Jorge Zavaleta Alegre. Diario16/Madrid
La capital del Perú es ahora, en la segunda década del siglo XXI, una metrópoli en la cual viven todas las sangres, sus múltiples pobladores de todas las regiones, distritos y poblados, fenómeno que exaspera a la vieja oligarquía o residuos de ella, cuya caricatura ha sido o está siendo desplazada de aquella antigua ciudad, amurallada, ensimismada Ciudad de los Reyes.
La creación del Centro Cultural en la Gran Biblioteca Pública de Lima, en la populosa Avenida Abancay, del damero de Pizarro, se convierte en un vaso comunicante entre la institución cultural más importante de un país y los amplios sectores populares de la zona norte, sur y este de una Lima que cobija a once millones de personas, un tercio de la población una y múltiple a la vez del Perú del 2016.
DIEZ DE MAYO
El martes 10 de mayo se inauguró el Centro Cultural de la Gran Biblioteca Pública de Lima, sin duda con escasos recursos y con serias dificultades en la documentación registral de la propiedad. El acto se dio en el marco de la remembranza de los 73 años del incendio de 1943. El programa fue enriquecido con muestras abiertas al público, como “Taquille, una isla del Lago Titica, del peruano por José Matos Mar”, conocido antropólogo, autor del Desborde Popular y Crisis del Estado, un libro de lectura obligada, una de las radiografías más claras, a cuya obra el autor suma la imagen, una faceta poco conocida de Matos Mar. También el Centro muestra el mestizaje del Perú, con las “Acuarelas limeñas del siglo XIX.”
UNA SEVERA ADVERTENCIA
El director de la Biblioteca Nacional, Ramón Mujica; el curador de la muestra Taquille, César Ramos; y gestores culturales como Pedro Pablo Alayza, ex gerente de Cultura de la Municipalidad de Lima, destacaron que un 10 de Mayo de hace 73 años, el actual edificio de la Gran Biblioteca Pública de Lima se incendió perdiéndose valiosos libros y documentos históricos.
Y el propósito de la nueva organización adquiere mayor significado porque la remodelación de otros ambientes facilitarán el acceso al público para poder apreciar las valiosas joyas y participar en una diversidad de actos culturales.
Mujica Pinilla, tras un recuento de las innovaciones de toda la Biblioteca Nacional resaltó que el objetivo es lograr un mayor impacto con su público: “Tenemos un objetivo mucho más ambicioso: Convertirnos en un centro cultural con exhibiciones permanentes y temporales, con un Cine fórum, con artes escénicas, con talleres culturales que pueden incluir danzas, poesía y música, dirigidos a nuestro público objetivo, el Centro de Lima y los demás distritos aledaños.”
Es más, Ramón Mujica, en la inauguración del Centro Cultural de la Biblioteca Pública de Lima y Callao, enfatizó la valiosa e indispensable concurrencia de la ciudadanía en el cuidado de la Biblioteca, porque investigaciones más detalladas y técnicas sobre el incendio de 1943, revelan que la tragedia tuvo móviles políticos, es decir la destrucción, la conversión en cenizas, de cualquier vestigio, de documentación, que pudiera comprometer la dudosa conducta de los gobernantes o autoridades encargadas de conducir la administración del país.
Se trata de una inteligente y oportuna revelación y análisis para poner mayor celo en el cuidado y protección de las Bibliotecas del Perú, incluyendo las valiosas joyas que diversos conventos mantienen con limitaciones y que son blancos fáciles para la sustracción o destrucción física de libros y reliquias arquitectónicas.
EL DESBORDE POPULAR
Por ejemplo, las Bibliotecas del Convento de Ocopa, del Cusco, Ayacucho, La Libertad, Cajamarca, deben formar parte de una sigilosa política del Ministerio de Cultura y del Estado Nacional, Regional y Local.
