https://www.youtube.com/watch?v=mmJGrlInh84
El país de los rumanos no pertenece ni a la Europa central, ni a los Balcanes, ni a la inmensidad eslava del Este. Se encuentra en la encrucijada de todo esos espacios y tiene algo de cada uno de ellos. Es a la vez balcánico, oriental y centroeuropeo, sin pertenecer por ello de una manera específica a ninguno
de estos territorios.
Asi explica el historiador Ion Bulei quien considera que el pais de los rumanos es una sintesis de diversidades en los confines del Imperio Romano y el Imperio Bizantino, y en la linde de la expansión otomana, rusa o, posteriormente, occidental.
Una situación de frontera que, por un lado, dio lugar a un estado de
aislamiento y marginación de este espacio y, por otro, hizo que se conservaran determinados valores autóctonos tradicionales; este estado se ha perpetuado hasta la época contemporánea e incluso más allá.
Al igual que la Europa a la que pertenece, Rumanía es una síntesis de diversidades que, debido a una permanente inestabilidad, no han dispuesto del tiempo necesario para fusionarse y redefinirse.
Para el occidental, el espacio rumano constituye una especie de primer círculo de la alteridad. Un espacio integrado en la civilización europea, pero no lo suficiente como para ser considerado plenamente europeo, un espacio de frontera, una amalgama de vida ciudadana moderna y primitivismo rústico.
El escritor francés Paul Morand observaba, un tanto divertido, que en Bucarest, en el año 1935, se podían ver automóviles Ford circulando por la ciudad junto a… ¡carros tirados por bueyes! Un mundo de lo relativo, en el que el escritor francés destacaba la indulgencia, la adaptabilidad, el optimismo, una especie de despreocupación histórica en la que nada se tomaba realmente en serio porque nada merecía tomarse en serio.
Y todo esto en un espacio donde la naturaleza es hermosa, los parajes son pintorescos, la gente es hospitalaria y el arte es original, al igual que las canciones populares. Un espacio de contrastes.
La historia de los rumanos es una necesidad permanente de interiorización, de «descenso al interior de uno mismo». Un deseo casi nunca realizado. Cuando parece realizarse, como en el período de entreguerras, se trata entonces de una existencia bajo el terror, el «terror de la historia», según la expresión del historiador de las religiones Mircea Eliade. Es una especie de obsesión.
La historia americana o la francesa tienen vocación universal; la rusa es mesiánica. La de los rumanos es una búsqueda. Siempre buscando su identidad. Siempre intentando definirse. Es un «drama mudo» vivido por todas las generaciones. Al mismo tiempo, «la historia de los rumanos es una historia de
1. Rumanía tiene hoy 21,5 millones de habitantes en una superficie de 238.391 km2
Según la expresión de la historiadora francesa Catherine Durandin. Una historia en busca de la identidad, una cultura en busca de su propio destino.
En mayor medida que en otros pueblos, en la historia de los rumanos perviven unas confusiones que cada generación se esfuerza por aclarar: las fuentes escritas no hablan de los rumanos hasta tarde, en el siglo IX; el espacio rumano estuvo políticamente
fragmentado durante largos períodos de tiempo, y las provincias rumanas (Valaquia, Moldavia y Transilvania) han sido y siguen siendo reivindicadas históricamente por sus vecinos; al buscar su
especificidad cultural, los rumanos acaban encontrándose con los rusos; los ucranios, en su mayor parte también de confesión ortodoxa; los pueblos del antiguo imperio de los Habsburgo, junto a quienes, por otra parte, han vivido largo tiempo; los pueblos de los Balcanes, con los que además comparten el mismo legado bizantino, etc.
El espacio rumano se ha encontrado siempre en una encrucijada de civilizaciones y corrientes de ideas. La civilización indoeuropea se desarrolló allí en la segunda mitad del primer milenio a.C., a través de los getodacios, que eran numerosos (conocemos los nombres de 20 tribus dacias), relativamente unitarios y sedentarios. Rendían culto al dios Zamolxis, creían en la inmortalidad y menospreciaban la muerte. Los getodacios entraron en contacto directo con el mundo griego y su civilización, cuya influencia les dejó huella, a través de las colonias griegas del litoral occidental del mar Negro: Istros (Histria), Callatis (la ciudad actual de Mangalia) y Tomis (la actual Constanza).
