Papel de Arbol

viernes, 21 de diciembre de 2012

BELEN AMAZONICO, PESEBRE EN LLAMAS


Jorge Zavaleta Alegre. CAMBIO16.Madrid.-

Un dantesco incendio de  Belén, en la capital de la Amazonia peruana, ha ocurrido en la víspera de la Navidad 2012. El fuego acabó con las   viviendas de madera de la mayoría de sus pobladores,  ratificando que las grandes tragedias naturales o provocadas por el hombre, recaen siempre sobre los más pobres del planeta.

Los  primeros inmigrantes italianos, alemanes y norteamericanos que llegaron a  Iquitos,  llamaron a Belén, la Venecia del Perú, porque las aguas del Nanay, afluente del coloso Amazonas,  ofrecían  un paraje paradisiaco, y donde  la pobreza secular de sus habitantes pasaba desapercibida. Hace dos décadas, el curso del Nanay cambió de  rumbo, y  Belén comenzó a mostrar sus más  profundas heridas.
El Fondo de canje de deuda Perú – Italia permitió que años atrás,   se ejecutara  en Belén,  un proyecto de   agua potable y saneamiento, en memoria de Garibaldi y Antonio Raimondi. Pero la inversión pública no sumó  mayores  esfuerzos para seguir  impulsando el desarrollo de ese distrito de Maynas, no obstante el empeño del  diplomático De Nardis, quien acaba de fallecer en Roma.
Con el incendio, la población no olvida sus historias de violencia:  la extracción del caucho, del petroleo, la tala que acarraza bosques y la escasa, muy escasa presencia del Estado. 
Varias fuentes especializadas, como el BID (por encargo del MEF), indican que  las pérdidas económicas por tragedias naturales, como terremotos, tsunamis e inundaciones, superan entre 30 a 40 mil millones de dólares, debido a las consecuencias previsibles  que afectan nuestro territorio.
El Ing. Julio Kuroiwa,  sismólogo de prestigio internacional, después de un largo e intenso recorrido por pueblos remotos del Perú,  donde aún el acceso es a lomo de bestia, tiene la fortaleza moral para  recordarnos  que en el terremoto de Ancash de 1970, perdieron la vida  67 mil personas, pasando a la historia como el evento más mortífero  de las Américas en el siglo XX.
La mayoría de casas en el Callejón de Huaylas, llamada también la Suiza Peruana, se vinieron abajo porque sus viviendas eran trampas mortales construidas sobre suelo blando y saturado de agua, sobre todo en la ciudad de Huaraz. Y en el resto de pueblos vecinos, sus pobladores habitaban   casitas de tapial (muros de adoquines de piedra  unidos con barro) de uno y dos pisos.
Los libros de Kuroiwa, como “Disaster Reduction, Living in harmony with nature”,  hoy son textos oficiales para la educación en la India y otros países porque   señalan que es una obligación ética, proteger  la vida y la salud de las personas de menores recursos no solo de bienes materiales sino en conocimiento.

De ocurrir cualquiera de las hipótesis, sería un desastre para la nación, porque se cortaría bruscamente  el crecimiento económico de dos décadas y  los programas de reducción de la pobreza y atención a las poblaciones vulnerables. Kuroiwa, comparte  los nuevos movimientos filosóficos del conocimiento científico transversal e interdisciplinario para poder impulsar el desarrollo local, como desafío del siglo XXI.
Investigaciones del Terremoto y Tsunami de Tohoku (Japón, Marzo 2011), cuyos resultados  tienen carácter global, inciden en  que la participación consciente, efectiva y capacitada de la comunidad afectada, es la acción más efectiva.
  

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