Muchas de estas joyas, merecen ser reconocidas como Patrimonio de la Humanidad. Unesco sin duda está a la espera de este aporte. Hasta ahora, casi no existe un programa de gobierno que proclame la lectura, la biblioteca, la digitalización, la red nacional como premisa ineludible del Estado. Los directores y servidores de estas áreas no son comprendidos por el distraído político, más atento a las costosas asociaciones público privadas, que es un tema de profunda reflexión, acción y el dominio de la ética.
Ramón Mujica saludó y ensalzó la actitud de Carolina Vasi Zevallos, esposa de José Matos Mar, quién apoyó e impulsó el proyecto de la exposición “Taquille, que José Matos Mar preparaba, pero que su fallecimiento no truncó el proyecto.
El curador de la muestra “Taquille”, Cesar Ramos resaltó la importancia de esta exposición gráfica que es una visión singular de la realidad peruana a través del pueblo de Taquille (Puno), ya que la fotografía era un aspecto poco conocido del peruanista José Matos Mar. “Son cosas diferentes, son miradas distintas, pero son miradas igualmente profundas”.
La Biblioteca Nacional del Perú (BNP) es una institución pública ubicada en la ciudad de Lima, y que depende del Ministerio de Cultura, entidad ejecutiva del Estado Peruano. Alberga una colección de libros, periódicos, revistas, manuscritos, diversos documentos históricos, públicos, comunales y particulares; filmes, fotografías, 'cedes' y otros análogos, erigiéndose así como orgullo y símbolo vivo y útil de la nación peruana.
Actualmente cuenta con dos sedes, ambas en la capital del Perú y abiertas al público: la más moderna ubicada en la Avenida de la Poesía, en el distrito de San Borja diseñada por el Arquitecto Peruano Franco Vella, proyecto ganador del Hexágono de oro en la XII Bienal de Arquitectura del Perú en el año 2006, y el edificio original situado en la Avenida Abancay en el distrito de Lima.
BREVE HISTORIA
En 1821 el general don José de San Martín y Matorras fundó en Lima la "Biblioteca Nacional del Perú", como consecuencia de una iniciativa de su Ministro de Guerra y de Gobierno, Bernardo de Monteagudo, mediante el "Decreto de Creación de la Biblioteca Nacional" con el fin de abrir a la comunidad "(...) uno de los medios más eficaces para poner en circulación los valores intelectuales". El mismo San Martín dona cerca de 700 libros a la biblioteca, en tanto que Monteagudo donó su biblioteca personal.
En sus inicios la biblioteca contaba con 11000 libros que provenían de las confiscaciones que realizaron las autoridades del Virreinato del Perú a la orden de los jesuitas, que fueron expulsados de los dominios españoles en 1767. La orden de los jesuitas mantenía una biblioteca copiosa de diversas ciencias y humanidades en Lima.
Sin embargo, la BNP ha debido enfrentar duros acontecimientos a lo largo de su historia. Entre 1823 y 1824, en medio del proceso de consolidación de la independencia del Perú, sufrió el ingreso de las tropas realistas a Lima, lo que ocasionó la pérdida de buena parte de la colección con la que contaba al momento de su inauguración.
Posteriormente, el 10 de marzo de 1881, tras la entrada y ocupación de Lima por parte del ejército chileno durante la Guerra del Pacífico, la tropa chilena comenzó a ocupar diversos recintos culturales, entre ellos la Biblioteca de Lima, lugares desde los cuales se incautaron objetos y bienes científicos y culturales, tales como instrumentos, herramientas, mobiliario y libros con el fin de ser llevados a Chile, por vía marítima.
La biblioteca contaba con una cifra estimada de unos 35000 a 50000 volúmenes, entre los cuales se encontraban incunables, manuscritos y libros que habían sido impresos por primera vez en América, allí también se encontraban las Memorias de los Virreyes (documentos que cada virrey del Perú realizaba después de su mandato). Dicho material fue objeto de requisición por parte de las tropas chilena; sin embargo, varios textos de la biblioteca así como material científico, se perdió en las aduanas en el trayecto a Chile, ya que la prioridad era el armamento, quedando un buen número en manos de particulares en territorio peruano.