También entraron en contacto con la civilización de los celtas, que asimilaron en parte. A principios del siglo II d.C., bajo el reinado del emperador Trajano, el espacio dacio se integró en el Imperio
Romano y, por tal motivo, se vio colonizado con elementos romanos o romanizados, procedentes, según Eutropio, de todo el mundo romano (etoto orbe romano). El proceso de urbanización
fue muy rápido. Caminos pavimentados surcaban la provincia, integrándola, con sus riquezas, en el flujo general económico y comercial del Imperio.
Tras la retirada de la administración y el ejército romanos al sur del Danubio, entre el año 271 y el siglo XIII, la historia del espacio cárpato-danubianopóntico se puede definir como «un milenio bajo
las migraciones». Un milenio durante el cual la historia de los rumanos discurrió entre el imperio de Constantinopla (el imperio de la nueva Roma) y los pueblos migratorios. El Imperio Bizantino fue un factor de consolidación del carácter rumano, así como un factor de cristianización.
También representó un modelo para las estructuras de los estados feudales rumanos. En cambio, los pueblos migratorios ejercieron una influencia negativa en el desarrollo histórico del pueblo rumano, sobre el que tuvieron un efecto deformante y retrógrado.
Entre las tribus migratorias, los eslavos desempeñaron, en las tierras del Danubio, el papel que representaron los francos y borgoñones en Francia, los lombardos en Italia y los visigodos en España.
Al norte del Danubio, los eslavos convivieron con la población local y acabaron asimilándose a ésta, hasta los siglos X-XII. Al norte del Danubio, el romismo fue una isla rodeada por tribus eslavas.
El cristianismo penetró en este espacio en la
época de la dominación romana y se expandió
luego gracias a la conversión de la población. Los
rumanos no fueron cristianizados de arriba abajo,
como sus vecinos u otros pueblos europeos, ya que
en esa época carecían de jefes políticos. Ese hecho acarreó, desde el punto de vista religioso, la
anexión de los rumanos por parte de sus vecinos.
Los sacerdotes de los rumanos pasaron a ser ortodoxos del rito eslavo. Los rumanos se apartaron así
de la Iglesia de Roma; una vez más, se aislaron de
Occidente por su confesión religiosa y se unieron
a Oriente. Pero no al Oriente griego, bizantino,
sino al eslavo. A partir del siglo X, la lengua de
comunicación eclesiástica, pero también cultural
y oficial, fue el eslavo. Dicha lengua impuso un
dominio cultural en el que la luz de Occidente ya
no logró volver a penetrar.
2. N. Iorga, La place des Roumains dans l’histoire universelle, Bucarest, 1980; V. Georgescu, The Romanians: A History,
Londres, Tauris, 1991; C. Durandin, Histoire des Roumains, París, Fayard, 1995; L. Boia, La Roumanie. Un pays à la frontière
de l’Europe, París, Les Belles Lettres, 2003; I. Bulei, Brève histoire de la Roumanie, Bucarest, Meronia, 2005.
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Bajo el dominio otomano, iniciado en el siglo XVI, los países rumanos, que conservaron una
situación de autonomía dentro del imperio, llevaron una existencia contradictoria. Al principio,
desde la fundación de los estados rumanos en el
siglo XIV hasta la caída de Constantinopla en 1453,
la influencia de la civilización bizantina fue evidente. Pero el influjo de las cortes reales de Buda
y Cracovia (Hungría y Polonia se disputaban la
supremacía en el espacio rumano) también se hizo
notar con fuerza. La influencia bizantina coexistió
con la occidental. Se ha citado a menudo cómo se
ha conservado el retrato del erudito príncipe reinante Demetrio Cantemir: podemos verlo vestido
tanto a la manera oriental como a la occidental.
