro social. La edad promedio de los asambleístas es de 44 años.

La constitución de Chile que fue redactada bajo la influencia del modelo neoliberal,  no obstante muchas enmiendas, la mayoría de los chilenos la considera demasiado dirigida al libre mercado y marca las desigualdades del país.

Chile es el país más desigual de América Latina, donde el 10% en el nivel más alto concentra el 60% del ingreso nacional promedio, coincide más de uno de los  estudios socioeconómicos de este país.

La «Encuesta Bicentenario» que viene midiendo indicadores culturales anualmente desde 2010, el año pasado mostró que el 77% de los chilenos cree que hay un «gran conflicto» entre ricos y pobres. En este contexto, muchos ven la nueva constitución como la solución.

Los conservadores temen que el proceso constitucional degenere en un camino populista para que un líder consolide el poder ejecutivo, como ha ocurrido en Bolivia y Venezuela. Pero los expertos dicen que eso es poco probable.

 Claudia Heiss,  socióloga autora de varios libros destaca la nueva actitud de la juventud de su país:. «En Chile estamos viendo una respuesta institucional a un levantamiento social y sus demandas. Es inédito en América Latina tener un proceso que comienza como una revolución y se convierte en una convención con deberes limitados»,

La mayoría de los constituyentes han demostrado que están dispuestos al cambio: «Si Chile lo hace bien, tiene el potencial de convertirse en un país que dé el ejemplo a otros» coinciden líderes de grupos juveniles”.

La lucha de Chile con su pasado autoritario no es única. Los países con democracias recientes, como Birmania, Corea del Sur y Turquía, se han regido por constituciones autoritarias durante años o incluso décadas.

 En algunas naciones, como Argentina, que han oscilado una y otra vez entre la democracia y la dictadura, varias transiciones democráticas han sido guiadas por constituciones redactadas por gobiernos autoritarios.

Este hecho refleja una vez más cómo Sebastián Piñera, el multimillonario presidente empresario de Chile, está sumamente desconectado de la manera en que viven la mayoría de los chilenos. El gobierno de Piñera está consciente de esto y está tomando medidas para oponerse a un cambio político radical.

El proceso de reforma no necesariamente tiene que descarrilar el estatus de Chile como una fuerza económica en la región. Un sistema político más inclusivo que promueva los intereses de la mayoría de sus ciudadanos también puede beneficiar a los empleadores mediante estabilidad política y una fuerza laboral más feliz y saludable, coinciden múltiples países.

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