http://www.rebelion.org/noticia.php?id=87854
La escasez de agua - efecto del calentamiento del
planeta, cuyas causas tienen su origen
sobre todo en la destrucción de la
naturaleza - comienza a encontrar culpables en
Bolivia a la administración de
Evo Morales, líder de un movimiento social que
va consiguiendo logros nunca antes registrados en la historia de los andes sudamericanos.
Los jóvenes bolivianos tienen un
pensamiento muy propio de lo que ocurre
en su país desde el 2006. La elección del presidente Evo Morales, para
ellos significó el empate catastrófico y el punto de bifurcación de su
historia nacional.
Bolivia es un país distinto desde que la población indígena está representada en el poder. La mayoría de sus habitantes camina por las calles con mejor semblante. La fiesta del 25 de Mayo, por los doscientos años del primer grito de independencia del continente americano, confirmó que los tiempos son otros. Los abundantes recursos naturales que desde siglo atrás produjeron riqueza solo para unos pocos, comienzan a ser resarcidos para el bienestar nacional.
El gobierno del presidente Evo Morales y del Movimiento al Socialismo (MAS), desde el 2006, han puesto en marcha un proyecto de cambios de raigambre popular, utilizando las reglas y limitaciones que exige una legítima democracia. La actual población que se aproxima a los 10 millones de habitantes habla español, quechua, aymara y guaraní, con una tasa de analfabetismo que en los tres últimos años se ha reducido de 12% a menos de 3%.
La nueva Constitución, aprobada en el Congreso y ratificada por un referéndum, define al país altiplánico como un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías regionales. La propiedad agraria ha sido reducida a cinco mil hectáreas como máximo; y las autonomías indígenas se regirán a partir de los territorios ancestrales de las markas y suyus, basados en el Ayllu.
Ellos saben el por qué Bolivia agotó su paciencia y ha empezado a
nacionalizar la totalidad de
acciones de las empresas de electricidad de La Paz y
Oruro en manos de Iberdrola. Son las mismas razones de una decena de
empresas.
Los jóvenes bolivianos que se
reúnen en su Plaza Mayor Pedro Domingo
Murillo, abundan con testimonios sobre el porqué de las
nacionalizaciones. Sus argumentos tienen una lógica irrebatible, pero que es
distorsionada por quienes en Bolivia no desean participar en el nuevo proyecto
social y político indígena y popular, capaz de disputarle el poder al neoliberalismo
de los bloques dominantes.
Los universitarios paceños
cuentan que el camino de bifurcación boliviana,
tiene un simbólico punto de partida. Al Palacio Quemado fueron invitados
los representantes de las principales empresas petroleras y gasíferas que explotaban formalmente este recurso de los todos los bolivianos.
El jefe de Estado, informó
a sus invitados que los balances económicos y sociales indicaban
la necesidad de revertir el orden de la administración y en el reparto de las
ganancias. En adelante, esa distribución sería al revés: 20% de las utilidades
para las empresas y 80% para el Estado.
La exposición del primer
mandatario generó instantes de severo silencio,
luego sucesivos comentarios en
contra advirtiendo la fuga del capital extranjero.
Después del tenso diálogo, el presidente anunció que en
fecha próxima el Congreso daría la correspondiente Ley, dejando plena libertad
para continuar o dejar que otras firmas asuman las nuevas reglas de juego.
Sucedió lo que se esperaba.
Aquello que los empresarios no dijeron
en el Palacio de Gobierno, los medios tradicionales se encargaron de
hablar por ellos, anunciando
cataclismos, quiebre de relaciones económicas, dejar a Bolivia, aislada del
mundo. En suma, una avenida de caos
y un futuro negro para un país
secularmente dependiente de las decisiones en ultramar.
Meses después, el mismo
presidente Morales invitó nuevamente a
los mismos empresarios para suscribir los nuevos términos de los contratos.
Veinte fueron los invitados a una ceremonia de un viernes primaveral a las 7 de la noche.
El Palacio Quemado lucía
iluminado. La Plaza Mayor ocupada por campesinos, obreros, diabladas de Oruro y Potosí, un enjambre
de medios del Norte desarrollado. A las 6.45 pm, quince
minutos antes de la hora programada, llegó solo un primer invitado,
representante de la más pequeña empresa extranjera. Faltando
cinco minutos para empezar la ceremonia, ingresaron otros 18 hombres de negocios. El único
ausente, semanas después suscribió la propuesta boliviana: Las ganancias por
servicios prestados al Estado serán: 20 % del total de las utilidades y 80% para atender las demandas sociales de
los bolivianos.
En la Historia de América Latina,
no hay un caso de empresa extranjera que haya dejado estas tierras por el
cambio soberano de las condiciones. Pero
la suscripción de los nuevos términos, se convierten, en varios casos, en
simples referentes, porque el capital suele escamotear las leyes y actuar con
subterfugios para no perder privilegios.
Los grandes consorcios, en sus países de origen suelen ofrecer servicios de gran calidad y a
menores precios que las comarcas de América. Las empresas por si solas no se
van. Los Estados como Bolivia, recurren
a las nacionalizaciones porque les asiste la razón y el derecho.
El vicepresidente Álvaro García
Linera, bien explica el pasado de Bolivia, señalando el cómo, a
partir de la crisis institucional que
devino en la renuncia de Sánchez de Lozada a la presidencia y la elección de
Evo Morales, se consolidó la construcción de un nuevo proyecto.
En el 2006, no había condiciones de hegemonizar los ámbitos y el
consenso para la toma de decisiones. Con el correr de los meses y los años se
instaurado una instancia que facilita la
transformación del Estado en su contenido,
naturaleza social en una correspondencia moral de fuerzas e ideas.
Las ideas dominantes del bloque
empresarial vinculado a los grupos de inversión extranjera, agroexportadores,
banca y la élite política van perdiendo
capacidad de poder definir, de manera estable y sin tropiezos, las políticas
públicas del país.
El Parlamento ha rescatado sus funciones de
debate político. El Ejecutivo ha dejado ser
dependiente de los lobbies empresariales y comparte el sentir popular.
Décadas atrás, Bolivia fue una escuela
de golpistas. Hoy es parte del Proyecto Sur Sur, desde una democracia social.
El índice de desarrollo humano -
ONU - IDH 2011, resume el avance
promedio conseguido por un país en tres dimensiones básicas: disfrutar de una
vida larga y saludable. Acceso a educación, Nivel de vida digno. Cinco años después, las políticas de Estado avanzan. Las grandes empresas ya no se quejan, pero si encuentran motivos, como la escasez de agua, para culpar al Estado la falta de agua en La Paz y otras ciudades, olvidando que la migración campo ciudad también es alentada por la magia del libre mercado.
Bolivia (IDH 0,663) ocupa el
sexto lugar del grupo latinoamericano que
ingresa al desarrollo intermedio, junto con Guatemala, Nicaragua,
Honduras, Guyana, Paraguay, El Salvador, Surinam y República Dominicana. El
camino de la bifurcación da muestras que en el desempate catastrófico, la Historia
ahora está al lado de la gran Bolivia.
Referencias consultadas.
Boletín: Bolivia enfrenta su peor
sequía en décadas
No hay comentarios:
Publicar un comentario