Los más lúcidos teóricos y
líderes políticos de América
Latina coinciden que el desarrollo debe
girar alrededor del bienestar de las personas, más que en el crecimiento
económico. Es ineludible invertir en salud, educación y productividad de la
gente para mejorar el desarrollo de los países. El problema de cómo aumentar la
productividad de los países es en realidad un problema de desarrollo en sí
mismo. Veamos, por ejemplo, la realidad rural y la explosiva migración interna de las
dos últimas décadas del Perú actual:
Pacaritambo es un lugar esencial en la historia de América Latina. Este pequeño distrito
cusqueño, en la provincia de Paruro, en el macizo de los Andes, es la cuna
donde, según una leyenda, los ocho hermanos Ayar fundaron
el Imperio de los Incas, por encargo de
su Dios Sol*.
Pero ahora, dos
tercios de los dos mil quinientos habitantes, son de la tercera edad, y el resto
niños y niñas. Los adolescentes y
jóvenes dejan sus hogares, huyendo de la pobreza, con la
promesa de retornar en cuanto puedan.
Muy cerca de este distrito de la provincia de Paruro se realiza
una de las ferias agropecuarias
más concurridas, comparable al juego de
la oferta y demanda de un Wall
Street neoyorkino. Asistían
ganaderos del altiplano peruano-boliviano, para vender y comprar vacunos y ovejas, inclusive animales menores
y aves de corral. Es un mercado
especializado en las prácticas de engorde del ganado, con el uso de
pastizales naturales (ichu) y cultivados
con los cursos de aguas que bajan de las
montañas.
Esas ferias siempre fueron catalizadores de la agricultura y la ganadería
como fuentes de vida y de relativa
estabilidad social. Desde hace dos décadas estas ferias van distorsionado sus
fines principales. Actualmente
ofrecen productos, casi en su totalidad,
de origen externo, que ingresan, sin control alguno, por la frontera sur. El contrabando de
prendas de vestir, alimentos envasados, licores, perfumes y cigarrillos,
artefactos eléctricos ha quebrantado la economía del autoconsumo, la destreza
en la producción de variada artesanía
con fibra de los camélidos americanos (alpaca y
vicuña), la orfebrería de plata y oro, y
sobre todo su cultural tradicional,
empezando por sus festividades mágico
religiosas.
La mejor respuesta está en la política de
desarrollo
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