Jorge Zavaleta Alegre
La
inversión de los EEUU en educación y cultura es descomunal e imposible
comparar con los recursos públicos que los países
del sur destinan a estas dos
áreas esenciales, si pensamos en el
desarrollo armónico de sus ciudadanos con una salud mental ampliamente atendida.
El
proyecto de Obama para el año fiscal 2016, que comenzará el próximo 1° de
octubre, contempla un gasto de 3,99 billones de dólares y unos ingresos de 3,53
billones, con un pronóstico de déficit de 474.000 millones de dólares.
"Quiero
trabajar con el Congreso para reemplazar la austeridad sin sentido con
inversiones inteligentes que fortalezcan a Estados Unidos. Y podemos hacerlo de
una forma fiscalmente responsable", afirmó Obama en la sede del
Departamento de Seguridad Nacional (DHS), en Washington.
En
el capítulo del gasto, junto con defensa e infraestructura, el plan de Obama
quiere potenciar también las inversiones en salud y educación.
El
presidente aspira a que sean gratuitos los dos primeros años de "community
college" (centros públicos de educación superior) y pide más dinero para
ayudar a las familias de ingresos medios y bajos a pagar la educación
preescolar de sus hijos.
En
cuanto a la salud, Obama solicita más gasto federal para combatir las infecciones
causadas por bacterias resistentes a los antibióticos, así como inversiones
públicas por 215 millones de dólares para la medicina de precisión, que apuesta
por tratamientos personalizados basados en el estudio genético y otros
factores.
AMERICA
LATINA
Desde
hace 10 a 15 años, en América
Latina se ha intentado imitar el esquema
norteamericano, cuyos frutos son tardíos
en tanto y en cuanto el interés del sector público y/o el lucro desmedido de la empresa privada, impiden soñar en un
futuro emocional relativamente estable para las
familias y los jóvenes.
En
América Latina los empresarios de la
educación suelen ocultar que el lucro es su objetivo. Un solo dato para entender la ecuación. La facultad de letras de una de
las principales universidades del Perú cuenta
con sesenta mil libros. En el
país del Norte, una universidad pública solo
de la Facultad de Literatura, pone a disposición de sus
estudiantes 60 millones de textos.
En
los Estados Unidos de Norte América el control de muchas funciones públicas,
como la enseñanza escolar, depende primordialmente de los estados y las
comunidades locales.
El
sistema educativo estadounidense comprende 12 años o “grados” (del 1º al 12º)
de educación previos al ingreso a la enseñanza superior. Estos se dividen en Elementary school que abarca cinco grados de
los 6 a los 11 años. Middle school en tres
grados, de los 11 a los 14 años. Y High School, cuatro grados, de los 14 a los
18 años.
Una
vez concluido el grado 12, los alumnos pueden seguir con la educación superior,
que puede ser vocacional y/o técnica (2 años), profesional y universitaria (4
años).
En
las universidades (también llamadas colleges) los alumnos pueden obtener un
título de grado, llamado Bachelor's degree, y a los estudiantes que lo obtienen
se les considera undergraduates.
Los
estudios posteriores a dicho título son los másteres y a los alumnos que lo
obtienen se les considera graduates. A continuación, también se puede seguir un
doctorado (PhD), que suele durar tres años y está basado en la investigación.
INVESTIGACION Y CULTURA
Estas
áreas, podemos singularizarlas abordando, por ejemplo, el rol de las universidades más importantes del planeta y la dimensión del Instituto
Smithsoniano (Smithsonian Institution), como un centro de educación e
investigación que posee además un complejo de museos asociado. Es administrado
y financiado por el Gobierno de EEUU,
además de los fondos que recibe vía donaciones, ventas, concesiones,
licencias para actividades y revistas.
La
mayoría de sus instalaciones están en Washington, D.C. Cuenta con 19 museos, nueve centros de investigación y
un zoo, algunos situados en Nueva York, Virginia y en Panamá (único centro
Smithsoniano ubicado en Latinoamérica), entre otros lugares.