A Chile arribaron, en dos envíos de la Intendencia General del Ejército, un total de 103 grandes cajones y otros 80 bultos, que fueron recibidos y catalogados por Ignacio Domeyko y Diego Barros Arana, y en agosto de 1881 se publicó el inventario realizado, bajo el título "Lista de libros traídos de Perú", en el Diario Oficial.
LA REFUNDACION
A fines de noviembre de 1883, el escritor Ricardo Palma fue nombrado director de la BNP. A los pocos días, informó que quedaban poco más de 700 libros en la biblioteca. El mismo Palma, casi en solitario, realizó una campaña de recolección de libros de casa en casa, lo cual le llevó a ganarse el mote de "el bibliotecario mendigo".
En 1884, la biblioteca fue re-inaugurada. Ese año, Palma solicitó a Chile la devolución del material sustraído por las tropas chilenas, lo cual tuvo eco en Santiago y, por orden del presidente Domingo Santa María, recibió la devolución de 10000 libros. De todos modos, diversos libros peruanos permanecieron en Chile mucho después y los gobiernos de ambos países iniciaron conversaciones para su devolución.
A su vez, por órdenes del Gobierno peruano, el arquitecto Michele Trefogli reformó substancialmente el edificio de la Biblioteca Nacional de Lima.
LAS LLAMAS
La población entera de Andahuaylas, en los Andes peruanos del sur, se volcó a las calles, acompañado a sus delicadas llamas cargando libros. Y esa movilización, llegó a los oídos de un
funcionario de Lima que logró considerar en el presupuesto una pequeña partida para la Casa de la Cultura de uno de sus ilustres hijos: José María Arguedas.
Pero otro hecho en la historia en la BNP es poner en llamas el edificio. El 10 de mayo de 1943, un incendio destruyó valiosísimo material de la Biblioteca que era, junto con las de la Ciudad de México y Río de Janeiro, una de las más ilustres de América, y redujo el edificio a escombros.
En tal ocasión, su director era Carlos A. Romero, era un ciudadano octogenario, quien ante el abandono material y tecnobiblográfico, en su oportunidad, no hizo las denuncias correspondientes. La BNP contaba para aquél entonces con cerca de 200000 volúmenes, incluyendo manuscritos e incunables.
Tras el incendio, el gobierno de Manuel Prado nombró a Jorge Basadre como Director de la Biblioteca Nacional, quien logró levantar a la BNP de sus cenizas y la convirtió en una institución altamente técnica.
El historiador tacneño emprendió la inmediata reestructuración del material bibliográfico, la formación técnica del personal y la reconstrucción del edificio principal. Creó la Escuela Nacional de Bibliotecarios en 1944 y es considerado como "El Padre de la Bibliotecología Peruana", por su contribución al desarrollo del movimiento bibliotecario en el Perú.
AMPLIACIÓN DEL EDIFICIO DE LA BNP
En 1986, durante la dirección de Juan Mejía Baca, se consigue el terreno para la futura nueva sede de la biblioteca, cuya construcción se inició en 1992, siendo concluida e inaugurada la nueva sede, distrito de San Borja, en 2006.
El 5 de noviembre de 2007, luego de una investigación histórica, bibliográfica y de sus catálogos, la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile, procedió a la devolución de 3788 libros originalmente de propiedad de la Biblioteca de Lima, por los sellos y rúbricas que poseían, y que se encontraban en la Biblioteca Nacional de Chile y en la Biblioteca Santiago Severín de Valparaíso.
La Biblioteca Nacional del Perú es una institución dedicada a la administración eficiente y eficaz del patrimonio cultural documental bibliográfico, así como del capital universal que posee con la finalidad de coadyuvar al desarrollo cultural, científico y tecnológico, contribuyendo al desarrollo económico y social, y apoyando la formación de ciudadanos y asociaciones, informados y proactivos.
