Jorge Zavaleta Alegre
Todos los años el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presenta en su publicación emblemática, Desarrollo en las Américas (DIA), una investigación profunda sobre uno de los principales desafíos económicos y sociales que enfrenta América Latina y el Caribe.
Los temas tratados han variado desde ahorro, productividad, vivienda y deuda hasta políticas productivas, calidad de vida e impuestos.
En la edición 2020, centra su antención en en la infraestructura, elemento clave para la prosperidad y el crecimiento de la región. Por cierto, no olvida que el tema también está articulado a los efectos de la pandemia del coronavirus,,
¿Qué debe hacer América Latina y el Caribe ante este nuevo escenario?
Mientras los gobiernos se concentran en la emergencia sanitaria, también deben atender los reclamos que sus ciudadanos ya estaban expresando cuando estalló esta crisis.
La Banca Multilateral considera hoy más que nunca, que es una oportunidad de impulsar las Estructuras a Servicios que hará posible la recuperación de los efectos económicos. de anticiparnos a las necesidades de un mundo con un clima más incierto.
En el contexto de una revolución digital es posible mejorar los servicios en el centro a los consumidores. En 2005, el gran desafío en América Latina y el Caribe seguía siendo la enorme brecha en la cobertura de los servicios básicos. Sigue siendo urgente ampliar las redes de carreteras, de electricidad y de agua para llevar el desarrollo hasta los pueblos más remotos y a las zonas más desfavorecidas de nuestras ciudades.
La banca interamericana de la Región en los últimos 15 años impulsó proyectos para beneficiar a 110 millones de personas con redes de agua potable, redes de energía eléctrica a más de 100 millones de personas, muchas de ellas en zonas rurales y periurbanas de bajos ingresos.
Países como Paraguay duplicaron el porcentaje de rutas pavimentadas. La inversión en el transporte público, especialmente los sistemas de autobuses conocidos como BRT, que se inventaron en Brasil, creció de manera exponencial en la región y en el mundo.
También se expandieron las redes de metros subterráneos. La tecnología digital resultó un complemento indispensable a la inversión para expandir el acceso a servicios para más gente.
En 2005, apenas el 34% de gente usaba Internet en su casa. Hoy tenemos más celulares que personas, la enorme mayoría de la gente navega en línea, muchos usamos aplicaciones de transporte compartido, y pasamos más horas en redes sociales que cualquier otra parte del mundo.
En tiempos de cuarentena, esto es una bendición que ha permitido estar conectados aun cuando estamos separados físicamente. Pasada la emergencia, la conectividad digital y sus aplicaciones serán el puente hacia un futuro mejor en los servicios de infraestructura.
Es urgente llegar a la universalización de los servicios debe ser una prioridad. Hoy, las expectativas de la gente no son las mismas que eran hace 15 años.
Muchas de las protestas sociales que vivimos en 2019 fueron fueron contra los aumentos en las tarifas del metro o el precio de la gasolina. No basta con tener acceso a un bus moderno, si el bus llega tarde y sigamos viajajando apiñados, sin aire para respirar.
Las familias de bajos ingresos dedican el 15% de sus ingresos a pagar los servicios de agua, electricidad y transporte público, lo que equivale a casi 5 puntos porcentuales del ingreso más que en el Asia emergente.
Múltiples ensayos de economía, historia, salud mental llevan a odo esto nos lleva a la conclusión que a la “era del concreto” tenemos que reemplazarla por la “etra de los servicios”.
Hay muchos ejemplos en la región que demuestran que tenemos la capacidad de hacerlo. Argentina lo hace con un programa de transporte y protección social conocido como el SUBE. El programa deposita subsidios directos en las tarjetas de los viajeros más pobres, aliviando la carga del gasto en transporte para uno de cada tres habitantes de Buenos Aires.
En Colombia, Empresas Públicas de Medellín (EPM) hace muchos años que es un líder reconocido en la atención al cliente. EPM no solo ofrece programas flexibles para facilitar el pago de servicios de agua y electricidad a hogares de bajos ingresos. También los ayuda a comprar electrodomésticos más eficientes y ecológicos.
