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https://blogs.iadb.org/salud/es/salud-mental-en-america-latina/
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https://www.paho.org/en/enlace/burden-mental-disorders
La mujer rural que trabaja desde que se levanta el sol hasta que se pierde en el horizonte y, a menudo, hasta más tarde. Ella puede dirigir un pequeño negocio o cultivar la tierra, o ambos, para mantener a su familia. Varias horas del día forman parte de su rutina para trasladar agua y combustible, cocinar los alimentos, criar a sus hijas e hijos. Y cuidar del ganado...
Copyright © 2016. Banco Interamericano de Desarrollo. Si deseas republicar el artículo, por favor solicita autorización a sph-communication@iadb.org Por Rita Sorio y Patricia Jara. En su gran mayoría, los países de América Latina y el Caribe (ALC) se encuentran atravesando por un rápido proceso de envejecimiento poblacional.
Datos clave
- Los trastornos de salud mental aumentan el riesgo de otras enfermedades y contribuyen a lesiones no intencionales e intencionales.
- La depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales, y es dos veces más frecuente en mujeres que hombres. Entre el 10 y 15% de las mujeres en países industrializados y entre 20 y 40% de las mujeres en países en desarrollo, sufren de depresión durante el embarazo o el puerperio.
- Los trastornos mentales y neurológicos en los adultos mayores, como la enfermedad de Alzheimer, otras demencias y la depresión, contribuyen significativamente a la carga de enfermedades no transmisibles. En las Américas, la prevalencia de demencia en los adultos mayores (más de 60 años) oscila entre 6,46 % y 8,48%. Las proyecciones indican que el número de personas con este trastorno se duplicará cada 20 años.
- Para los trastornos afectivos, de ansiedad y por consumo de sustancias en adultos, graves y moderados, la mediana de la brecha de tratamiento es de 73,5% en la Región de las Américas, 47,2% en América del Norte y 77,9% en América Latina y el Caribe (ALC). La brecha para la esquizofrenia en ALC es de 56,9%, para la depresión es de 73,9% y para el alcohol es de 85,1%.
- El gasto público mediano en salud mental en toda la Región es apenas un 2,0% del presupuesto de salud, y más del 60% de este dinero se destina a hospitales psiquiátricos.
- Hoja informativa
La mediana del gasto en los servicios de salud mental está a nivel mundial en 2,8% del gasto total destinado a la salud. Los países de ingresos bajos gastan alrededor de 0,5% de su presupuesto de salud en los servicios de salud mental, y los países de ingresos altos, 5,1%.15 En la Región de las Américas, el gasto oscila entre el 0,2% en Bolivia y el 8,6% notificado por Suriname.
Existe una significatiLa OMS recomienda que la asignación del gasto de salud esté en proporción a la carga de enfermedad, y que haya paridad entre los aspectos físicos y mentales de la atención de salud. En términos prácticos, esto significa que los servicios de atención de salud física y mental deben prestarse de forma integrada, y que el porcentaje de gasto asignado a los servicios de salud mental debe ser proporcional al porcentaje de su carga atribuible.
Algunos avances. Más de 200.000 adolescentes en América Latina han participado en el programa Familias Fuertes: amor y límites de la Organización Panamericana de la Salud que brinda herramientas a padres de adolescentes para que puedan acompañar a sus hijos y ayudarlos a prevenir conductas de riesgo, como el consumo de drogas.
“Un árbol que da frutos”. Esas fueron las palabras que utilizó el joven venezolano Armando Peña, de 13 años, para definir una familia fuerte.
Peña migró a Colombia con sus padres y sus dos hermanos hace más de cuatro años. Volver a empezar en otro país implicó mucho más que conseguir una nueva casa y un nuevo colegio. Implicó construir otra cotidianidad y diferentes espacios comunes para compartir con su familia.
“Armando era un niño dulce, amoroso y cariñoso, y se fue volviendo un niño callado, un poco tímido y retraído en Colombia”, relata su madre, Yulis Maluenga, desde su hogar en el barrio Alfonso Gómez de Cúcuta, la ciudad fronteriza que ha recibido el mayor flujo de migrantes venezolanos en la última década.
Pero pensar hoy en Armando como un niño callado es tan difícil como lograr que no hable de fútbol. Su sonrisa es expresiva y su mirada conserva el brillo de un chico que cree fielmente en su potencial.
“Cuando llegamos a Familias Fuertes todo cambió”, dice Armando mientras hace su tarea de inglés en el mesón de la cocina de su casa. “A mí antes no me gustaba salir, pero cuando entré a Familias Fuertes me gustó estudiar y empecé a jugar al fútbol”, añade mientras dibuja una sonrisa de medio lado.
Más de 200.000 jóvenes latinoamericanos como él han participado en los talleres del programa Familias Fuertes: amor y límites, promovido por la OPS para mejorar la comunicación y prevenir la violencia familiar en la región.
Esta iniciativa, que involucra a padres e hijos, busca mejorar la comunicación intrafamiliar, fortalecer la convivencia en el hogar y desarrollar habilidades de crianza para mitigar factores de riesgo como el uso de drogas y los embarazos adolescentes.