Recreando verazmente todas las raíces biográficas de los grandes literatos, hechos y hazañas de la historia del Perú, esta biblioteca es uno de los más grandes legados que don José de San Martín dejó al Perú en 1821, después de su campaña conquistadora. Hoy en día emblema Cultural a nivel Nacional.
Una de sus nuevas responsabilidades es el desarrollo institucional, la ampliación y mejoramiento del Sistema Nacional de Bibliotecas, accediendo a la tecnología del nuevo siglo que hace posible romper las distancias y la anomia de autoridades y poblaciones poco motivadas en la función de las Bibliotecas, como verdaderos centros cívicos, para respaldar los programas y acciones de extensión bibliotecaria y cultural, orientadas a fortalecer la identidad y el desarrollo cultural del país.
LA ESTACION DE LA CULTURA
El 27 de marzo del 2006 se inauguró un segundo y moderno local, diseñado por los arquitectos Guillermo Claux Alfaro, Franco Vella Zardín, Walter Morales Llanos y Augusta Estremadoyro de Vella, en el distrito limeño de San Borja en la intersección de la Avenida Javier Prado con la Avenida Aviación frente al Museo de la Nación del Perú. La gestión para lograrlo la inició Juan Mejía Baca cuando fue su director en 1986. En ese año se logró conseguir el terreno en San Borja para el nuevo local.
El proyecto Arquitectónico de la Biblioteca Nacional del Perú recibió la máxima distinción de la arquitectura peruana que es el Hexágono de Oro en la XII Bienal de Arquitectura Peruana en el año 2006, premio otorgado por el Colegio de Arquitectos del Perú.
Mediante un Decreto Legislativo, promulgado el 31 de diciembre de 1989, se estableció que una tercera parte de la tasa de 30.00 dólares estadounidenses del Impuesto de Salida al Exterior se destinara al proyecto de construcción del nuevo local. Este decreto fue derogado en agosto de 1992.
La construcción de la primera etapa de esta nueva sede se inició en enero de 1996 pero se detuvieron las obras en marzo de 1997 por falta de financiamiento.
Unos años después se realizó la campaña "Un nuevo sol para la Biblioteca Nacional del Perú" para recaudar fondos que ayuden a reiniciar los trabajos de construcción. Finalmente se retomaron en marzo del 2004.
En presencia del presidente Alejandro Toledo, el Director de la Biblioteca Sinesio López, la Asociación de Amigos de la Biblioteca Nacional, con su Campaña del Sol, lograron internalizar en la ciudadanía la necesidad de hacer realidad que el 27 de marzo del 2006 se inaugurara la nueva sede de San Borja.
Esta estructura, consta de un edificio de 20.000 metros cuadrados, depósitos climatizados para la apropiada conservación de las obras, doce salas de lectura con capacidad para 554 lectores, mobiliario especial, casilleros personales y computadoras con conexión a Internet para el uso del público. El 17 de abril del mismo año se inició oficialmente la atención al público.
San Borja, se ha convertido en un eje central de un conglomerado de instituciones ligadas a la cultura – El Teatro Nacional, Museo Nacional, Ministerio de Educación, Hospital del Niño, una sede del Banco de la Nación y un Centro de Convenciones, costoso conglomerado que no tiene la dinámica esperada por la sociedad. La obra física es positiva, siempre y cuando la dinámica sea muy productiva, que es lo que espera el Perú y la Red Nacional de Bibliotecas, articulada al Mundo.
Ramón Mujica ha cumplido una acertada gestión. En medio de un torbellino infectado, sobresale el respaldo de la sociedad que aprecia la dimensión humana del Libro, como herramienta para la integración solidaria de este país dominado por la corrupción, el narcotráfico y la ausencia de un gobierno y de los que ahora espiran el sillón de Pizarro, que no han dicho una línea sobre el binomio Libro como arma de Desarrollo, con indispensable equidad e igualdad de oportunidades para todos.
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