Esta dualidad también ha estado presente en las
manifestaciones culturales de esos siglos medievales: tenemos las espléndidas iglesias medievales del norte de Moldavia –Voronet, Moldovita,
Szucevita, etc.–, influidas por el arte bizantino, o
las iglesias situadas en otros centros monásticos
–Cozia, Curtea-de-Arges, Valaquia, etc. Al mismo
tiempo, los hijos de los aristócratas iban a estudiar
a los centros de la cultura católica, en Cracovia,
Padua o Viena. A esta contradicción se añadió
otra, de naturaleza lingüística, entre el eslavo y el
latín, lenguas entre las que ha habido un conflicto
permanente que también ha hecho mella en las
creaciones literarias.
El sentido que tenía la modernización para los
rumanos, como en todo el mundo no occidental, era
poder sincronizar el desarrollo del espíritu rumano
con el de Occidente. Pero el resultado sólo fue parcial. La modernización en la zona del sudeste de Europa fue un proceso inacabado. A menudo se quedó
en un marco formal e inestable. El marco vacío no
se llenó de un contenido real. En efecto, Rumanía
había reunido las condiciones para convertirse en
una «Bélgica de Oriente», según la expresión de
la época, gracias a sus riquezas naturales. Pero su
evolución normal (iniciada a mediados del siglo XIX)
se vio bruscamente interrumpida por la ocupación
soviética en 1944. El balance de la experiencia
comunista fue el hecho de que, durante las dos últimas décadas del siglo XX, el país se vio relegado a
ocupar, en las estadísticas internacionales, un lugar
junto a Albania. La experiencia comunista estuvo
acompañada por la experiencia de una dictadura de
tipo totalitario, la de Nicolae Ceausescu, que aisló
una vez más a Rumanía del resto de Europa e incluso del resto de países «socialistas», modificando
y singularizando el destino histórico del país. Debido a la falta de continuidad de su desarrollo, que
contribuyó en buena medida a acentuar el desfase
entre Rumanía y la Europa central y occidental,
en 1989 los rumanos se vieron obligados a empezar
de nuevo desde el principio, como en 1821, 1859 y
1918, 1945, cual si se encontraran inmersos en un
perpetuo mito de Sísifo.
La historia, en el caso de los rumanos, ha impuesto una cierta identidad, que es una síntesis del
fondo rural, fuerte y resistente, y las influencias
exteriores. Una síntesis de contrastes. Hay actualmente en la sociedad rumana una coexistencia de
elementos dispares, procedentes de la vida tradicional, las nostalgias por el período de entreguerras, las
estructuras y actitudes comunistas y las evoluciones
poscomunistas no bien definidas aún. Las esperanzas
puestas en el reencuentro histórico de los rumanos
no son menores: la cohesión de su Estado en una
zona convulsa, con fronteras que amenazan con
desplazarse, la notable capacidad de asimilar los
modelos, su posición estratégica importante para
Europa y la integración en las nuevas estructuras del
continente. Un filósofo rumano, Constantin Noica,
escribía que la historia de los rumanos está abierta
a todas las posibilidade
Gheorghe Zamfir, nacio en Gaestiel 6 de Abril de 1941, en el distrito de Dambovita, Rumania
Distrito de Dambovita, Rumania, es un reconocido y afamado músico virtuosa en la ejecución de la flauta de pan (zampoña, nai en rumano), especialmente el “nai romanesc” (“zampoña rumana), que el maestro perfecciono para adecuarla a sus características bucales. Está considerado por muchos como el mejor en su especialidad y en tal sentido se ha sabido ganar el respeto, la fama, la reputación y la admiración de los diferentes pueblos del orbe que se han convertido en sus màs fervientes admiradores, que se le han rendido por la excelencia en lainterpretaciòn de su bellisima musica.
Su vocación inicial era la de acordeonista, pero a los 14 años de edad cambió a la Flauta de Pan, cuyos estudios inició en forma autodidacta. Sale del anonimato, gracias al etnomusicólogo suizo Marcel Cellier, quien hacía investigaciones del folklore rumano en los años 60.
Puede decirse que Gheorghe Zamfir sacó a la flauta de pan del anonimato, convirtiéndola en instrumento solista destacado. Gracias a sus habilidades musicales y artesanales, Gheorge Zamfir construyó las flautas que tocaba y llegó a perfeccionarlas de modo que agregó más tonos al instrumento básico (20, 25 y 30 cañas).