El cambio climático, el valor de la biodiversidad, y las nuevas expectativas de participación social han alterado para siempre la definición de un proyecto sostenible. Tenemos que aprovechar las soluciones y el potencial que proveen las fuentes de energía renovables, como la eólica y solar. Si no actuamos de manera sostenible y luchamos contra el cambio cli - mático, entonces estamos poniendo en riesgo nuestro futuro.
Los fondos de pensiones en nuestra propia región hoy gestionan más de US$3 billones (los llamados trillones en inglés). Pero por ahora, los fondos de pensiones invierten solo el 1% de sus activos en infraestructura. Esto debe cambiar.
Se asoman revoluciones tecnológicas como la telefonía 5G... Igualmente los vehículos autónomos y la energía solar generada en los hogares, que nos obligarán a abandonar muchos de los supuestos de la época anterior.
La palabra “ infraestructura ” tiene diferentes significados para diferentes personas. La mayoría suele asociarla con estructuras como puertos, aeropuertos, caminos, alcantarillado y centrales eléctricas.
Son menos las que la asocian con los servicios que esas estructuras prestan, aunque lo que consumen son estos servicios. La electricidad, el transporte, el agua y el saneamiento son servicios indispensables en las sociedades modernas, que permiten que las personas sean productivas y saludables y alcancen sus aspiraciones.
Un análisis de las conversaciones en las redes sociales confirma que la cantidad y calidad de los servicios son mucho más importantes para los usuarios que la disponibilidad o la construcción de activos.
La nube de Los servicios: el lado olvidado de la infraestructura 1 En este libro, el término infraestructura se refiere exclusivamente a la infraestructura económica (energía, transporte, telecomunicaciones y agua y saneamiento). La infraestructura social (escuelas, hospitales, tribunales) y los servicios que proporcionan presentan muchas características y retos similares a los de la infraestructura económica, pero no se abordarán en este libro.
Muchos gobiernos han realizado esfuerzos para abordar algunas de sus limitaciones institucionales locales. Por ejemplo, desde 2017, como consecuencia del caso Odebrecht, un número creciente de países ha creado comisiones La regulación es el trampolín para mejores servicios.
Los cambios estructurales en el funcionamiento de los mercados regulados de infraestructura, como el creciente papel de la contratación electrónica y las oportunidades ofrecidas por la revolución digital, están creando un flujo sostenido de nuevas demandas de regulación.
Por ello, son esenciales la velocidad del ajuste de la regulación y la flexibilidad para adaptarse. Los mercados y las sociedades están cambiando rápidamente; para acompañar este proceso, los reguladores tienen que ponerse al día con la mayor celeridad posible y ofrecer a la vez un marco confiable, predecible y justo para inducir resultados que defiendan los intereses de todos los actores interesados.
Los nuevos actores, ya sea en el lado financiero, de la producción o del consumo del mercado, exigen medidas para transformar la arquitectura regulatoria. Los reguladores de América Latina y el Caribe tienen una oportunidad para aprender de experiencias dentro y fuera de la región. Hay una necesidad evidente de ajustar la regulación para tener en cuenta el surgimiento de nuevos agentes tan diferentes como inversionistas institucionales, nuevos proveedores locales de servicios digitales, nuevos usuarios o productores, o sencillamente nuevos proveedores pequeños de servicios locales que desean competir con los grandes operadores extranjeros tradicionales.
Las redes sociales están aumentando de facto el número de actores interesados, porque permiten una veloz movilización de personas o grupos. Este volumen más grande y más alto de voces a menudo ha producido información útil para los reguladores. Los medios de comunicación procesan gran parte de esta información con mayor rapidez que los reguladores, lo que obliga a adaptar los procesos de decisión que llevan a cambios en el marco regulatorio. A menos que los gobiernos de América Latina ajusten progresivamente su regulación de manera más sistemática para anticipar y abordar el impacto de estos nuevos actores en el funcionamiento de los mercados.
Los servicios de infraestructura están cambiando a una velocidad vertiginosa. Por el momento, ningún país ha adoptado un enfoque sistemático para gestionar activamente y de manera realista la próxima ola de reformas regulatorias.
Además, no hay directrices de política general para dirigir la transición desde la antigua regulación a la nueva sobre la base de la expe - riencia internacional para estructurar la gestión del cambio.
