Jorge Zavaleta Alegre
La ONU sigue siendo una institución distante de la paz. Una vez más, en diciembre del 2016, pone en evidencia su limitación para detener la invasión de Israel en los asentamientos de territorios palestinos. Esta vez, Washington se abstuvo de emitir su voto, permitiendo que la medida pasara con los votos a favor de los 14 miembros restantes del Consejo. Palestina aseguró que se trata de "un gran golpe" para Israel, pero la resolución 2334 del Consejo de Seguridad, aprobada por mayoría de votos, pierde valor con la abstención del presidente Obama.
El pronunciamiento de Trump es un nuevo punto de roces entre su equipo y la administración saliente de Obama. El primer ministro Benjamin Netanyahu emitió una declaración en la que condenó la "despreciable" resolución que exige un inmediato cese de la construcción de asentamientos.
El dirigente palestino del partido Al Fatah, Saeb Erekat, manifestó su regocijo con la resolución de la ONU, y afirmó que hoy 'es un día de victoria para el derecho internacional, una victoria para el lenguaje civilizado y la negociación y un rechazo total a las fuerzas extremistas en Israel'.
Pero el pequeño espacio que se disputan árabes y judíos constituye una prueba de sangrientas conquistas asirias, babilonias, persas, griegas, romanas, árabes, cristianas, turcas e inglesas, hasta que se eterniza la confrontación entre pueblos arraigados a esa tierra.
Los nacionalismos judío y árabe nacieron casi al mismo tiempo. El judío a fines del siglo XIX y el árabe a principios de XX. Este último floreció en Siria, a cargo de pensadores y activistas cristianos que recibieron influencias europeas.
La presencia judía en Tierra Santa fue una constante asombrosa. El alma judía añoraba año tras año, siglo tras siglo, milenio tras milenio, la reconstrucción de Eretz Israel, con intenso fervor, parecido al que, mucho antes, había florecido junto a los nostálgicos ríos de Babilonia.
Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, Palestina fue desprendida de Siria y quedó en manos del conquistador británico por mandato de la Liga de Naciones. Quienes nacían en esa tierra eran palestinos, fuesen judíos o árabes.
Después de la Segunda Guerra Mundial arreció la demanda emancipadora judía. La potencia colonial llevó el caso a las Naciones Unidas para provocar su condena. El tiro le salió al revés: las Naciones Unidas votaron el fin del Mandato Británico y la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe (no establecía que alguno se llamase Palestina, sino que eran parte de Palestina).
Los judíos celebraron la resolución, pero los países árabes en conjunto decidieron violarla sin escrúpulos y barrer “todos los judíos al mar”, como lo atestiguan documentos de la época.
Las voces más esclarecidas del planeta consideran que se debe hacer justicia al fenómeno nacional palestino, que era irrelevante en la primera mitad del siglo XX. En el curso de los últimos años consiguió hacerse reconocer por la Liga Árabe, las Naciones Unidas y el mismo Estado de Israel.
Desde 1948 (independencia de Israel) hasta 1967 (Guerra de los Seis Días), Falistín (Palestina, en árabe) había dejado de existir. Durante 19 años una porción del mapa lo ocupaba Israel y la otra, Jordania y Egipto. Lo repito porque es esencial recordarlo.
En mayo de 1964 se fundó la OLP (Organización para la Liberación de Palestina), integrada por centenares de hombres que componían Al Fatah, Al Saiqa y el Frente Popular para la Liberación de Palestina.
En 1970 la OLP había logrado constituir una fuerza considerable en Jordania, casi un Estado dentro del Estado, y decidió tomar el gobierno de ese país, que históricamente había formado parte de Palestina. En otras palabras, ya existía un Estado palestino llamado Jordania.
En 1993 Simón Peres e Isaac Rabin optaron por escuchar la demanda del líder palestino Arafat para conseguir la solución del largo conflicto. Nació la Autoridad Nacional Palestina y empezó la transferencia de poderes. Los temas más difíciles quedaron para el final, cuando los aceitase una mayor confianza mutua.
A más globalización geográfica, las culturas siguen en creciente conflicto. Con el nuevo presidente de los EEUU, elegido por los colegios electorales, se aleja la posibilidad de que la Asamblea de la ONU pueda insistir en el cumplimiento de sus acuerdos en torno a Palestina, que el 18 de Noviembre, celebró 28 años de su constitución como Estado.