A los jóvenes, les brinda técnicas de comunicación y de manejo de estrés, así como herramientas para hacer frente a las presiones sociales.
“Es mejor trabajar en prevenir que en corregir”, es la premisa que inspira el programa Familia Fuertes.
América Latina cuenta actualmente con el mayor porcentaje de población joven (de entre 10 y 24 años) en su historia: 232 millones de personas que representan 24,5% de la población total.
En la región, la violencia interpersonal, el consumo de drogas y las autolesiones son algunas de las principales causas de mortalidad en adolescentes de entre 10 y 19 años.
De acuerdo con la OPS, muchos hábitos perjudiciales para la salud son adquiridos durante las etapas de la adolescencia y la juventud, y son manifestados más adelante como problemas de salud.
“Sabemos que la segunda década de vida es un periodo de transición. Un período de desarrollo, no solamente biológico, sino de desarrollo cognitivo y psicosocial”, explica Sonja Caffé, asesora regional.
Familias Fuertes surgió del Iowa Strengthening Families Program (ISFP) de la Universidad Estatal de Iowa, Estados Unidos. En 2003 la OPS adaptó esta propuesta a la realidad social y cultural de América Latina y la hizo parte de su estrategia regional para mejorar la salud de adolescentes y jóvenes.
Durante los últimos 15 años, casi todos los países de América Latina han implementado el programa. En la actualidad, se aplica en Perú, Colombia, Brasil, Costa Rica, México, República Dominicana y más recientemente en Uruguay. Otros países como Honduras, Ecuador y Chile están en proceso de reactivarlo.
Para los dos hijos mayores fue difícil aceptar el cambio que suponía la migración, un nuevo hogar y una nueva familia. El joven, quien entonces tenía 14 años, se refugió en el deporte y en sí mismo, no compartía con su familia y se volvió muy tímido, hasta que en 2020 se unió a los talleres de Familias Fuertes.
Esta experiencia propició un cambio en las dinámicas. Planes como ver la televisión comiendo cotufas -como llaman en Venezuela a las palomitas de maíz-, pasear por el río y compartir cenas empezaron a hacerse cada vez más frecuentes luego de haber participado en los talleres.“En mi casa no había tanta comunicación y no había reglas. El programa nos sirvió para compartir más entre nosotros y para asignarle reglas a cada uno de los miembros”, asegura Ana de Dios Parra.
En Colombia el programa Familias Fuertes: amor y límites ha sido evaluado en el contexto regional y ha mostrado evidentes mejoras en la relación familiar y en conductas que comprometen la salud, como el uso de sustancias psicotrópicas, el embarazo adolescente y la violencia. Sus recursos están disponibles para todas las organizaciones o personas que trabajen con adolescentes y estén interesadas en la prevención de conductas de riesgo. septiembre: Día Mundial de la Prevención del Suicidio el objetivo de que las naciones del mundo implementen y promuevan acciones para su prevención. Social en Salud | 10 de septiembre de 2019.
La OMS define el suicidio como un acto deliberadamente iniciado y realizado por una persona en pleno conocimiento o expectativa de su desenlace fatal. A este respecto, la OMS señala al suicidio como un problema multifactorial, que resulta de una compleja interacción de factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos y ambientales. No obstante, apunta que la prevención y el tratamiento adecuado de la depresión, abuso de alcohol y otras sustancias, así como de quienes han intentado suicidarse, permite la reducción de las tasas de suicidio.
Según datos de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio —IASP, por sus siglas en inglés—, el suicidio se encuentra entre las 20 principales causas de muerte a nivel mundial para personas de todas las edades. Es responsable de más de 800 mil muertes al año, lo que equivale a un suicidio cada 40 segundos.
En México, según datos recabados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2015 se registraron 6 mil 285 suicidios, lo que representa una tasa de 5.2 fallecidos por cada 100 mil habitantes. La tasa de suicidio fue de 8.5 por cada 100 mil hombres y 2.0 por cada 100 mil mujeres. Las entidades federativas que tuvieron mayores tasas de suicidio, por cada 100 mil habitantes, fueron Chihuahua (11.4), Aguascalientes (9.9), Campeche (9.1) y Quintana Roo (9.1).
¿Cómo prevenirlo?
Los datos disponibles demuestran que la prevención y el tratamiento adecuados de la depresión y del abuso de alcohol y de sustancias reducen las tasas de suicidio, al igual que el contacto de seguimiento con quienes han intentado suicidarse.
Actualmente la Comisión Nacional de Protección Social en Salud, a través del Seguro Popular, cubre las principales patologías mentales, garantizando con ello una oportuna atención de los pacientes. Aunado a ello, los Servicios de Salud Mental impulsan el desarrollo de mecanismos de detección y prevención de los trastornos mentales, entre ellos el suicidio.
Entre las acciones específicas destacan campañas informativas, instalación de módulos de orientación en las unidades de atención médica de primer y segundo nivel, capacitación a médicos de primer nivel en el abordaje de los aspectos relacionados al suicidio, así como centros pilotos de atención de urgencias para pacientes con riesgo suicida.
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