En resumen, los gobiernos de la región tienen la oportunidad de aprovechar al máximo la transformación de los servicios, de evitar algunas de las fallas de las prácticas regulatorias pasadas y de sacar provecho de las muchas oportunidades que existen para mejorar.
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Para esto es preciso actualizar políticas regulatorias, instituciones e instrumentos. También se requiere una buena dosis de humildad para reconocer que nadie tiene una solución prefabricada que pueda adaptarse adecuadamente a conextos en constante cambio. Esto, a su vez, exige una cultura de evaluación permanente, voluntad para probar y medir el impacto de las opciones y acciones y capacidad para realizar consultas abiertas y eficaces con los consumidores, los proveedores de servicios y otros actores interesados.
A medida que América Latina y el Caribe pasa rápidamente de las estructuras a los servicios, los reguladores deben actuar ahora para no perder el tren y seguir el camino correcto hacia una mejor infraestructura en la región.
Sin embargo, no es suficiente definir las reformas requeridas para que las oportunidades se conviertan en realidad. El proceso para adaptar las políticas regulatorias, las instituciones y los instrumentos es fundamental.
Subestimar los desafíos de la transición asociados con las reformas es uno de los motivos por los que las regulaciones y las instituciones regulatorias han generado decepción con más frecuencia de lo esperado desde la década de 1990.
LA REGULACIÓN:
EL TRAMPOLÍN PARA MEJORES SERVICIOS
Para realizar un seguimiento de las debilidades de los procesos regulatorios y de contratación pública y adquisiciones, al mismo tiempo, som necesario lo cambios estructurales en el funcionamiento de los mercados regulados de infraestructura, como el creciente papel de la contratación electrónica y las oportunidades ofrecidas por la revolución digital,
Por ello, son esenciales la velocidad del ajuste de la regulación y la flexibilidad para adaptarse. Los mercados y las sociedades están cambiando rápidamente; para acompañar este proceso, los regulado - res tienen que ponerse al día con la mayor celeridad posible y ofrecer a la vez un marco confiable, predecible y justo para inducir resultados que defiendan los intereses de todos los actores interesados.
Los nuevos actores, ya sea en el lado financiero, de la producción o del consumo del mercado, exigen medidas para transformar la arquitec - tura regulatoria. Los reguladores de América Latina y el Caribe tienen una oportunidad para aprender de experiencias dentro y fuera de la región.
Las redes sociales están aumentando de facto el número de actores interesados, porque per - miten una veloz movilización de personas o grupos. Este volumen más grande y más alto de voces a menudo ha producido información útil para los reguladores.
Los medios de comunicación procesan gran parte de esta información con mayor rapidez que los reguladores, lo que obliga a adaptar los procesos de decisión que llevan a cambios en el marco regulatorio.
No perder el tren de la Historia. Las nuevas tecnologías plantean nuevos retos, actualización permanente. Es un reto para todos, sin excepción.
AUTORES QUE CONTRIBUYERON
José Agustín Aguerre, gerente del Sector de Infraestructura y Energía, y Eric Parrado, economista jefe y gerente general del Departamento de Investigación.
Principales autores de cada capítulo: Tomás Serebrisky, Ancor Suárez-Alemán, Juan Pablo Brichetti - María Eugenia Rivas. Tomás Serebrisky, Ancor Suárez-Alemán y Cinthya. Andrew Powell, Fabiana Machado, Michelle Hallack, María Eugenia Rivas, Cinthya Pastor, Darcia Datshkovsky y Laureen Montes Calero.
Tomás Serebrisky, Tommy Murphy, Juan Pablo Brichetti y Pau Puig Bridget Hoffmann, María Eugenia Sanin y Adrien Vogt-Schilb. Adrien Vogt-Schilb, María Eugenia Sanin y Bridget Hoffmann Allen Blackman,
Roberto Guerrero, Robin Hamaker-Taylor, Amanda Rycerz, Maja Schling y Laura Villalobos.
Michelle Hallack, David López Soto, María Eugenia Sanin y Virginia Snyder.
Agustina Calatayud y Juan Carlos Muñoz. Fabiana MachadoEduardo Cavallo. Juan Pablo Brichetti y Tomás Serebrisky. Tomás Serebrisky y Antonio Estache.
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