En el Día de Africa.
Jorge Zavaleta Alegre
Cuando los hijos vayan solos a la Biblioteca, el mundo comenzará a cambiar.
Oprah Winfrey, la diva multimillonaria
de Hollywood, la afroamericana más rica del siglo XX, revela cuan valiosa es la presencia del libro en la vida
de una persona. El Club de Libro, que
dirige y promueve en el canal de TV de
su propiedad demuestra que las ideologías y sectarismos no han sido ni serán
los mejores consejeros para que las tecnologías
de la comunicación estén más cerca que lejos de los usuarios.
Oprah Winfrey , se pregunta: “Quién me iba a decir a mí,
nacida en Mississippi en 1954, que estudié en una escuela segregada, que iba a
llegar hasta aquí. Una niña pequeña y solitaria, que no recibía mucho amor a
pesar de que su familia hizo lo que pudo. No supe lo que era el amor verdadero
hasta que os encontré, a mi programa y a vosotros”.
Como toda historia de superación personal, la suya arranca
con una infancia desdichada y una partida de nacimiento cuyo nombre, Oprah,
resultaba tan impronunciable que terminaron cambiando el orden de las letras. Aprendió a leer con tres años y en el barrio,
todos la conocían como La predicadora, por su elocuencia cuando leía pasajes de
la Biblia en la iglesia.
Oprah se graduó con honores, fue nombrada la chica más
popular del instituto y ganó un concurso de belleza y otro de oratoria que le
aseguró una beca para estudiar comunicación en la Universidad.
Su capacidad oratoria llamó la atención de un programa de
radio local que le dio su primera oportunidad. Lo que empezó como un formato “sentimental”
para amas de casa, se transformó en un espacio en el que lo mismo se hablada de
espiritualidad y problemas sociales, como de geopolítica o economía.
Desde Michael Jackson –cuya entrevista vieron 36 millones de
personas– hasta Barack Obama, su imperio
empezó a crecer: libros, una revista, un canal de televisión y otro de radio,
una productora y hasta una nominación al Oscar por su papel en ‘El color
púrpura’, de Steven Spielberg.
Su influencia en la opinión pública norteamericana era tal
que, si Oprah hablaba de un libro en su Club
de lectura, la obra se convertía en un superventas instantáneo. Era el
llamado Efecto Oprah, ese ingrediente que, según la revista Time, la convirtió
en «la mujer más influyente del mundo».
Todas las capitales del mundo exhiben la Biblioteca, como un
lugar muy importante de sus circuitos
turísticos. Pero, desde el surgimiento de Internet, estas casas de cultura, son
cada vez más silenciosas, remanso de gente de la tercera edad y de los
nietos como acompañantes. Las
Bibliotecas de América Latina,
suelen ser “elitistas” en la promoción cultura.
Son capturados por pseudos intelectuales, que desprecian las
manifestaciones culturales de raigambre popular.
En la década de los setenta,
conocí de cerca la presencia de los militares en la conducción del
Perú. En una ocasión, junto con mis compañeros de la Comisión Nacional
de Propiedad Social, organismo encargado
de promover la autogestión empresarial, viajamos
a Puno, y en el cuartel de
Pomata, cerca de la frontera de Bolivia, intentamos conocer la biblioteca, cuya puerta
estaba con candado.
El presidente de la Comisión de Propiedad Social, miembro del Centro de Estudios
Militares – CAEM, observó que los encargados
de la conservación de las armas en ese cuartel no encontraban la llave para ingresar al recinto de la sabiduría. La biblioteca bien podría
ser un espacio de visita para la
población que vive al frente del Lago
Titicaca.
Desde entonces, sigo considerando que el desarrollo integral
de una sociedad puede o debe ser
medido por el número de personas que visitan una biblioteca pública. La tecnología, en lugar
de tomar distancia con los habitantes se debe trasformar en un eje para
buscar un libro, una película, un
periódico, una revista, entrar al conocimiento del mundo. La mayoría de la
población busca la TV como un refugio,
porque las bibliotecas nunca han estado
ni están cerca de la gente.
La evolución de las tecnologías de la información y la
comunicación y muy especialmente de internet, ha provocado el cambio las
necesidades de los ciudadanos y la forma en la que acceden a la información. La web está trasformando el papel de las
bibliotecas tradicionales y el rol de los bibliotecarios. Aunque este proceso
no es tan rápido, ni siquiera en las ciudades más desarrolladas
del planeta.
Las bibliotecas públicas
tienen que ofrecer servicios bibliotecarios, alfabetización, lectura, promoción
lectora, responsabilidad social, intervención social, inserción social, inclusión social, integración social.
United for Libraries, por ejemplo, ofrece una variedad de seminarios web
gratuitos y de pago. Algunos están disponibles solo para los miembros, mientras
que otros son accesibles como parte de las membresías de grupos estatales. United
for Libraries ofrece talleres, seminarios, capacitación y asistencia técnica en
una amplia gama de áreas. Los servicios se pueden personalizar para satisfacer
las necesidades de su comunidad de bibliotecarios y sus seguidores.
Visito con frecuencia
la Biblioteca Pública de Emmitsburg y
aprecio la calidad del servicio, la oportunidad de llevar a casa el libro que
uno necesita. La tecnología al servicio del usuario. Por ejemplo, Roseta Stone,
sistema electrónico con más de veinte
lenguas, es un programa indispensable si
uno quiere entender la comunicación como el diálogo entre culturas. El Español
y el Chino son la segunda y tercera lengua que se habla en los EEUU, lo
cual no significa aún que son los
vehículos interculturales, porque la cultura y la economía
norteamericana aún es dominada por el Ingles.
Todo el mundo parece estar de acuerdo en que los avances
tecnológicos han tenido un gran impacto sobre las bibliotecas y, más aún, sobre
los propios bibliotecarios. El cambio es tan profundo que incluso una
institución clásica en Estados Unidos como la Special Libraries Association
(SLA: http://www.sla.org) está considerando cambiar su propio nombre.
La Special Libraries Association es una asociación
profesional internacional que representa a más de 15.000 expertos en recursos
informativos que trabajan en todo tipo de empresas privadas, oficinas del
gobierno, instituciones técnicas y académicas, museos, centros médicos y firmas
de consultoría sobre tratamiento y gestión de documentación.
Los decanos y personal docente de las escuelas y facultades
de biblioteconomía y documentación en Estados Unidos se han visto obligados a
rediseñar sus programas de estudios. Hasta
hace muy poco, las bibliotecas tenían poco o nada que ofrecer a los niños
menores de tres años de edad; sin embargo, durante los últimos anos un mayor
número de bibliotecas ha venido ofreciendo programas para la infancia.
Sin duda, la biblioteca pública de su localidad puede ayudar
a los jóvenes que buscan información sobre cuestiones muy importantes y
personales. Muchas otras bibliotecas se encargan de remitir casos a otros
servicios comunitarios, tales como los centros de asesoramiento y las oficinas
que se ocupan de los niños que abandonan el hogar, y las bibliotecas siempre
ofrecen libros.
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