El
Smithsoniano tiene más de 136 millones
de bienes en sus colecciones, publica las
revistas Smithsonian y Air&Space, y posee una fuerza de seguridad
propia para proteger a los visitantes, trabajadores y propiedades de los
distintos museos. El emblema de la Institución es un sol estilizado.
El
Instituto Smithsoniano fue fundado en 1846 para el "aumento y
difusión" del conocimiento con fondos legados a los Estados Unidos por el
científico británico James Smithson (1765–1829) para la creación de una
"fundación que facilite el aumento y difusión del conocimiento entre los
hombres".
El
Congreso aprobó el acta que constituía el Instituto Smithsoniano, un híbrido
entre asociación pública y privada, convirtiéndose en ley el 10 de agosto de
1846 con la firma del Presidente James Polk. El proyecto de ley fue redactado
por el congresista demócrata por Indiana Robert Dale Owen, socialista e hijo de
Robert Owen, padre del cooperativismo.
La
arquitectura del edificio principal del Instituto Smithsoniano en Washington DC
es conocido como "El Castillo", construido por el arquitecto James Renwick Jr.
y terminado en 1855. Muchos de los otros edificios de la Institución son hitos
históricos y arquitectónicos.
El
primer secretario del Smithsonian, Joseph Henry, quiso hacer de la institución
un centro para la investigación científica, pronto se convirtió en depositaria
de diversas colecciones gubernamentales.
La
expedición que la Armada de los Estados Unidos realizó circunnavegando el globo
entre 1838 y 1842 acumuló miles de especímenes de animales, un herbario de 50
000 ejemplares, conchas, minerales, aves tropicales, muestras de agua de mar y
piezas etnográficas procedentes del Pacífico Sur. La Institución se convirtió
en un imán para los naturalistas desde 1857 a 1866, quienes formaron un grupo
llamado "Club del Megaterio". La lista de instituciones es virtualmente interminable si hablamos del Museo Nacional de Historia
Natural. El Centro de Aves Migratorias (Parque Zoológico Nacional del
Smithsonian). Instituto de Conservación de Museos. Cuenta con más de 20 librerías.
En
el mundo globalizado de hoy, la diversidad cultural está al orden del día. Se
habla insistentemente de pluralismo cultural y multiculturalidad, de culturas
híbridas y sincretismos culturales, del derecho a la diferencia y de las
políticas culturales diseñadas para respetar la diversidad y promover el entendimiento
mutuo entre culturas, tal como postula la Declaración Universal sobre
Diversidad Cultural, adoptada por la UNESCO en noviembre 2001.
La
economía no se queda atrás. Los consorcios fabricantes de artículos y servicios
de consumo identifican --y crean—nichos culturales para sus productos y
orientan su publicidad hacia estos mercados específicos para aumentar ventas y
beneficios.
La
“diversidad cultural” es una estrategia para conquistar mercados. En Estados Unidos, por ejemplo, los
afronorteamericanos y los “hispánicos” constituyen más que grupos o comunidades
étnicas—ahora son categorías específicas de consumidores.
En
las grandes ciudades globales de nuestro continente, los barrios chinos,
italianos, griegos, árabes, africanos, indios, mexicanos etc. son espacios de “identidades” mantenidas y construidas en
base a tradiciones y prácticas culturales, relaciones sociales y mundos simbólicos
diferenciados pero al mismo tiempo compartidos.
Sin duda el mayor impacto sobre estas
identidades lo han tenido las industrias culturales de audio y video (radio,
TV, cine) que generan corrientes masivas de sonidos e imágenes, es decir
mensajes, para todos los gustos y todas las particularidades.
La
nueva importancia que se atribuye a la heterogeneidad cultural tiene
consecuencias profundas para las políticas culturales y educativas, así como
las económicas y comerciales.
Hay
quienes afirman que en este mundo globalizado vamos hacia la uniformización
cultural por lo que estarían en juego las identidades nacionales de los países,
y al peligrar estas peligraría también la soberanía nacional.
El
fenómeno cultural tiene muchas vertientes. Los hechos culturales son complejos
porque en ellos intervienen tanto las voluntades humanas individuales como los
procesos colectivos y el peso de los fenómenos estructurales e históricos.
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