LOVE STORY
Ha grabado algo más de 45 álbumes originales y ganado unos 120 premios, entre discos de oro y platino. Ha grabado temas para muchos comerciales, películas de Hollywood y hasta para una telenovela en Venezuela, país que visitó en 1983, donde fue reconocido como el maestro más grande de la flauta de pan por el conocido presentador y promotor artístico Guillermo “fantástico” González en su programa “Fantástico”. Hoy en día, vuelve a residir en su país natal y se ocupa de la enseñanza del instrumento.
MATTHIAS SCHLUBECK FLAUTISTA: Yo no tengo manos ni antebrazos. Con cuatro años empecé a formarme en música clásica. Normalmente, con seis años muchos niños alemanes comienzan a estudiar la flauta de pico. Para mí no era posible hacerlo por mi discapacidad, así que empecé a buscar un instrumento que yo pudiera tocar y vi una flauta de pan en un museo de instrumentos musicales.
Desde ese momento toco la flauta de pan. – Normalmente se relaciona la flauta de pan con el folclore, sobre todo el de Sudamérica. ¿No hay tradición en otros países como Alemania? – El tipo de flauta de pan que yo toco proviene de la flauta de pan rumana y de otro tipo de instrumento que se denomina nai y que es también de Rumania. Este tipo de flauta no tiene nada que ver con las tradicionales flautas de pan sudamericanas. En lo que sí tiene relación es que en Rumania también es un instrumento folclórico.
A principios de la década de los setenta, Gheorghe Zamfir, un intérprete de flauta de pan rumana, popularizó el instrumento en Alemania. Por eso, no hay una tradición antigua de flauta de pan en mi país. Hace aproximadamente unos treinta años que algunos flautistas de pan han empezado también a tocar música clásica con este instrumento y poco a poco se está popularizando.- ¿Cree que es todavía un instrumento por descubrir? – Por supuesto. Tiene muchísimas posibilidades para todos los estilos de música y para abordarlos de diferente manera.
IN MEMORIAM A JUAN PABLO II
– ¿Qué destacaría de la flauta de pan en cuanto a técnica o sonoridad? – Es un instrumento que tiene una gran variedad de sonidos y una amplia extensión de timbres y colores. Estoy seguro de que mucha gente se va a sorprender con el sonido de este instrumento, sobre todo interpretando música clásica. – Usted es un intérprete especial, porque carece de antebrazos y manos.
Hábleme de su experiencia con esta limitación. ¿Cómo ha vivido su carrera musical? – Mi discapacidad es la que me llevó a la flauta de pan. Es, sin duda, el mejor instrumento para mi situación. Normalmente, cuando doy un concierto en un lugar nuevo, la mayoría de la gente no sabe nada de mi discapacidad física y los organizadores tampoco la conocen. Soy un músico profesional con una discapacidad, pero no una persona que intenta ganar dinero utilizando la atracción que supone su problema.
Gheorghe Zamfir es un maestro de la flauta de pan (zampoña), considerado si no su inventor, por lo menos el precursor para que este instrumento se conociera mundialmente. Sus melodías son encantadoras desde que se escuchan por primera vez, no importa para nada la edad, pues gusta igual a jóvenes como a adultos en general. Trae muchos recuerdos y se evocan momentos gratos vividos con amigos del colegio, de la universidad, de la oficina, de las empresas, ya que sus melodías tienen esa particular cualidad, te transportan inmediatamente y te hacen soñar plácidamente.
Este gran ejecutor de la flauta de pan ha compuestos igualmente muchos temas para películas, como Karat Kid y Kill Bill, entre otras, así como para telenovelas, como la que compuso en Venezuela para . A todos los que han tenido la gentileza de bajar los videos de este grandioso músico Gheorghe Zamfir y publicarlos en YouTube, de donde nosotros los hemos tomado para complementar esta página, un millón de gracias por ese gesto más que bondadoso de desprendimiento para que todos nosotros podamos disfrutar de tan preciosa música. Muy Agradecidos.
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