El 11 de noviembre último, los palestinos y todo hombre de paz recordaron los 12 años que Yasser Arafat, dejó este mundo. En Lima, las organizaciones sociales amigas de los palestinos, recordaron el testimonio del confesor de Arafat, en 1986, respecto a su decisión personal de renunciar al matrimonio con su amada novia palestina, en tanto la nación se mantenga dividida injustamente por la acción bélica de Israel.
Con mucho pesar y dolor, Arafat tuvo la valentía de visitar a su futura esposa y manifestarle, en presencia de sus padres, que se iba a la guerra por la libertad de Palestina. Según una entrevista concedida a este Corresponsal, en su declaración de independencia del 15 de noviembre de 1988, el Presidente Arafat dijo: “Instamos a nuestro gran pueblo a congregarse alrededor de la bandera de Palestina, valorarla y defenderla, para que sea el eterno símbolo de nuestra independencia y dignidad en nuestra patria, que será la patria de todas la personas libres hoy y siempre.”
Son 28 años desde que el Consejo Nacional Palestino, que representa a todos los palestinos alrededor del mundo, declaró el Estado de Palestina dentro de las fronteras de 1967, asumiendo todos los principios de la ley internacional y las resoluciones de la ONU.
Este momento histórico, también marca la dolorosa concesión de reconocer a Israel sobre el 78% de Palestina Histórica, señala un pronunciamiento de esta república. “Israel respondió al compromiso histórico con más opresión y desposesión. Hoy, el número de colonos exceden los 650,000, cuando hace 18 años solo sumaban 180 000. Sin embargo, el pueblo palestino, tanto en el exilio como en la patria, se mantiene en el camino hacia su libertad e independencia”.
La comunidad internacional, no ha cumplido su responsabilidad de corregir esta injusticia histórica y vigente; más aún intenta responsabilizar al ocupado en igual medida que al ocupante. Estas fallas solo han logrado alimentar la cultura de impunidad y odio de Israel, incluyendo sus agresiones diarias contra nuestro pueblo.
Un documento oficial de Palestina, en esta fecha, dice: “Nuestra visión de paz se basa en la Iniciativa de Paz Árabe: dos estados soberanos dentro de las fronteras de 1967, con Jerusalén Oriental como la capital de Palestina y una solución justa basada en la resolución de 194 de la UNGA (Asamblea General de las Naciones Unidas), a cambio de la plena normalización de relaciones entre el resto de la región y el Estado de Israel”.
En contraste, solo ha ofrecido planes para la expansión de colonias, tensiones en la región y más discriminación, racismo y odio. La ocupación de Palestina significa un enorme costo para esta nación, incluyendo la constante sustracción de sus recursos naturales y la sistemática violación de los derechos humanos y nacionales.
Una vez más, Palestina insta a la comunidad internacional a terminar toda relación con las empresas coloniales israelíes, incluyendo la prohibición de productos provenientes de las colonias, desinvertir de compañías que se benefician directa o indirectamente de la ocupación israelí y sancionar la negación de nuestro derecho inalienable a la autodeterminación.
Jerusalén Oriental ha sido ocupada y anexada ilegalmente por casi 50 años. No habrá un Estado de Palestina independiente si Jerusalén Oriental no es su capital. A pesar de los intentos de Israel por modificar su identidad histórica, incluyendo su actual separación del resto de Palestina, amenazas al status quo de la Explanada de la Mezquita Al-Aqsa, restricciones al acceso al Santo Sepulcro y recientemente una ley que restringe el llamado al rezo de las mezquita, Athan, Palestina continuará defendiendo sus derechos su pueblo y patrimonio en Jerusalén, una ciudad santa para las tres religiones monoteístas, según la UNESCO.
En los últimos 28 años, el Estado de Palestina ha sido reconocido por 138 países y ha ganado la membresía completa de varios organismos internacionales, incluyendo la Corte Internacional Penal. También ha sido reconocido como estado por las Naciones Unidas.
Palestina remarcó Arafat que este exitoso proceso de internacionalización es tanto un derecho soberano como un mensaje de esperanza para este pueblo. “Por ello, instamos a aquellos estados, que aún no han reconocido a Palestina, a que lo hagan con el fin de reafirmar nuestros derechos nacionales y para prevenir que la solución de dos estados colapse totalmente”.
Palestina, semanas atrás, en un documento oficial, instaba a todos los miembros de la ONU, en particular a los Estados Unidos, a que permitan que el Consejo de Seguridad ejerza su responsabilidad por la paz y seguridad en Palestina”.
http://www.panoramical.eu/america-latina-y-caribe/palestina-28-anos-despues-jorge-zavaleta-alegre/
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