https://diario16.com/como-viven-o-mueren-las-democracias/
Jorge Zavaleta Alegre
Norte América vive un acelerado clima que exige cambios de reglas en
su Democracia, cuidando de no provocar reacciones
de quienes consideran que la actualización de su Constitución fundacional es socavar la
historia y el futuro de uno de los
países líderes del planeta.
EEUU, como gran parte del mundo, América, desde Alaska hasta
la Patagonia, han dejado de ser
territorios rurales para convertirse en ciudades que intercambian acciones entre jóvenes innovadores, de múltiples corrientes migratorias, en un mundo
global, amenazado por pandemias y estructuras económicas tan desiguales
que socavan la vida.
https://diario16.com/el-ocaso-de-donald-trump/
Explicaciones claras y sencillas a estas inquietudes se
encuentran en las opiniones de Steven Levistky y Daniel Ziblatt, de la universidad de Harvard, en su libro How
Democracies (“Cómo mueren las democracias”) publicado el 2018. Con la accidentada renovación del presidente republicano
de los EEUU, se advierten: “Las señales alarmantes que ponen en riego la
democracia”.
Levistky y Ziblatt motivan más de una reflexión y diálogos con diferentes medios. Armin Pfahl-Traughber de la
BBC, comenta sobre la evolución e
involución de los partidos políticos y
la necesidad de tomar en consideración lo que sucede en el seno del partido
Demócrata, que a partir del 20 de Enero retorna al poder, en medio de gran
expectativa pero también con acciones golpistas, muy parecidas a la América
Latina en su tiempo de dictaduras.
Las páginas dedicadas al poder, después de un penoso
intermedio del cuestionado gobernante que deja el poder el 20 de enero, la
figura de Bernie Sanders, candidato a la presidencia en el congreso
interno del partido demócrata, provocan
más de una reflexión por los avances de
su partido en el futuro: "Los republicanos han ganado el voto popular en
las elecciones presidenciales solo una vez en los últimos 20 años y sin embargo
han controlado la presidencia por 12 de esos 20 años".
En EEUU, quien gana el voto popular en las elecciones no
necesariamente llega a la presidencia, como le pasó a Hillary Clinton en 2016. Trump, se erigió victorioso porque consiguió
más votos en el Colegio Electoral.
Este sistema electoral, con 200 años de antigüedad, le ha otorgado en los
últimos tiempos una ventaja no intencional al Partido Republicano, pese a que
la última vez que este partido consiguió la mayoría de los votos fue en 2004
con la victoria de George W. Bush.
Esta observación tan importante de Bernie Sanders, actual
senador Demócrata, quien a sus 74 años fue el principal contrincante de Hillary
Clinton para convertirse en el candidato presidencial por los demócratas.
Hijo de inmigrantes judíos de Polonia, nació en Queens, ciudad de Nueva York. Cuando
aún estaba en la escuela, se convirtió en miembro de la Liga Socialista de la
Juventud. Se declara orgulloso de ser
judío, pero se opone a la idea de que su judaísmo implique alguna identidad
religiosa especial. De todos modos ha reconocido que, para él, el éxito
electoral de Hitler y el posterior aniquilamiento de judíos han significado una
enseñanza acerca de lo importante que es involucrarse en política.
El tema favorito de Sanders es la creciente desigualdad
social, que ha permitido que los 400 ciudadanos estadounidenses más acaudalados
tengan una riqueza superior a la de los 150 millones más pobres.
Mientras algunos trabajan cada vez más horas para obtener un
salario real en permanente declive, otros siguen concentrando la riqueza y el
patrimonio del país. Para contrarrestar estas tendencias, Sanders propone una
reforma fiscal integral, que aumentaría la carga sobre las personas de altos
ingresos y la reduciría en las clases medias y bajas.
También busca reducir
el poder de los multimillonarios, ya sea limitando su influencia en los medios
o regulando de manera más estricta sus contribuciones de campaña; con respecto
a este último frente, recuerda a los votantes cuáles son los peligros que
conlleva la actual tendencia, que permite a las personas más ricas comprar
candidatos y elecciones.
En el análisis de Sanders, se trata de un riesgo tanto para
la democracia política como para la seguridad social. Esta actitud explica,
entre otras cosas, su rechazo a los acuerdos comerciales que sólo sirven para
ayudar a grandes corporaciones estadounidenses a obtener mayores ganancias.
Aunque esos acuerdos favorezcan la realización de negocios millonarios,
aumentan el desempleo y el dumping salarial en el plano interno. A su vez, en
la mayoría de los casos, Sanders optaría por una postura más moderada en
materia de política exterior.
Advierte que la creciente desigualdad social, ha permitido que los 400 ciudadanos
estadounidenses más acaudalados tengan una riqueza superior a la de los 150
millones más pobres. Mientras algunos trabajan cada vez más horas para obtener
un salario real en permanente declive, otros siguen concentrando la riqueza y
el patrimonio del país. Para contrarrestar estas tendencias, propone una
reforma fiscal integral, que aumentaría la carga sobre las personas de altos
ingresos y la reduciría en las clases medias y bajas.
Plantea que los
ciudadanos deben tener la posibilidad de asistir a la escuela e incluso a la
universidad sin pagar una matrícula, y el seguro universal de salud debe
atender sus necesidades en dicho campo. Cada año, decenas de miles de
estadounidenses mueren porque no tienen dinero para ser tratados por un médico.
