Emmitsburg, marzo 2018
Para July Z. Camerieri y Bob Camerieri
Llega el invierno.
Espléndido dictado/ me dan las lentas hojas/ vestidas de silencio y amarillo.
Soy un libro de nieve,/ una espaciosa mano, una pradera,/ un círculo que espera, /
pertenezco a la tierra y a su invierno.
Creció el rumor del mundo en el follaje,/ardió después el trigo constelado/
por flores rojas como quemaduras,/ luego llegó el otoño a establecer/ la escritura del vino:/
todo pasó, fue cielo pasajero la copa del estío, / y se apagó la nube navegante.
Yo esperé en el balcón tan enlutado,/ como ayer con las yedras de mi infancia,/
que la tierra extendiera sus alas en mi amor deshabitado.
Yo supe que la rosa caería/ y el hueso del durazno transitorio/ volvería a dormir y a germinar:
y me embriagué con la copa del aire/
hasta que todo el mar se hizo nocturno/ y el arrebol se convirtió en ceniza.
La tierra vive ahora/ tranquilizando su interrogatorio,/ extendida la piel de su silencio.
Yo vuelvo a ser ahora/ el taciturno que llegó de lejos/
envuelto en lluvia fría y en campanas:
debo a la muerte pura de la tierra/ la voluntad de mis germinaciones.
PABLO NERUDA
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La Guerra de Invierno, también conocida como Guerra Ruso-Finesa, fue uno de los mayores focos de conflicto en las fases iniciales de la Segunda Guerra Mundial. Librada entre la Unión Soviética y Finlandia desde finales de 1939 hasta comienzos de 1940, el pueblo finlandés defendió su patria protagonizando una de las resistencias más feroces y populares del siglo.
Finlandia era uno de los objetivos estratégicos que más importancia otorgaba la URSS para su política de seguridad común en Europa Oriental y el Mar Báltico. Este país habitado por suomis y lapones, así como por una importante comunidad sueca, había sido anexado por Rusia.
La Unión Soviética disponía de unas fuerzas inmensamente mayores para invadir Finlandia, aunque las autoridades del Kremlin y el propio Iósif Stalin desconocían de sus propias deficiencias en el mando y la estrategia.
Aproximadamente, el Ejército Rojo reunió a un total de 1.500.000 soldados, 1.200 tanques, 900 cañones y 700 aviones.
El Ejército Finlandés al mando del mariscal Carl Gustaf Emil Von Mannerheim basó su estrategia en el factor de la naturaleza debido a que las fronteras de Finlandia se hallaban protegidas por 70.000 lagos, infinidad de bosques y capas de hielo que impedían el paso tanto de tropas como de vehículos enemigos.
Suecia que mantenía una activa amistad con Finlandia, envió al Cuerpo Voluntario Sueco para contribuir a la defensa de Escandinavia.
También Dinamarca prestó el Cuerpo Expedicionario Danés, Noruega a la Unidad de Voluntarios Noruegos, Hungría al Destacamento Voluntario Húngaro y Gran Bretaña al Cuerpo Voluntario Británico.
Aproximadamente el Ejército Finlandés reunió un total de 225.000 soldados (214.000 fineses, 8.000 suecos, 1.010 daneses, 752 noruegos, 372 rusos blancos, 350 húngaros y 340 británicos), 212 cañones, 59 tanques y 147 aviones (113 fineses, 20 suecos y 14 daneses).
Guerra de Invierno
A las 6:50 horas de la mañana del 30 de Noviembre de 1939, el Ejército Rojo de la Unión Soviética desencadenó la ofensiva contra Finlandia sobre un frente de 1.537 kilómetros que abarcó desde el Istmo de Carelia hasta la Península de Kola.
Todo parecía apuntar a una victoria incuestionable de la Unión Soviética hasta que el diminuto Ejército Finlandés comenzó a causar problemas al Ejército Rojo aprovechándose del favorable terreno natural compuesto por densos bosques nevados e infinidad de lagos que favorecieron las emboscadas y el acoso desde la retaguardia.
Bajo unas temperaturas de -40ºC grados bajo cero, las tropas del Ejército Rojo fueron víctimas de los “Sissit”, una serie de unidades especialistas en climas fríos que se componían por soldados equipados con uniformes de camuflaje blanco, esquís y trineos, los cuales rodeaban a sus enemigos aprovechándose de su mucha mejor movilidad y rapidez, para a continuación golpearles en la retaguardia y aniquilarles.
Gracias a este tipo de tácticas, cuando el VIII Ejército Soviético ocupó la ciudad de Tohmajäriv el 8 de Diciembre de 1939, los “Sissit” efectuaron un contraataque por los flancos que desbordó a los rusos y les obligó a retirarse con un saldo de 5.000 muertos.
Si los problemas en Finlandia ya eran graves de por sí para la URSS, en el exterior tampoco las cosas le fueron mejor. Cuatro países de Latinoamérica entre los que se contabilizaron Chile, Perú, Paraguay y Bolivia denunciaron la agresión rusa a Finlandia y llevaron el caso a las instituciones internacionales de Ginebra en Suiza.
Fue entonces cuando por unanimidad, el 14 de Diciembre de 1939 la Unión Soviética fue expulsada de la Sociedad de Naciones. Siete naciones latinoamericanas eArgentina, México, Perú, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Haití, aprobaron el envío de ayuda urgente a Finlandia.
Consecuencias
La derrota de Finlandia en la Guerra de Invierno convirtió a Finlandia en la perjudicada debido a las pérdidas territoriales, aunque consiguió mantener la independencia y también hacer que las ganancias de la Unión Soviética fueran mucho menores de las previstas por el Kremlin.
La Unión Soviética sufrió un total de 801.000 bajas entre 200.000 muertos, 600.000 heridos y 1.000 prisioneros, además de resultar 3.543 tanques destruidos, 684 aviones derribados y 2 buques hundidos (1 submarino y 1 vapor).
Finlandia sufrió un total de 69.487 bajas entre 21.396 muertos, 43.557 heridos, 1.434 desaparecidos y 3.100 prisioneros; además de resultar 30 tanques destruidos, 62 aviones derribados y 6 cargueros hundidos.
Los socios que ayudaron a Finlandia en la Guerra de Invierno también cosecharon bajas. Por ejemplo hubo un total de 45 muertos (33 suecos, 5 daneses, 5 noruegos, 1 británico y 1 estadounidense), además de resultar derribados 10 aviones (5 suecos y 5 daneses).
La Guerra de Invierno fue la contienda más sangrienta librada hasta la fecha en la Historia de Escandinavia. A pesar de que Finlandia salió vencida de este conflicto y posteriormente de la Guerra de Continuación entre 1941 y 1944 junto con Alemania, su heroica resistencia impidió a la Unión Soviética invadir el país y sobretodo garantizar la independencia de su patria que al terminar la Segunda Guerra Mundial se convertiría en una nación próspera y ejemplar dentro de Europa.
Los tiempos no han cambiado tanto. La guerra de mercados, la migración global es todo el año y en invierno el drama social se torna más duro. No obstante la energía eléctrica, la calefacción y el confort de la modernidad, en el Norte desarrollado, trabajar o vivir en invierno es más difícil que el resto del año.
Pinos de Emmitsburg. Foto JZA
Bibliografía:
-Editores de S.A.R.P.E., Crónica Política y Militar de la Segunda Guerra Mundial. “El Ejército Rojo ataca Finlandia”, S.A.R.P.E. (1978), p.60-67
-Biblioteca del Parque Nacional Militar de Gettysburg, EEUU
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