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TIME,- EMMITSBURG JUNIO 2021. EL CINE Y EL PARAISO LIBERAL..
Jorge ZAVALETA ALEGRE.-
El Asilo y los DDHH no son bienvenidos. El buen cine nos da lecciones extraordinarias que superan la realidad. Spielberg, director de la película The Terminal, 2004, logró “una producción que nos hiciese reír y llorar y sentir bien con el mundo".
Y la historia tiene como principal actor al iraní Mehran Karimi Nasseri, quien en 1988 emprendió viaje al Reino Unido tratando de instalarse allí haciendo valer su parentesco con un ciudadano de ese país.
Su segunda opción fue volar a París y tratar el caso con los funcionarios franceses. Sin embargo, el resultado fue el mismo con el agravante de que debía permanecer en la terminal de vuelos hasta que pudiera esclarecerse su caso.
Nasseri se convirtió entonces en residente permanente de la Terminal 1 del aeropuerto Charles De Gaulle y allí permaneció dieciocho años porque nadie consiguió solucionar su situación, avergonzando a la Europa avanzada ante este tipo de situaciones. Nasseri solo pudo abandonar definitivamente la terminal cuando en 2006 fue trasladado a un hospital debido a una urgencia médica. Se trata del refugiado más incomprendido de la historia reciente.
El objetivo final del viaje de Navorski es cumplir el último deseo de su difunto padre: conseguir el autógrafo del saxofonista Benny Golson, el último gran músico de jazz que faltaba en su lista. La vida diaria en el aeropuerto queda representada de forma magnífica mientras Navorski se va convirtiendo en un referente para la gente que trabaja allí.
También la película empieza con la llegada de Viktor Navorski al aeropuerto John Fitzgerald Kennedy de Nueva York. Navorski es un ciudadano de la ficticia Krakozhia, una nación del Este de Europa en la que ha estallado un conflicto civil mientras Viktor cruzaba el Atlántico. Los Estados Unidos no reconocen a Navorski quien va aprendiendo el idioma y se convierte en un auténtico superviviente cuya honestidad y sencillez se acaban ganando a todo el personal del JFK.
DINAMARCA EL FIN DEL ASILO.
Hace muy poco que Dinamarca ha recibido la atención internacional por sus estrictas decisiones hacia los inmigrantes. Conocido como el "paraíso liberal" en el cual los inmigrantes y los refugiados ya no son bienvenidos como antes.
Para su ministro de relaciones internacionales “da gusto que podamos brindar protección a la gente cuando es necesario. Pero también alegra cada vez que un refugiado puede volver a casa”.
La inmigración en Dinamarca ha estado disminuyendo. El 2019 fueron somalíes, sirios, iraquíes y bosnios, mientras que inmigrantes provenientes de Eritrea, Irán y Afganistán se refugiaron en el país europeo.
En todo Europa, el aumento de más de un millón de migrantes refugiados y económicos que llegaron en 2015 ha generado una reacción populista que dio un enorme impulso a los partidos antiinmigrantes y drenó votos de los partidos dominantes.
Dinamarca fue la primera nación en firmar en 1951 la Convención de la ONU que establece los mecanismos para proteger a los migrantes.
El Centro de Estudios Avanzados sobre Migración, señala que en la actualidad el sistema danés no cree que la integración puede funcionar. El coronavirus, por supuesto, jugó un papel, pero la meta de refugiados que el gobierno espera recibir es cero, alegando que el dinero que se ahorre puede ser destinado a reforzar el estado de bienestar.
En la última década, sin embargo, las antiguas políticas sobre temas como la inmigración o el asilo han cambiado mucho. El sistema de asilo de los EEUU a menudo se cita como parte de un noble legado ligado al mensaje de la Estatua de la Libertad, ofreciendo libertad a las “masas congregadas”. Pero la verdad es mucho más complicada y decididamente menos noble.
Es posible hacer que el sistema de asilo cumpla sus obligaciones de una manera más humanitaria y eficiente mediante una amplia variedad de cambios. Algunos podrían lograrse a discreción del presidente; otros requerirían una ley del Congreso, y probablemente un apoyo bipartidista.
1Jorge Zavaleta
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