Papel de Arbol

sábado, 21 de enero de 2023

LA BIODIVERSIDAD GLOBAL EN 2023

 


El nuevo Marco Global de la Biodiversidad

Jorge Zavaleta Alegre

El 2023 comienza a despertar con mayores muestras de interés por la integración de la naturaleza con  las ciudades. Parques, jardines y paseos con arboledas preocupan  a las autoridades locales.  Aumentan los proyectos de  fortalecer la vida vegetal para todos sus habitantes. .

En primer lugar, los árboles funcionan como un excelente termorregulador natural. Gracias a su sombra y el vapor de agua que liberan sus hojas, logran bajar la temperatura ambiental entre 2 y 8 0C en los días calurosos. Los árboles absorben el dióxido de carbono, principal causante del calentamiento global. Limpian el aire actuando como purificadores, absorbiendo óxido de nitrógeno, amoníaco, dióxido de azufre y ozono y devolviendo oxígeno a la atmósfera.

 La FAO (ONU para la Alimentación y la Agricultura) remarca que los árboles en las ciudades también ayudan a revalorizar el área en la que han sido plantados, ayudando a conseguir un rédito de hasta un 20% más que aquellas zonas de la ciudad en las que no existe vegetación…

La Banca Mundial de Desarrollo (BMD) y la prensa de mayor prestigio internacional han formado un binomio para promover el financiamiento positivo para la naturaleza y continuar con el proceso para desarrollar una meta de financiamiento verde.  Se busca  alcanzar una definición concertada de financiamiento de impacto ambiental positivo y una metodología de seguimiento para el segundo trimestre de 2023.

El BID, por ejemplo. anunció sus avances durante la 15ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (COP15), realizada en Montreal, Canadá, del 7 al 19 de diciembre.

Una economía positiva con la naturaleza puede generar oportunidades de negocios por valor de US$10 billones mediante la transformación de los sectores de alimentos, infraestructura y energía, que son responsables de casi el 80% de la pérdida de la naturaleza. Apoyar las inversiones de impacto ambiental positivo es fundamental para las economías y los pueblos de América Latina y el Caribe:

 El BID será el primer banco multilateral de desarrollo con una estrategia dedicada a la incorporación del capital natural y la biodiversidad. Esto se basa en el trabajo que se está realizando para integrar la biodiversidad en los procesos de planificación nacional, actualmente en curso en 10 países.

El BID continúa trabajando con socios como Francia y el Reino Unido para desplegar fondos para la conservación de los ecosistemas, otras formas de conservación y el uso sostenible. A través de la Iniciativa Amazonia, está ayudando a Brasil, Colombia, Ecuador y Surinam a incorporar actividades regenerativas en la cuenca amazónica. Continúa promoviendo enfoques financieros innovadores como bonos de sostenibilidad.  nuevas clases de activos naturales,  bancos de hábitat de biodiversidad, créditos de biodiversidad y plataformas digitales.

The New York Times se pregunta:

 ¿Podemos ponerle precio a la naturaleza?

Una paradoja económica en la Amazonía ecuatoriana y otras lecturas para el fin de semana.

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Manuela Andreoni, autora del boletín Climate Forward, que dos veces por semana pone en tu bandeja de entrada artículos sobre la crisis climática. Esta semana publica un reportaje revelador sobre la Amazonía ecuatoriana que Manuela firma junto con Catrin Einhorn. A continuación, presentamos en español un detrás de cámara de la nota y una reflexión de las paradojas que plantea.

Daniel Huepihue Cahuiya Iteca es el presidente de Yarentaro, un pueblo indígena de la Amazonía ecuatoriana.Credit...Erin Schaff/The New York Times

YARENTARO, Ecuador — Imagina que tu primer contacto con la cultura occidental fuera con una compañía petrolera.

Los waorani eran cazadores seminómadas cuando llegaron los misioneros y las compañías petroleras en busca de almas y riquezas en las décadas de 1950 y 1960. Su mundo cambió rápidamente en las décadas siguientes, cuando las petroleras ocuparon enormes extensiones de su territorio para perforar. Y, sin embargo, siguen esperando tener pleno acceso a gran parte de lo bueno de la sociedad occidental, como la medicina y la educación modernas.

Resulta paradójico que Ecuador decidiera perforar en la selva para sacar a su gente de la pobreza, pues Yarentaro tiene un nivel de vida increíblemente bajo, algo habitual aquí en la Amazonía, donde se encuentra la mayor parte del petróleo del país.

En la región del Yasuní viven dos grupos indígenas que rechazan el contacto con la sociedad occidental y viven en lo que se denomina aislamiento voluntario. Los tagaeri y los taromenane, también llamados pueblos no contactados, son seminómadas y sobreviven enteramente de la selva, cazando con lanzas y dardos.

Los activistas con los que hablamos dicen que la explotación petrolífera y maderera ha avivado los conflictos entre este pueblo aislado y otros grupos, entre ellos, los waorani. En las dos últimas décadas se han producido al menos tres masacres.

En 2013, una pareja de ancianos waorani de Yarentaro fue asesinada con lanzas por indígenas aislados. Los habitantes de Yarentaro culpan de los asesinatos a los yacimientos petrolíferos cercanos, donde máquinas ensordecedoras retumban día y noche. Los mataron a decenas de integrantes de la comunidad. “La empresa mucho daño ha hecho”, dijo. “Nosotros queremos ser waorani, ser libres para caminar nosotros”.

 

 




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