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Se escuchan todas las voces. Los audiovideos de la mafia descubierta la televisión limeña divulga las 24 horas. Parlamentarios se escudan en la legalidad para tratar de mantener el orden. Comentaristas del fujimorismo no reconocen ninguna virtud al actual gobierno peruano que plantea un referéndum sino el Congreso no avanza. Voces como SurSur, asume una actitud radical que miles de estudiantes y trabajadores comparten con esta Leamos:
Se escuchan todas las voces. Los audiovideos de la mafia descubierta la televisión limeña divulga las 24 horas. Parlamentarios se escudan en la legalidad para tratar de mantener el orden. Comentaristas del fujimorismo no reconocen ninguna virtud al actual gobierno peruano que plantea un referéndum sino el Congreso no avanza. Voces como SurSur, asume una actitud radical que miles de estudiantes y trabajadores comparten con esta Leamos:
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Jul252018
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Perú: Refundar la república podrida
Si bien Perú aprovechó de forma
notable el boom de materias primas para reducir la pobreza, que pasó de 57% en
el año 2004 a 20% en 2016, jaqueado hoy por una enorme corrupción económica y
política, parece estar llegando a la descomposición republicana. En Perú, la
corrupción y el tráfico de influencias están enquistados no solo en el alto
gobierno sino también en el Poder Judicial, en el Consejo Nacional de la
Magistratura (CNM) y todo el sistema de administración de justicia, además de
tener un Estado secuestrado por una mafia: los audios revelados solo sacaron a
la luz un secreto a voces.
Desde
el ajuste neoliberal de 1990, el llamado “capitalismo de amigotes” significó
que para que las grandes empresas
hicieran buenos negocios eran indispensable las relaciones privilegiadas en el
Estado, y el control de las instituciones democráticas. Las coimas, sobornos y
otras ventajas quedaron reveladas en los últimos meses y salpican los
poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Es lo que los analistas definen como
una crisis sistémica, de gobierno, régimen y Estado.
El
edificio institucional ya no necesita de refacciones, porque está podrido. Las
termitas del fujiaprismo han terminado con él, señala Nicolás Lynch en La Otra
Mirada. No se trata de personas o de instituciones, porque “ni el más
engominado de los prohombres del régimen tiene dedos de organista para lidiar
con la situación. Se les han terminado en el correveidile de los favores palaciegos.
El problema es de estructuras y estas vienen de atrás”, añade.
Es un
Estado fallido, fallado y mafioso, capturado por un sistema neoliberal que
desde hace 26 años ha mermado la democracia, con sus negociados, sus puertas
giratorias, poniendo y sacando autoridades, congresistas afines a sus
intereses, con medios de comunicación que actúan como escuderos y los protegen
de cualquier denuncia de la prensa independiente.
Las
estructuras no pueden cambiar por sí solas y no aparece en el horizonte ninguna
fuerza capaz de llevar adelante los cambios estructurales necesarios, para
cambiar el patrimonialismo heredado hace 200 años de la colonia, que es la
incapacidad de las clases dirigentes de discernir entre las ganancias
personales y el erario público.
Los intentos de reforma
En la historia republicana, hubo muchos intentos de
reformas, pero siempre privilegiando a pequeñas minorías en detrimento de las
grandes mayorías, con dictaduras militares y gobiernos constitucionales que no
intentaron siquiera los cambios. La única excepción fue durante el gobierno de
Juan Francisco Velasco Alvarado (1968-1975).
Durante
su gestión, nacionalizó la Banca, los recursos mineros del país: expropió los
yacimientos petrolíferos de Talara, así como las explotaciones e instalaciones
de Cerro de Pasco Corporation y Marcona Mining; estatizó la industria pesquera,
creó el ministerio de Alimentación para distribuir los alimentos producios por
las cooperativas agrarias.
Asimismo
impuso un control directo del Estado sobre las telecomunicaciones, y dispuso
una reforma agraria en todo el país para poner fin a la oligarquía terrateniente.
Afectó a los latifundios de la sierra, pero también a los complejos
agroindustriales de la costa, en las que se crearon
Cooperativas Agrarias de
Producción. La reforma del sector industrial involucró a todos los
trabajadores, que debían participar en las utilidades, en la gestión y la
administración de la misma.
El
gobierno de Velasco igualó los derechos de los hijos legítimos y naturales ante
la ley; las Fuerzas Armadas fueron equipadas con moderno armamento adquirido de
la extinta Unión Soviética, convirtiéndose en una de las mejores de América
Latina. Y con el fin de movilizar organizadamente a la población y controlar
las movilizaciones sociales, creó en 1972 el Sistema Nacional de Apoyo a la
Movilización Social.
Y, en
el ámbito internacional, promovió una política de no alineación, bajo el lema
“ni con el capitalismo ni con el comunismo”, lo que significó una ruptura con
EU. En 1972, decretó una reforma educativa que previó entre otros una educación
bilingüe para los peruanos, usuarios de lenguas nativas, que componían casi la
mitad de la población.
Tras el
golpe contra Velasco, todo volvió a ser como antes y com
o después. Y tras
el corrupto gobierno de Alan García, con el golpe de Estado del 5 de abril de
1992, Alberto Fuljimori y Vladimiro Montesinos reeditan no solo el
patrimonialismo en versión neoliberal del capitalismo de amigotes.
Tras la
caída de Fujimori, poco cambió. El adalid del neoliberalismo, Pedro Pablo
Kuczinsky debió renunciar a la presidencia no solo por amnistiar el dictador
genocida, sino por corrupción, mientras a diario se siguen difundiendo las
grabaciones de los favores supremos entre amigotes del Ejecutivo, el poder
judicial y el empresariado.
El nuevo escenario 2.0
La
diferencia entre el patrimonialismo anterior y lo ocurrido en los últimos 26
años es la extraordinaria producción de riqueza en este último cuarto de siglo,
lo que no varió en absoluto el principio de privilegiar a un pequeño grupo a
costa de los demás, lo que ha permitido vender ilusiones, el verso capitalista
del esfuerzo particular. Nada que ver con las esperanzas reformistas y
revolucionarias de la segunda mitad del siglo XX.
La
podredumbre del modelo deja a la intemperie la corrupción de la cultura
política y de poder, pero también comenzó a aniquilar las ilusiones, en una
pérdida –por ahora simbólica- de la hegemonía política y sobre todo cultural
del poder neoliberal, en donde resalta la impotencia del presidente Martín
Vizcarra y la caída abrupta de la credibilidad de los gobernantes: presidentes,
congresistas, administradores de justicia… y también en las instituciones.
La
república está podrida, dicen los analistas. Es necesaria una refundación, una
nueva Constitución que contenga cambios estructurales e impida la reedición de
la corrupción del fujimorismo, del aprismo. Por ahora no se vislumbran las
fuerzas del cambio, salvo en las calles tomadas por la protesta social. Como
dice La Otra Mirada, cualquier consigna menor es un operativo de distracción de
aquellos que no quieren soltar sus privilegios para que proceda el futuro del
Perú.
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Antropóloga, docente e investigadora peruana, analista asociada al Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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