Por Francisco
Carranza Romero
Pero, conociéndolo personalmente y escudriñando suvidanos
informamos de algunos datos: Nació en la provincia andina de Pomabamba (Áncash,
Perú) el 3 de septiembre de 1926. Desde niño se alimentó de las culturas
quechua e hispana; aprendió a comunicarse en quechua y castellano según el
interlocutor; participó en las fiestas del campo y de la ciudad; gozó de los
colores y símbolos andinos y costeños porque, como todo peruano sincero, asumió
la realidad mestiza del Perú. Su madre inmigró a Lima para proteger a su hijo y
para buscar nuevo porvenir. Villegas, después de terminar los estudios de primaria
y secundaria en el Colegio Nacional Guadalupe, Lima, ingresó en la Escuela de
Bellas Artes. Hasta que en 1950 viajó a Bogotá donde obtuvo la beca para el postgrado
en Pintura Mural en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de
Colombia. Desde entonces su residencia es Colombia. A Perú llega sólo por
exposiciones o por visitas familiares.Sin embargo, dos cuadros suyos adornan
dos importantes lugares de Lima: Túpac Amaru en el Palacio de Gobierno, Santa
Rosa en la Cancillería. Su cuadro Bolívar también está en el Palacio de
Gobierno en Caracas. La crítica colombiana
Marta Traba dice de él: “Es una de las figuras más representativas de la
plástica latinoamericana. Pertenece al grupo que introdujo la contemporaneidad
artística en nuestro país…. Como gestor cultural se le debe el sueño y la
ejecución del Museo de Arte Contemporáneo Bolivariano de Santa Marta”. En
Colombia, con toda justicia, es reconocido al lado de Eduardo Ramírez
Villamizar, Fernando Botero, Enrique Grau, Alejandro Obregón y Guillermo
Wiedemann.Ha expuesto sus obras en tres continentes: América, Europa y Asia. Colabora
con Perú como Ministro Consejero Cultural ad honorem en Colombia. Pero, se
mantiene distante de la política porque el artista y el político son personajes
de diferente visión. “La política
comercia con lo más abyecto y efímero del ser humano; el arte pretende un
matrimonio con lo sublime”.
Sus guerreros anónimos pertenecen al realismo
mágico, maravilloso y fantástico. Pero algunos críticos han dicho que son
repeticiones sin darse cuenta que cada guerrero es diferente. Al respecto el
maestro Villegas dice: “Los críticos
pasan; los artistas quedan”. “El arte nace, se consuma y universaliza en los
ojos del otro”.
Cuando en septiembre de 2012 supe sobre su delicada
salud postoperatoria, aprovechando un evento académico organizado por la
Universidad de la Sabana, viajé a Bogotá y lo hallé ya en su casa que es un
palacio del arte convertido en estudio y galería permanente. Allí no sólo están
sus pinturas sino también sus collages hechos con madera, lata, plástico, tela,
vidrio, etc., materiales que él los recoge y los recicla y les da nueva y
hermosa vida. Aprovechamos unos días para hablar en quechua sobre nuestras
vivencias andinas y es cuando me entregó su libro recién publicado: “Pedagogía
especial del dibujo”, Fundación Común Presencia, Bogotá, 2012. En la
dedicatoria leo su gratitud de discípulo: “A
la memoria de mi profesor Francisco Guzmán Becerra, maestro en Pedagogía
Artística, sin cuyas luces no hubiera sido posible la cristalización de estas
páginas”. En esta vida todos tenemos que agradecer a los que han participado
en nuestra realización intelectual y espiritual.
Desde la Introducción hallamos muchas píldoras de la
verdad que contiene este libro: “El
dibujo es anterior a la palabra escrita”porque la escritura es la
abstracción más elaborada para representar ideas y sonidos. Lo mismo podemos
decir: El acto lúdico es anterior a la expresión artística.
“Entiendo
que dibujar no debe ser una habilidad exclusiva de los artistas, sino de toda
persona para alcanzar un mayor y mejor desarrollo”.
Y este desarrollo es integral. Es físico porque desarrolla la vista, adiestra
la mano en el trazado de líneas y formas, y propone la distancia adecuada del
dibujante frente al papel o lienzo. Es intelectual porque desarrolla la
memoria, el análisis de formas y colores, la síntesis y la recreación
imaginativa. Es espiritual porque armoniza el mundo exterior con el mundo
interior.
“Sabemos
que el habla se perfecciona con el dibujo; y el dibujo con el habla”.
Cuando faltan recursos lingüísticos se recurre al dibujo para expresar lo que
uno quiere,eso hizo el cronista Felipe Guamán Poma de Ayala cuando redactó su “Nueva
Corónica y buen gobierno”.
Al hablar del inicio del dibujo en la niñez, el
maestro Villegas, basándose en los grandes pedagogos y en su propia experiencia,
recomienda el dibujo libre y espontáneo para que el niño garabatee (balbuceo
gráfico) o pinte según el desarrollo de su vista, según su estado emocional, según
su género, según su interés y según su percepción del mundo en que vive. En
esta etapa inicial se puede ayudar con sugerencias muy suaves pero no se debe hacer
las correcciones porque puede crear el complejo de inferioridad al que está
queriendo expresarse mediante el dibujo. Después, con la orientación de un
maestro el niño pasará a dibujar las formas geométricas; luego pasará al dibujo
imaginativo porque el objetivo del dibujo no es llegar a ser un mero copista o
repetidor. “El maestro debe propagar
siempre en sus clases una pedagogía de la libertad; de otra manera habrá
esculpido en el viento”,dijo en una entrevista. El maestro de dibujo debe
tener conocimientos de Estética, Pedagogía, Geometría, Psicología, Química,
cultura general y práctica del dibujo porque el curso de dibujo tiene relación
con todas las asignaturas.
El maestro Villegas, por conocer la realidad de las escuelas estatales, se lamenta de la poca importancia que dan el Ministerio de Educación y la escuela a la asignatura de Dibujo o Pintura. Las aulas oscuras y tétricas no son las adecuadas porque matan el espíritu artístico del estudiante, la carencia de materiales también dificulta la enseñanza, y el docente no preparado para esta materia remata el curso.
El dibujo sirve también para medir el grado del
desarrollo de la inteligencia. Basta ser un buen observador: el niño con
retardo mental tiene la tendencia a copiar; mientras que el niño normal es innovador
y creador. El educador,que puede ser un familiar cercano o el docente de aula, puede
conocer al niño por la dirección y repetición de las líneas y formas, por la
preferencia de los colores, por la rigidez o movimiento de las figuras.
Este libro refiere la historia del dibujo, presenta
los métodos con criterio cronológico, hace las recomendaciones acertadas por su
experiencia de muchas décadas en diferentes países e instituciones. Aprovechemos
la experiencia del octogenario maestro. Este libro es útil no sólo para el
maestro de aula sino para toda persona que quiera comprender mejor la
adquisición y el desarrollo del lenguaje artístico a través de formas y colores.
Gracias maestro por darnos un resumen escrito, de
fácil lectura y con ejemplos pictóricos adecuados en cada capítulo.
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