En otros aspectos políticos, también busca reducir el poder
de los multimillonarios, ya sea limitando su influencia en los medios o
regulando de manera más estricta sus contribuciones de campaña; con respecto a
este último frente, recuerda a los votantes cuáles son los peligros que
conlleva la actual tendencia, que permite a las personas más ricas comprar
candidatos y elecciones.
La discusión sobre poner fin al Colegio Electoral es
contenciosa y desde la academia hay quienes consideran que es importante que
las instituciones no favorezcan a las mayorías para preservar la democracia.
Los expertos de Harvard contra argumentan: "Estamos de
acuerdo, pero (...) un sistema político que repetidamente permite que un
partido minoritario controle las oficinas más poderosas en el país no puede
permanecer en la legitimidad por mucho más tiempo".
El problema principal actualmente es que nuestras
instituciones están diseñadas para favorecer a zonas rurales y territorios
escasamente poblados. Ese siempre ha sido el caso y nos hemos regido bajo estas
instituciones por más de 2 siglos.
Esto no era terriblemente problemático durante la mayor parte
de nuestra historia porque no tenía un efecto partidista, no beneficiaba a un
partido o al otro porque ambos tenían un ala rural y un ala urbana. Ha sido a
partir del siglo XXI que los republicanos se han convertido en un partido rural
de territorios escasamente poblados, los llamados estados rojos. Y los
demócratas se han convertido en el partido de las ciudades grandes.
Esto significa que, sin tener la culpa, los republicanos
ahora tienen una ventaja, un beneficio, un sesgo en el Colegio Electoral y en
el Senado. Y como el Senado aprueba a los magistrados de la Corte Suprema, esa
ventaja también impacta en la máxima corte.
“No es una democracia cuando un partido sistemáticamente gana
el voto popular y pierde poder. La forma
en que se elige al presidente de Estados Unidos no refleja la realidad de un país
diverso que no apoya a gobernantes como el que ha perdido las elecciones
recientes pero se niega aceptar.
Usted menciona que en el sistema político estadounidense la
mayoría, quien obtiene más votos de la gente, no es quien gobierna. Los
republicanos han ganado el voto popular solo una vez en 20 años y, sin embargo,
han gobernado la presidencia por 12 de esos 20 años. Los republicanos han
ganado terreno en zonas rurales. ¿Qué ha hecho mal el Partido Demócrata
En primer lugar, los estadounidenses son muy conservadores
cuando se trata de hacer reformas institucionales. La mayoría de los países del
mundo, la mayoría de las democracias del mundo, incluidas aquellas en Europa
Occidental, han llevado a cabo cambios significativos en sus sistemas
electorales; algunas modificaciones han sido buenas, otras malas, otras
innovadoras y otras problemáticas.
Pero en Estados Unidos es muy poco común, aquí tratamos a las
instituciones casi como si tuviesen orígenes bíblicos. Creemos que las
instituciones son intocables. ¿Estaría diciendo lo mismo si viésemos una
tendencia opuesta? Si, en lugar de los republicanos, los demócratas dominaran
en este régimen de minorías del que usted habla. ¿Seguiría cuestionando el
sistema?
LOS JOVENES Y
MILLENNIALS Y GENERACION Z.
Creo que son mayores los retos que vienen si persiste el actual sistema electoral. Vemos encuestas a votantes
millennials y de la Generación Z, votantes más jóvenes de 40 años, muestran
niveles muy bajos de confianza en nuestras instituciones democráticas.
Los autores de “la muerte de la democracia…” remarcan la
existencia de un gran descontento entre
los jóvenes estadounidenses hacia las instituciones democráticas. Hay una
representación más numerosa dentro de los blancos, generalmente jóvenes
residentes de ciudades con educación universitaria, que son mucho más
tolerantes a los asuntos raciales y mucho más abiertos a vivir en una sociedad
diversa y con ideales de igualdad racial.
Una democracia multirracial es aquella en la que la
democracia existe en el marco de una sociedad étnicamente diversa y donde todos
los grupos son realmente iguales ante la ley. Los números son claros. En la vanguardia de este cambio han estado
los afroestadounidenses como protagonistas de los movimientos democráticos más
importantes de los últimos 70 años. La gente mostrándonos el camino no es
predominantemente blanca. Pero las cifras de la población en este país muestran
que el cambio no sucede a menos que una porción significativa de la población
blanca lo apoye también.
Necesitamos superar el problema de la polarización, porque la
polarización intensa puede destrozar una democracia. Lo hizo en Sudamérica en
las décadas de 1960 y 1970, lo hizo en Venezuela y Turquía a principios del
siglo XXI. Lo hizo en Estados Unidos durante las décadas de 1850 y 1860.
Los demócratas han avanzado una agenda de reforma
democrática, que fue aprobada en la cámara baja, llamada HR-1 y HR-4, que
expandiría dramáticamente y facilitaría tanto el registro para votar como la
votación en sí misma.
Creo que, si los demócratas consiguen el Senado y la presidencia,
veremos una aprobación de esta legislación y de otra serie de pasos que hará
que sea más sencillo votar. No cambiarán el Colegio Electoral, no tienen el
poder para hacerlo, pero creo que esto acelerará una adaptación dentro del
Partido Republicano.
Tiempos nuevos concurren para que América toda se promueva un
cambio estructural y que la democracia se fortalezca optando por el mejor
cuidado del planeta para beneficio de toda la humanidad.
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